Infancia en la ciudad de Gaza. 12 de mayo 2025
Gaza
“Mi forma de resistir es quedarme en Palestina”
RAMI ABOU JAMOUS
23 de Mayo 2025
Como sabéis, unos 110 habitantes de Gaza han llegado recientemente a Francia, evacuados a finales de abril gracias al consulado francés en Jerusalén. Entre ellos había agrupamientos familiares, personas que recibieron becas universitarias, artistas, personas que tienen diversos vínculos con Francia y que querían salir de Gaza. Inmediatamente después, recibí muchas llamadas de amigas y amigos franceses, periodistas o no, todas con la misma pregunta: “¿Por qué no te has ido? Algunos incluso me ofrecieron llamar al consulado de Francia, creyendo que me habían olvidado en la lista de candidatos a salir. Respondí que, desde el primer día de la guerra, el consulado me ofrece salir de Gaza, con mi familia, y acogerme en Francia. Pero me niego.
Me dicen: “Rami, ¿por qué te quedas? Ves que va de mal en peor en Gaza. La única salida es la muerte, bajo las bombas o por el hambre. Puedes ayudar a tu patria y a la causa palestina desde el extranjero. Mantenerse con vida es bueno para Palestina”.
Entiendo estos argumentos y los respeto. Y sé que la mayoría de la gente me pide que me vaya porque me quiere y tiene miedo de perderme. Quiere una vida mejor para mi familia y para mí. Es cierto que considero que Francia, donde viví entre 1997 y 1999, es mi segundo país. Fue en Francia donde cumplí dieciocho años. Fue un buen momento de mi vida, y aprendí mucho. No solo el idioma, sino también muchos valores: libertad, igualdad y fraternidad. Fue en Francia donde conocí al mundo entero, no solo a las y los franceses, y eso me enriqueció. Hubo un gran intercambio cultural en la ciudad universitaria, donde conviví con estudiantes de todos los países. También aprendí a amar el chocolate y los quesos. El sentimiento de pertenencia a un país, al final, no está necesariamente relacionado con nuestros orígenes, y podemos sentirnos tan franceses como palestinos.
Durante mucho tiempo soñé con volver
He dudado en escribir estas palabras. Pero quiero explicar a mis amigos y amigas por qué he tomado esta decisión. No es un suicidio. No quiero morir, y no quiero que mi familia muera. Me opongo a la resistencia armada, aunque sea nuestro derecho, como el de todos los pueblos bajo ocupación, e incluso si los israelíes han cambiado las normas y califican la resistencia de terrorismo, y los elementos del lenguaje del más fuerte se repiten en todo el mundo. Pero para mí, mi forma de resistir es quedarme en Palestina.
Nací en Líbano. Mis padres vivieron la Nakba. Mis abuelos maternos se fueron al Líbano, mis abuelos paternos a Jordania. No tengo raíces familiares en Gaza, y no tengo tíos, ni tías, ni primos, ni primas. Pero durante mucho tiempo, cuando vivía en la diáspora, soñé con el día en que regresara a Palestina. Hasta que los acuerdos de Oslo me permitieron volver. Por eso no quiero irme.
Aquí es Rami, ciudadano palestino, quien habla. Para el periodista, es sencillo: si decido irme, ya no quedarán periodistas francófonos en Gaza. Es cierto que no soy algo importante en medio de este genocidio y de esta guerra mediática. Sé que solo soy una pequeña voz en el fondo del abismo, una pequeña pluma frente a un enorme arsenal mediático. Pero considero que debo hablar de lo que está pasando en Gaza. Soy creyente; para mí, no somos nosotros quienes decidimos sobre nuestra vida y nuestra muerte. Si tenemos que morir, será a tal hora, en tal lugar, pero no sabemos dónde ni cuándo. Tampoco sabemos cómo.
¿He tomado la decisión correcta para mí, para mi familia?
Durante esta guerra, unos amigos abandonaron la ciudad de Gaza para refugiarse en Khan Younès. Fueron asesinados en Khan Younès. Otros se fueron a Rafah, fueron asesinados allí. Otros querían irse a Egipto y murieron allí. No, no somos nosotros quienes decidimos. Podemos decidir, es cierto, permanecer con miedo bajo los bombardeos, arriesgarnos a la hambruna. ¿He tomado la decisión correcta para mí, para mi familia? Me hice esta pregunta hace dos días, cuando, por primera vez, vi lágrimas en los ojos de Sabah, mi esposa. Es raro en ella. Las lágrimas dejaban rastros negros en sus mejillas rosadas, debido al humo del horno “sistema D” en el que se quema carbón, madera y todo lo que es combustible. Cuando vi esas perlas en rosa y negro en sus mejillas, me dije a mí mismo que reflejaba exactamente lo que vivimos: la belleza de su rostro rosado, y el negro de las cenizas de nuestra patria y la dureza de nuestra vida. Empecé a declamar los versos de un poema de Nizar Kabbani 1: “Y la lluvia negra en mis ojos cae, ráfaga tras ráfaga…”, y logré hacerla reír un poco.
En realidad, esto me rompió el corazón. No le pregunté: “¿Por qué lloras? “, le pregunté más bien, directamente: “¿Quieres irte, Sabbuha? (diminutivo de Sabah) ”. Ella me respondió: “Esto está fuera de discusión. Si te vas, nos vamos todos juntos. Si te quedas, nos quedamos todos juntos. Si vivimos, todos vivimos juntos. Si tenemos que morir, que muramos todos juntos”. Cogí a Sabah en mis brazos y traté de detener esta lluvia negra que corría por sus mejillas. Ella me dijo:
Sé que pocas personas en Gaza viven la misma vida que yo. Sé que haces todo lo posible para que tengamos el mínimo vital, y que este mínimo es un máximo para los demás. Yo tengo todo lo que necesito, aunque sea un poco difícil. Veo cómo viven mis amigos, mi familia, en qué angustia. Estoy harta de esta injusticia. Y lloro por eso.
Asesinados… por un saco de harina
Aún así, me hice la pregunta: ¿ir o quedarme? ¿Debía ahorrarle a mi familia esta tristeza, este dolor? Estaba desgarrado por dentro. Estoy harto de todo este sufrimiento en Gaza, de estas masacres, de esta carnicería diaria, de la hambruna, de la humillación sufrida por todas estas personas que tienen que vivir en las tiendas de campaña, en las calles… Recientemente, Sabah se ha visto afectada personalmente por estas masacres. Uno de sus tíos fue asesinado, con dos de sus hijos… por un saco de harina.
Vivía en el barrio de Chouja’iya 2, en una zona que los israelíes habían ordenado evacuar. La familia se había ido sin nada, y el primo de Sabah y su esposa intentaron volver a casa para recoger un saco de harina, dado que la hambruna crecía de día en día. Un francotirador israelí los asesinó. El hombre yacía en el suelo. Su esposa estaba herida, pero pudo correr para alertar a su familia. El padre, el tío de Sabah y otro de sus hijos fueron a socorrerle. El francotirador los derribó a su vez. Permanecieron tres o cuatro horas vaciándose de sangre en la calle. Nadie se atrevía a ir a recogerlos, debido a los francotiradores y drones armados que merodeaban sobre el escenario. Los tres murieron.
Sabah ya había perdido a otro tío, también asesinado por el ejército de ocupación. A uno de sus primos le amputaron una pierna. Su padre murió, como le conté, no en un bombardeo, sino de pena 3; ya no soportaba la humillación de vivir bajo una tienda de campaña. Hay mucho dolor en el corazón de Sabah, pero piensa que quedarse aquí es la decisión correcta. Esta es nuestra forma de resistir este desafío. Ella me dijo: “Seguiremos hasta el final. Y el día que todo esto se detenga, quiero que cumplas tu promesa de salir, de cambiar un poco de aire, especialmente para los niños”.
Estas palabras me tranquilizaron un poco. Me doy cuenta del cansancio de Sabah, que tiene que cuidar de un niño pequeño y un bebé, y cocinar con ese fuego que mantenemos encendido quemando todo lo que podemos, aunque ella es asmática. Afortunadamente, nos quedan medicamentos enviados por nuestra querida amiga, la periodista Marine Vlahovic, que ahora también descansa en paz. Espero que tengamos suficiente para aguantar hasta el final.
No os enfadéis conmigo si perdemos la vida
Tengo muchos amigos aquí que quieren irse, que trabajan para las ONG francesas o que tienen hijos en Francia. Me pidieron que viera si el consulado francés podía sacarlos. También tengo amigos que me transmitieron las declaraciones de los que fueron evacuados por Francia, diciendo: “Amo a mi patria, pero no quiero perder a mi familia”.
Yo tampoco quiero perder a mi familia. No juzgo a nadie. Yo también quiero que mi familia tenga una buena vida, una vida hermosa. Pero es mi forma de resistir. Si somos uno de los supervivientes de este genocidio, quiero que Walid, Ramzi y Sabah estén orgullosos de mí. Espero que siga aprobando esta decisión, y que algún día los niños entiendan por qué su padre tomó esta decisión: para que una pequeña pluma de Gaza, una pequeña voz de Gaza, pueda hacer algo por Palestina.
Un día, cuando todo se detenga, espero poder llevar a mi familia a Francia: Sabah, Ramzi, Walid y los hijos de Sabah, a los que considero mis propios hijos. Espero que podamos cambiar un poco de aires, que nos encontremos con todos nuestros amigos y amigas que esperan vernos sanos y salvos, que encuentre mi segundo país, Francia. Y que pasaremos la página de este genocidio.
No os enfadéis conmigo si perdemos la vida, si algún día estamos entre las víctimas de este genocidio, si nos vamos a descansar en paz. No quiero que mis amigas y amigos, que son muy queridos para mí, me culpen por haber decidido quedarme en Gaza. Es una decisión difícil, de vida o muerte. Pero, a veces, la dignidad vale mucho más que la vida. Espero que todo el mundo me entienda, sobrevivamos o no. Pero espero que todos nos encontremos, pasemos esta página y abramos una nueva; una página de alegría, coraje y sobre todo dignidad.
13/05/2025
Rami Abou Jamous, periodista palestino en Gaza.
OrientXXI
Traducción: Faustino Eguberri
Notas
1
Nota del editor. Poeta sirio (1923 – 1998), uno de los poetas contemporáneos más famosos del mundo árabe, conocido tanto por su poesía comprometida como por sus poemas de amor.
2
Barrio situado en la zona este de la ciudad de Gaza.
3
https://orientxxi.info/dossiers-et-series/mon-beau-pere-a-quitte-cette-vie-pour-ne-plus-souffrir-de-l-humiliation,7200
fuente: https://vientosur.info/mi-forma-de-resistir-es-quedarme-en-palestina/
.
reenviado por enred_sinfronteras@riseup.net
https://mastodon.bida.im/@RedLatinasinfronteras
también editado y en difusión desde
https://argentina.indymedia.org/