Desde la Liga LGBTIQ+ de las Provincias repudiamos las declaraciones de Jorge Bergoglio que promueven la patologización de las infancias LGBTIQ+.
“Cuando eso [la “homosexualidad”] se manifiesta desde la infancia, hay muchas cosas por hacer por medio de la psiquiatría, para ver cómo son las cosas. Otra cosa es cuando eso se manifiesta después de los 20 años“, afirmó Jorge Bergoglio el domingo pasado.
Estas declaraciones dejan abiertas muchas preguntas. ¿A qué se refiere Bergoglio cuando afirma que “hay muchas cosas por hacer por medio de la psiquiatría” cuando la “homosexualidad” “se manifiesta desde la infancia, pero a la vez sostiene que “otra cosa es cuando se manifiesta después de los 20 años”? A prima facie, Bergoglio afirma que, detectada antes de los 20 años, la “homosexualidad” podría tratarse psiquiátricamente. ¿En qué consistirían estos tratamientos psiquiátricos que aconseja aplicar sobre les niñes y adolescentes que manifiesten “homosexualidad”?
Al día siguiente, el Vaticano salió a aclarar – u oscurecer – esos dichos a través de Paloma García Ovejero, quien manifestó que “Cuando el Papa se refiere a ‘psiquiatría’ está claro que quería dar un ejemplo sobre las diferentes opciones de lo que hay que hacer. Con esa palabra no quiso decir que fuera una enfermedad psiquiátrica, sino algo psicológico“.
Las aclaraciones, lejos de saldar los interrogantes mencionados, los multiplican. ¿A qué se refiere el Vaticano cuando afirma que la “homosexualidad” sería “algo psicológico” en lugar de una “enfermedad psiquiátrica”? ¿En qué consistirían entonces los tratamientos psicológicos que aconseja aplicar sobre les niñes y adolescentes que manifiesten “homosexualidad”?
Las diversidades y disidencias vinculadas a las corporalidades, identidades y deseos que no se disciplinan a la héteronorma han sido históricamente oprimidas por el orden patriarcal que ha contado con la Iglesia Católica Apostólica Romana no sólo como aparato ideológico, sino también como aparato represivo a lo largo de la historia. Estas diversidades y disidencias han sido percibidas, apreciadas y controladas como pecado, enfermedad y delito por la Iglesia Católica y el Estado.
Aún hoy, el movimiento LGBTIQ+ debe seguir combatiendo en soledad – ante la indiferencia o complicidad de la sociedad y el Estado – las llamadas “terapias de reorientación sexual” que pretenden “convertirnos” en heterocisexuales a través de técnicas que han sido definidas con absoluta claridad y contundencia por los organismos internacionales de Derechos Humanos como tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Delito es la violencia sexual contra les niñes ejercida por miles de sacerdotes y monjas en Argentina y el mundo, niñes que el Estado lanza con total irresponsabilidad a la boca del lobo, aún hoy, cuando las aberrantes redes de pederastia de la Iglesia Católica ya han salido a la luz en numerosos países, como el nuestro, y cuando se ha demostrado la decisión criminal de las más altas autoridades de la institución para encubrir dichos crímenes.
Por todo lo expuesto, no sólo repudiamos las declaraciones de Bergoglio y el Vaticano, sino que exigimos al Estado Nacional y los Estados provinciales a que dejen de financiar con nuestros impuestos a la Iglesia Católica – y las religiones en general -, así como les reclamamos que dejen de delegar en dicha Iglesia el cuidado de les niñes y adolescentes institucionalizades para garantizar la protección de sus Derechos Humanos.
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