E$paña vergonzante: Racismo y explotación de la otredad en Murcia

Murcia
Torre Pacheco: Una grieta en nuestra conciencia

Elvira Swartch Lorenzo
afrofeminas.com
13 de julio de 2025

En el corazón de la Región de Murcia, un lugar llamado Torre Pacheco se alza como un espejo de la prosperidad agrícola que tanto celebramos, y también de las grietas más profundas de nuestra conciencia. Es un rincón donde la tierra, fértil por el sudor de tantos, desvela una realidad negada una y otra vez, el racismo no es una sombra lejana, un problema de «otros», es una herida abierta en nuestro propio tejido social. Aquí, la convivencia se desgarra cuando la necesidad de manos que trabajen se mezcla con la irresponsabilidad política y el veneno de la extrema derecha.

Desde Afrofeminas, siempre hemos sabido que estas heridas existen, que el racismo se camufla en nuestras calles, en nuestros barrios. Lo de Torre Pacheco es un síntoma de una efermedad que empieza a hacer metátasis. Es una manifestación descarada de cómo la dignidad humana se negocia al precio de la mano de obra barata. Es una historia sabida en el campo Murciano y alicantino, en los invernaderos donde se trabaja de sol a sol: te necesitamos para explotarte, pero luego te señalamos, te culpamos, te deshumanizamos.

Prosperidad basada en la explotación de la otredad

La prosperidad de Torre Pacheco se cimienta sobre la precariedad. Son las personas migrantes, más de un 30% de la población , quienes levantan la agricultura, a menudo en condiciones que nadie más aceptaría. Vienen buscando un futuro, huyendo de lo que dejaron atrás, y se encuentran con un sistema que los exprime. Las Empresas de Trabajo Temporal y el trabajo a destajo han profundizado esta inestabilidad. Las inspecciones revelan una realidad cruda de empleo irregular, sin derechos laborales pisoteados.  

He leído testimonios que me duelen en el alma. Migrantes que, desde los años 80, describen vivir «como animales, en casas abandonadas» o en «chabolas sin agua, sin luz ni nada en medio del campo», con más de 200 personas en estas condiciones. La discriminación en la vivienda es tan flagrante que se ven carteles de «prohibido alquilar a moros». Jornadas de hasta 14 horas, siete días a la semana, en invernaderos contaminados, donde la vida se siente como una «cárcel».  

Y la explotación no es solo económica. En septiembre de 2024, en Torre Pacheco, un hombre fue detenido por agresión sexual, abuso y acoso contra al menos cinco mujeres migrantes en situación irregular, trabajadoras del campo. Se aprovechaba de su extrema vulnerabilidad, de la barrera del idioma, de la falta de redes de apoyo, amenazándolas con el despido si no accedían a sus demandas. Estas «prácticas asquerosas» son, tristemente, habituales para muchas temporeras, que no denuncian por miedo a la deportación o por sus hijos. Estos patrones de explotación se manifiestan en detenciones por empleo irregular y casos de agresión sexual, mostrando claramente la incpacidad de las administraciones de hacer cumplir la ley y una profunda vulnerabilidad. Entonces no hubo manifestaciones en Torre Pacheco.

La persistencia de este empleo irregular, a pesar de las leyes, está enraizada en el propio tejido productivo de Torre Pacheco. Es un incentivo perverso donde la ilegalidad se recompensa, y la explotación se convierte en el pilar de un modelo laboral. Cuando las personas trabajadoras regularizadas buscan mejores condiciones, se abre la puerta a más mano de obra irregular, perpetuando un ciclo de abuso que beneficia a unos pocos a costa de la dignidad de muchos. Las mujeres migrantes, en esta intersección de vulnerabilidades, se convierten en las más expuestas, las más silenciadas.  

El veneno del odio

Sobre este terreno de precariedad, el veneno del odio ha encontrado un caldo de cultivo potentísimo. El conflicto escaló tras la agresión a un anciano de 70 años, Domingo, el 9 de julio de 2025, cerca del cementerio municipal, donde fue atacado por tres jóvenes sin mediar palabra. Este incidente, que Domingo describió como una paliza sin robo, fue rápidamente instrumentalizado por la extrema derecha. Se difundieron vídeos descontextualizados y comunicados falsos, presentando sin pruebas a personas como los autores de la agresión, con el objetivo de culpar a toda la comunidad migrante. La propia víctima desmintió ser la persona de algunos vídeos que se mostraban en redes, y la Guardia Civil confirmó la ausencia de identificados o detenidos en ese momento.  

A raíz de esto, se convocó una concentración por parte del Ayuntamiento contra los actos delictivos. Sin embargo, esta movilización fue cooptada por grupos de extrema derecha como VOXFrente ObreroEspaña 2000 o Desokupa, quienes la transformaron en una plataforma para promover «linchamientos a personas migrantes» y «cacerías al migrante». Empezaron a verse en redes un aumento de agresiones físicas, con consignas de odio y persecuciones. El líder de VOX en Murcia , acudió al pueblo donde habían convocado una manifestación, donde cuenta con un apoyo significativo en Torre Pacheco, y en sus declaraciones volvió a vincular la «inmigración ilegal masiva» con la inseguridad, los apuñalamientos, las agresiones sexuales. Habló de «remigración» y deportación de quienes «no se integren». La misma trampa para bobos que utiliza en todas partes.

Las consecuencias de este acto se dejaron sentir de nuevo durante todo el día con «cacerías al migrante» y un aumento de las agresiones físicas. La correlación entre el discurso de ultraderecha y la violencia callejera es innegable. Las palabras de los líderes de estos partidos y organizaciones escuadristas sin escrúpulos, aunque no inciten directamente, crean un ambiente donde la violencia se normaliza.

Los informes del Ministerio del Interior muestran un aumento en los delitos de odio a nivel nacional, y específicamente un incremento del 19,2% en la Región de Murcia en 2021 y la tasa de infradenuncia es alarmantemente alta, alcanzando el 80% en España. Un estudio de la Universidad de Murcia corrobora que solo una de cada diez víctimas denuncia estos incidentes. Esto significa que la magnitud real de la agresión racista es mucho mayor de lo que las estadísticas muestran. Muchas víctimas sufren en silencio, sin confianza en el sistema, por miedo a represalias.  

La inacción de las autoridades

La falta de una reacción contundente por parte del Ministerio del Interior ante los incidentes que sese han sucedido estos días, está dejando heridas que tardarán en cicatrizar en el pueblo murciano. La dotación policial, a pesar de los refuerzos enviados por la Guardia Civil, era claramente insuficiente para contener la escalada de violencia. Mientras un equipo de laSexta informaba sobre las denuncias de agresiones racistas, un periodista y un operador de cámara fueron atacados, su micrófono destrozado. Estos altercados, que incluyeron agresiones a migrantes durante una movilización, se desarrollaron con una presencia policial que no logró evitar la tensión en las calles, donde grupos violentos actuaban y perseguían a personas migrantes.

Se reportó al menos una detención y dos heridos en los disturbios, y los bomberos tuvieron que intervenir para sofocar una barricada incendiada. La falta de detenciones inmediatas de quienes perseguían y agredían, a pesar de los intentos de acceder a domicilios, contrasta con la situación de quienes sufren la violencia.  El compadreo de la Guardia Civil y la Policía Municipal, con los grupos de exaltados violentos racistas, era más que evidente.

Responsabilidad colectiva

La sociedad civil debe asumir una responsabilidad colectiva en la lucha contra el racismo. Dada la naturaleza generalizada de la desinformación y la instrumentalización de los incidentes por parte de la ultraderecha, el papel de plataformas antirracistas y otras organizaciones de la sociedad civil en proporcionar información precisa, narrativas alternativas y apoyo directo a las víctimas se vuelve aún más importante. Nuestras voces llenan el vacío dejado por respuestas oficiales insuficientes y desempeñan un papel vital en la formación de la opinión pública y la defensa de la justicia. La convivencia no se construye sobre el odio, sino sobre el respeto, la justicia y la solidaridad. Un futuro digno es responsabilidad de todas y todos. Hay que cerrar esa grieta.

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