Tendencias en la arquitectura actual
Antes que nada, sepa el lector que este artículo no trata de transmitir ningún conocimiento. Sólo pretende –y no es poca pretensión– hacer llegar a cada uno de ustedes, arquitectos o no, siquiera una pequeña fracción de sentimiento, que al fin y al cabo, es conciencia. Bien, vamos allá.
No se engañen, no quiero hablar de arquitectura bioclimática, ni de arquitectura solar, ni de arquitectura eco-tech, bio-bio, ni siquiera “ecológica”… Creo que centrar este artículo en una de esas tendencias sería una traición a la objetividad. Algo parecido a mirar el interior de una catedral a través de uno solo de los vidrios de color de sus vidrieras. Creo más adecuado, para este caso, olvidarnos de los matices y usar un vidrio transparente y con el mínimo de distorsión.
Una cuestión de terminología: el término “arquitectura respetuosa” intenta empaquetar objetivamente todas las respuestas al problema del medio ambiente, evitando entrar en casos particulares.
Tratemos de formarnos una imagen general, global, y quizás por ello algo vaga, de la arquitectura en el mundo. Más exactamente, de la arquitectura en el entorno (De interés leer el artículo del periódico ElPais), en su radio de actuación. Tal vez les parezca una perogrullada recordarles que toda actividad humana tiene un impacto en el medio. Pero piensen ahora en cuántos de esos “impactos” vienen a ser positivos, es decir, de mantenimiento/recuperación del medio, y cuántos “negativos”, o sea de desestabilización/degeneración. Piensen un poco y verán que no es tan simple el asunto.
Si los animales comen, matan, se reproducen y buscan cobijo, los seres humanos tienen la gastronomía, la tortura, el erotismo y la arquitectura. En definitiva, la cultura. Esta manera peculiar de sobrevivir nos ha ido alejando paulatina pero irrevocablemente de los ciclos propios de la naturaleza. Al quedar exentos, quedamos aislados, y al aislarnos, perdemos la innata capacidad que tienen los animales de actuar de acuerdo con el ecosistema.
La arquitectura en particular constituye una de las actividades culturales más básicas y con mayor peso económico, social y ambiental. En el sector de la construcción se va casi una tercera parte de la energía utilizada por la humanidad. Sin contar, la construcción eficiente también proporciona un mayor retorno de la inversión frente la reducción de las emisiones de CO2 frente al cambio climático.
Arrastra detrás miles de diferentes industrias, materias primas y servicios, y por todo ello, considero que tiene voz y voto en la evolución del mundo, además de ser un sector de los más fácilmente “revisables” y adaptables. Es sorprendentemente sencillo cambiar ligeramente el enfoque de diseño y entrar en una nueva dinámica constructiva con más visión de futuro (y presente).
Uno de los peores prejuicios hacia esta arquitectura “alternativa” es pensar que todo son grandes cubiertas inclinadas con paneles solares, sin calefacción adecuada y hasta sin teléfono ni televisión. O cuando compramos una vivienda, si la venden con la etiqueta “ecológica” el precio en venta es más alto. No!… (Ver artículo consejos para comprar una casa) Hay múltiples estudios que lo confirman, por respetar al medio ambiente no tenemos que pagar más por una vivienda.
No me sean malpensados, por favor. La arquitectura que yo llamo “respetuosa” sólo se diferencia del resto en el hecho de haber sido diseñada teniendo en cuenta un factor global más: el impacto de corto y largo alcance en el medio.
Respetuosos pueden llegar a ser la media-house, el museo deconstructivista, el palacio de congresos de aspecto adusto, la cruda desnudez de la fábrica, la caseta de huerta de aspecto rural, el refulgente rascacielos, el centro comercial parpadeante y exhibicionista… En algunos casos más fácilmente que en otros, claro. Pero hay que intentarlo. Créanme, hagan lo que sea, pero respetuoso con el ambiente.
Fíjense que, de momento, he evitado cuidadosamente asimilar esta arquitectura con la ecología o el ecosistema. He hablado de respeto por el entorno, por el ambiente, y aquí no sólo entra la naturaleza. Como humanos, tenemos entornos artificiales, derivados de la cultura y la técnica. O de la organización social. Entornos emocionales, anímicos… Y la arquitectura entra en todos ellos, envolviéndolos, guiándolos, sosteniéndolos. Si entendemos (con cierto riesgo de simplificar demasiado) la arquitectura como una generación de entornos, hemos de extender el respeto a su totalidad.
Bueno, ahora sí me veo obligado a concretar un campo de acción, ya que al fin y al cabo los arquitectos no somos superhéroes. De todo lo dicho en general, yo destacaría, sin dudar demasiado, el individuo y el entorno natural (ahora sí, ecosistema).
Los edificios no pueden ni deben cambiar de golpe y porrazo a la sociedad, sino de que han de actuar a nivel más bien individual, sobre las personas que los habitan. Respetando al individuo y proponiéndole formas de vida basadas en el respeto, ya estamos mejorando “desde abajo” la sociedad. Y cuidando el impacto ecológico, hacemos una inversión de futuro como nunca la habíamos hecho.
Nuestro objetivo más lógico sería reintegrarnos en los ciclos naturales sin perder nuestra identidad como humanos. Así podríamos seguir “funcionando” sin renunciar a nada. Veamos, ¿cómo afectaría esto a la arquitectura? No pido volver a habitar en cuevas, ni perder el nivel de confort alcanzado en la sociedad occidental.
Tampoco hablo de destruir toda la arquitectura contemporánea, con sus variados discursos, para convertirla en horribles casitas con placas solares. Entiendan que la arquitectura que les estoy proponiendo no rompe con nada de lo conseguido hasta ahora. Más bien al contrario, es una mejora en todos los sentidos. Hablo de integrarnos humanamente, a través de nuestra cultura, que no es en absoluto incompatible con el entorno…
Hasta ahí he llegado. Enfocar más sería describir las diferentes posturas ante estos temas, y eso sería convertir este artículo en un estudio exhaustivo. Simplemente, reflexionen sobre el tema y miren a su alrededor en busca de soluciones. Verán qua hay tantas soluciones buenas como casos particulares, y también una serie de verdades que valen prácticamente para todos los casos.
¿Qué es, pues, lo mejor que podemos hacer? No soy yo quien para establecer semejante enunciado, así que me bastará con que el lector llegue a hacerse a sí mismo esa pregunta y piense y actúe en consecuencia.
Ahora, si ha leído todo el texto y le pica algo en algún lugar de su mente, enhorabuena. Guarde todo en su conciencia y ande con los ojos muy abiertos a la realidad. Con eso me basta. Si lo ha leído y le dejó indiferente, pues… vuelva a leérselo. Y si no lo ha leído, no sé que demonios hace leyendo esto.