Turistificación: El turismo es fundamentalmente neocolonialista

Sólo viajan (fuera de las fronteras estatales) por placer, al menos 1 vez al año, el 20% de la población mundial: 1450 millones de personas.

El turismo, como industria hiperespeculativa, surgió justo en el momento en que dieron rienda los procesos “independentistas descoloniales”.

El turismo es fundamentalmente neocolonialista

En el estadio histórico actual del capitalismo, el viaje nos ofrece la promesa de abandonar nuestra rutina y entregarnos al placer, la diversión y el descanso. Nos aseguran que produce trabajo, que apenas contamina y que es la solución a la pobreza y al despoblamiento rural.
Empero, no es difícil intuir que la realidad es otra.
Todo viaje alimenta al sistema del que promete evadirnos.

Todo turista es un colono

Turista ≠ Viajera ≠ Migrante ≠ Refugiada

La relación con el turista es siempre una relación jerárquica que sitúa a los sujetos visitados en una posición subalterna. La obligación de los sujetos visitados es responder a las expectativas de los turistas, quienes esperan que lxs nativxs cumplan con los estereotipos que les han vendido sobre ellos; cualquier negativa a representar ese papel es visto por el turista (quien busca con ansias colmar su sed de autenticidad y desconexión) como una falta de respeto, una actitud desafiante, una muestra de la pérdida de los valores y la cultura tradicional.

Nuestra visita convierte la cultura en souvenires cutres.

Despreciamos a los turistas porque su visita nos convierte en indígenas.
Y nosotrxs no queremos serlo.

En la gran mayoría de los lugares del mundo no hay posibilidad de elección -los sujetos visitados- jamás podrán devolver la visita, algunos, sin embargo, preferimos ser turistas que acabar con la dominación que genera.

Preferimos ser colonxs que acabar con el colonialismo.

Nosotras también queremos experimentar un atisbo de vida auténtica, escapar de las cadenas de la comida rápida y los escaparates de Zara.

Desconectar en una playa afrodisiaca.

En nuestra paradoja y en nuestro deseo de dominar mientras somos dominadxs, crecen los tentáculos del sistema que a todas nos está matando (incluyendo el chauvinismo y la xenofobia)

Lxs turistas nos movemos, empero, en la dicotomía victimarias-víctimas, en este sistema descontrolado.

La ideal del Derecho a la ciudad y el hábitat implica que todos los espacios públicos son de todxs. Locales y visitantes. Más allá del horizonte de este principio se cae en riesgo de tocar arenas xenofóbicas, turismofóbicas, chauvinistas y neofascistas. O, por el otro, de gentrificar y privatizar espacios/vialidades comunes.

El turista, entonces, no es el enemigo, sino la máquina en la cual el éxito se centraliza y las pérdidas se socializan; extras secundarios en un juego que jamás jugaremos.

D-E-C-R-E-C-I-M-I-E-N-T-O

Pawo Wróbel

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