En las humoradas de los obreros rurales habita el futuro de la lengua quichua, afirma un académico

El investigador Héctor Andreani hace 14 años observa al idioma y a los quichuahablantes y asegura que pervive en Santiago del Estero en el uso cotidiano de trabajadores golondrina y campesinos.

05/07/2020

El quichua, el idioma que el estado incaico dejó y que es hablado hoy en Bolivia, Chile, Perú Colombia y Ecuador, mantiene su vitalidad en Santiago del Estero donde pobladores rurales y trabajadores golondrina sostienen su uso cotidiano.

Se estima que en esa provincia norteña, más del 15% -fuentes consultadas arriesgan que en realidad es el 20%- de los 978.313 pobladores hablan quichua además del castellano: es decir, que unas 150.000 personas son bilingües.

“No es la lengua lo prioritario sino la vida de los quichuistas. Si partimos de eso la lengua cobra otro valor como objeto de estudio en sí mismo y por eso decimos, por ejemplo, que son los obreros golondrina con su trabajo para multinacionales del agro los que la mantienen”, aseguró en diálogo con Télam el investigador santiagueño Héctor Andreani, que hace 14 años observa al idioma y a los quichuahablantes.

Sobre ese idioma originario hay muchas preguntas que en esta primera aproximación no se agotarán: ¿cuándo llegó a Santiago del Estero?, ¿fueron los incas en una avanzada territorial los que la instalaron?, ¿por qué se mantuvo desde entonces hasta nuestros días?, ¿qué papel juega el folklore en esa supervivencia?

Télam: ¿Cómo es que la gente sigue hablando en quichua en Santiago del Estero?

Héctor Andreani: La clave es el trabajo migrante estacional. Allí, el mecanismo de cuadrillas, entre hombres, asegura una socialización intensa en quichua. Y la clave del mantenimiento de la lengua en todo el siglo XX fue por este mecanismo. Ahí se generan innumerables anécdotas graciosas, referencias masculinas y sobre todo cuentos, muchísimos cuentos. Todo eso, después, se propaga rápidamente a sus comunidades. Tengamos en cuenta que son aproximadamente 35.000 obreros “golondrina” que provienen justamente de los cinco departamentos de más proporción de quichuahablantes. Es decir, que toda esa fuerza de trabajo compone aproximadamente a la mitad del total de adultos quichuistas. Ese “ambiente” de trabajo es la clave que origina las narrativas quichuas. Lo que sucede es que cada uno fue por su lado: los investigadores agrarios y los lingüistas.

T: ¿Usted dice que el esquema productivo sostiene el idioma?

HA: Con la etnografía como herramienta pudimos unir partes impensadas. Esto puede sonar polémico: la inversión de capital de semilleras multinacionales, fue y sigue siendo un factor material de mantenimiento del quichua. Y esto será así, hasta que alguien halle el modo de despanojar maíz premium con métodos de robotización y ya no se necesiten manos. Pero para llegar a entender esto que suena raro, hay que bajar a terreno. El trabajo “golondrina”, bajo sus diferentes rubros de explotación, es la clave para que se originen las picardías, las historias de espanto, las numerosas anécdotas sexuales y todo el resto de las historias. Lo que digo es que, después de 60 años de explotación forestal a más de 100.000 hacheros, de todo ese saber acumulado surgió (por otras vías) el cancionero de compositores como Sixto Palavecino o los cuentos narrados en radios folklóricas desde la década del 60. En síntesis: los obreros rurales “golondrina” sostienen materialmente al quichua, no el folklore.

T: ¿Cómo y cuándo llega el quichua a Santiago del Estero?

HA: Llegó a Santiago del Estero antes que los españoles. Todo el arco científico acuerda en que una variedad quechua antigua ingresa en el período prehispánico tardío. Las investigaciones arqueológicas de Constanza Taboada y Carlos Angiorama (Conicet), de los últimos 10 años, permiten sostener con más evidencias la hipótesis prehispánica. Sobre la hipótesis poshispánica (que entró con los españoles) solamente la defienden algunos chauvinistas provincianos.

T: ¿Entonces los incas no se establecieron ni tenían un avance al sur?

HA: Los Incas no hicieron ninguna avanzada. Lo usual es creer que ellos “bajaron” hacia el sur donde hoy es Santiago. Lo que no se piensa es cuántes veces los nativos locales “subieron” para el rosqueo político con los funcionarios incas. Esas alianzas políticas traen el quechua por primera vez. Es decir que no hay presencia alguna del “imperio” Inca en Santiago. Lo que hay son objetos hallados por Taboada y Angiorama en Sequía Vieja, cerca de Colonia Dora. Esos objetos son “regalos” políticos de los Incas para que los nativos evitaran avances de los pueblos vecinos. Y hay dos motivos distintos el político: cuidar que no avancen los chaquenses y el segundo es económico: el algodón local era muy bueno y los Incas compraban.

Sobre la cantidad de quichuahablantes el licenciado en Letras y docente de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE), que finaliza su doctorado en Antropología con una tesis sobre usos e ideologías sobre el quichua santiagueño, dijo a Télam que se estima que en la provincia hay un “aproximado de 150.600 quichuistas, frente a 11.508 autorreconocidos indígenas según el censo 2010”.

Y si la lengua tiene un futuro “pasa por la educación” añadió Andreani docente en la tecnicatura de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) en la UNSE. “Estamos ante un desafío enorme. Hay que acompañar a los docentes rurales que silenciosamente ponen el hombro. Para eso necesitamos presupuesto”.

En el documental de 26 minutos que Daniel Gerez dirigió se puede ver la presencia y vitalidad de una lengua en varias generaciones y por supuesto, también en la escuela.

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202007/485697-futuro-lengua-quichua.html

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