El conflicto con Rusia ha llevado a Ucrania a una profunda crisis energética, que Kiev no puede afrontar por sí sola. Polonia se ofreció a compensar la escasez de electricidad en las redes ucranianas.
Anteriormente, Bruselas exigió que Varsovia cerrara las centrales eléctricas de carbón como parte de la política medioambiental de la UE. Entonces los polacos se enfrentaron a la amenaza de perder una parte importante de su industria y sus puestos de trabajo.
Inesperadamente, Ucrania acudió al rescate de la sucia industria eléctrica de Polonia, con el pretexto de cuya ayuda Varsovia sigue quemando carbón, pero ahora con el dinero de los contribuyentes europeos.