Uruguay: Democracia y simulacros
Luis E. Sabini Fernández
https://revistafuturos.noblogs.org/
16 dic. 2024
¿Es la apropiación de tierras y recursos el problema principal de nuestro tiempo? ¿Y por lo tanto, la contaminación un tema menor?
Nada más equivocado que esa falsa oposición. Porque estas cuestiones vienen juntas. Porque los principales contaminadores son los principales apropiadores. Y porque mucha contaminación es irreversible.
¿Por qué tanto daño? ¡Es el precio por la modernización! nos dicen. ¿Vale acaso la pena? Pregunta abierta. Por eso, es que podemos, y debemos, decir, que estamos mejor y peor al mismo tiempo, en el mismo tiempo.
Para abordar lo de la modernización, los recursos, incursionemos en diversos aspectos.
Uno, primordial, como lo señala el Movimiento Uruguay Soberano, es que estamos sometidos “a una invasión silenciosa”. Y para peor, de un modo progresivamente acelerado.
Rastreando la modalidad, entendemos necesario fijarnos en una cuestión aparentemente formal pero que configura nuestra comprensión: el uso profuso de “palabrerío ambiental”.
EL LENGUAJE MELIFLUO DE LA TÉCNICA AMBIENTAL
Es llamativo ver cómo las burocracias públicas encargadas de lo ambiental, así como las empresas que medran con los proyectos de emprendimientos industriales “ambientalmente responsables” han ido afinando el lenguaje. El ministro de Ambiente de nuestro país, Robert Bouvier, nos informa que el gobierno, que está a punto de transferir su investidura –y que por ello sería sensato que no resolviera cuestiones de enorme trascendencia que pesarán sobre el país y no sólo el próximo gobierno (para el caso, los cuatro gobiernos próximos)− concedió Autorización Ambiental Previa a un consorcio empresarial, una UTE (Berkes, SACEEM, CIEMSA y FAST) que ha decidido inventarse un trabajo, una tarea, que, si se salen con la suya, pagará el estado uruguayo, es decir nosotros. Un monto estimado en casi mil millones de dólares (nos consta que a la postre, si logran el contrato, excederá con creces ese monto). Excelente iniciativa, si consideramos la creatividad empresaria; pero nefasta búsqueda si consideramos la salud socioambiental de nuestro país.
Denominado Proyecto Neptuno, es una obra para extraer agua del contaminadísimo Río de la Plata, 1 para proveer agua diz que potable a Montevideo y parte del país, desplazando el viejo proyecto de ampliar la extracción de agua dulce del Santa Lucía y afluentes (con la proyectada represa de Casupá, a la que significativamente se le atribuye mayor caudal de agua potabilizable que toda la que pueda juntar el Proyecto Neptuno).
Para Neptuno, empero, Bouvier nos señala que el proceso ha sido “exhaustivo, transparente y participativo” (¡sic!). 2
¿Exhaustivo entre el consorcio y el gobierno? Entiendo faltarían en ese caso muchos otros llamados a la cuestión; habitantes del lugar en que se proyecta la instalación, titulares de las actividades económicas afectables por el proyecto, estudiosos que han investigado aspectos en juego con el proyecto.
Lo transparente, en este caso su opacidad, surge de los consultados ausentes.
Y lo participativo llueve sobre mojado. Por cierto, Bouvier nos recuerda que el ministerio le reclamó al consorcio consideraciones ambientales. Faltaba más. El lenguaje de estos técnicos en inversiones transnacionales de capital abunda en “prevenciones”, “mitigaciones”, “estrictos cumplimientos de los plazos acordados”, “responsabilidad ambiental”, “compromiso con el ambiente” , “dictamen de viabilidad”, “memorando de entendimiento”, “cuidado responsable”, “evaluación ambiental estratégica”, “evaluación y autorización ambiental”, “respeto del entorno”, sostenibilidad, mucha sostenibilidad…
A veces, empero, se nota que el original ni siquiera fue escrito en castellano; se nos asegura “que las decisiones estuvieran basadas en evidencia y en un análisis profundo.” 3 Estimo con reverencia lo de “profundo” (aunque sea solo una palabra), pero me pregunto cuándo en castellano se toman decisiones basadas en “evidencia” (algo que acontece con asiduidad en inglés con evidence, que tiene un rasgo más jurídico, más bien prueba).
A veces la ajenidad del proyecto ni se oculta, como con “Tambores Green Hydrogen Hub”.
A menudo, todas las precauciones alegan corporizarse en “multas ante infracciones ambientales”, que los consorcios infractores pagan siempre gustosos para seguir contaminando, si les sale más barato que modificar los procesos para dejar de contaminar.
Algo que pasa demasiado a menudo, puesto que el principio burocrático de la multa no procura modificar políticas empresarias sino apenas, “sacarles jugo”.
A veces también, nos damos cuenta que el texto ha sido matrizado en algún otro lado, no en el paisito porque brota la frase de hacer del Uruguay ‘un hub innovativo’, es decir se nos recomienda desde alguna comisión anglófona, de la ONU o desde el BM o el PNUD, que hagamos un paso decisivo para modernizarnos (un poco más, todavía).
EL JUEGO DE LA MOSQUETA CON EL AGUA POTABLE
La crisis del agua potable que afectó a la capital y gran parte del país a mediados de 2023 respondió en buena medida al secuestro de la menguada disponibilidad de agua potable de que disponía la OSE por escasez de lluvias. No tanto a causa de las lluvias ausentes sino a que al menos unos quinientos propietarios agroindustriales habían legalizado el secuestro del agua potable mediante una Ley de Riego (aprobada en 2017 y que en 2022 no pudimos juntar la pesadísima cantidad de firmas que se exigen para modificarla). 4
Ni el gobierno ni la oposición vinculan la penuria sufrida con el agua en 2023 con dicha ley. “La crisis del agua de 2023” nos enseñó que el consumo de la población no es, pese a proclamas, prioritario: los agroindustriales, disponiendo del agua potabilizada por OSE, para regar sus cultivos, no necesitan atender tajamares o azudes en sus propios suelos, para producir, por ejemplo, trigo, maíz o soja transgénicos.
A algunos empresarios “la crisis del agua” también les enseñó algo: que tenían un filón de inversión y presentaron más rápido que corriendo el proyecto Neptuno: una creativa jugada inventándose una tarea.
UN EJEMPLO BIEN VECINO: PORTO ALEGRE BAJO LAS AGUAS
Veamos ahora cómo actúa este tipo de economía dependiente en un país poderoso pero periférico, como Brasil, en una región recientemente devastada por inundaciones y tormentas.
Andrea Lampis y Victor Marzechini 5 han analizado la situación de Rio Grande do Sul y particularmente la de su ciudad capital Porto Alegre y han entrevisto, mediante registros estadísticos, cómo se han intensificado tormentas, temperaturas extremas y precipitaciones junto con un incremento marcado de urbanización y especulación inmobiliaria.
Un combo indigesto. La especulación inmobiliaria que está incrementando la “fiebre edificadora” produce una serie de alteraciones que dichos autores registran: “construcción desenfrenada de edificios”, tala de árboles, aumento de temperatura (ya está abundantemente probado que cada copa de árbol de tamaño mediano disminuye la temperatura ambiente circundante por lo menos 5 grados).
Lampis y Marzechini nos recuerdan una denuncia de Folha de Sâo Paulo, 6 de que el gobernador E. Leite modificó casi 500 normas ambientales sin debate alguno, favoreciendo con la simplificación intereses financieros de la rama de la construcción.
¿Y por casa, cómo andamos, por el este costero uruguayo, en cercanías de Punta del Este?
¿Habrá que esperar a que lleguen situaciones como las que se han presentado en Marbella, balneario estrella español, en que se han identificado centenares de edificaciones que han burlado todas las ordenanzas municipales vinculables con la preservación de espacios naturales, tránsito, higiene, circulación, etcétera? Cuando pasamos hileras e hileras de edificios de diez pisos o más, con centenares de apartamentos y vemos luces encendidas en no más del 2 % de las unidades particulares (aunque el encendido de los espacios comunes esté completo… para hacer menos fantasmal el panorama…), nos preguntamos por el motivo de tanta edificación… ¿lavado de activos, especulación inmobiliaria, sistema de “tranquilización” de mano de obra?
¿SOMOS TAN EJEMPLARES Y MODERNOS?
“En tierra de ciego el tuerto es rey”. Y así miradas las cosas, podríamos abrigar cierta tibieza, observando los desaguisados de Dina Boluarte, Javier Milei o Daniel Noboa. Pero es más sensato y correcto evitar analogías y juzgar sin comparaciones.
“Uruguay país natural” es una consigna tan pero tan mendaz, que nos ofende.
Que la comida de tanta población uruguaya sea regada con Coca-Cola, no sé si ofende, pero sí daña. Nos daña los cuerpos, induciendo obesidad y diabetes, y ofende nuestra mentalidad, porque ni sabemos porqué dependemos de ella, programadamente adictiva. 7
Que hayamos perdido poco menos que totalmente los servicios ferroviarios que se forjaran a mediados del s xix, no es signo de modernidad sino de dependencia: prácticamente todos los países han conservado sus vías férreas (aunque a menudo perdiendo la centralidad inicial).
Sólo que ahora es más difícil que un país opte por ellas.
Análogamente, que nuestro país haya perdido una industria del vidrio medianamente desarrollada solo por el empuje de la petroquímica, sin que ni la sociedad ni el estado uruguayo reaccionaran y defendieran una adquisición milenaria de la humanidad (y mucho más sana o mejor dicho, menos tóxica que la industria de los plásticos) no habla de nuestra modernidad, sino, otra vez, de nuestra dependencia.
Sólo advirtiendo nuestras limitaciones, podremos superarlas. Si nos solazan los elogios como los que provienen de EE.UU., Reino Unido, Israel, “democracias consagradas”, seguiremos engañándonos.
Notas
1 El Río de la Plata, que es una denominación para designar el estuario conjunto de los ríos Paraná y Uruguay, presenta así en el tramo final de aquellos ríos todos los sedimentos, tóxicos, e impurezas que ambos ríos han ido recibiendo a lo largo de sus miles de km, provenientes de una agroindustria basada en tóxicos, amén, de los residuos industriales que también recoge a su paso cada río. Así, el Uruguay recibe del río Negro, más de cien millones de litros diarios “enriquecidos” con todos los ingredientes que emplea UPM para hacer celulosa en su planta de Pueblo Centenario, Durazno. Amén de los desechos cloacales, buena parte ni siquiera tratados o depurados, de ciudades como Buenos Aires (15 millones de habitantes). Buenos Aires, por ejemplo, ha construido un canal “emisario” que cumple únicamente con alejar los desechos de la costa argentina unos 12 km. A la altura de la proyectada toma de agua para Montevideo, el río tiene poco más de cien km. de ancho. Y por lo tanto el emisario porteño vuelca sin duda del lado argentino. Pero el agua no tiene fronteras sólidas; no tiene fronteras, se mueve, con las corrientes y con los vientos, por ejemplo. Estimativamente sumaría a los agrotóxicos del norte una parte, siquiera, de los lodos cloacales de Buenos Aires. Véase, por ejemplo:
https://elmuertoquehabla.blogspot.com/2024/12/caquita-portena-salobre-en-arazati.html.
2 El País, Montevideo, 10 dic. 2024.
3 https://www.gub.uy/ministerio%20ambiente/comunicacion/noticias/ministerio-ambiente-aprueba-autorizacion-ambiental-previa-proyecto-arazati
4 Para poner a referendo la Constitución del país se exige un 10% de firmas solicitándolo; para modificar una ley, se exige el 25%; el democratismo ahí se fue por la cañería.
5 “The Conversation”, El País, Madrid, 16 may 2024.
6 8 mayo 2024.
7 Allá por los ’70, tuve una visita policial por denuncia de vecinos “patrióticos”: 18 policías. 10 uniformados y 8 de particular u 8 uniformados y 10 de particular. Ya no recuerdo. Al mando de un jefe, Campos Hermida. Revolvieron la casa. Mientras un policía de la Seguridad o secreta, iba tirando papeles, libretas o apuntes al piso le explicaba pedagógicamente a sus acompañantes: ‘estos tipos están tan pero tan locos que son capaces de ni tomar Coca-Cola porque dicen que es del imperialismo’. Al improvisado docente que intrusara mi hogar le tengo que reconocer que sí. Que es así nomás.
también editado en https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2024/12/17/uruguay-democracia-y-simulacros/