Confluencia Global sobre Democracia Radical, Autonomía y Autodeterminación

Declaración 

“Confluencia Global sobre Democracia Radical, Autonomía y Autodeterminación”

Port Edward, Sudáfrica, del 2 al 6 de febrero de 2025.

Organizado por el Tejido Global de Alternativas, la Academia de Modernidad Democrática, WoMIN y el Comité de Crisis de Amadiba.

A los pueblos del mundo y a quienes luchan contra todas las formas de capitalismo, patriarcado y colonialismo. A los gobiernos de los Estados-nación del mundo y a las instituciones internacionales. PRESENTE

Del 2 al 6 de febrero de 2025, se llevó a cabo una confluencia de 44 personas de 20 países diferentes y 34 comunidades, organizaciones y/o movimientos sociales en Port Edward, en la Costa Salvaje de Sudáfrica. Nos reunimos para discutir nuestras luchas comunes y construir un entendimiento común sobre cómo ejercemos la democracia radical y la autonomía, al tiempo que reconocemos nuestras diferencias. Para nosotros, la democracia radical implica nuestra responsabilidad y derecho a decidir sobre todos los aspectos de nuestras vidas, incluyendo el derecho a decir sobre cualquier propuesta que provenga de fuera de nuestras comunidades y territorios. Esto abarca el derecho a rechazar los proyectos desarrollistas que durante mucho tiempo nos han definido como pobres y subdesarrollados, nos han despojado y desplazado, y nos han alienado de nuestras propias tierras y aguas. Rechazamos los modelos económicos, políticos y culturales que imponen violencia sobre nuestros cuerpos, territorios y formas de existencia en el mundo, y que buscan homogeneizarnos en réplicas de estereotipos ‘occidentales’. En su lugar, exigimos el derecho a mantener y seguir evolucionando nuestros propios sistemas diversos de aprendizaje, sanación, habitar, conocimiento, acción y alimentación—raíces en la defensa de la vida, la tierra y una existencia colectiva.

Estamos presenciando la era más desigual de la historia humana, moldeada por siglos de explotación y despojo. Vivimos en un tiempo de crisis profundas e interconectadas, donde el auge de fuerzas autoritarias y de derecha se alimenta de los fracasos de la democracia liberal, explotando agravios y redirigiendo la frustración pública hacia el odio contra quienes han sido marginados por razones étnicas, de género y religiosas, así como contra refugiados y otras comunidades vulneradas. El colapso del mundo natural—marcado por la pérdida de biodiversidad, la crisis climática, la contaminación y los tóxicos—amenaza toda forma de vida. Las desigualdades económicas y financieras se profundizan, exacerbando la frustración y alimentando sistemas de opresión y violencia enraizados en el género, la casta, la clase, la raza, la capacidades diferentes y la sexualidad. La explotación neocolonial persiste, mientras las potencias imperialistas buscan mantener su control. El fascismo, la xenofobia y el racismo están en aumento a nivel mundial, impulsados por ambiciones imperialistas tanto del Norte Global como de nuevos estados autoritarios emergentes en el Sur. Estas fuerzas alimentan guerras devastadoras con características genocidas, ecocidas y etnocidas, y fomentan una violencia militar extrema en distintas regiones del mundo, como el centro-oeste de Asia, Gaza/Palestina, Myanmar, la región del Congo y Sudán. Más allá de la violencia militar, estamos presenciando el auge del fascismo tecnológico y la vigilancia masiva a través de tecnologías digitales y de inteligencia artificial controladas por corporaciones. También observamos nuevas formas de acaparamiento de tierras y despojo de comunidades en nombre de las transiciones energéticas, la acción climática y la sostenibilidad. Mientras tanto, la apropiación capitalista de artefactos culturales, semillas y conocimientos tradicionales continúa con fines de lucro.

El desarrollo capitalista se sostiene mediante la fabricación de aspiraciones insostenibles, la perpetuación de falsas nociones de progreso y ‘buen vivir’, y la difusión de desinformación a través de los medios de comunicación dominantes. Esto alimenta una forma de colonialismo sobre nuestras propias mentes y cuerpos, reforzando la división social, el consumismo, la dependencia económica y la subordinación de las mujeres, otros géneros y la naturaleza. Estas dinámicas generan frustración, alienación y conflictos sociales. El fracaso de la democracia liberal no es solo el resultado de una mala implementación: es sistémico. Proviene de la concentración del poder, la corrupción de la representación electoral, la competencia hostil y la rígida división del mundo en Estados-nación. Cada vez es más difícil para las personas exigir la rendición de cuentas a los políticos, mientras que las instituciones de gobernanza global, incluida la ONU, aunque útiles en algunos contextos, siguen siendo en gran medida ineficaces para abordar crisis urgentes como el cambio climático, la guerra y el extractivismo corporativo. El Estado, los partidos de izquierda y las instituciones políticas formales han asumido en gran medida el papel de gestores del industrialismo o del capitalismo, facilitando procesos globales de acaparamiento de tierras y buscando el poder para controlar, en lugar de desmantelar las estructuras de opresión. Estas instituciones sirven a los intereses de las burocracias o del mercado a través de los Estados-nación, en lugar de responder a las necesidades de las personas y del planeta. En todo esto, la naturaleza es tratada como un recurso para el lucro, en lugar de como una entidad viva con derechos y agencia propia. Mientras tanto, los Pueblos Indígenas y otras comunidades locales, que han demostrado formas de vida en armonía con la naturaleza durante milenios, siguen siendo destruidos, marginados o ignorados.

A pesar de estas crisis, siguen floreciendo formas de vida radicales que constituyen alternativas a los sistemas dominantes. Los movimientos por la justicia ecológica e interespecies, la soberanía indígena y comunitaria, y la liberación feminista persisten en la resistencia a la opresión, mientras imaginan y construyen otros futuros posibles. En todo el mundo, las prácticas arraigadas de democracia radical y autonomía demuestran modelos alternativos de política, economía y sociedad, fundamentados en la solidaridad, la reciprocidad y el apoyo mutuo entre los seres humanos y el mundo más-que-humano. Las alianzas regionales y globales se están expandiendo, conectando luchas y fortaleciendo el poder colectivo. Todos reconocemos que la tierra y el agua contienen nuestras historias, nuestras culturas, nuestra autonomía y nuestro futuro. A través de la acción colectiva—mingas, tequios, shramdaan, uBuntu, autogestión y otras formas de apoyo mutuo—y mediante nuestras cosmovisiones y experiencias—sumak kawsay, comunalidad, ubuntu, swaraj, entre otras—afirmamos nuestro poder colectivo sobre nuestros territorios para seguir “caminando con el pasado delante de nosotros”, es decir, para recuperar nuestro futuro reconociendo nuestras historias y reclamando nuestra dignidad. Nuestras luchas son distintas y, sin embargo, similares. Mientras muchos de nosotros luchamos por el derecho a existir y ser reconocidos, por tener y mantener la autodeterminación como un primer paso—pero no como el final—otros luchan por la re-existencia, construyendo y fortaleciendo sus comunes y autonomías. Mientras algunos avanzamos más rápido que otros, los caminos que recorremos son parecidos y, por ello, existe la posibilidad de que la solidaridad, la construcción de alianzas y la acción colectiva radical echen raíces.

Hacemos un llamado a una convergencia global más profunda de luchas que unan a los Pueblos Indígenas, los movimientos de base y las comunidades oprimidas en la lucha por la justicia y la dignidad. Nos comprometemos a recuperar, defender y construir sistemas no jerárquicos y ecológicamente regenerativos, basados en la toma de decisiones por consenso, en los cuales el resto de la naturaleza y las generaciones futuras tengan un lugar en igualdad de condiciones. Rechazamos la hegemonía del marco del Estado-nación y, en su lugar, abogamos por un regionalismo biocultural, donde la toma de decisiones políticas se alinee con los flujos naturales y culturales, en lugar de con fronteras artificiales. Además, nos comprometemos a desarrollar otros modelos de gobernanza global que operen desde el reconocimiento mutuo dentro, contra y más allá del Estado-nación, forjando caminos hacia un futuro justo y liberado, basado en un proceso legítimo desde los pueblos. Exigimos el reconocimiento de nuestro lugar en la naturaleza, así como el de nuestros ancestros y de las generaciones por venir. Reafirmamos nuestro derecho a mantener o recuperar nuestros propios sistemas de conocimiento, enraizados en la defensa de la vida, la tierra y la existencia colectiva. También demandamos reparaciones y el pago de la deuda colonial-capitalista que el Norte Global y las élites deben a la mayoría del mundo, resultado de siglos de extractivismo de recursos, contaminación, esclavitud y saqueo cultural.

A través de esta convergencia global y declaración, buscamos amplificar y reforzar las iniciativas de democracia radical y autonomía como alternativas tanto al autoritarismo como a la ‘democracia’ liberal, asegurando su visibilidad y reconocimiento por parte de amplios sectores de la sociedad, la sociedad civil y las instituciones internacionales. A través de redes de aprendizaje mutuo y solidaridad, buscamos fortalecer nuestro poder colectivo junto a otros en escalas locales, regionales y globales, afirmando nuestro derecho a la autodeterminación, autodefensa y autonomía. Esto implica crear y defender nuestras propias estructuras de gobernanza mientras impulsamos la autosuficiencia económica, la justicia social e interespecies y la autonomía cultural. También nos comprometemos a visibilizar y promover las teorías, ideologías y conceptos generados desde las prácticas concretas de los pueblos, como una alternativa a la academia formal dominante. Si bien buscamos el reconocimiento de nuestros sistemas de gobernanza, no esperaremos a que los gobiernos nos lo otorguen, sino que forjaremos nuestros propios procesos de reconocimiento mutuo como pueblos del mundo.

Esta declaración extiende una mano a todos los movimientos sociales, comunidades y organizaciones que luchan por la dignidad, instándolos a unirse a nosotros en la construcción de un mundo más allá del patriarcado, el colonialismo y el capitalismo. A través de la construcción de alianzas, la acción directa y la resistencia colectiva, proponemos una confluencia global y una plataforma para la democracia radical—una que comparta de manera no jerárquica conocimientos, prácticas, solidaridad y estrategias, mientras amplía el alcance de los movimientos de democracia radical, incluyendo el reconocimiento de la naturaleza y del mundo más-que-humano. En solidaridad, invitamos a todas aquellas personas que creen en la autodeterminación y el cuidado colectivo a unirse a nosotros en la construcción de un futuro donde muchos mundos sean posibles—más allá de la dominación, la explotación y la opresión sistémica.

Ver   la lista completa de firmantes abajo

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https://globaltapestryofalternatives.org/es:events:radasd:declaration

.https://globaltapestryofalternatives.org/es:index

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Periódicamente, GTA produce colecciones de informes que recopilan historias, relatos, experiencias y “estudios de caso” que surgen de las comunidades y procesos de alternativas radicales. Puede acceder a todas nuestras colecciones de informes o a temas específicos a continuación:

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también editado y en difusión desde
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