Por: David Alí Condori [1]
Las próximas elecciones generales en Bolivia, se encaminan en medio de una crisis económica, un Tribunal Supremo Electoral (TSE) bastante frágil que genera poca certidumbre en la sociedad y un sistema de partidos disociados entre la izquierda y derecha (pero fragmentados en su interior). A diferencia de hace 20 años atrás, cuando el Movimiento Al Socialismo (MAS) con Evo Morales, ejercía una hegemonía, hoy no existe un partido dominante, ni un liderazgo de las grandes mayorías. Lo que se puede ver es la ausencia de alternativas políticas y proyectos societales frente a la crisis económica del país. En ese contexto amerita una reflexión crítica sobre las elecciones generales, las perspectivas políticas, los liderazgos de los principales partidos de izquierda y derecha que buscan la silla presidencial.
Para hablar de la dicotomía de izquierda y derecha, en la que esta encasillada la política boliviana, es importante recordar a cerca de estas dos categorías: “izquierda” y “derecha”, que surgieron en la Revolución Francesa de 1789, donde los progresistas se ubicaban a la izquierda y los conservadores a la derecha. Posteriormente, la izquierda fue asociada con las reivindicaciones de la clase obrera y sectores populares; mientras la derecha con los intereses de la clase dominante – capitalista. No obstante, ambas vertientes políticas tienen los mismos fundamentos filosóficos, de considerar al poder como dominación.
En Bolivia, estas dos categorías u horizontes políticos tienen sus propios matices. Por ejemplo, la izquierda contemporánea, se atribuye la representación de los sectores populares y pueblos indígenas. Genera narrativas adversas al capitalismo y el espíritu de acumulación. Asimismo, se apropió de los símbolos y discursos indianistas, kataristas e indigenistas para funcionalizar a favor del poder de la clase política. Esta apropiación es de carácter simbólico e ideológico que no trasciende las viejas estructuras del qué hacer político en Bolivia.
Ahora bien, hablando de la izquierda en el contexto de las próximas elecciones generales, llega dividida en tres fracciones, la de Evo Morales, Andrónico Rodríguez y Luis Arce. Morales representa a la visión ortodoxa del socialismo del siglo XX, sobre todo en su forma de hacer política. A pesar de estar inhabilitado por el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), insiste en su retorno al poder con un discurso mesiánico, afirmando que: “estamos volviendo para salvar Bolivia por segunda vez”, “sin Evo, no habrá elecciones”.
También, surgen candidatos como de Andrónico Rodríguez por Alianza Popular (AP), que intenta mostrar una imagen de juventud y renovación, aunque su carácter dubitativo, calculador y falta de propuestas claras ante la crisis económica, hacen ver como un candidato que no conquista del todo el apoyo electoral del bloque popular, mucho menos de los sectores conservadores.
Otro de los candidatos de la izquierda es Eduardo del Castillo, por el MAS, aparece con perspectivas de liderazgo y renovación, pero carga con el lastre del gobierno de Luis Arce y no despierta mayor interés en el electorado. Y finalmente, Eva Copa postulante por el Movimiento de Renovación Nacional (MORENA), no se define claramente de izquierda, es amorfo su posicionamiento ideológico. Es la única mujer candidata, pero su pésima gestión como alcaldesa de El Alto y su carácter egocéntrico limita su preferencia electoral.
Aquí es importante señalar, que la izquierda puede llegar fraccionada al día de las elecciones generales o generar unidad. Hasta alguno de los candidatos puede renunciar a su participación en la contienda electoral, como se dice en la jerga popular: “en la política nada esta dicho y todo puede pasar”.
Por otro lado, la derecha contemporánea boliviana, se percibe como el representante de los intereses de los sectores conservadores y empresariales de la vieja élite del poder. En la actualidad, no ha logrado superar su nostalgia con el liberalismo y neoliberalismo puro y ortodoxo, por eso a diario repite su intención de achicar el papel del Estado y la privatización de las empresas públicas. Tampoco ha dejado atrás su visión colonial de dependencia de los Estados Unidos, ve como el mayor referente de la civilización humana, aunque puede admirar a otros países referentes como Singapur, Suiza y otros, pero no lo hace.
Hoy en día, la derecha piensa la política desde el centro del poder económico de la oligarquía cruceña, a través de los foros de la Cámara Agropecuario del Oriente (CAO) o la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (CAINCO). Sus propuestas nacen desde el poder empresarial cruceño, desconectados de las necesidades de los sectores populares. Si antes la agenda política surgía desde El Alto y Chapare, ahora parece centrarse en Santa Cruz.
Samuel Doria Medina, Jorge “Tuto” Quiroga, Manfred Reyes Villa, Jaime Paz Pereira, entre otros, siguen separados de los sectores populares, sin renovación ni autocritica. Aunque alguno de ellos podría capitalizar el desgaste de la izquierda boliviana, pero probablemente no alcance una amplia mayoría de la preferencia electoral.
Para terminar, queremos señalar lo que llama la atención del actual proceso electoral, es que las propuestas, de casi todos los candidatos, de izquierda y derecha, giran en torno a la crisis del dólar y los combustibles. En coro repiten, su intención de levantar la subvención a los hidrocarburos, modificar la cotización oficial del dólar o incluso encarcelar a Evo Morales. Pero hay un vacío respecto a temas fundamentales como: economía (es decir cómo superar la economía primaria y extractivista), pobreza, empleo, justicia, educación, salud, cambio climático, entre otros.
[1] David Alí Condori es sociólogo.