El reconocimiento del Este de Jerusalén como capital de Palestina por la Unión Europea a 70 años de la creación de Israel, un chivo espiratorio heterogéneo


Delimitación del Problema
Falta de acuerdo político común en materia exterior, en el marco de la Unión Europea, respecto al reconocimiento de la soberanía y autodeterminación del pueblo palestino en el Este de Jerusalén, en la actual crisis geopolítica de relocalización de embajadas iniciada por los Estados Unidos.

Planteamiento del Problema
Históricamente, es indisoluble la relación simbiótica existente en el conflicto árabe-israelí entre los actores primarios de éste y los localizados en la región europea, basado en las acciones geopolíticas que las potencias de ésta han efectuado en el Levante Mediterráneo, desestabilizando el caótico orden (aunque parezca contradictorio) étnico-político territorial pre colonial.
Específicamente, en lo concerniente al conflicto palestino-israelí, éste es rastreable en el establecimiento del Estado de Israel en 1948, producto de la disputa entre los movimientos nacionalistas de las provincias árabes del Imperio Otomano a finales del siglo XIX, y el surgimiento del movimiento nacionalista sionista, que propulsaba el derecho de establecimiento del pueblo judío disperso por el globo a auto determinarse a través de un Estado.
Disputa en la que el Reino Unido jugó un rol central, al tener jurisdicción sobre el territorio en conflicto, a través del Mandato Británico legitimado por la Sociedad de Naciones, tras la desintegración del Imperio Otomano, entre 1920 y 1948, año en que unilateralmente se estableció el denominado Estado de Israel (14 de mayo), motivado por la el Plan de las Naciones Unidas para la partición de Palestina de la ONU de 1947, luego de que la comunidad palestina rechazara el mismo, lo que escaló la oleada de violencia e intervención militar; apoyado prontamente por las potencias europeas, en el velo de los horrores del Shoah, que continuaban presentes en la memoria colectiva europea, y del mundo.
Jerusalén como ciudad sagrada y pilar fundamental para ambos movimientos nacionalistas, estuvo bajo control de la ONU durante casi 20 años, luego de que, en 1967, Israel invadiera militarmente el Este de la ciudad, junto a la Frontera de Gaza, la península del Sinaí, Cisjornadia y los Altos de Golán. Desde entonces, Israel asegura la ciudad como su capital legítima, “eterna e indivisible” mediante la Ley de Jerusalén en 1980, decisión unilateral que generó un amplio rechazo de la comunidad internacional, considerándose un acto violatorio al Derecho Internacional y los Convenios de Ginebra, tipificado en la resolución 478 del Consejo de Seguridad de la ONU (con la abstención de los Estados Unidos), donde se instó a los estados miembros trasladar su embajada israelí a Tel Aviv, y reconociéndose los territorios invadidos de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este como jurisdicción palestina.

Justificación
Tras el comienzo del –Nakba-, los territorios soberanos administrados por Palestina han sido diezmados, invadidos y repoblados por el Estado de Israel, bajo una lógica de división étnica y familiar. Con cada vez más hostilidad y repoblamiento amparado por las fuerzas del Tzáhal, Jerusalén se está convirtiendo de facto en la capital de Israel, relegando a la población árabe-palestina a los barrios más marginados y desconectados de la urbe, siendo éstos cooptados con mayor intensidad por comunidades israelíes fundamentalistas.
Jerusalén de Oriente, como uno de los últimos grandes bastiones de la dignidad y resistencia sobre la legítima lucha del pueblo palestino por su autodeterminación y formación de un Estado libre, demarcado, delimitado y soberano, se encuentra al asedio del cotidiano acoso israelí, cuyo pueblo, el pueblo judío, se muestra como la otra cara de la moneda en el conflicto, en el cual, dicho mismo legítimo derecho de autodeterminación territorial coexiste caóticamente.
En ese sentido, las decisiones reaccionarias radicales y populistas de algunos mandatarios europeos, en consonancia con la otro hora decisión unilateral de Trump, ponen en peligro no solo la estabilidad en la región, ya de por sí convulsa, sino un histórico consenso común europeo sobre el tema europeo, que, de aumentarse su actual brecha, corre el riesgo de convertirse en uno de los síntomas más (a una larga lista) que ponen en real entredicho la continuidad política de la Unión, al deslegitimar su rol como actor en el escenario internacional.

Hipótesis central
El disenso europeo respecto a la legitimidad en la división de Jerusalén es una clara muestra de la falta de consenso en política exterior de la Unión, así como de las grandes brechas que separan los pronunciamientos oficiales de la misma y las posturas de algunos Estados.

Hipótesis secundarias
Las especulaciones y pronunciamientos políticos respecto al traslado de la embajada de algunos Estados europeos de Tel Aviv a Al-Quds giran en torno a una común retórica nacionalista anti-musulmana y anti-migrante, imperante luego de la toma de poder por parte de gobiernos populistas de derecha en los mismos.
No es vislumbrable una resolución próxima sobre el estatuto sobre Jerusalén, en la Unión Europea.
La Unión Europea será un actor terciario en la futura resolución histórica en la materia, cuando ésta se lleve a cabo.

Objetivos
 Refutar o comprobar las tesis planteadas.
 Discernir la actual coyuntura Palestina a través del prisma de la política exterior de la Unión Europea, con base en las oleadas de populismos de derecho anti-islámicos en la región.
 Contrastar visiones y perspectivas teóricas sobre el tema con noticias de actualidad.

Preguntas clave:

 ¿Cuál ha sido, históricamente, la posición de la Unión Europea (pre y pos Maastricht) respecto al reconocimiento de Palestina, y Jerusalén del Este como su legítima capital?
 ¿Cómo ha influido Europa, en su conjunto y en sus particularidades, en el desarrollo del conflicto israelí-palestino en torno a Jerusalén?
 ¿Cómo la posición unilateral del Ejecutivo estadounidense, en el contexto de los nacionalismos chauvinistas xenófobos y anti-musulmanes puede y ha afectado el intento por una común posición de la UE en dicho conflicto?
 ¿Cuál es la prospectiva a corto y mediano plazo en ese sentido?

Marco Teórico

La Unión Europea carece de una Política Exterior común, en prácticamente todos los asuntos que conciernen al interés nacional de sus Estados parte, parafraseando a Lamo de Espinosa , ello no ha generado sólo que la Unión sea incapaz de estabilizar su frontera Este y Sur, así como imposibilitar un consenso respecto a las crisis migratorias del Norte de África y el Levante Mediterráneo, en el marco de la Guerra civil en Libia-Yemen-Siria ; dicha falta de consenso en lo relativo a la Política Exterior , tiene explicaciones multidimensionales diversas. Empero, es posible desdibujar algunas causas mayores.
De entre ellas, destaca la religión como elemento catalizador histórico compartido de la unión, que, sin embargo, genera al mismo tiempo discrepancias y divergencias que se traducen y han traducido en guerras y conflictos, más aún cuando es radicalizado aquel elemento que pretendida y artificialmente buscó homologar las diferencias.
En ese sentido, Europa vive una crisis de ideologías del vacío (dicotomía cristianismo – nihilismo), en palabras de Sloterdijk , donde el Zeitgeist como mito-motricidad para una verdadera unión política-social, se encuentra en entredicho.
Parafraseando a Morin, el islam, históricamente, ha construido a Europa, encerrándolo en su cristiandad; se ha hecho (Europa) con base en la construcción de un enemigo, y los riesgos que retóricamente se formulan, en común: el islam y quienes lo practican, ejercen y lideran.
Cuando, en realidad, como atinadamente afirma Ferguson, “la mayor amenaza para la civilización occidental no viene de otras civilizaciones (retomando a Huntington), sino de nuestra propia pusilanimidad, y de la ignorancia histórica que la alimenta”.
Así, el cosmopolitismo que describe Beck , como la valoración positiva de las diferencias, en el intento por construir y concebir nuevas formas de organización política basadas en la efectividad de la legitimidad democrática, en Europa se limita a la tolerancia, basada en lo que Žižek definiría como archi-política, o Walsh como interculturalidad funcional , es decir, la artificial inclusión de las diferencias a las estructuras predefinidas institucionales-dogmáticas.
El resultado: migrantes musulmanes solicitantes de refugio como chivo espiratorio idóneo en la proyección hacia el exterior de las crisis sistémicas regionales y nacionales post-2008, con el agregado de las impositivas no vinculantes (desde Berlín) adecuaciones de austeridad (y subsecuente recorte a inversión pública), bajo el ingrediente perfecto de la oleada de atentados terroristas de 2015 como base de legitimidad fáctica para la criminalización de dicho flujo migratorio.

Introducción
En esa línea de fuego cruzado expiatorio está ahora Palestina, y, quienes por 70 años han luchado por la reivindicación de su territorio en el Levante Mediterráneo; fuego marcado por un retroceso histórico caracterizado por la búsqueda del consenso público, a través de la gestión de la opinión pública, mediante la más radical retórica político-partidista étnico-racista xenófoba y parcialmente chauvinista, desde el oeste del Atlántico al este de los Montes Urales.
El aparente consenso común europeo respecto a la noción de 1 territorio 2 Estados en el conflicto palestino-israelí se encuentra ahora en peligro, después de declararse la oficial retirada de la embajada estadounidense desde Tel Aviv a Jerusalén, en directa y excesiva violación a la postura compartida por la mayor parte de la comunidad internacional al respecto (con base en las Resoluciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU, así como los Acuerdos de Oslo), y, las subsecuentes alineadas declaraciones oficiales por parte de numerosos mandatarios de países latinoamericanos y europeos, así como líderes políticos partidistas.
En ese sentido, cobra urgencia un posicionamiento audaz y directo de la Unión en su defensa por la política de 1 capital, 2 Estados; a través de impulsar planes en pro de la construcción de la fáctica soberanía palestina en el terreno, construir los contornos de un acuerdo de estatus final y aprovechar las crecientes relaciones de Israel con los estados del Golfo Pérsico para crear una paulatina desocupación israelí.

Desarrollo
La política desde Bruselas
Oficialmente, la Unión Europea considera a Jerusalén como un corpus separatum en el que se divide la parte oriental y la occidental, con base en la Resolución 181 de la ONU. En ese sentido, en cada agravamiento o escalada en las tensiones alrededor de las “fronteras” Palestina-Israel, o todo lo alusivo al conflicto palestino/árabe-israelí, la UE se declara en pro de una búsqueda por una solución pacífica en la que se considere el principio anterior citado.
Bajo el acuerdo común al respecto –sin derecho a veto- sobre el derecho palestino a la autodeterminación, así como el de un Estado viable, pacífico y soberano, descrito en la Declaración de Berlín de marzo de 1999.
Así, condena toda reclamación territorial unilateral sobre Jerusalén/Al Quds, en sintonía con la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Respecto a éste, ha solicitado en numerosas ocasiones la reapertura de las instituciones palestinas en el territorio: la Casa de Oriente y la Cámara de Comercio , pidiendo además todo cese a la discriminación y acoso por parte del Estado de Israel a los habitantes palestinos tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Al mismo tiempo, muestra una política de contrapesos a las unilaterales declaraciones y acciones ejecutivas del mandatario estadounidense en turno, a través de pronunciamientos y declaraciones oficiales, así como apoyos y ayudas materiales, como lo manifiesta la alta representante de la UE para la Política Exterior, Federica Mogherini, luego de aprobarse un paquete de ayuda a Palestina tras las hostiles declaraciones de Trump:

“Estoy satisfecha de anunciar que acabamos de adoptar un nuevo paquete de 42,5 millones de euros, que incluye actividades en Jerusalén Este, en apoyo a la construcción de un Estado palestino democrático y responsable”.

Apoyo que se suma a los 158.1 millones de euros otorgados a Palestina, a través de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), organización directamente atacada por Trump al afirmarse cesaría su contribución voluntaria.

La política anti-Bruselas
Aunque tomó a muy pocos por sorpresa, la decisión unilateral estadounidense, en diciembre de 2017, de trasladar su respectiva embajada a Jerusalén, obedeciendo la “voluntad del pueblo estadounidense”, en palabras del Secretario de Estado Rex Tilerson , ha sido sumamente controversial, y ha generado toda una serie de pronunciamientos, denuncias, reconocimientos y alineamientos en todo sentido.
Netanyahu, por su parte, no podría estar más satisfecho con el arribo del populismo sui generis a la Casa Blanca, y, más pronto que tarde se adelantó a afirmar su –espera para que otras naciones sigan el ejemplo- , haciendo tanto un llamado directo a los grupos de presión sionista en todo el orbe, como a aquellos cuya política exterior está condicionada a la Secretaría de Estado de EEUU, así como aquellos donde la retórica anti-árabe sirve y puede servir para alimentar la inagotable máquina de retórica populista anti-migrante; agregándose la cereza de que – los 10 primeros tendrán “trato preferente”:

“Se trata de una regla muy simple: se atiende por orden de llegada. He decidido que las 10 primeras embajadas que vengan tengan trato preferente. ¡Nosotros les ayudaremos! Así que: ‘Este año en Jerusalén”.

El primero en apuntarse, desde Europa, fue el líder del Partido Social Demócrata y presidente de la Cámara Baja del Parlamento en Rumanía, Dragnea, afirmando que “El Gobierno ha aprobado un memorando para el traslado”. Pronunciamiento que generó inmediatamente, en Bucarest, una oleada de reacciones, de entre las que destaca la de la primera ministra Viorica Dancila, quien aunque reconoció la adopción del acuerdo en cuestión, señaló su contenido como confidencial.
Por su parte, el presidente del país, Klaus Ioannis, se mostró contrario a tal postura, afirmando la necesidad de “actuar con responsabilidad en asuntos de política exterior” , recordando que “hay resoluciones del Consejo de Seguridad que requieren a los Estados que se abstengan de establecer misiones diplomáticas en Jerusalén”.
Sin embargo, la fila es larga, y aquel primer llamado fue avivado con la recepción diplomática por la magna celebración de la decisión estadounidense, a la cual fueron invitados los 86 países con los que Israel mantiene relaciones, respondiendo 33 de ellos ; recepción boicoteada por los Estados miembro de la Unión Europea, con excepción de las representaciones de 4 países Hungría, Rumania, Austria y República Checa, quienes ya habían negado alinearse diplomáticamente con la UE respecto a la decisión de no dar apoyo al traslado de la embajada estadounidense desde Tel Aviv.
Lo cual ha producido que la reacción de la Unión Europea en su expresa condena a la decisión estadounidense, así como la escalada en las violaciones territoriales por parte de Israel en los últimos meses, carezca del rigor necesario, al no contar con el apoyo unilateral de sus 28 miembros. Situación coyuntural aprovechada, un día después, el 14 de mayo, por Netanyahu en su visita a Bruselas, con el objetivo claro de quiénes escucharían su mensaje pascual al interior de Europa, los líderes europeos anti-islámicos, siendo éste difundido como –tour- por todo el continente por la viceministra de Exteriores israelí, Tzipi Hotovely.
Y, quien acudió a dicha gira de conciertos, Miloš Zeman, presidente de la República Checa, frente al partido Libertad y Democracia Directa (SPD), calificó de –cobarde-, la posición común Europa respecto al anuncio del Ejecutivo estadounidense, acusando a la Unión Europea en su conjunto de que “el movimiento terrorista pro-palestino” dominara la discusión en torno al otro hora Estado israelí”.
Empero, al interior del país, el Ministerio de Exteriores se muestra más a fin a la política de Bruselas, afirmando que “considera a Jerusalén como la futura capital de ambos estados, es decir, el Estado de Israel y el futuro Estado de Palestina”.
No así, en sintonía con el Ejecutivo checo, el líder político (del Partido por la Libertad anti-islam) de extrema derecha neerlandés Geert Wilders afirmó que la “capital eterna e indivisa de Israel” , en completa armonía para los oídos de los partidarios de la Ley de Jerusalén (1980), normativa unilateral israelí post-Guerra de 1967, en la que Israel se auto-adjudicaba la autodeterminación de Al-Quds.
Con, sin embargo, pocas repercusiones al interior. Pues, Wilders y el partido que representa no fueron considerados para la formación de un gobierno de coalición en las elecciones legislativas del pasado marzo.
Por su parte, el líder (del Partido de la Libertad) austríaco Hans-Christian Strache dijo que “sería nuestro deseo también (refiriéndose a Austria) que nuestra embajada estuviera ubicada allí, como es común en el mundo” , luego de escribir una carta, en junio de 2017, con dedicatoria al Primer Ministro israelí, donde de puño y letra se comprometió a hacer “todo lo que esté en mi poder, ya sea legislativo o eventualmente ejecutivo, para trasladar la Embajada de Austria a Jerusalén”.
Carta que matizó unos días después, al afirmar que Austria, “como país neutral” , no podía actuar unilateralmente sin el apoyo de los Estados Unidos, neutralidad que ahora puede libremente expresarse y revelarse tal como es.
Aunque, con limitaciones políticas, pues, aunque se busque ahora un gobierno de coalición austríaco entre el Partido de la Libertad y el Partido Popular de Austria, además, el líder de éste último y Ministro de Exteriores, Sebastian Kurz, se ha pronunciado respecto a una política sobre Jerusalén más ad hoc con la posición oficialista de la Unión Europea.

Los 4 jinetes del Trumpocalípsis

Con marcadas diferencias, y motivaciones distintas, los 4 Estados parte de la UE que participaron en la recepción de gala que el gobierno de Israel ofreció a la comitiva oficial de EE.UU. están ahora en la lista negra de la Autoridad Nacional Palestina, luego que la Oficina de Asuntos Exteriores de la ANP, liderada por Abbas, presidente del Comité Ejecutivo de la OLP, retirara a sus representantes en dichos países, para llamarlos a consulta.

Hungría
El recién reelecto Primer Ministro de Hungría, el pasado 10 de mayo, Viktor Orbán, es conocido por sus posturas ultraderechistas anti-migratorias y anti-musulmanas, como un rostro prototípico de la actual coyuntura populista de derecha en Europa; refrendado dicha imagen en su discurso de toma de posesión ante el Parlamento, al afirmar que:

“La era de la democracia liberal ha terminado porque no podía ya ofrecer la libertad, garantizar la seguridad y mantener vivo el cristianismo”.

Poco antes, el 16 de abril, aprovechó el Día en Conmemoración del Holocausto Húngaro para criticar la pseudo-política común de la UE en el tema migratorio, auto representándose como un portavoz de los valores cristianos europeos, cénit de la unión, afirmando que:

“Solo hay una manera para contrarrestar el creciente fenómeno antisemita… Europa tiene que volver a sus valores de las tradiciones judeocristianas”.

La simpatía con el sionismo judío sine qua non de Israel se presenta como evidente, en directa oposición al arabismo (si es que existe tal cosa) palestino, como ajeno-distante a Europa.

República Checa
El pasado 25 de abril, el reciente reelecto presidente checo Miloš Zeman, personaje ampliamente calificado como racista, cínico, machista, anti-periodistas, trumpista islamófobo y oportunista anunció que seguiría los pasos de Trump, luego de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel (fronteras pre-1967) durante la coyuntura de Diciembre , y trasladaría la embajada checa a Al-Quds en un programa de 3 pasos, en el que el primero sería la apertura de un consulado. Empero, poco después matizó lo dicho, y se limitó a comprometerse al primer paso.
Desde Israel, calificaron dicha –adecuación- en el discurso del presidente como respuesta a la:

“presión recibida por la responsable de política exterior de la UE (Federica Mogherini) y algunos países clave (Alemania/Francia) (…), en un intento por evitar el colapso de la política común que no reconoce a Jerusalén como capital de Israel”. La siguiente opción fue hablar de un consulado en Jerusalén”.
Presión desde el exterior, que, sin embargo, se muestra como una distención al interior, al cambiar el discurso general del Ministerio de Exteriores checho, pasando de su compromiso por respetar los acuerdos regionales sobre el estatus de Jerusalén, a afirmar que

“Es práctica habitual de los estados tener sus embajadas en la capital del estado que lo acoge. Por eso, hemos decidido como primer paso abrir un consulado honorario en mayo y un nuevo Centro Checo antes de que acabe el año, los dos en Jerusalén”.

Rumanía
Con un perfil mucho más discreto que el de sus homólogos , fue sorpresiva la inesperada posición unilateral del presidente cristiano-liberal rumano Klaus Iohannis en completa sintonía a la política estadounidense en el Levante Mediterráneo, por apoyar a Jerusalén como la capital de Israel, así como declarar el anuncio de intención por trasladar su embajada, siendo el primer país europeo en declararlo; causando numerosas protestas al interior del país , en todos los niveles y sectores, llegando incluso a pedir la dimisión del presidente en torno a numerosas protestas populares, en el marco de ser el país más pobre de Europa, plagado de corrupción y las mayores afectaciones de la política de austeridad desde Berlín.
Haciendo que el presidente en turno, afirme, matizando su discurso, que “considera que esta decisión podría aislar al país dentro de la UE y vería afectadas sus relaciones con países árabes”.
Luego de que el Ministerio de Exteriores afirmase que: “De repente, una vez más nos vemos arrojados al margen de la UE, al lado de países por los que tengo el mayor respeto, pero que son bastante euroescépticos”.

Austria
Con una postura mucho más discreta y políticamente correcta al respecto, sin un pronunciamiento oficial del Ejecutivo, más allá de las declaraciones conciliadoras del Ministro de Exteriores Kurz, el embajador austriaco en Israel, Martin Weiss, afirmó, respecto a su asistencia al magno evento organizado por Netanyahu en la celebración de la apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén, que:

“la UE y Austria tenemos posiciones diferentes. La Embajada de Austria está en Tel Aviv y seguiremos estando allí, pero eso no significa que cuando el primer ministro me invite a un acto (en Jerusalén) no vaya a venir”.

Si algo queda claro de lo expuesto hasta ahora es que, en los 4 Estados europeos envueltos en la política sobre el estatus de Jerusalén Oriental como territorio palestino, es que todos ellos cuentan hoy día con gobiernos populistas, internamente divididos y con crecientes expresiones, matizadas y características del orden interno de cada uno de los Estados, al más alto nivel político de retóricas discursivas anti-migrantes, islamófobas, euroescépticas y sionistas.
Conclusiones, prospectivas y balances
En las últimas décadas, la Unión Europea ha ejercido un rol clave en la difusión y continuidad del apoyo internacionales respecto a una solución pacífica sustentada en el principio de dos Estados, en el conflicto palestino-israelí, así como el reconocimiento del ejercicio territorial de palestina sobre Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza, el liderazgo en la denuncia respecto a las violaciones israelíes al derecho internacional, en su intento por balcanizar y controlar dichos territorios de manera unilateral, y, en el acuerdo respecto a que los terceros estados ubiquen sus embajadas israelíes en Tel Aviv en lugar de Jerusalén.
No así, dicho rol se ha limitado a una posición jurisdicista respaldada por apoyos financieros paternalistas (a pesar de ser el mayor donante a la Autoridad Nacional Palestina) , más allá de políticas concretas de efectiva construcción de una soberanía palestina a largo plazo.
Así mismo, en los últimos meses, el histórico rol clave europeo se ha diezmado y supeditado a la política exterior unilateral estadounidense, en el marco de la inacción del Consejo Europeo de Asuntos Exteriores; vacío de ejercicio de liderazgo que rápidamente ha sido aprovechado por el activismo europeo político partidista de extrema derecha, en sintonía con la decisión ejecutiva del presidente Trump, en pro de normalizar la ocupación israelí, bajo la lógica del Estado único, así como por los difusores de dicha lógica desde Israel. Que, se sustenta con la considerable cantidad de acuerdos bilaterales (350) entre los Estados miembros de la U.E. e Israel , así como el sinnúmero de empresas e inversionistas europeos que continúan sus relaciones financieras y comerciales con entidades vinculadas a los asentamientos ilegales israelíes, en el marco de la campaña global –Boicot, Desinversión y Sanciones-.
Empero, la Unión Europea podría aprovechar la actual situación: sin comprometer el principio de corpus separantum, la UE podría condicionar el establecimiento de consulados (no embajadas) a Jerusalén por parte de los países que así lo establezcan a cambio que Israel acepte la representación política de la OLP en Jerusalén Oriental. No obstante, dicha posibilidad se muestra lejana y poco propicia a una cooperación israelí.
No así, la UE debe continuar el regreso de las instituciones de la OLP a Al-Quds, explorándose otras formas de financiación no paternalista a las escuelas e instituciones públicas palestinas, avanzando en los planes de desarrollo urbano y promoviéndose una gobernanza local palestina fuerte, políticamente horizontal y democráticamente legitima, con base en el recientemente publicado Marco de Asistencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo para el Estado de Palestina.
Sería deseable, además, invertir y promover la difusión cultural y el intercambio académico estudiantil entre las representaciones diplomáticas en los Estados miembros de la UE y la ANP, a fin de disminuir la opinión pública cristiana-ortodoxa anti-musulmana en la materia.
Quizá la esperanza no se encuentre tanto en la geopolítica mundial, como en los pequeños procesos de acercamiento de la gente, aunque éstos den sus frutos en la próxima generación.
El sistema educativo oficial separa a alumnos árabes e israelíes; solo hay 6 escuelas mixtas en el Levante Mediterráneo , debería promoverse un cambio en dicho sentido.

Pawo Wróbel

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