Italia
Homenaje a un maestro: Toni Negri
Por Sandro Mezzadra
euronomade.info/
Publicamos aquí el discurso de Sandro Mezzadra en el congreso “Antonio Negri (1933-2023). Tras la pista de un pensamiento por venir ” en Bolonia el 16 de diciembre de 2024.
No olvido, al titular simplemente esta intervención “homenaje a un maestro”, que Toni se sintió cómodo con la definición de mal maestro , con la que fiscales y periodistas, políticos e intelectuales del régimen pretendían liquidarlo después del 7 de abril de 1979. En sus apasionadas memorias de Luciano Ferrari Bravo (2003), traza una ilustre genealogía del mal maestro, que incluye a Sócrates y Nietzsche, Maquiavelo y Spinoza. La lucha por la libertad, la indignación y la insurrección ante el “evento maligno”, la ruptura del orden hegemónico definen sus rasgos somáticos y su perfil intelectual. Por otro lado, escribe Toni, el buen maestro es “aquel que describe el mundo como hecho para quienes mandan y para quienes obedecen, para quienes administran y no se indignan”. Bon, como solía decir. Quizás, sin embargo, haya llegado el momento de salir del juego de los adjetivos, de negar en primer lugar que haya alguna enseñanza en la incitación a la aquiescencia y al culto al orden establecido. Y afirmar que -al menos para nosotros- el maestro es aquel que habla al borde de una ruptura, que ha actuado y experimentado en carne propia para medirse con el rompecabezas de la liberación.
Toni fue un maestro formidable, en este sentido. Y son innumerables las cosas que, a través de las generaciones, hemos aprendido y seguimos aprendiendo de él. La ruptura fue para él un método, no menos desde el punto de vista filosófico que desde el punto de vista político, y sobre todo en los numerosos cruces entre filosofía y política que marcaron su vida. Pensemos en la educación de Toni en los años cincuenta, en su continua búsqueda de recursos filosóficos (historicismo, el joven Hegel, fenomenología) que le permitieran, en la asfixiada provincia de Padua, trabajar sobre una nueva base de libertad e historicidad. Y luego, siendo un joven profesor, en el encuentro con la clase obrera de Porto Marghera, que convirtió a Toni en lo que seguirá siendo hasta el final de su vida: un comunista .
Se podrían recordar otras rupturas, innumerables: las que marcaron la historia del obrerismo italiano en los años 1960, el nacimiento de Poder Obrero y luego de la Autonomía Obrera; o la relectura subversiva del pensamiento de Spinoza en prisión, la comparación con la filosofía francesa y el adiós definitivo de la dialéctica en el exilio parisino, en busca de nuevos horizontes de liberación tras la derrota del asalto al cielo en los años setenta; y nuevamente la apertura al mundo a través del encuentro con Michael y la escritura de Impero , los viajes a América Latina y el ensayo creativo de categorías obreristas en contextos tan diferentes a aquellos en los que se habían originado.
Podría seguir mucho tiempo, pero me parece más importante subrayar cómo la trama de estas rupturas es claramente visible en los libros de Toni y, de hecho, constituye un motor esencial de producción y de innovación teórica.
Hablé de romper como método. Ahora es necesario calificar la ruptura con un poco más de precisión. Desde un punto de vista teórico, a Toni no le gustaba la historia de la filosofía, veía en ella un reflejo de orden y una obsesión innata por la continuidad de los problemas en la sucesión de obras y días. De manera coherente, su manera de leer a los grandes filósofos a los que ha dedicado estudios magistrales, insiste en su singularidad, en el conjunto de cesuras en las que está inmerso su pensamiento, en su irreductibilidad a esquemas predeterminados. La modernidad, en el camino de la investigación que encuentra una síntesis en El poder Constituyente (1992), le parece a Toni escindida, atravesada por un antagonismo que los nombres de Maquiavelo, Spinoza y Marx abren en dirección a una revolución siempre renovada. Por otro lado, desde un punto de vista político, la lectura de Marx que Toni inició en los años 1960, centrándose en el primer libro de El Capital , y continuó en la década siguiente trabajando en los Grundrisse , insiste en la transformación continua de la relación del capital frente al desafío que plantea –también en formas siempre nuevas– la lucha de la clase trabajadora. La ruptura aquí parece ser producida directamente por el antagonismo constitutivo de la relación de capital, y requiere una adaptación continua de las herramientas de análisis, formas de organización y horizontes estratégicos. Toni se enfrentó a este desafío a lo largo de toda su vida, ciertamente con resultados dispares y no sin errores de valoración, pero con una radicalidad y una pasión que sólo podemos reivindicar.
Habría que decir algunas palabras más sobre Marx, sobre la relación de Toni con Marx. La interpretación desarrollada en los años 1960 en el seno del obrerismo, en revistas como “Quaderni Rossi” y “Classe Operaia”, le permitió establecer un punto esencial, continuamente reelaborado en las décadas siguientes: lo que cuenta, en el análisis del capital, es el poder del trabajo vivo, única fuente de valor. Se trata de una perspectiva muy original, que no olvida la dureza y la violencia de la explotación o, más generalmente, de la dominación del capital, pero nos invita a leerlas críticamente siguiendo el hilo de su siempre posible derrocamiento. En este sentido, la investigación (la indagación ) sobre lo que Marx llama en los Grundrisse “el trabajo como subjetividad”, o sobre la variación de su composición a través de las cesuras que marcan la historia y el presente del capitalismo, se vuelve central.
En la obra de Toni, este tema estaba sin duda entre los más importantes: por poner algunos ejemplos, pensemos en la anticipación del fin de la centralidad de la fábrica en los años setenta y la transición del trabajador de masas al trabajador social, la comparación con el la filosofía francesa (Deleuze, Guattari y Foucault en particular) a partir de la década siguiente, o a la propuesta de la categoría de “multitud” (a partir de los estudios spinozianos y luego en Imperio ). Me parece que hay aquí, en esta lectura de Marx desde el punto de vista del “trabajo como subjetividad”, una indicación preciosa en torno a la cual seguir trabajando, complicando y enriqueciendo el marco teórico e implementando nuevas prácticas de investigación.
La obra de Toni es tan vasta y compleja que ciertamente no puede explicarse en estas pocas palabras. Personalmente, comencé a leer sus libros en la adolescencia, mucho antes de conocerlo y luego hacerme amigo de él. Al tener que elegir un solo libro que ha dirigido e influido en mi obra, me decanto por La forma Stato. Para la crítica de la economía política de la Constitución (1977). No es un libro sencillo, debido al entrelazamiento del léxico marxista y el léxico jurídico, combinados en el análisis de temas como el estado de los partidos, el derecho laboral, el gasto público y el compromiso histórico. Y, sin embargo, todavía hoy me parece un libro imprescindible: el análisis minucioso del derecho y del Estado, que se realiza aquí desde el punto de vista de la lucha de clases interna a la Constitución, anticipa transformaciones y crisis que sólo se convertirían en evidente muchos años después, en el contexto de los debates sobre la “globalización”. Una vez más, lo que Toni nos da aquí es ante todo un principio de método: para repetirlo en palabras simples, como el capital, el derecho y el Estado deben interpretarse desde el punto de vista de la lucha de clases. El título del último capítulo de La forma Estado , “Del ‘extremismo’ al ‘¿Qué hacer?’” especifica aún más este principio de método y nos permite mencionar a Lenin, a quien Toni dedicó un libro muy importante: La fábrica de Estrategia (1977) (…), el prefacio de una nueva edición de Estado y Revolución (2022).
Como inicio de conclusión, Toni fue sin duda uno de los intelectuales más importantes de la segunda mitad del siglo XX en Italia: el interés por su pensamiento está hoy muy extendido en muchas partes del mundo, y yo diría que sería apropiado evitar que esto acabe siendo cierto. Para él, lo que también es cierto para Antonio Gramsci, es que es más leído en el mundo que en Italia.
Organicémonos en este sentido, pongamos de nuevo en circulación sus libros, adoptémoslos en los cursos universitarios, organicemos seminarios e iniciativas en el seno de los movimientos, ¡sigamos juntos las “huellas de un pensamiento por venir”!
Y reivindicamos la anomalía de Toni, su “vida comunista”: en particular reivindicamos la irreductibilidad de su modo de entender la relación entre trabajo teórico y militancia política con las dos figuras del siglo XX del intelectual comprometido y el “intelectual orgánico”.
La política, para Toni, nunca ha sido una dimensión “externa” al trabajo intelectual, sino que constituyó un aspecto esencial de este, así como la producción de teoría (también a través de la investigación) vivía dentro de la militancia política. Sin olvidar la excepcionalidad de la vida y del pensamiento de Toni, y por tanto con la necesaria modestia, hay aquí otra indicación de método para nosotros -o al menos para mí-.
Y luego Toni nos enseñó que hay que empezar de nuevo. Siempre.
Esto es lo que le dice un hombre a una mujer en Settanta (2007), una obra escrita con Raffaella Battaglini. La escena se desarrolla en una prisión especial, quizás Trani, después de la revuelta de diciembre de 1980. “Empezar de nuevo?”, pregunta la mujer. Y el hombre responde: “lo único que siempre vuelve a empezar / la revolución”.
¿Hay ingenuidad en estas palabras? ¡Cierto! Pero podemos imaginar la sonrisa de Toni mientras le escribía. Y con él podemos pensar, incluso en tiempos de guerra, genocidio y reacción que nos toca vivir, que la revolución siempre está materialmente dada como una posibilidad -y que debemos vincular nuestro trabajo teórico y nuestra militancia política a esa posibilidad-.
fuente: https://www.euronomade.info/omaggio-a-un-maestro/
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