Brasil. Ceará: Comunidad quilombola contra los aerogeneradores

Cerca de Canoa Quebrada, la comunidad de Cumbe ya no tiene libre acceso ni a la playa ni al manglar. Los molinetes fragmentan el terreno común y obstaculizan a los residentes. Se resisten: “¿De qué sirve un pueblo libre en un territorio prisión?”, pregunta uno de sus dirigentes.

Cleomar Ribeiro da Rocha , Ceará, Brasil

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 Quilombola contra los aerogeneradores

por Elisangela Paim y Fabriana P. Furtado
Otras palabras
17/03/2025

El siguiente texto es un capítulo del libro Mujeres en Defensa del Territorio: Cuerpo, Agua, Tierras . Organizado por Elisangela S. Paim y Fabrina P. Furtado, autoras de la entrevista, fue publicado por Funilaria y la Fundación Rosa Luxemburgo , socia de Outras Palavras.

“La camaronicultura nos sacó de los manglares; el parque eólico nos sacó de las dunas”

Cleomar Ribeiro da Rocha es una quilombola y pescadora del territorio quilombola de Cumbe, habitado por aproximadamente 170 familias (cerca de ochocientas personas), que viven del mar, de las dunas y de los manglares, ubicado en el municipio de Aracati, en el litoral este de Ceará, a unos 160 kilómetros de Fortaleza. El territorio se ve afectado por un parque eólico de la Companhia Paulista de Força e Luz Energia (CPFL), la cría de camarones [cría de camarones en cautiverio], los emprendimientos turísticos y el derrame de petróleo que afectó la costa noreste en 2020. Cleomar participó activamente en los cursos de extensión “Derechos y saberes feministas en tiempos de pandemia” (realizado en 2021) y “Mujeres en defensa del territorio-cuerpo-tierra-aguas” (realizado en 2022). Durante este último, organizamos un intercambio entre las mujeres participantes del curso y referentes de los territorios de la naciente y desembocadura del río Jaguaribe, curso de agua que atraviesa Ceará. Cleomar fue uno de los anfitriones de la reunión. Aquí compartimos fragmentos de las conversaciones que tuvimos con ella durante estas actividades.

Elis & Fabrina: Cleomar, cuéntanos sobre ti y tu territorio.

Cleomar: Soy Cleomar, una mujer de las aguas, soy quilombola, defensora de los derechos humanos. Somos la voz del territorio, quienes estamos aquí somos un pedacito del territorio, aportando toda la lucha y resistencia.

Soy de Ceará, Aracati, costa este, vivo en el territorio quilombola de Cumbe. Para los que no lo saben, tenemos una parte que es zona de manglares, otra que es zona de dunas y otra que es playa. Áreas con las que siempre hemos tenido relación, que me representan, porque soy pescadora, marisquera.

Este territorio es mi ascendencia, un territorio-experiencia, un territorio-memoria. Yo crecí aquí, conozco cada rincón con mucho amor, con mucho cariño. La pertenencia del cuidado, de ver el territorio como maestro, como educador. Yo digo que el territorio nos enseña mucho, y, como tenemos acceso a todos los rincones, pescamos en la laguna, en la playa; Producíamos nuestra harina, asábamos el pescado.

Entonces este territorio significa mucho, ¡es identidad! No sé hablar de mí sin hablar del territorio. Y como dije ¡soy la voz del territorio! Hablo de la relación con él, con el manglar, con las zonas de dunas, con las lagunas, la playa, el mar… Viví dentro del manglar, de donde obtenía mi alimento, este territorio que me daba agua cuando tenía sed, un territorio que trae espiritualidad, encanto. De hecho, como tenemos pesca periódica, en invierno y en verano, el territorio es dinámico y sufre cambios constantes. Seguimos todas las fases que naturalmente tiene el territorio. Yo digo que vamos con las mareas. Es el territorio el que hace la lectura, nosotros somos guiados en este proceso. ¡Es esta relación la que me hace, cada vez más, resistir y luchar! Porque decimos que el territorio sufre, y nosotros sufrimos, ¡porque somos territorio! Cuando nuestro territorio se ve afectado, se degrada, se destruye, se contamina, ¡nosotros también! ¡Sentimos los mismos síntomas desde el territorio!

Considerando lo que significa para usted el territorio, ¿cómo analiza los impactos de los grandes proyectos de infraestructura que se están desarrollando en Cumbe?

Voy a hablar sobre la llegada del parque eólico al territorio quilombola de Cumbe para que puedan entender cómo se instala un emprendimiento de ese porte, incluso con la idea de energía limpia, energía renovable que mejorará la vida de todos, una energía que no destruye. Esta es la discusión, este es el discurso de desarrollo que llega a la comunidad.

Este parque eólico cuenta con 67 aerogeneradores. Fuimos uno de los primeros territorios de Ceará en sufrir los impactos negativos, con la llegada de la noticia de que la planta se instalaría en Canoa Quebrada, una playa ubicada junto a nuestro quilombo. Así empezó así, sin saber nosotros si iba a ser en Cumbe. ¿Y cómo llega? Viene trayendo violencia, violando nuestros cuerpos; Nuestros cuerpos son oprimidos dentro de nuestro propio territorio, al que se nos niega el acceso pleno.

A menudo decimos: “¿Qué sentido tiene un pueblo libre en un territorio penitenciario?” Territorio al que no tenemos acceso. Durante la instalación de la planta, nuestros niños ya no iban solos a la escuela; Aparecieron muchos bares y, con ellos, las bebidas; mujeres y niños vulnerables, expuestos a la explotación sexual, debido a la gran cantidad de trabajadores varones procedentes de otras ciudades; mucho polvo procedente de los camiones que provoca problemas respiratorios; problemas psicológicos. Todo ha sido muy invasivo hasta el día de hoy, con muchas restricciones en el mar y en las dunas.

Y hay más. En la década de 1990 también nos enfrentamos a la llegada de la camaronicultura, (1) el camarón criado en cautiverio que domina toda esta zona de manglares. El área donde mejor me cuidaron, mejor me alimentaron y donde aún hoy consigo mi comida. En la zona de playas y dunas, tengo una relación con las inundaciones que tuvimos en el territorio y nos tocó vivir en las dunas. Creamos una relación, plantamos en las dunas, pescamos en los lagos y el mar, recogimos frutas, teníamos una relación ancestral, un lugar de afecto. ¡Ahhh, tanto cariño!

La cachaça de Cumbe era una cachaça muy famosa y conocida. Y, como el quilombo está en una región con un colonelismo de tierras muy grande, de molinos nuevos, donde ya se trabajaba cachaça desde hacía mucho tiempo, decían que el manglar no era importante, que la duna no era importante. ¡A ellos no les importaba, ¿verdad?! Y es por todo esto que hablamos del racismo, del racismo ambiental que afecta a nuestro territorio. Y eso también afecta nuestra salud dentro de un lugar que está destruido, fragmentado.

En resumen, la cría de camarones nos sacó de los manglares, el parque eólico nos sacó de las dunas.

Cleomar, ¿cuáles son los impactos del parque eólico?

Es todo muy grande, muy gigantesco, te da miedo ese poder. La planta ingresa a una comunidad que no contaba con la estructura para recibir un proyecto de esta envergadura. Por eso luchamos por todos los medios para evitarlo.

Pero todo ya estaba decidido antes de que ellos llegaran, sobre todo porque nos ocultaron el proceso, decían que era en Canoa Quebrada. Luego, cuando nos damos cuenta, la planta se está construyendo prácticamente dentro de nuestro territorio. Sufrimos mucho por eso, fue como si nuestras vidas se hubieran puesto patas arriba.

Estamos hablando de una comunidad donde muchas casas estaban hechas de adobe. Y con el desarrollo, muchas casas se cayeron. Casi se cae la iglesia, casi se cae la escuela. Está el impacto de los coches pesados ​​que van y vienen, el impacto de los aerogeneradores pesados ​​dentro del quilombo, dentro de una comunidad que no tiene estructura. No había forma de prepararse para una estructura como esa. Primero vino una empresa a trabajar en las dunas. Lo más doloroso, durante este período de construcción, fue ver la devastación del territorio, la devastación de nuestras lagunas siendo sepultadas. Demarcaron toda la zona, desde la carretera por donde pasaban los camiones hasta el lugar de instalación de todas esas hélices, esas torres. Y muchas de estas torres están sobre lagunas tradicionales. Tenemos varios lagos tradicionales en la comunidad en el área de dunas y era por estos lagos por donde pasaban los caminos. Enterraron muchos estanques. Era imposible creer tanta destrucción, tanto desgarro en el territorio provocado por el parque eólico.

¿Cómo podremos soportar tanta destrucción de “energía limpia”? Entonces, veamos el papel de esta “energía limpia”: destruyendo comunidades, destruyendo nuestras vidas, destruyendo nuestras prácticas y devastando nuestro territorio. Mucha gente pregunta: “Cleomar, incluso con este proceso de construcción, esta violencia, toda esta degradación, ¿hay paz hoy?” Hoy en día, la situación es aún más grave. ¡Son muy bajos, son muy malos!

¡Las empresas sólo buscan el lucro! Y es como si no fuéramos parte de la tierra, porque en ningún momento se nos ve. Oh, hay gente ahí, tienen sus prácticas culturales, tienen su relación con el lugar, la cultura de ir a la playa, de ir a los manglares, de ir a las lagunas, de recoger fruta, de recoger leña. Acabaron con nuestras prácticas culturales en las dunas, sobre todo porque hoy tenemos un campo minado de redes de cableado eléctrico. Y es bueno recordar que las dunas móviles juegan un papel, ni siquiera ellas pueden contener su fuerza.

¡Tienen máquinas trabajando todos los días, todos los días, todos los días! Hay veces que no controlan la fuerza de la duna, y de un día para otro ésta se mueve muy rápido. Debido a esta destrucción, debido al parque eólico, perdimos nuestra autonomía, nuestra identidad. Nos perdemos en el territorio. Entonces, a pesar de que el discurso es de producir buena energía, energía limpia, energía que no produzca contaminación, en la práctica está destruyendo comunidades, está destruyendo patrimonio ancestral.

Que esto quede explícito, porque la idea es que esta energía es “limpia”, pero lo contextualizamos: “Mira, la energía no me deja pasar por mi territorio, la energía ya no me deja hacer mis prácticas, la energía no me deja disfrutar de los lagos, pescar en los lagos, ir a la playa!” ¡Miren el papel de esta “energía limpia”! ¿Es sostenible? ¿Es renovable? Destruir a las mujeres, sus cuerpos, no sólo el mío sino el de quienes vivimos en la comunidad. Y luego, cuando llegamos a este nivel de enfermedad, es porque estamos fragmentados, ¡al igual que el territorio!

El territorio resiste tanto como puede y nosotros, a través de nuestra relación con la tierra, lo leemos pidiendo ayuda. Como también somos territorio, estamos sintiendo. Reflejamos el dolor, la destrucción; La privatización que está sufriendo la tierra es también nuestra privatización. Porque no soy libre, sigo siendo esclavo, en el sentido de que ya no tengo mi libertad en el territorio. Y la esclavitud, sabemos que se renueva de esa manera, este tipo de esclavitud de personas encadenadas en su propio territorio, se nos impide completar nuestras prácticas. Tanto en zonas de manglares, por el cultivo de camarón, como en zonas de dunas, por las centrales eólicas.

¿Cómo afrontas un proyecto construido desde el discurso de las energías limpias, como has mencionado antes, en nombre de la transición energética?

Dado que la energía eólica viene acompañada de este discurso sobre energía limpia, ¿quién estaría tan loco como para decir que está en contra de este proyecto? Los empresarios nos decían a la cara: “Los movimientos pedían energía limpia y ahora esa energía ha llegado”. Tanto es así que hoy todavía dicen, contextualizan esto, “es una energía que ustedes pidieron”. Pero esa energía tiene que ser contextualizada, porque, así como fuimos el primer territorio quilombola en recibir ese tipo de emprendimiento aquí en Ceará, también fuimos la primera comunidad en contextualizar lo que realmente era esa energía limpia.

¿Cómo es limpia esta energía si está destruyendo comunidades, destruyendo pueblos, destruyendo ancestralidades, destruyendo prácticas? Ya no puedo seguir con mis prácticas culturales, estoy prohibida, estoy limitada, estoy expulsada de un territorio que es tan importante para mí, para nuestras prácticas. Yo digo que el territorio es estructurante, porque trae esa reproducción cultural, ancestral, social, económica, pero hoy tenemos que vivir de estrategias, de incidencias.

¿Cómo vivir en el territorio afectado por tantos proyectos? ¿Cómo podemos reinventarnos hoy para tener un territorio donde vivir, para que nuestra ancestralidad y nuestras prácticas no sean todas exterminadas por culpa de un parque eólico que dice ser limpio? Esta energía no es limpia. Nuestros cuerpos están rotos, nuestros cuerpos están fragmentados, nuestros cuerpos están oprimidos por un parque eólico que dice estar limpio.

Para las empresas, nuestras vidas no importan, no se ven afectadas. Y traemos este contexto para afirmar que no está limpio, porque está afectando un territorio que tiene este significado muy importante para nosotros.

Frente a toda esta violencia, silenciamientos, violaciones e impedimentos para realizar sus actividades y sus formas de vida, ¿cómo se organizan?

La asociación quilombola viene en un intenso proceso de lucha, en el que solemos decir que lo que ocurre hoy ya lo venimos alertando desde hace mucho tiempo. Lo venimos denunciando desde el inicio de nuestra lucha, hablando del papel de esta “energía limpia” en nuestro territorio. Para ir a la playa, por ejemplo, tenemos que tener un acuerdo. Esto es porque necesitamos movilizarnos, necesitamos ir a pescar, acceder a la playa, a nuestras lagunas, a nuestras áreas. Entonces, es una lucha constante, una lucha diaria, es una lucha para nosotros permanecer aquí, porque los aerogeneradores no nos dejan movernos.

Para llegar a la playa o las lagunas, tengo que pasar por este parque eólico. Y luego, si le preguntas a la dirección de la empresa si estamos impedidos, te dicen: “No, ellos pasan. Nuestra preocupación es orientarlos para que no corran ningún riesgo”. Me gustaría señalar que venimos asumiendo este riesgo desde hace algún tiempo, desde que oímos hablar de estos proyectos.

La empresa es cada vez más violenta. Para poder pasar, tenemos que luchar, luchar para llegar a nuestro cementerio. Es todo muy agresivo por parte de esta planta que dice estar “limpia”. Para llegar a nuestro cementerio, que es un cementerio secular, considerado sagrado, tenemos que pedir permiso. Al principio teníamos que escribir una carta cuando alguien moría. Teníamos un camino para llegar al cementerio que fue destruido por la cría de camarones. Para ir a la duna, tuvimos que escribir una carta a la empresa. Esto cambió después de que llegamos a un acuerdo, un Término de Ajuste de Conducta (TAC), para que pudiéramos seguir adelante y enterrar a nuestros muertos, a nuestros seres queridos. Así que no es un día cualquiera el que podemos ir al cementerio.

¡Mira lo serio que es todo esto! Pero esto parece tan banal y tan correcto. ¡Para nosotros es tan violento tener “energía limpia” y ser maltratados por esa “energía limpia”! ¡Estamos siendo destruidos, estamos siendo expulsados ​​por esta “energía limpia”!

Pero seguimos resistiendo. Cada año organizamos el Festival del Manglar, 2 que ya era una práctica nuestra, pero lo oficializamos como una forma de resistencia, como una forma de lucha, de fortalecimiento, de decir que existimos, de identidad. Mi identidad es el manglar, mi identidad es el territorio, y las consecuencias se reflejan en nuestros cuerpos, en nuestras enfermedades, en la criminalización, en la persecución.

Entonces nos organizamos, como asociación, para también combatir esto. A menudo decimos que somos gente fiestera a la que también le gusta bailar. Y la fiesta del manglar trae mucho de eso, esta forma de luchar contra toda la opresión que vivimos dentro del territorio. Entonces, somos un pueblo quilombola, pescadores oprimidos por la “energía limpia”.

Otra forma que tenemos de organizarnos es el Bloco Carambola, que también es una fiesta, desfilamos en el carnaval cultural. Creamos un cronograma para tener una celebración cada mes, como el Día del Quilombo, el día de nuestra certificación.

También realizamos mucho trabajo de campo cerca del parque eólico. No entramos, pero tomamos clases, sabemos que hay vigilancia y también persecución cuando vamos allí. Una de las cosas que hizo la iniciativa fue dividir a la comunidad. Vemos esto en varios territorios, la división que imponen las empresas, que buscan dividir y dominar. Dividir es una estrategia colonialista.

¿Cómo ha sido el proceso de lucha por la defensa de tu territorio y de tu cuerpo, como mujer, quilombola, pescadora?

Dentro de un quilombo lleno de conflictos, lleno de persecuciones, aún tenemos la fuerza de buscar nuestra identidad, nuestra historia y ancestralidad que el colonialismo intenta borrar. Yo digo que estamos cosiendo nuestra historia, que fue borrada por el colonialismo y por el colonialismo de la región. Y por eso es importante estar en estos espacios, no hay nada más cierto que traer nuestra realidad, hablar por nosotros mismos. Nuestra historia siempre ha sido contada desde el punto de vista de los colonizadores, y necesitamos contar nuestra propia historia, nuestra propia realidad, y no dejar que otros hablen por nosotros.

La colonización es un proceso en el que no puedo ser, no puedo pensar, no puedo tener otra lectura de la vida, de la historia, no puedo ser una mujer rebelde, no puedo ser una mujer de lucha, no puedo ser una mujer que resiste. Mi pertenencia, mi historia, mis prácticas son más flagrantes que todo aquello que me ha hecho sentir inferior a lo largo de mi vida, en lo que han tratado de imponer que yo no era capaz. El patriarcado no me dejó estudiar y truncó mis sueños. ¡El patriarcado mata! Hoy me siento orgullosa de defender mi territorio, de defender a la mujer que soy, a las mujeres que estamos en la lucha. Quiero dar visibilidad al poder que somos, las mujeres somos poderosas, aunque suframos la colonización, el sistema capitalista que se impone en nuestras vidas. Mi infancia fue así y me hizo esta mujer luchadora, tengo prisa por luchar,
por cambiar la historia.

También quiero agradecer a las organizaciones que nos apoyan, que nos acogen, que nos cuidan cuando salimos de los territorios para ir al encuentro de otras mujeres, ¡eso es muy bueno! Sin duda, además del proceso de desenvolvimiento dentro de los territorios, ¡nos sentimos queridos y cuidados! Allí, con empresas y otras personas ajenas a la comunidad, el escenario es diferente. ¡Parece que somos los villanos, la gente malvada!

Éste es el entendimiento que se nos transmite. Defendemos la vida; Al mismo tiempo, parece que la lucha de nosotras, las mujeres, en defensa del territorio, queda marginada. Tuve que salir del manglar, de trabajar con mariscos, de defender el territorio, de defender el manglar. Fue mi autocuidado: trabajar en la marea, observar las mareas, las mareas altas, las mareas secas. Tenemos procesos dentro de los territorios, estamos atendidos, ¡incluso al trabajar! El manglar nos cuida. En el trabajo no sentimos que trabajamos, nos sentimos cuidados. Desde allí tomamos la comida. Tuve que salir a desempeñar este papel de cuidador.

Y como dije, nosotros somos el territorio, este dolor está dentro de nosotros. Y luego, lees la tierra, los manglares se están degradando, nuestras aguas se están contaminando, nuestros océanos se están privatizando, porque la energía eólica también dice que es dueña de nuestras playas. En invierno vamos a pescar, tenemos una relación muy estrecha con esas dunas, con las lagunas, vamos a buscar hierbas y ya no vamos a esos lugares. ¡Esto es muy doloroso y te enferma!

Estamos aquí con zonas de manglares que están siendo destruidas, más de diez hectáreas están ocupadas por el cultivo de camarón, hemos perdido el acceso. A veces dicen: “¡somos frágiles!” ¡Pero son estas situaciones las que nos hacen vulnerables! Y para que podamos salir de nuestros orígenes, de nuestras prácticas, enfrentar otros escenarios, estar en otros lugares, defender este territorio, que es importante para las generaciones que vienen, necesitamos fortalecernos.

Mientras digo que me expulsan, que me oprimen, ¡la energía eólica pretende ser “energía limpia”! ¿Quién miente? ¡Porque no nos ven y muchas veces piensan que somos un fraude cuando digo que me están expulsando, que me están oprimiendo dentro de un territorio por una energía que dice ser limpia!

Es un gran sufrimiento. Lloro. Cada día es un desafío. ¡Es tan fuerte! ¡Es tan doloroso! Creo que expresar mis sentimientos de indignación, de la injusticia que sentimos dentro de los territorios, es importante. ¡El territorio tiene una representación muy grande en mi vida! ¡El manglar sufrió durante largos periodos el mal olor y el mal olor de un lugar repugnante! Pero Él me alimentó toda mi vida, ¡Él me alimenta! El manglar es la cuna de la vida, para tener nuestros peces en los océanos, ¡necesitamos cuidar nuestros manglares!

A veces, en momentos en los que no podemos hablar, nos abrazamos, porque no podemos hablar, ¡el dolor es tan grande! Y revisamos nuestras estrategias: “¿Cómo lo vamos a hacer?” Hay momentos en que no tenemos salida, pero también evaluamos dónde está el problema, identificamos dónde está, ¿cómo podemos combatir todo eso? ¿Qué delito cometo al defender mi territorio? ¿Cuál es el delito?

¡Es mi derecho vivir mi manera de vida, es la regla para mí, lo que mi comunidad me enseñó es la regla para mí! Cuidar mi patio productivo, salir a pescar, salir a caminar, porque el territorio brinda ese autocuidado. ¡Toda mi vida fui cuidada por un territorio que me dio todo lo que quería! La lucha me enseñó mucho a tener ese papel de mujer dentro del territorio, pero dejamos allí, el quilombo, muchas veces criticado, ese prejuicio del racismo de decir “¿qué hacen estas mujeres ahí en Río de Janeiro?”. Si mi hijo, por ejemplo, tiene alguna dificultad en la escuela, dicen que le va mal porque su madre no está en casa. ¡Se mueve, duele! ¡El proceso que nosotras, las mujeres, pasamos para estar en la lucha! He oído decir: “Es feo que una mujer pelee, ¡que una mujer pelee!”

He aprendido y sigo aprendiendo mucho, mucho, de otras mujeres que luchan. Cada mujer que escucho hablar de su lucha me fortalece en mi territorio. El proceso de defensa del territorio no es fácil, ¡es muy repugnante! ¡La injusticia es constante, es constante! ¡Los productores de camarones y los empresarios de los parques eólicos nos señalan constantemente con el dedo! ¡Estamos vigilados dentro de nuestro territorio en todo momento! Para mí caminar en el territorio, caminar en las dunas, ¡hay una vigilancia detrás de mí! ¡Me gustaría poder sacar esas torres, no puedo cargar una torre como esa!

Entonces ¿para quiénes son esos vigilantes? ¡Están para nosotros, para vigilarnos y criminalizarnos! Y respondemos a los procedimientos legales. Por eso estamos en el programa de defensa de los derechos humanos, porque constantemente estamos amenazados, porque hacemos nuestra defensa, nuestra lucha.

Finalmente mi formación fue la del territorio, esa formación que me hizo más humana, y que yo como pescadora negra tengo que tener, tengo que hacer algo, no soy cobarde, tengo que luchar por este territorio, incluso estando enferma, incluso con este proceso violento que estamos viviendo! ¡Estoy enferma, estoy luchando!

Notas:

1 Técnica para la crianza de camarones en cautiverio. La camaronicultura necesita construir una compuerta, que sería una forma de drenar el agua, por lo que necesita que el agua que llega a esos estanques pase a sus tanques camaroneros. El cultivo de camarones es el cultivo de camarones en cautiverio.

2 La Fiesta del Manglar es un evento tradicional que se realiza anualmente en el Territorio Quilombola de Cumbe y tiene como principal objetivo ocupar el territorio, hablar sobre el ecosistema del manglar y su importancia para la comunidad quilombola-pescadora.

ELISANGELA PAIM Y FABRIANA P. FURTADOElisangela Paim es periodista y coordinadora del programa latinoamericano de clima y energía de la Fundación Rosa Luxemburg. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Coordina cursos de investigación y extensión en conjunto con la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFRRJ) sobre energía, clima y mujeres. Recientemente coordinó un informe sobre los resultados de la investigación colectiva “En nombre del clima: Mapeo crítico”.

Fabrina P. Furtado es profesora del Programa de Posgrado en Ciencias Sociales del Desarrollo, la Agricultura y la Sociedad (CPDA) de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFRRJ) e investigadora del Colectivo de Investigación sobre Desigualdad Ambiental, Economía y Política y del Grupo de Estudios sobre Cambio Social. Coordina proyectos de investigación y extensión sobre neoextractivismo, financiarización de la naturaleza y mujeres.

fuente: https://outraspalavras.net/descolonizacoes/uma-quilombola-contra-as-eolicas/

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