Chile: Libro “Entre el Barro y el Viento. Experiencia en las fuerzas guerrilleras del MIR en la región de Valparaíso”
Un nuevo trozo del complejo rompecabezas de la memoria histórica popular de resistencia y lucha en contra de la dictadura se agregó hoy en Valparaíso con el lanzamiento del libro “Entre el Barro y el Viento. Experiencia en las fuerzas guerrilleras del MIR en la región de Valparaíso”, del militante y combatiente revolucionario Fernando Fuentes.
El lanzamiento de este libro, de carácter autobiográfico, se realizó el pasado sábado 11 de enero del 2025 en el local Café Lulú Jazz, ubicado en calle Huito 325 de Valparaíso y contó con la presencia de decenas de compañeras y compañeros que acudieron a esta actividad.
En la introducción de libro se plantea que este texto “no pretende ser una recopilación histórica, sino la narración de un pedazo de la experiencia vivida por un sujeto integrante de las fuerzas guerrilleras del MIR en la región de Valparaíso. No pretende ser ni siquiera la historia del MIR, ya que esta es mucho más variada y diversa, con muchas experiencias novedosas. Al mismo tiempo que no desea ser, en modo alguno, la historia de los cientos de jóvenes, mujeres y hombres, que en conjunto al pueblo de Chile lucharon y se mantuvieron fieles al compromiso empeñado para hacer posible la creación de una patria para todas y todos, en donde no sobrase nadie y todos fuésemos artífices de nuestro futuro, tarea aún inconclusa”.
El autor del texto, Fernando Fuentes, expuso las motivaciones que lo llevaron a escribirlo, manifestando lo siguiente:
“Este libro es el resultado de mucha gente que me dijo, por qué no escribes lo que viviste. El problema que tenía no era que no sabía escribir, sino no sabía por dónde empezar, porque, en el fondo, contar una historia, es una historia que trae buenos y malos, es una historia que hay que desnudar la realidad. Cuando me decidí a hacerlo fue cuando vi que había tanta parafernalia frente a determinadas figuras, en circunstancias que en Chile murieron muchos compañeros de los que ni siquiera se habla. Por ejemplo, el compañero que cayó en Malloco. Nunca he visto un homenaje al compañero que defendió a la Comisión Política en Malloco. Nunca he visto, homenajes, por ejemplo, a Danilo Quezada Capetillo que cayó aquí en nuestra región, es un absoluto desconocido.
El suicidio del compañero Rigo en la cárcel también me golpeó mucho, porque era un compañero que era un obrero del campo y de la ciudad. Era un hombre que se vino del campo a la ciudad y que producto de los errores cometidos, él fue detenido y, posteriormente, fue incapaz de enfrentar la vida en la cárcel y el miedo que tenía a que torturaran a sus hijas, porque eso fue lo que lo llevó a suicidarse. Mucha gente de izquierda hablaba del asesinato del compañero y no fueron capaces de entender que un revolucionario también es capaz de suicidarse, porque el terror a vivir ese tipo de situaciones le hace imposible aceptar la vida a costa de que sus hijos sean torturados delante de él.
Así, muchas otras cosas que me llevaron en algún momento a decir ya, tengo que decirlo, hay que contarlo y hay que decir que no fue una lucha fácil, no fue algo como lo que salía en los periódicos con los dólares rusos ni los dólares europeos, ni de ninguna parte. Era algo que salía del corazón, que es lo que digo en alguna parte por ahí, porque esa lucha no fue reconocida por mucha gente, fue algo que pasó prácticamente inadvertido.
Y, de quiénes hablamos, de las figuras, de las luminarias, pero de los combatientes no se habla en ninguna parte o se habla como un todo y el todo hace invisible a los revolucionarios, hace invisible a los combatientes y eso es lo que me molestó, me molesta y me va a seguir molestando por mucho tiempo, porque los revolucionarios fuimos muchos, fue una parte importante de la población de Chile que luchó en contra de la dictadura, de la cual ni siquiera se habla, por eso también, en una parte, agradezco a aquella gente que siendo anónimos colaboraron abiertamente con la lucha de resistencia y que nunca se les pudo hacer un homenaje, realmente, a esa gente, porque esa gente colaboró y colaboró a costa de su vida, que es lo que hay que entender. Esa gente que nunca se va a saber que estuvieron aquí y estuvieron presente, mucho más que mucha gente que recibió instrucción y que jamás pisó el suelo chileno.
Porque ese fue otro de los errores, obligar a pasar un proceso de retorno al frente con muchos sujetos que fueron reclutados en el exterior y que no volvieron jamás a Chile y que gastaron el dinero de los cubanos, no solo de los cubanos institucionales, sino del pueblo cubano y no fueron capaces de regresar a este país. Eso es lo que a mí me molesto también mucho, gastar tanto dinero, porque era mucho dinero, para qué, para que no vinieran.
En todos los procesos se vivió eso, por qué. Porque también lo relato por ahí tuve que ir a reclutar combatientes para el frente, cuando para mí, desde mi perspectiva, al combatiente no hay que reclutarlo, el combatiente llega solo, es el que pide venir al frente. A aquellos había que ir a reclutarlos y cuando uno llegaba a sus casas le soltaban en la cara ofensas prácticamente, porque no basta con sacarte la madre para decirte que eres un carajo.
Un compañero se atrevió a decirme que lo que yo estaba diciendo en una casa era pura retórica. Obviamente no podía decir que era un combatiente que venía al frente, pero me tuve que mamar esos temas y eso es lo que molesta. Por eso escribí el libro.”
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Por otra parte, Marta, integrante del Colectivo 31 de Julio, hizo un análisis global de libro, manifestando textualmente:
“En este libro, de carácter autobiográfico y con un lenguaje claro y simple, se presenta la vida de un sujeto social desde su nacimiento a inicios de la segunda mitad del siglo XX hasta la década de los 90 aproximadamente.
El nacimiento de Fernando lo sitúa en un ambiente suburbano y de situación de pobreza. Retrata con claridad y sin tapujos la forma en que vivía y actuaba el bajo pueblo donde su madre, migrante del campo a la ciudad, tiene hijos de padre ausente, sin llegar a constituir un hogar de carácter nuclear y que ella debe trabajar en casas ajenas, cuidar niños ajenos, pero a los suyos los deja botados y está tan cansada que solo los agrede desquitándose de sus penas. Además, como era costumbre en la época, le endosa la necesidad de hacerse cargo de los hermanos menores a Fernando, siendo un niño chico y asumiendo estas responsabilidades.
Describe claramente cómo era el cuarto donde vivían, cómo debía conseguir el agua, describe paisajes campestres y naturales en forma sencilla, amena y sin adornos lingüísticos por lo que es de fácil lectura. Luego, aparece un señor que les cambiará la vida y los considerará seres humanos: es el padrastro a quien quiere y aún tiene contacto con él. Este hombre logra mandarlo a la escuela y asume su paternidad públicamente. Aquí hay un episodio cargado de emotividad cuando el niño Fernando es insultado por los otros chicos del sector por ser “huacho” – situación denigrante y común en esa época – y allí sale el padrastro que les grita que el niño no está solo y que él es su padre. Esto es el punto clave de unión y visión paternal que va a tener en su vida. En cambio, hay un fuerte rechazo a su madre que es una mujer llena de prejuicios, sin escolaridad y muy castigadora.
La zona campesina, la ausencia de ciertos recursos, la falta de afecto, cariño, amor y protección de sus padres durante los primeros años de vida, la figura del padre ausente, la integración con el padrastro, las rebeldías y confrontaciones infantiles, el temprano despertar a la vida laboral, amores adolescentes frustrados por violencia familiar y la desintegración violenta del hogar, configuran una identidad de sujeto pobre pero intuitivamente rebelde.
Una vez que Fernando abandona su casa familiar, lleva una dura lucha por la subsistencia, trabajando como jornalero y teniendo como paga algo de comida diaria y un rincón para dormir.
A los 17 años ingresa a estudiar su enseñanza media en el liceo 7 en la jornada nocturna, llegando a ser dirigente del centro de alumnos y, más adelante, forma parte de la Federación Nacional de Escuelas Nocturnas, como delegado de su liceo.
A estas alturas de la vida, se topa con compañeros estudiantes universitarios que lo invitan a ingresar al MIR. Desde ese momento, su rebeldía se organiza y toma sentido social hasta el día de hoy. Se destacó por su capacidad de entrega y compromiso en las distintas esferas de la organización, llegando a ser parte del GPM al momento del Golpe. (Una anécdota… nunca lo hicieron militante) El Partido pasó a ser el eje articulador de su vida.
Después del golpe, inicia un proceso de crítica y autocrítica sin dejar de obedecer a sus estructuras superiores.
Hay pasajes tragicómicos dentro de su situación de refugiado como no saber que en el avión les daban comida y no la cobraban aparte, hechos románticos como el enlace de la compañera tupamara que lo cautiva y que nunca más se vieron. Su llegada a la isla, su integración a la sociedad cubana, sus amores, construcción de familia, cómo se hace oficial de las fuerzas revolucionarias en Cuba y su frustrante lucha en la revolución nicaragüense donde estaba a cargo de un contingente femenino y no pudieron actuar porque llegaron justo cuando triunfa la revolución.
Su paso por la Isla fue un momento de mucha alegría y esperanzas para Fernando. Vivió lo que anhelaba construir en su propia patria. Allí fue acogido como un integrante más de dicha sociedad. Logró integrarse a la vida laboral inmediatamente, tuvo los bienestares sociales de todos sus habitantes como salud, educación y hasta vacaciones… hasta que su Partido lo llamó a “proletarizarse” y, como los cubanos daban total autonomía a las organizaciones revolucionarias en el exilio, no se metió en esta situación donde los compañeros vivieron situaciones muy fuertes como tener un régimen de disciplina militar pero todos encerrados por largo tiempo.
Esto se debía a la política del famoso slogan “El MIR no se asila”, dañándolos psicológicamente y fue la primera vez que nuestro protagonista se da cuenta objetivamente que “los platos rotos los pagaban los de abajo (militantes de base) pero las direcciones se acomodaban igual”. Al salir de este encierro, empieza a darse cuenta de la realidad en la Isla, comenzó a notar las deficiencias y los errores, pero siempre sintió la solidaridad del pueblo a los latinoamericanos y, en especial, a los chilenos por el vínculo que hacían con Allende, a quien admiraban.
El regreso clandestino a Chile es muy sufrido, lleno de soledad, abandono y pobreza hasta que lo contacta la organización y lo destaca a la región de Valparaíso donde trabaja con los hermanos Miño. Lo impactante de algunos episodios de lucha clandestina en la zona y la desgracia de uno de los compas que no obedece instrucciones y grita en una acción. Lo impactante de estas narraciones de vida es que se va dando a conocer cómo existía la “lucha de clases” incluso en las orgánicas revolucionarias y cómo abandonaban incluso en las acciones a los militantes de base o sin “pedigrí” familiar o económico. Así, el compañero fue abandonado por sus contactos en un país europeo y esos mismos contactos le cobraron dineros que no debían porque ellos los recibían por otros canales. Se ve cómo abandonaban a los compañeros en Europa, en este caso, en Francia donde un ayudista lo recogió y ayudó a sobrevivir.
El momento más estremecedor es cuando cuenta su caída en Quillota y cómo mueren los hermanos Miño. También corre la crítica a la falta de educación e instrucción de los cuadros político-militares.
En fin, con hechos concretos de la historicidad de este pueblo rebelde, podemos advertir las críticas y autocrítica al actuar del movimiento revolucionario después del golpe hasta su caída y cierre definitivo como organización.
También está la dura realidad de la vida en prisión, donde permaneció desde 1985 hasta 1991.
Allí, los militantes porteños nos encontramos con historias muy fuertes de militantes amigos o familiares que estaban allí recluidos. Conocemos situaciones de exclusiones entre compañeros, mala organización de los cuadros prisioneros, dramas de suicidio y asesinato de algunos queridos compañeros.
Finaliza su narración recordando a los caídos, en su mayoría, militantes de base y que conoció.
Importante es destacar que trata a los compañeros como seres humanos, seres sociales comprometidos con la lucha por el socialismo y no como héroes endiosados. Todos los combatientes se ven con errores y aciertos, los que cayeron en esta lucha no son víctimas sino combatientes, luchadores sociales comunes y corrientes que caminaron por esta senda.
Finalmente, reafirma su compromiso con la causa hasta que tenga fuerzas.
Recomiendo este libro para ser analizado, sobre todo, por las nuevas generaciones para ir gestando nuevas o mejores formas de lucha para transformar esta decadente sociedad.”
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 11 de enero 2025
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