Son médicos y médicas de la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (DiCEI), que depende del Ministerio de Salud de la Nación y es la encargada de garantizar la calidad, seguridad y distribución de las vacunas en todo el país. Al despido del 30% del equipo el mes pasado le siguieron las renuncias ante la imposibilidad de sostener políticas públicas básicas.
Profesionales de la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (DiCEI) del Ministerio de Salud de la Nación renunciaron con el argumento de que no pueden trabajar por los despidos de personal y el desfinanciamiento de áreas clave.
La DiCEI es la dirección encargada de garantizar la calidad, seguridad y distribución de las vacunas en todo el país. Al despido del 30% del equipo el mes pasado le siguió ahora la renuncia de numerosos profesionales ante la imposibilidad de sostener políticas públicas básicas. En el área médica, apenas quedan tres profesionales.
Las dos expertas en sarampión ya no están. Una renunció tras sus vacaciones y la otra fue una de las 14 despedidas de un equipo de 46 especialistas.
Renunciaron todos los médicos de las direcciones de Vacunas, VIH, Lepra y Tuberculosis que trabajaban en Salud.
“No vamos a ser parte de un Ministerio que no puede dar respuestas a las obligaciones básicas que marca la ley”, comunicaron. pic.twitter.com/mVVUVdf5ic
— Andrea Gamarnik (@GamarnikLab) March 5, 2025
En el área médica fueron despedidas cuatro trabajadoras, y renunciaron cuatro de las siete que quedaban.
“No vamos a ser parte de un Ministerio en el que los programas esenciales no pueden dar respuesta a las obligaciones básicas que marca la ley. Nuestra renuncia es un acto de ética médica, de responsabilidad cívica y profesional, y una advertencia urgente. La salud pública no es un gasto: es una inversión en la vida y el bienestar de toda la sociedad”, plantearon mediante una carta algunos de los profesionales que optaron por desvincularse.
“Por un lado, porque no reincorporaron a compañeras que llevaban campañas claves: sobre vacuna antigripal, vigilancia de coqueluche (también llamada tos convulsa, enfermedad controlada que hoy está volviendo), vigilancia de hepatitis A y de sarampión (ambas en pleno brote). Desmantelaron un montón de temas”, reforzó la infectóloga Carolina Selent, una de las que renunció.
“Me parece que creen que cualquiera puede reemplazar a cualquier persona. María Del Valle Juárez y Nathalia Katz (especialistas en hepatitis A y antigripal) estaban hace más de 13 años. No es reemplazable esa experiencia tan rápido. Por otro lado, desde que está la actual gestión se vienen manejando muy mal. La renuncia es no avalar lo que está sucediendo”, agregó la médica.
Experiencia tirada a la basura
“Quienes quedan intentarán sostener la función, pero no es lo mismo que alguien que se dedica especialmente. En seguridad de vacunas no queda nadie, en coqueluche y hepatitis A tampoco”, lamentó. “La función nacional es como de rectoría sobre las provincias. El brote de sarampión se dispersó bastante porque no se logró bloquear como se debería haber realizado. No estuvo la experiencia de Gabriela Elbert y Marcela Yunes, que ya llevaron varios brotes y llevaron el seguimiento de casos hasta el final”, insistió Selent.
“Todo el tiempo salen a decir que somos ñoquis. Somos personas con muchos años de formación, ganábamos salarios muy bajos y hacíamos esto porque nos apasiona, pero con todo el maltrato que estamos recibiendo, al no estar de acuerdo con las políticas sanitarias, no tiene sentido seguir. Y haciendo una guardia cualquiera ganás lo mismo que en el Ministerio”, expresó Selent contra los ataques del oficialismo a los profesionales.
Además, describió el caos y la falta de personal político con trayectoria: “Desconocen completamente las labores de las áreas. En la DiCEI estuvimos un montón de tiempo sin director. Las líneas intermedias no conocen lo que hacen las áreas. Ahora tenemos una directora pero no viene del área de vacunas sino de VIH. Creen que todo puede seguir funcionando como si nada porque no conocen lo que hacemos”.
Carta al ministro Lugones
Algunas y algunos de los profesionales que decidieron renunciar a distintas áreas en el marco del proceso de vaciamiento y despidos escribieron una carta para explicar su situación. Buscan visibilizar la situación que atraviesan áreas clave del Ministerio de Salud que comanda Mario Lugones:
“Somos médicas y médicos del Ministerio de Salud, pertenecientes a las direcciones de Vacunas y de VIH, TBC y Lepra, que presentamos nuestra renuncia con profundo pesar ante el desmantelamiento de nuestras áreas, el grave riesgo cierto e inminente que esto implica para la salud pública, y el aumento de los costos a mediano y largo plazo que van a pagar de su bolsillo todos los contribuyentes.
Desde el inicio de este año, la incertidumbre sobre la continuidad de los equipos técnicos se ha traducido en recortes alarmantes que disfrazan de ‘terminar con privilegios y curros’: acusan de ser ‘ñoquis’ y ‘casta’ a profesionales altamente calificados, reconocidos, y con una dedicación y trayectoria incuestionables.
Sin prevención, la enfermedad de la motosierra
En enero, en medio de un aumento de los casos y muertes por tuberculosis y de nuevos diagnósticos de VIH y hepatitis, se confirmó la disolución de las coordinaciones de Hepatitis Virales y Tuberculosis. Luego, en pleno brote activo de sarampión y de hepatitis A, la reducción del 40% del equipo de VIH y del 30% del equipo de Vacunas.
La evidencia es incontrovertible: la prevención no solo evita enfermedades y sus complicaciones y salva vidas; sino que además reduce significativamente los costos en salud. Sin embargo, las decisiones actuales priorizan el ajuste a corto plazo en detrimento de las políticas de prevención y control, con consecuencias de alto costo sanitario y económico, que son además potencialmente irreversibles para la salud pública.
No vamos a ser parte de un Ministerio en el que los programas esenciales no pueden dar respuesta a las obligaciones básicas que marca la Ley. Nuestra renuncia es un acto de ética médica, de responsabilidad cívica y profesional, y una advertencia urgente. La salud pública no es un gasto: es una inversión en la vida y el bienestar de toda la sociedad.”