Carlos Loza escuchó ese diálogo mientras estaba secuestrado en “Capucha”, dentro del Centro Clandestino de Detención Tortura y Exterminio ESMA. Cuando lo contó en el juicio no sabía quienes eran. Luego, en la sentencia, se supo que por las fechas solo podrían ser Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor. Loza nos relató su conmoción al escuchar la noticia de la restitución de identidad del nieto 138.
Redacción: Fernando Tebele. Edición: Pedro Ramírez Otero.
Mientras se preparaba para asistir al abrazo en la ESMA, el cuerpo de Carlos Loza se paralizó. Escuchó el anuncio de la conferencia de prensa en la que Abuelas de Plaza de Mayo, apenas dos horas después, anunciaría el hallazgo y la historia del nieto 138. No entendió bien Carlitos por qué la conmoción, más allá de que era una gran noticia. El lapso hasta la conferencia se llenó de preguntas: ¿quién sería?, ¿acaso habría nacido en la ESMA? Las respuestas a los interrogantes, pero también a la sensación en el cuerpo, no tardaron en llegar, y entendió todo cuando escuchó la historia del nieto 138.
Se sabe, desde el anuncio de Abuelas el 27 de diciembre, que el “nuevo nieto” es hijo de Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor. Contamos durante la transmisión especial de aquel día, que el sobreviviente Miguel Ángel Lauletta la oyó gritar durante el cautiverio de ambos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA): “Soy la Gorda María y estoy embarazada”. También ya es noticia que el nacimiento fue en diciembre de 1976. De aquellos primeros años del centro clandestino, los genocidas dejaron con vida a muy pocas personas. Loza es una de ellas. Y faltaba su pieza en el rompecabezas.
“El caso de Marta y Juan Carlos se ventiló por primera vez en el juicio grande de la Megacausa ESMA. En ese juicio, durante mi declaración en una audiencia de julio del 2013, yo mencioné que había escuchado en Capucha una persona que le decía a otra ‘A vos no te va a pasar nada porque estás embarazada’. Evidentemente la persona que estaba embarazada era Marta, por eso mi conmoción”, dice el sobreviviente. Loza reconstruye la historia con precisión y no tiene dudas; en aquel momento estaban con los ojos vendados, lo que les agudizaba el resto de los sentidos, sobre todo el oído. Luego vino la reconstrucción para poder ponerles nombres: “Según el listado que tenemos, la mayoría de las personas que dieron a luz en cautiverio fueron a partir del 77, pero este caso se produjo a fines del 76; la caída de ellos es del 10 de diciembre”. Loza es trabajador portuario y su secuestro junto al de sus compañeros Héctor Guelfi, Rodolfo Picheni y Oscar Repossi, ocurrió en la misma época. “Caímos el 16 de diciembre y, luego de estar en el sótano, nos pasaron a Capucha. Precisamente ese es el lugar donde yo escuché esa voz que decía ‘a vos no te va a pasar nada porque estás embarazada’”, repite.
La seguridad del sobreviviente tiene sustento. En ese juicio que culminó en 2017 ―el más grande de la historia judicial argentina, por volumen de víctimas, por cantidad de imputados y porque duró casi 6 años―, para el tribunal compuesto por Daniel Obligado, Adriana Palliotti y Leopoldo Bruglia, quedó probado el paso por el centro clandestino de Pourtalé y Villamayor, tanto como el embarazo de Marta. Paradójicamente, Bruglia ahora es parte de la Sala de Casación que ordenó investigar el atentado de Montoneros al edificio de la Superintendencia de la Policía Federal, pero esa es otra historia. Sigue Loza: “Con el tiempo supimos, a partir de los fundamentos de la sentencia de la Megacausa, que esas personas habían sido detenidas y habían estado en ese lugar. Ahora nos vamos enterando más. Lamentablemente coincidimos en Capucha, entre el 17 de diciembre, que es cuando a nosotros nos llevan, y el 22, en donde somos trasladados al altillo (conocido como Capuchita). O sea que entre el 17 y el 22 de diciembre es cuando se produce la escucha de esta voz. La conmoción que me produjo el día viernes, cuando estaba preparándome para concurrir al abrazo, fue mayúscula, porque no podía creer que el niño había sido recuperado”.
Armar el rompecabezas
La memoria vinculada al último genocido se construye con pedacitos diseminados. Las piezas las aportan siempre los mismos: quienes sobrevivieron, nunca los perpetradores. “Agregar esa pieza al rompecabezas era fundamental porque estaba a término el embarazo y ahora nos venimos a enterar también, por todos los detalles que surgieron, que la fecha probable de parto fue el día 29 de diciembre, así fue anotado el nieto 138. Eso fue un miércoles… el día de los traslados… Y seguramente ese día no fue trasladada, pero probablemente lo haya sido después. El miércoles 5 de enero hubo una buena cantidad de traslados y sus cuerpos fueron arrojados al Océano Atlántico”, reconstruye Loza. Unos minutos antes de partir para la Ronda de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora como todos sus jueves, Carlitos regresa al instante en el que conoció la noticia. “La conmoción fue porque se junta esta pieza y me pongo en el lugar de esa madre y ese padre que concibieron con el mayor amor a uno de sus hijos, y que ahora aparezca es algo… como todos los nietos que aparecen y todos lo que todavía faltan”.
Si bien lo hacen desde un rol único e insustituible, no son solo ellos quienes sostienen la historia. También están quienes con esa información van armando la escena completa. En muchas ocasiones son los mismos sobrevivientes; pero también están los abogados y abogadas que participan de las querellas, y muchas fiscalías. En aquel juicio histórico, Mercedes Soiza Reilly y Guillermo Friele jugaron un papel fundamental para encastrar los datos dispersos. “Mecha”, como conoce su mundo a Soiza Reilly, también se conmovió con el anuncio. Ahora le pone adjetivos a lo que aporta Carlos. “Siempre lo he sostenido: los y las sobrevivientes han sido, y siguen siendo, los pilares indispensables en la ardua tarea de reconstruir la memoria histórica de nuestro país. Entre ellos, figuras como Carlos Loza destacan por su valentía inquebrantable”, y continúa con la puesta en valor: “Su testimonio no solo carga con el peso de los recuerdos más oscuros, sino que también es un acto de entrega: un compromiso con la verdad y la justicia, a pesar del costo personal y emocional que esto conlleva”.
Cómo es su costumbre, Loza da contexto de aquellos días finales de 1976. “Desde noviembre, diciembre, especialmente en diciembre, hay una caída muy grande. Caen casi todos los compañeros de Montoneros de la Columna Norte, que cae completa. También otros militantes de conducción de Montoneros y de los casos que hay en todo diciembre, empezando el día 2 con (Norma) Arrostito, los compañeros están desaparecidos, asesinados o desaparecidos, salvo nosotros cuatro y uno o dos más. Entonces, no eran frecuentes en ese momento los nacimientos en la ESMA; se van a profundizar a partir del 77. De Capucha y especialmente Capuchita, no va a haber partos como sí hubo en el año 77 donde había compañeras que estaban en auxilio de las compañeras embarazadas y que asistieron a sus partos, cuyos casos se han probado”, recuerda.
Soiza Reilly resalta la tarea de quienes sobrevivieron y continúan la lucha por Memoria Verdad y Justicia, no solamente pensando hacia atrás, sino también con perspectiva de futuro: “Estos hombres y mujeres nos enseñan que, aun enfrentando las heridas más profundas, la lucha nunca se abandona. Su contribución es un recordatorio de que el testimonio no solo preserva la memoria, sino que es un acto de resistencia y esperanza”, no parece poco en tiempos en los que la palabra esperanza suena caída del diccionario para tanta gente. Pero no se queda ahí la fiscala del juicio: “Hoy, en el presente, mientras jóvenes continúan recuperando sus identidades robadas, el ejemplo de los sobrevivientes como testigos cobra un significado aún más profundo. Ojalá que cada una de estas nuevas generaciones pueda reconocer y valorar la entrega de quienes, con sus palabras, han dado voz a quienes se la arrebataron”. Es que Loza le acaba de volver a dar voz a Villamayor y Pourtalé. Y si en aquel diálogo había algo de esperanza que los genocidas se encargaron de acribillar, el caso 138 resuelto por Abuelas la restaura.