Dos interesantes trabajos de los historiadores del Museo Histórico Regional “Emma Nozzi” Jorge A. Bustos y Leonardo A. Dam, “Registro de Vecindad del Partido de Carmen Patagones” (1887) y “Botín de Guerra” (1), analizan desde las estadísticas oficiales de la época y la evidencia histórica escrita, los profundos cambios en la población originaria de la zona luego de la “Conquista al Desierto”.
27/09/2019
En el primer caso, se trata de un registro levantado en 1887 conforme a la ley orgánica de las municipalidades bonaerenses de 1876. El mismo, señalan los autores, comenta aspectos del proceso de captura y distribución de niños indígenas (ante el traslado a campos de concentración o la desaparición de sus padres) entre las familias acomodadas de Carmen de Patagones, a partir de las campañas genocidas (de “expansión nacional”, según los historiadores) de las décadas de 1870 y 1880.
En referencia al segundo trabajo, se narra, desde una perspectiva histórica que se pretende “objetiva”, el mismo proceso de apropiación de niños indígenas luego de la campaña genocida en la Patagones-Viedma de finales del siglo XIX. Se trata, en este caso, de un análisis que hace hincapié en la legislación que avaló el genocidio y sus resistencias, así como a las formas de vida de las poblaciones indígenas antes de la agresión.
El registro de vecindad
Si bien se aclara desde el comienzo que los datos del Registro son solo aproximaciones (2), muchas de las veces imprecisas de la situación poblacional, estos acercan una imagen del universo social, político y cultural de la época en nuestra zona.
Los datos indican, que de los 2.733 habitantes que figuran en el Registro de Vecindad, 2.019 son urbanos y 714 rurales. De ese universo fueron consignados en la categoría “indio”, “india” o “china” 130 personas, de las que 104 (80%) son menores de edad.
Agrega que de esos “indios” menores de edad, 97 (93,26%) están registrados en casas de familias criollas o de origen inmigrante, mientras que los siete niños restantes (6,73%) viven en el seno de familias que eran consideradas indígenas. Cabe señalar -agregan los historiadores- que de los 130 “indios” que figuran en el Registro, sólo 15 son pobladores rurales, mientras los restantes 115 son urbanos.
En cuanto al origen de estas “adopciones”, los registros parroquiales los describen como “hijos de padres indios desconocidos” (3), aunque, como aseguran los investigadores “sus páginas se agiten aún por los gritos desgarradores de las madres despojadas de su ser más preciado”.
Otro dato relevante es el nivel de educación de los “niños indígenas”. Así el Registro informa que de 83 niños indígenas, domiciliados en Carmen de Patagones en edad escolar (4 a 16 años), solo el 19,27% concurre a la escuela. Mientras que para los niños “argentinos”, para la misma franja etaria, de 599 concurren a la escuela 293 es decir un 48,91%. El dato muestra mayor significación, cuando se aclara que estos niños se encontraban en las familias más destacadas de la aldea, la totalidad de cuyos hijos estaba escolarizada.
En el centro de todos estos acontecimientos, se cuenta sin duda, la manera en que eran distribuidos estos niños. Una esquela a Lino De Roa, comandante de la columna que persiguió a las familias de Sayhueque, Foyel, Inacayal y otros grandes caciques por el interior de Río Negro y Chubut, expulsándolos de sus territorios (“anexando estos territorios para la nación”, dirían Bustos y Dam) grafica las modalidades. Peticiones como la precedente eran habituales en el Carmen de Patagones y Viedma de la primera mitad de la década de 1880..
“Amigo Roa, necesito que me haga el servicio de separarme dos chinitas buenas de las que trae y que ya el General Vintter sabe sobre esto, y le agradecería si pudiera mandármelas en la primera oportunidad, estas chinitas son para mi familia. También le encargo cualquier curiosidad que pueda encontrar en duplicado pues estoy arreglando una pequeña colección y desearía obtener algo de por esos parajes”.
Al finalizar, la investigación concluye que “con este trabajo en curso nos proponemos demostrar, entonces, que los niños de las familias indias desestructuradas por el ejército de Roca y asignadas a vecinos de Patagones, lejos de nuestra inicial suposición, no contaron con ningún tipo de salvaguarda por parte de los salesianos arribados al Carmen desde 1880”.
Agregan al respeto que “en la extensa lista de asuntos que requirió el intenso accionar de la orden religiosa, no hubo sitio para el cuidado de la seguridad física de estas criaturas y mucho menos para su educación”.
Niñez apropiada
En el texto “Botín de Guerra”, los historiadores aclaran desde un comienzo que “tratamos de explicar hechos y procesos sin adjetivar, porque no nos corresponde emitir juicios de valor, si bien resulta imposible desprenderse por completo de la subjetividad, sostenemos el propósito de ser objetivos”.
Sin embargo, la evidencia histórica (fruto de una nueva historiografía que toma distancia de la “historia oficial” y del “revisionismo”) denuncia los hechos en los testimonios escritos y orales de las víctimas. En este último aspecto, muy interesante es el aporte del historiador Walter del Río.
Al respecto, estos textos reconocen que si bien la expansión territorial del estado argentino (en el marco de un contexto internacional marcado por el capitalismo) era inevitable, se alzaron voces para denunciar la solución final (4) emprendida por el estado argentino contra el “problema del indio”. Por esto, citan, que los lazaristas, alegando razones de conciencia resignaron de la misión en Patagones, a favor de los salesianos, cuando descubrieron el tenor de la Campaña. En este mismo sentido, hay que agregar las intervenciones de Aristóbulo del Valle (senador nacional por el Partido Autonomista y cofundador de la UCR) y de algunos medios de prensa de la época, que incluso, como señala la antropóloga Diana Lenton, denunciaban los hechos como “crímenes de lesa humanidad”.
La construcción del Desierto y los DDHH Humanos de ayer y de hoy
Como relata Marcelo Valko en su libro “Pedagogía de la Desmemoria. Crónicas y estrategias del Genocidio Invisible” (impactante raconto histórico, que por sabido, no deja de arrojar luz sobre los hechos) “La Conquista al Desierto” (en realidad, la construcción del mismo) implicó un proceso que unió las colaboraciones de los gobiernos (De Rosas a Roca), la iglesia (con los “humanitarios” salesianos y su gesta “evangelizadora”) y los medios de prensa (que junto a la Iglesia cumplieron con la justificación ideológica del genocidio).
Paralelismos con la dictadura de 1976. En ambos casos, (la “Conquista al Desierto” y la dictadura cívico-militar) dice Valko, la ofensiva militar se da cuando la resistencia armada (de los pueblos originarios y la guerrilla) estaba vencida. En ambos casos, agrega el autor, el objetivo era la instalación de modelos económicos favorables para los sectores dominantes locales y extranjeros.
Al final, quedan las mismas preguntas: ¿Cómo se repara semejante atrocidad contra los pueblos indígenas?, ¿cómo se piensa un país surgido de la invisibilización y el intento de desaparición de un pueblo? No solo el país, sino también y especialmente nuestra región, deben empezar a verse en su historia, en la resignificación del presente y en las voces que fueron acalladas.
*Por Izquierdos Humanos. Publicado originalmente en Amargas Sales.
(1)La imagen digitalizada corresponde a la muestra “Botín de Guerra” del Museo Ema Nozzi (Bustos y Dam). Esta imagen es paradigmática porque tras de ella constan las identidades (nombres y apellidos) de los tres personajes que aparecen cómodamente sentados (representantes de las “prestigiosas” familias de Patagones de fines del siglo XIX), pero no figura ni el nombre ni mucho menos el apellido del niño indígena cautivo.
(2)Bustos y Dam indican “que el registro no es exhaustivo lo prueban cinco niños indígenas que hemos identificado en los libros de la Defensoría de Menores del Partido y que no aparecen en aquel”.
(3)En este caso hay una semejanza con el concepto moderno de “desaparecido”, ya que aquí también se “desconoce” y es “incierto” (tal el “relato” de la dictadura cívico-militar), el paradero de los padres de los niños apropiados desde 1976.
(4) Anteriormente, se ensayaron otras “soluciones”: la constitución de misiones, expediciones militares razziales, la construcción de una zanja que separaba el territorio criollo del indígena, etc. Finalmente se optó por una “solución final”, que fue el aniquilamiento de las poblaciones indígenas de pampa y patagonia. El desmembramiento de las familias, deja en claro el concepto de genocidio, que significa la intención de un Estado no solo eliminar una población, sino de impedir su reproducción (Lenton).
Fuentes: El “Registro de Vecindad del Partido de Patagones” (1887) y “Los niños indígenas como botín de guerra” (2012). Bustos y Dam. “Botín de Guerra”. Museo Histórico Regional “Emma Nozzi”. Bustos y Dam.
Fuente: https://latinta.com.ar/2019/09/ninos-indigenas-botin-guerra-patagones-viedma/