€$paña_Cantabria: Acampadas solidarias y luchas en defensa de la tierra

UN HECHO Y UN DESEO

De las acampadas por Palestina a las zonas a defender en defensa de la tierra

El pasado jueves 16 de mayo se inició una acampada en apoyo a Palestina en la ciudad de Santander que se ha prolongado hasta el pasado 5 de junio. Comenzó con una jornada de lucha convocada por el Frente de estudiantes y apoyada por el colectivo contra la guerra Cebra y por la organización Interpueblos, así como por otras personas y colectivos.

Cuando la convocatoria se empezó a difundir, para muches de nosotres fue como un rayo de luz. No sólo por no esperar que en Santander surgiera una iniciativa que se sumara a las acampadas en solidaridad con el pueblo palestino que se están propagando por todo el mundo, las cuáles llevan semanas, e incluso meses en algunos casos, manteniéndose con fuerza y determinación en las universidades estadounidenses con fieras ocupaciones y enfrentamientos con la policía, así como afrontando una dura represión. También porque el método de lucha de las acampadas nos recordó inmediatamente a aquel 15M de 2011, aunque ahora haya nacido en entornos exclusivamente estudiantiles y universitarios y no en plazas. Muchas críticas se vertieron desde el entorno libertario hacia «los indignados», pero una cosa es innegable: fueron tiempos de ocupar la calle, de educación popular y de impulso de luchas que después se mantuvieron en el tiempo con apertura de proyectos que a nivel local siguen vigentes en nuestros días y que supieron esquivar la deriva institucional y reformista de Podemos y sus posteriores escisiones.

Trece años más tarde, las condiciones materiales han cambiado y el estado anímico de los movimientos sociales también. La institucionalización de los movimientos de izquierda y el vaciamiento de los colectivos de base, así como la aceleración de la fascistización de la sociedad, no sólo protagonizado por los grupúsculos de extrema derecha más reaccionarios, sino también por una socialdemocracia incapaz de cumplir sus promesas, son algunos de los factores acontecidos. Sin embargo, la resistencia del pueblo palestino ante el genocidio sionista israelí ha despertado un movimiento de acampadas en las entrañas de occidente.

Si algo nos enseñaron las acampadas de hace más de una década, así como las crónicas de acampadas en Estados Unidos de las últimas semanas, es que traen posibilidades que no tienen otros métodos de lucha. Hablamos de la posibilidad del encuentro continuado entre personas, de experimentar la vida en comunidad, de eliminar la separación entre vida y militancia, de romper con la cotidianeidad de la normalidad capitalista: con el trabajo asalariado y el ocio administrado de fin de semana. Prueba de ello son los conciertos, teatros, charlas, comidas, actuaciones, recitales de poesía que se llevan haciendo estas semanas.Pero una acampada no trae estas condiciones por el hecho de lanzar unas cuántas tiendas en la calle, sino que, si logra mantenerse en el tiempo, puede llegar a generar otro tipo de lógicas de actuar y de vivir, aunque sean temporales. Tal y como recordaba «Jugando con la A» para nuestro boletín en papel nº52 el pasado febrero en «Una lectura de El Amanecer de Todo, (parte 2)» las Zonas Temporalmente Autónomas (TAZ) son “una revuelta que no se engancha con el Estado, una operación guerrillera que libera un área –de tierra, de tiempo, de imaginación– y entonces se autodisuelve para reconstruirse en cualquier otro lugar o tiempo, antes de que el Estado pueda aplastarla”. Un concepto amplio que abarca muchas situaciones distintas como festivales autogestionados, comunidades en lucha, encuentros anarquistas, acampadas de protesta, espacios okupados… Colin Ward, en el texto «Reflexiones sobre las TAZ» señala que “una vez que el concepto de ‘zonas temporalmente autónomas’ se aloja en tu mente, empiezas a verla por todas partes: momentos efímeros de anarquía que ocurren en la vida cotidiana”.
 

Es aquí donde entra el punto en común entre el potencial de las acampadas por Palestina y las zonas a defender (Zad), que dentro del territorio gobernado por el estado francés son tan comunes. Se trata de terrenos okupados por personas que se posicionan en contra de grandes infraestructuras desarrollistas a la vez que tratan de vivir de forma autónoma. Como decimos, hay muchos ejemplos de Zad. La más conocida, la Zad de Notre damme des Landes en Nantes, surgida contra la construcción de un aeropuerto, pero la que más nos interesa resaltar en este artículo es la Amassada (asamblea en occitano), una tierra que se ocupó en Francia para luchar contra un megatransformador, requerido para recolectar la energía producida por los muchos proyectos de eólicos y transportarla a través de líneas de alta tensión. Dicha experiencia de lucha tiene un documental llamado «Nada nos detendrá» accesible en Briega.org.

Con esta referencia, quizás algunas lectoras se hayan percatado de la intención que tenemos con este texto, que no es la de presentar las Zad como modelos perfectamente replicables en nuestro entorno, sino la de tenerlas en cuenta como herramientas de lucha posibles.

Como venimos señalando los últimos meses, los planes de agredir el territorio son constantes en Cantabria. La lista cada vez va siendo más larga y cuesta hacer un listado sin perderse nada en el camino. Los polígonos eólicos proyectados en el centro y sur de Cantabria en Trasmiera y en los valles pasiegos, la conexión Reinosa-Potes por Palombera y el teleférico de Vega de Pas, el macrocomplejo turístico previsto para el entorno natural de Loredo y Langre, así como el tren de alta velocidad hasta Reinosa, son sólo algunos ejemplos que son acompañados por la desprotección de la ley del suelo.

A ello se le suma la turistificación, no sólo de los enclaves urbanos como la problemática de los pisos turísticos en Santander y la expulsión de vecinas en bloques enteros, sino de zonas donde los servicios básicos que garantizan la vida rural merman. Como ejemplo, los consultorios médicos de San Roque, Miera y Mirones no tendrán asistencia médica entre el 19 de junio y el 30 de agosto, en descarado contraste con la construcción de un columpio en los pozos de Noja para atraer turistas. La conversión de lugares atractivos por su biodiversidad en infraestructuras de atracciones lúdicas y totalmente desapegados del contexto cultural es una constante que dinamiza la economía especulativa de constructoras e inmobiliarias y administraciones públicas.

Las movilizaciones en forma de concentraciones y manifestaciones, las rutas y marchas por las zonas afectadas, las alegaciones, las performances, las charlas informativas, los actos culturales, las actividades de sensibilización y de autofinanciación… son los métodos de lucha más conocidos a la hora de abordar la lucha por la defensa del territorio y contra las infraestructuras innecesarias, pero quizás necesitemos ampliar el marco de posibilidades. Para ello, las zonas a defender en entornos rurales o periurbanos, así como las acampadas de protesta en entornos urbanos, tienen similitudes de las que podemos aprender para las luchas que vienen.

Ambas son difíciles de mantener por cuestiones como el acoso mediático-represivo, así como el gran esfuerzo cotidiano que supone el tener que compaginar la presencia constante con los cuidados en el resto de la vida, el trabajo asalariado y las situaciones personales. Ello suele relegar los perfiles que se encuentran en las mismas a personas con determinadas circunstancias económicas y sociales; personas paradas, personas jubiladas, estudiantes, militantes que se las apañan para escapar del trabajo asalariado en la medida de lo posible etc. No es lo mismo para ello, levantar una acampada o una Zad en el Estado francés, Estados Unidos o en el Estado español, pues las posibilidades de supervivencia cotidiana son distintas (rentas básicas, ayudas sociales, hábitos autogestionarios, cobertura pública, nivel de exclusión del mercado laboral, etc). Sin embargo, trae otras potencialidades que no se pueden conseguir con la anterior descripción de herramientas utilizadas hasta ahora en Cantabria para parar amenazas urbanísticas y extractivistas. Las acampadas y las Zads son medios, pero también son fines, y para ello, es necesario entender que cuando se protesta contra el genocidio del pueblo palestino, se está luchando también para acabar con la colonización israelí del territorio arrebatado a Palestina. De la misma manera, cuando queremos parar una iniciativa desarrollista, es necesario entender que no sólo estamos intentando parar un objetivo concreto, sino enfrentándonos al sistema que lo necesita.

Independientemente del tiempo de duración, una experiencia de acampada para exigir que la universidad de Cantabria abandone sus lazos con la industria militar y el colaboracionismo con el genocidio del pueblo palestino, es un lugar valioso del que aprender y sacar valoraciones porque nos recuerda métodos de lucha que a nuestro parecer son útiles y necesarios en los tiempos que corren y en los que están por llegar.

¡Acampemos la vida!

fuente: https://www.briega.org/es/opinion/hecho-deseo-acampadas-por-palestina-a-zonas-a-defender-defensa-tierra

reenviado por enred_sinfronteras@riseup.net
https://mastodon.bida.im/@RedLatinasinfronteras
https://twitter.com/RedLatinaSinFro/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *