El imperialismo de la Unión Europea

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enviado por Frente Antiimperialista Internacionalista

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La Unión Europea no es el “Sur Global”

Carmen Parejo Rendón
24 Enero 2025

DEL SISTEMA DE COLONIAS A LA DEPENDENCIA: EL IMPERIALISMO MODERNO DE EUROPA

Destacamos
“El imperialismo de la Unión Europea (UE), aunque menos explícito que el de Estados Unidos, se manifiesta a través de mecanismos económicos, militares, políticos y culturales que perpetúan la dominación sobre regiones estratégicas, especialmente en el sur global. Esta forma de imperialismo, velada en tanto al liderazgo que ejerce EE.UU., reproduce dinámicas de explotación estructurales propias del capitalismo avanzado y su posición dentro del centro imperialista”

Es común entre sectores europeos presentarse como víctimas de los estadounidenses, y sin lugar a dudas, no podemos establecer una autonomía total de estos países, debido a distintos acontecimientos históricos que otorgaron el liderazgo del bloque del centro imperialista a los EE.UU. Sin embargo, ¿es la Unión Europea una pobre víctima o un representante claro de los intereses imperialistas?

La historia de Europa está marcada por su pasado colonial, un periodo en el que las grandes potencias europeas expandieron su dominio sobre vastos territorios de África, Asia y América Latina, saqueando recursos, explotando mano de obra y moldeando las economías locales en función de sus intereses. Aunque la era colonial terminó formalmente con los procesos de descolonización del siglo XX, las estructuras de dominación no desaparecieron, sino que adoptaron nuevas formas. Hoy, bajo el marco de un capitalismo avanzado, la Unión Europea sigue ejerciendo una influencia imperialista, no solo mediante invasiones militares, sino a través de mecanismos económicos, políticos y financieros que perpetúan la dependencia y la explotación en el sur global.

El imperialismo de la Unión Europea (UE), aunque menos explícito que el de Estados Unidos, se manifiesta a través de mecanismos económicos, militares, políticos y culturales que perpetúan la dominación sobre regiones estratégicas, especialmente en el sur global. Esta forma de imperialismo, velada en tanto al liderazgo que ejerce EE.UU., reproduce dinámicas de explotación estructurales propias del capitalismo avanzado y su posición dentro del centro imperialista.

Imperialismo económico: acuerdos comerciales desiguales y dependencia

Uno de los ejemplos más claros del imperialismo de la UE son los Economic Partnership Agreements (EPAs), que afectan especialmente a los países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP). Estos acuerdos, bajo el pretexto de fomentar el desarrollo, obligan a estos países a abrir sus mercados a productos europeos, eliminando barreras arancelarias y, en muchos casos, destruyendo sus economías locales. Las exportaciones agrícolas europeas, altamente subvencionadas, compiten de manera desleal con los productores locales, generando una dependencia económica que perpetúa relaciones de tipo neocolonial.

Samir Amin, en su obra El desarrollo desigual, señala que estas políticas no son una casualidad, sino una forma de asegurar la transferencia de riqueza desde las periferias hacia el centro del sistema capitalista. Este modelo recuerda el colonialismo clásico, donde las metrópolis europeas extraían recursos de las colonias para alimentar su propia industrialización.

Un caso paradigmático es la industria del cacao en África Occidental. A pesar de ser esta una región clave en la producción mundial de cacao, los países productores como Costa de Marfil y Ghana reciben apenas una fracción del valor generado, ya que el procesamiento y comercialización están controlados por empresas europeas. Esto reproduce una relación de dependencia que impide el desarrollo industrial local.

Imperialismo financiero: la deuda como mecanismo de control

La deuda externa es otra herramienta clave del imperialismo europeo. Durante la crisis de la deuda griega, la UE, liderada por Alemania y las instituciones financieras europeas, impuso un programa de austeridad que recortó salarios, pensiones y servicios públicos, mientras aseguraba el pago de la deuda a los bancos europeos. Esto no solo demuestra cómo las instituciones internacionales actúan en beneficio del capital financiero, sino también cómo las potencias económicas dentro de la UE utilizan la deuda como un instrumento de dominación tanto dentro como fuera del bloque.

El economista David Harvey, en El nuevo imperialismo, analiza cómo el capitalismo contemporáneo se ha desplazado hacia estrategias de acumulación por desposesión, es decir, el uso de herramientas como la deuda, la privatización y la liberalización económica para extraer riqueza de los países menos desarrollados. La UE ejemplifica esta dinámica al imponer estas políticas tanto dentro del bloque, como en países periféricos de África, América Latina y Asia.

El «imperialismo verde»: apropiación de la transición ecológica

Otro ejemplo del imperialismo velado de la UE es su política climática, que, aunque presentada como una estrategia para enfrentar la crisis ambiental, beneficia principalmente a las empresas europeas. Por ejemplo, los mecanismos de compensación de carbono permiten a los países europeos externalizar sus emisiones contaminantes hacia el sur global, mientras empresas europeas obtienen beneficios de la inversión en «tecnologías limpias».

Un caso concreto es el Acuerdo Verde Europeo (European Green Deal), que busca transformar la economía europea hacia un modelo sostenible. Sin embargo, gran parte de los minerales necesarios para esta transición (como el litio y el cobalto) provienen de regiones del sur global, donde su extracción está asociada con condiciones laborales precarias, destrucción ambiental y desplazamiento de comunidades locales. Este modelo de extracción reproduce las dinámicas imperialistas tradicionales bajo una nueva justificación ecológica.

Un caso paradigmático es la relación entre Noruega y Chile:

En la actualidad, Noruega, conocido internacionalmente como un modelo de sostenibilidad y desarrollo verde, mantiene una relación controvertida con Chile que revela cómo las naciones del norte global externalizan los costos medioambientales de sus industrias. Este fenómeno implica la transferencia de los impactos ambientales de las actividades económicas hacia países del sur global, perpetuando dinámicas de explotación y desigualdad estructural.

Un ejemplo claro de esta exportación es la industria del salmón, donde empresas noruegas como Marine Harvest (ahora Mowi) dominan la producción en el sur de Chile. Aunque esta industria se presenta como una solución sostenible para la demanda global de proteínas, en realidad está asociada con graves impactos ecológicos y sociales. En Chile, la salmonicultura ha causado la contaminación de aguas, la destrucción de ecosistemas marinos y la sobreexplotación de recursos naturales, afectando especialmente a las comunidades indígenas y pescadores locales.

Asimismo, Noruega, en su transición energética hacia las energías renovables, necesita minerales como el litio y el cobre, ambos extraídos masivamente en Chile. Este país lidera la producción mundial de litio, utilizado en baterías para vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos. Sin embargo, la extracción de litio en el Salar de Atacama ha provocado la sobreexplotación de acuíferos en una de las zonas más áridas del mundo, poniendo en riesgo la subsistencia de comunidades locales y ecosistemas únicos. Mientras tanto, el norte global se beneficia de estas materias primas para construir su narrativa de sostenibilidad.

Esta relación refleja cómo los países del capitalismo avanzado externalizan sus contradicciones hacia la periferia. En el caso de Noruega y Chile, se repite la lógica imperialista de extraer recursos a bajo coste mientras los impactos ambientales recaen sobre las comunidades más vulnerables. Esto permite a países como Noruega mantener su imagen de sostenibilidad, mientras explotan y degradan territorios en el sur global.

Este patrón no solo perpetúa la desigualdad global, sino que también pone en evidencia las limitaciones del modelo capitalista «verde». Para abordar estas injusticias, es necesario cuestionar no solo las dinámicas económicas internacionales, sino también el marco ideológico que legitima la explotación de territorios periféricos en nombre del desarrollo y la sostenibilidad.

Imperialismo disfrazado de “cooperación”: Los operativos militares

Los países europeos y la Unión Europea como bloque también mantienen operaciones militares en distintos lugares, destacándose el continente africano. Bajo la justificación de la estabilización, la lucha contra el terrorismo o el control migratorio, estas misiones a menudo responden a intereses económicos y geopolíticos que perpetúan las dinámicas de dominación neocolonial.

Un ejemplo de estos operativos lo encontramos con la Misión de la UE en Somalia (EUTM Somalia). Desde 2010, la Unión Europea lidera esta misión para entrenar a las fuerzas armadas de Somalia, bajo el argumento de combatir la piratería y el terrorismo. Sin embargo, esta operación está vinculada al interés europeo por garantizar la seguridad de las rutas comerciales marítimas en el Cuerno de África, especialmente en el Golfo de Adén, un paso crucial para el comercio global.

También destaca la Operación Atalanta (Somalia y el Océano Índico). Esta operación naval, también liderada por la UE, busca “proteger” los buques europeos de la piratería somalí, sin plantear que son precisamente estos buques europeos los que, aprovechando la desestabilización en el país, realizan prácticas de pesca ilegal que ha favorecido que muchos pescadores iniciarán la llamada “piratería” como una forma de obtención de recursos económicos, por el abuso sobre sus caladeros de pesca.

En Mali, destaca la Misión EUTM (Misión de Formación de la Unión Europea en Mali), con la que la UE desde 2013 entrenó y asesoró al ejército de Malí con el objetivo oficial de estabilizar la región. Sin embargo, esta misión está estrechamente vinculada a la protección de los intereses europeos en el Sahel, una región rica en minerales estratégicos como el oro y el uranio. La operación también complementa las intervenciones francesas en la zona, reforzando la influencia europea.

También destaca la Operación Irini (Libia), centrada teóricamente en el control de armas en el Mediterráneo, esta misión de la UE tiene un impacto directo en Libia, un país devastado tras la intervención militar liderada por la OTAN en 2011. Europa busca garantizar el control sobre los flujos migratorios desde África hacia Europa, mientras protege sus intereses energéticos en Libia, un país rico en petróleo.

Por otro lado, países europeos como Alemania o España mantienen su presencia militar en países como Níger y Mali. Estos países han desplegado tropas en el Sahel, participando en misiones de la ONU y de la UE. Aunque se justifican como apoyo al desarrollo y la estabilización, estas intervenciones aseguran el acceso europeo a recursos estratégicos y actúan como barreras de contención para los flujos migratorios hacia Europa.

Sin embargo, si alguna potencia europea se destaca en el Sahel es Francia, con operaciones como Barkhane, donde justificaron su intervención en nombre de la estabilidad, mientras realmente aseguraban el acceso a recursos estratégicos como el uranio de Níger, vital para su industria nuclear.

Imperialismo cultural: la imposición de valores occidentales

Finalmente, la UE también ejerce un imperialismo cultural al promover sus “valores democráticos” y de “derechos humanos” como universales, ignorando contextos históricos y culturales específicos. Esto se manifiesta en programas de cooperación que condicionan la ayuda al cumplimiento de ciertos estándares políticos y económicos, que suelen reflejar los intereses europeos más que las necesidades locales.

Frantz Fanon, en Los condenados de la tierra, ya advertía sobre cómo las potencias coloniales no solo explotan económicamente, sino que también buscan imponer su visión del mundo, deslegitimando las formas de organización y cultura locales. En el caso de la UE, esto se evidencia en su enfoque paternalista hacia África y su insistencia en que los países en desarrollo adopten modelos políticos y económicos liberales, que casualmente, siempre benefician al centro imperialista.

En ese sentido, aunque EEUU sigue siendo el líder indiscutible del bloque de los países imperialistas, le Unión Europea no se le queda atrás. Es necesario, para hacer un análisis riguroso sobre el escenario internacional actual, comprender cuál es el rol de estas potencias y su naturaleza.

https://www.revistalacomuna.com/todas/la-union-europea-no-es-el-sur-global/

https://frenteantiimperialista.org/del-sistema-de-colonias-a-la-dependencia-el-imperialismo-moderno-de-europa-carmen-parejo-rendon/

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también editado y en difusión desde
https://argentina.indymedia.org/

https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2025/01/26/el-imperialismo-de-la-union-europea/

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