Palestina: La barbarie de la ocupación sionista destruyendo los olivares
https://x.com/i/status/1838028205518643596
Los colonos sionistas arrasan olivares palestinos
fuente: @DaniMayakovski
“Los malvados colonos cortaron 300 olivos de mi tierra. Estuve más de 20 años trabajando duramente mi tierra, los planté en el año 2000 y ellos vinieron y los cortaron todos. ¿Que quieren de nosotros?”.
Khaled Naji Masha, un abuelo palestino que trabajó toda su vida en el campo y los colonos le destruyeron 20 años de trabajo, sin ningún otro objetivo que hacer daño.
Los colonos sionistas han arrancado o quemado más de un millón de olivos en Palestina desde 1967, uno de los mayores destrozos ecológicos de los últimos 100 años.
video: https://x.com/i/status/1833366852153623026
.
.
“Moriré de un disparo, pero no de hambre”, afirma Fayza mientras separa las aceitunas de las hojas sentada en el suelo. Tiene 62 años y se dedica desde pequeña a la cosecha de la aceituna en la población cisjordana de Salfit, en la zona con mayor producción de aceite de oliva de Palestina. Fayza y otros nueve miembros de su familia son los únicos de los alrededores que trabajan en los olivares en plena temporada de recolección.
https://elpais.com/internacional/2023-11-17/los-ultimos-palestinos-que-resisten-en-el-olivar-los-colonos-tratan-de-quitarnos-la-comida-sobre-la-mesa.html
.
.
(…)
Los árboles de olivo son fuente de vida y de alimento en tierras palestinas. De un solo árbol pueden obtenerse hasta 9 kilos de aceitunas de los cuales se pueden obtener hasta dos litros de aceite que es usado para cocinar, como combustible o para medicamentos terapéuticos.
Además, la rama de olivo ha sido usada históricamente como un símbolo de paz y de vida, apunta la organización Joint Advocacy Iniciative (JAI).
Un estudio publicado en The Yale Review of International Studies en marzo de 2023 señala que las autoridades de Israel han arrancado ilegalmente más de 800 mil olivos palestinos desde 1967.
Estos ataques contra los olivos palestinos se deben “a la actual expansión de los asentamientos en Cisjordania, que están invadiendo el sustento de las familias palestinas. A menudo estos árboles son quemados delante de las familias, acabando violentamente con su medio de vida”, apunta la Yale Review.
Además de la destrucción física de los árboles, las familias palestinas se enfrentan a muchos obstáculos para obtener permisos israelíes para poder cosechar sus propias siembras. Por ejemplo, en 2020, solo el 24 por ciento de los permisos de acceso a la tierra fueron aprobados, lo cual hace casi imposible que los agricultores palestinos puedan acceder a sus tierras agrícolas durante el año.
A esto se suma que las fuerzas militares israelíes limitan el acceso de los árboles al agua, apunta la investigación.
Los ataques contra los árboles de olivo aumentan sobre todo durante la época de cosecha.
Debido a la importancia ambiental de estos árboles, la UNESCO conmemora el Día Mundial del Olivo el 26 de noviembre de cada año.
Palestina tiene en sus tierras al árbol de olivo más antiguo del mundo, ubicado en la aldea de Al-Walaja al sur de Jerusalén; la UNESCO estima que tiene 5 mil 500 años de edad, reporta Al-Jazeera.
La organización JAI explica que el ejército israelí ha argumentado que derriba estos árboles en territorio ocupado “por razones de seguridad”. Algunos de los motivos para tirar los árboles palestinos son la expansión de los asentamientos israelíes, considerados ilegales por la ONU; para la construcción de carreteras y para levantar los muros israelíes sobre tierras palestinas.
En 2021, la ONU reportó que en el Área C de la Cisjordania ocupada, bajo completo control israelí, los colonos israelíes habían atacado en múltiples ocasiones a las familias rurales palestinas con violencia física y disparos. Además, los colonos habían quemado campos y ganado de familias palestinas, así como árboles de cultivo.
En medio de estos ataques constantes por parte de colonos, la ONU alertó que el ejército israelí había hecho poco para frenar la violencia contra la población palestina.
La organización Land Research Center también ha documentado año con año la destrucción de cultivos de olivo palestinos por parte de fuerzas militares y colonos israelíes.
Hay varias organizaciones internacionales que trabajan en Palestina para plantar olivos. Human Appeal de España se puso la meta de plantar 75 mil olivos en Gaza y Cisjordania en 2022, al reconocer que estos son fuente de alimento, ingreso y medicina natural para la población palestina. Interpal Org también tiene un programa de reforestación.
La destrucción de cultivos israelíes causa inseguridad alimentaria
La destrucción de árboles y las restricciones impuestas a los cultivos de palestinos son un método de control económico que el gobierno de Israel ha impuesto, apunta The Yale Review of International Studies.
Esto porque, con la tala de árboles, Israel accede a más terreno para expandir su ocupación en tierras palestinas, además que esto genera un impacto económico en las familias palestinas que son despojadas.
La ‘guerra’ contra los olivos daña la práctica cultural de agricultura del olivo de la población palestina.
Además, la deforestación tiene también consecuencias en el medio ambiente; la revista puntualiza que el talar árboles en cualquier contexto está relacionada con el cambio climático, la erosión de los suelos y la reducción de cultivos. ” Según el Consejo Oleícola Internacional, el olivo absorbe 11 kg de CO 2 por litro de aceite de oliva producido”.
Un olivo puede tardar 20 años en crecer, y otros años más en dar frutos. Esto quiere decir que las familias palestinas que pierden sus árboles muy probablemente no verán una cosecha nueva en su vida.
fuente: https://www.elfinanciero.com.mx/mundo/2023/10/22/guerra-en-gaza-por-que-israel-destruye-los-arboles-de-olivos-y-como-afecta-a-la-gente-de-palestina/
.
En Cisjordania, colonos israelíes queman los olivos de los palestinos
El ejército israelí prohibió a los agricultores palestinos acceder a sus tierras y grupos de colonos están quemando sus cosechas. Jacobin habló con cultivadores de olivos sobre las medidas draconianas de Israel para destruir sus medios de subsistencia
Carolina S. Pedrazzi (Jacobin) 17/12/2023
El 30 de octubre, el agricultor Omar Ghoneym condujo desde al-Jader hasta sus tierras en la zona sur de Belén. De camino, recibió una noticia insólita: la mayor parte de los árboles de su propiedad (principalmente olivos) habían sido arrancados y destruidos por los colonos israelíes. Lo que vio al llegar le destrozó. No sólo había perdido toda su cosecha, sino que incluso la centenaria dar (دار, casa rural tradicional), que solía dominar la colina, había sido destrozada piedra a piedra por las excavadoras israelíes.
Mahmoud Abdullah, otro agricultor, tiene hectáreas de vides justo al lado de los árboles de Omar. No se le había permitido recoger los frutos desde el 7 de octubre. Y en la mañana del 30 de octubre ya no quedaba nada que cosechar, porque sus vides habían sido aplastadas contra el suelo. Los colonos destrozaron todo en las colinas palestinas que rodean su colonia, Efrat.
Los agricultores palestinos conocen su tierra al milímetro cuadrado. Para ellos, no existen las “plantas silvestres”: cada brote de su tierra es una expresión de la vida palestina, como flora autóctona. Recogen las cosechas, cuidan sus árboles y pasean por sus viñas con el mismo amor y responsabilidad con que protegen a sus seres queridos. Sus familias cuidaron de estos árboles durante generaciones; los olivos alimentaron y protegieron a sus cuidadores durante el mismo tiempo.
Esta guerra no sólo tiene lugar en Gaza. Tras los ataques del 7 de octubre, Cisjordania vivió las semanas más mortíferas desde la Segunda Intifada. Hasta el 28 de noviembre, más de 140 palestinos murieron en Cisjordania, 2.040 personas fueron detenidas y pueblos y ciudades están sometidos a un bloqueo que impide a los residentes viajar.
Los agricultores palestinos lo pasaron especialmente mal, ya que la mayoría tiene tierras, cultivos y cosechas en la llamada Zona C. Ésta es la mayor de las tres zonas en las que se dividió Cisjordania desde los acuerdos de Oslo de la década de 1990, que estipulaban que la Autoridad Palestina debía administrar las zonas A y B, mientras que la zona C debía “devolverse progresivamente a los palestinos”. En realidad, la Zona C, que comprende casi el 70 por ciento del territorio de Cisjordania, permaneció bajo el control militar absoluto del ejército israelí (Fuerzas de Defensa de Israel, IDF) y los asentamientos israelíes no han dejado de expandirse allí en las últimas tres décadas.
A los agricultores no se les ha permitido llegar a estos territorios durante el último mes y las IDF les informaron que si intentan alcanzar sus olivares serán asesinados. Algunos agricultores compartieron fotos de los panfletos que los colonos dejaron en sus olivares, en los que se lee: “¡Habéis llegado a la frontera! La entrada está prohibida y es peligrosa, y cualquiera que se acerque verá árboles ardiendo”.
Cuando se le pregunta qué estuvo haciendo, dada la prohibición de atender sus viñas, Mahmoud dice que pasó los días sólo viendo las noticias y rezando por la gente de Gaza. “A estas alturas, la cosecha ya se echó a perder. Lo único que podemos hacer es esperar que termine la guerra. ¿Cómo podemos ocuparnos de nuestros propios problemas aquí mientras Gaza está ardiendo?”
Los ataques contra los agricultores alcanzaron su punto álgido el 28 de octubre, cuando un soldado israelí fuera de servicio disparó a Bilal Saleh, agricultor del sur de Nablús, delante de sus cuatro hijos, matándolo en el acto. El soldado fue detenido pero, como demuestran los antecedentes de ataques de colonos y/o soldados contra civiles palestinos, los autores israelíes suelen ser puestos prematuramente en libertad, protegidos por la impunidad.
Otros campesinos, como Na’em Abu Eram y su familia, del sur de Hebrón, fueron agredidos y gravemente heridos por palizas. Mientras el padre de Na’em, de setenta y dos años, pastoreaba sus ovejas, fue agredido por colonos, por lo que debió ser hospitalizado. Uno de los hermanos de Na’em estuvo grabando en video todos los ataques que vienen sufriendo durante los últimos quince años y comparte los vídeos con ONG de derechos humanos como B’Tselem. Hace dos semanas, un colono le confiscó el teléfono y le rompió los dedos al hacerlo.
Abdullah Salem Abu Aram tiene sesenta y dos años y, tras jubilarse como maestro de escuela, decidió dedicar toda su vida a cultivar sus tierras en la aldea de Qawawis, en las colinas de Hebrón Sur. Pertenecen a su familia desde 1958 y, en 1981, su padre plantó cientos de olivos en los casi treinta acres de tierra que poseen.
“La Ocupación nos impidió arar, podar y recoger nuestros frutos, expulsándonos de la tierra antes y después de la guerra. Los colonos siempre nos golpearon y amenazaron con matarnos. Llaman al ejército, que nos expulsa de nuestra tierra con falsos pretextos”. Continúa: “Ahora no podemos volver a recoger la cosecha porque tememos por nuestras vidas y no sabemos qué hacer. La cosecha quedará destruida porque no podremos recogerla. Constituye el 80% de los ingresos de mi familia, pero ahora mismo ni siquiera pienso en esto, ya que lo que está ocurriendo en Gaza ocupa todos nuestros pensamientos”.
La mayoría de los civiles palestinos –especialmente los agricultores– no posee armas. En cambio, los colonos –todos ellos con formación y equipamiento militar– recibieron recientemente miles de pistolas y fusiles distribuidos por el propio ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben-Gvir.
Escribimos a la unidad del portavoz de las IDF y le pedimos que comentara el reciente aumento de la violencia de colonos y soldados en Cisjordania, solicitando que tuvieran en cuenta específicamente el asesinato de Bilal Saleh y los ataques que afectan a los granjeros. En su respuesta, no mencionaron ninguno de los dos temas, pero subrayaron que su misión en el territorio de “Judea y Samaria” –nombre bíblico de Cisjordania– es garantizar la seguridad de sus residentes e impedir cualquier atentado terrorista.
Como parte de las operaciones antiterroristas, dicen que estuvieron llevando a cabo arrestos nocturnos para detener a sospechosos e instalando “puestos de control dinámicos” para garantizar la seguridad en todo el territorio. Ni que decir tiene que los residentes a los que hay que proteger son sólo israelíes, ya que todos los palestinos entran en la categoría de terroristas potenciales.
Pero ese comentario simplemente no refleja la realidad: los arrestos nocturnos se han saldado con la detención de miles de activistas por la paz o de palestinos de a pie que han sido acusados de colaboración con el terrorismo simplemente por darle un me gusta a publicaciones de Facebook. Por otra parte, los “puestos de control dinámicos” en cuestión son, de hecho, bloques de cemento bastante rígidos, puertas de hierro y montículos de tierra que restringen totalmente la circulación de los palestinos dentro y fuera de sus ciudades. Esto incrementa aún más el aislamiento de muchas comunidades que ya están desatendidas y carecen de acceso a instalaciones sanitarias o recursos hídricos debido a la ocupación.
Además, para poner en perspectiva la agenda “antiterrorista” de las IDF, debemos tener en cuenta que los datos anteriores al 7 de octubre muestran que los colonos de Cisjordania ya eran los residentes con mayor posesión de armas de todo Israel y Palestina, y que el uso de armas de fuego para perpetrar ataques contra palestinos creció exponencialmente en los últimos años.
Teniendo esto en cuenta, la alegación de la legítima defensa como justificación de la violencia desatada contra los palestinos es enormemente desproporcionada y no tiene sentido cuando las víctimas de esta violencia son agricultores desarmados.
Agricultura para la liberación
“Octubre es un mes sagrado para Palestina: los ingresos anuales de muchos agricultores dependen casi por completo de la temporada de recogida de la aceituna. Las familias se quedarán sin nada como consecuencia del bloqueo israelí”, afirma Saad Dagher, agrónomo palestino de Mazari En-Nubani, un pueblo al norte de Ramala.
Dagher tiene más de un cuarto de siglo de experiencia académica en investigación agrícola y también sobre el terreno. Sostiene que la liberación palestina está intrínsecamente ligada al derecho de los palestinos a autogestionar su propia agricultura. Hace décadas que la tierra viene siendo colonizada y que las autoridades israelíes obligan a los agricultores palestinos a obedecer métodos de cultivo reñidos con sus tradiciones.
“La agricultura palestina siempre fue policultural, lo que significa que diferentes cultivos pueden y deben crecer uno junto al otro en un pedazo de tierra. La agricultura israelí impuso los monocultivos, que van en contra de la biodiversidad natural y la autosostenibilidad de la tierra palestina”, afirma Dagher. Esta es una de las dos razones principales por las que Israel le plantea tantas dificultades a los agricultores: quiere eliminar todo rastro de la historia palestina y también con la historia natural de su suelo.
La otra razón es que los árboles y cultivos que pertenecen legítimamente a los palestinos representan un obstáculo para apoderarse de más territorio para construir colonias, por lo que eliminar sus huellas facilita el proceso. “Aproximadamente un millón de olivos, muchos de ellos centenarios, fueron arrancados por Israel desde 1967. No sólo los arrancan con el pretexto de que necesitan hacer espacio para asentamientos u otras infraestructuras de la Ocupación. También afirman que los olivos representan ‘amenazas a la seguridad’ de los israelíes, ya que los árboles son postes tras los que se esconden los palestinos para atacar a los soldados. Es una locura”.
Los agricultores palestinos producen anualmente entre veinticinco mil y treinta y cinco mil toneladas de aceite de oliva (Zeit Zeitoun), pero Dagher predice que esta temporada producirán, en el mejor de los casos, entre doce mil y quince mil toneladas. Cifras similares se obtuvieron de las temporadas de cosecha de la Segunda Intifada, durante la cual los agricultores no sólo no podían recoger sus aceitunas sino que eran detenidos rutinariamente en los puestos de control israelíes y obligados a derramar en la carretera los pocos galones de aceite de oliva que habían conseguido producir.
Dagher teme que la historia se repita, ya que cada vez hay más agricultores y palestinos inocentes acosados a un ritmo excepcionalmente alto. Sin embargo, aunque la economía palestina –que depende en gran medida de la agricultura (6% del PIB)– sufrirá terribles consecuencias, la actual represión contra los agricultores no es ninguna sorpresa.
Incluso antes del 7 de octubre, a los agricultores palestinos nunca se les permitió el libre acceso a sus tierras. Cada vez que tenían que ocuparse de sus tierras, necesitaban solicitar un permiso especial a las FDI, que los autorizaba a cultivar en horarios prescritos, para no ser acosados por los colonos. Y, como el ejército israelí a menudo no concedía estos permisos, los agricultores se enfrentaban al dilema de arriesgar la vida para cuidar sus campos y árboles o cuidarse y perder las cosechas. El riesgo es muy alto, ya que llegar a sus tierras a menudo implica tener que traspasar el muro del apartheid, constantemente vigilado, que divide el territorio palestino en zonas segregadas. Pero la mayoría de los agricultores están dispuestos a correr el riesgo si con ello protegen su suelo.
Reclamar la tierra destruyéndola
La destrucción de olivos y tierras cosechables no sólo afectó a Palestina, sino también al sur del Líbano. Informes recientes muestran que las IDF han utilizado tantos proyectiles de artillería de fósforo blanco en el conflicto que se desarrolla gradualmente en la frontera entre Israel y Líbano, que más de cuarenta mil acres de tierra cosechable están ahora quemados y sin cultivar. Cientos de agricultores libaneses y sus familias se vieron desplazados tras perder su principal fuente de ingresos: sus olivos.
Con cada olivo que se quema, se arranca y se destroza, emerge una verdad más amplia: hay un bando que reclama la tierra como suya, protegiéndola y cuidándola con amor, y otro bando que la reclama como suya destruyendo la naturaleza y erradicando su historia agrícola.
Para Omar, el agricultor cuyos olivares fueron arrollados por las excavadoras de los colonos:
“Luchan contra el árbol, luchan contra la piedra, luchan contra la tierra: luchan contra todo lo que sea testimonio de la historia palestina. Quieren cambiar la faz de la tierra porque temen la verdad que encierra. Pero nosotros tenemos un arma que ellos no pueden tener, con la que resistimos a todos sus intentos de expulsarnos: el amor ancestral y el deber de proteger todo lo que crece en suelo palestino. Palestina es nuestra madre y nunca la abandonaremos”.
Ese compromiso con la resistencia es exactamente lo que Israel intenta literalmente desarraigar.
fuente:
https://ctxt.es/es/20231201/Politica/44967/cisjordania-olivos-agricultores-palestina-colonos-israelies.htm
.
Los olivos que cuentan la historia del despojo palestino
Los palestinos de Saffuriya fueron expulsados por la fuerza y se les prohibió regresar durante 1948, dejando atrás centenarios olivos que hoy son atendidos por judíos israelíes.
Hace una semana, mi colega Edo Konrad publicó un artículo revelando que, en honor del Día de los Caídos en Israel, el Ministerio de Defensa había decidido entregar a las afligidas familias israelíes botellas de aceite de oliva producido en un asentamiento en la Cisjordania ocupada.
El aceite de oliva es producido por Meshek Achiya, una fábrica ubicada en el corazón de los territorios ocupados a unos 45 kilómetros al norte de Jerusalén, que se estableció en 1997 en el asentamiento de avanzada de Achiya. Como Dror Etkes, un experto en actividades de asentamiento, le explicó a Konrad, Meshek Achiya fue uno de los seis puestos de avanzada establecidos al oeste del asentamiento de Shiloh para hacerse cargo de tierras palestinas privadas.
Tras la publicación del artículo, varias familias desconsoladas lanzaron una petición exigiendo que el Ministerio de Defensa retirara sus regalos.
Durante el fin de semana, la «Revista Haaretz» publicó un artículo sobre israelíes que cultivan olivos centenarios en Galilea, al norte de Israel. El artículo se centra en la familia Noy-Meir, que ha estado cultivando «cientos de estos antiguos árboles», muchos de los cuales tienen entre 200 y 800 años, en tierras adyacentes a Moshav Tzippori en la parte baja de Galilea. El aceite de oliva producido por la compañía de Noy-Meir, Rish Lakish, recibió grandes elogios de Ronit Vered, autor del artículo y crítico de alimentos de Haaretz.
Pero, ¿cómo cayeron los árboles tan antiguos en manos de la familia Noy-Meir, que se estableció en Tzippori hace sólo 20 años?. No se da ningún contexto histórico en el artículo para explicar la existencia de estos árboles, que, escribe Vered, «se extienden sobre un área grande y se encuentran en pastos difíciles de cultivar y cosechar».
No es necesario ser un arbolista para buscar una respuesta: Moshav Tzippori se sienta en tierras que pertenecen a la aldea palestina de Saffuriya, destruida y despoblada.
Según Palestina recordada, un sitio web dedicado a preservar la memoria de las más de 400 aldeas palestinas destruidas durante la Nakba, Saffuriya era una comunidad relativamente grande con más de 5.000 residentes en 1948. El área alrededor de la aldea, según el libro de Walid Khalidi «All That Remains«, «estaba bien dotada de suelos fértiles y recursos hídricos superficiales y subterráneos», siendo las aceitunas la «cosecha principal» de la aldea.
Saffuriya fue conquistada por las fuerzas israelíes el 15 de julio de 1948.. Según los residentes de la aldea, solo un pequeño número de personas permaneció en la aldea después de que las fuerzas israelíes la bombardearon desde el aire, y muy pocas pudieron regresar y recuperar sus propiedades.
En su libro «El nacimiento del problema de los refugiados palestinos», que reveló archivos estatales israelíes previamente ocultos (y a los que Khalidi hace referencia), el historiador israelí Benny Morris escribe que los que permanecieron en Saffuriya fueron expulsados ââen 1948, pero que «cientos se infiltraron de regreso» en los meses que siguieron.
Las autoridades israelíes, escribió Morris, temían que si se permitía que los palestinos regresaran se quedarían, la aldea «pronto volvería a su población anterior a la guerra». Para entonces, los asentamientos judíos vecinos ya habían «codiciado las tierras de Saffuriya».
Según Morris, un alto funcionario israelí declaró en noviembre de 1948: “Al lado de Nazaret hay una aldea… cuyas tierras distantes son necesarias para nuestros asentamientos. Tal vez se les puede dar otro lugar». Poco después, «los habitantes fueron cargados en camiones en enero de 1949 y expulsados âânuevamente a las comunidades árabes de ‘Illut, al-Rayna y Kafr Kanna’».
En resumen, los «cientos de antiguos olivos» no solo surgieron de la nada. Los residentes palestinos de Saffuriya los plantaron y cultivaron durante siglos. Los árboles les fueron robados por la fuerza. El estado arrienda esos árboles después de reclamar la tierra del pueblo como propia. Parte de esa tierra ahora es parte de un bosque artificial plantado por el Fondo Nacional Judío.
Para su crédito, la familia Noy-Meir ha estado involucrada en ayudar a los recolectores de aceitunas palestinos en Cisjordania y está trabajando junto a palestinos cuyas familias fueron desarraigadas de Saffuriya. Sin embargo, ignorar la historia de la aldea, como lo hizo el artículo de Haaretz, no es peor que ignorar la tierra robada en la que Meshek Achiya produce su aceite de oliva en Cisjordania.
Taha Muhammad Ali, el famoso poeta palestino, nació y fue expulsado de Saffuriya. La familia de Mohammad Barakeh, el político que encabeza el Alto Comité de Seguimiento para Ciudadanos Árabes de Israel, fue desarraigado de la aldea. Saffuriya puede haberse ido, pero su memoria vive.
(…)
Ver nota completa en https://desinformemonos.org/los-olivos-que-cuentan-la-historia-del-despojo-palestino/
Una versión del artículo se publicó por primera vez en hebreo en Local Call. Léelo aquí.
Acerca del autor: Meron Rapoport es editor de Local Call.
Fuente Original: The olive trees that tell the story of Palestinian dispossession
Fuente: Meron Rapoport, 972 Magazine / Traducción: Palestinalibre.org
Copyleft: Toda reproducción de este artículo debe contar con el enlace al original inglés y a la traducción de Palestinalibre.org
.
.
también editado en https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2024/09/23/palestina-defender-la-vida-es-proteger-los-olivares-y-sus-comunidades/
reenviado por enred_sinfronteras@riseup.net
https://mastodon.bida.im/@RedLatinasinfronteras
https://twitter.com/RedLatinaSinFro/
más notas relacionadas:
https://argentina.indymedia.org/?s=Palestina
https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/category/palestina/
https://espanol.almayadeen.net/
https://victordecurrealugo.com/