Norberto Bacher analiza las elecciones en Venezuela.
La derecha venezolana no tiene liderazgo, no tiene propuesta y ha sido fraccionada
Mario Hernandez
M.H.: Nos habíamos comprometido a retomar la conversación que tuvimos el viernes pasado respecto de las elecciones legislativas en Venezuela que se desarrollaron el domingo 6 y al respecto me gustaría conocer tus comentarios.
N.B.: Las elecciones del pasado domingo 6 han fortalecido al gobierno de Nicolás Maduro frente a la derecha. Ahora, esta es una primera síntesis que tiene varias lecturas, porque el fortalecimiento del gobierno no es exactamente lo mismo que el desarrollo del propio proceso de cambio y transformación social que se vivió en el último período bajo la revolución bolivariana. Son procesos que coinciden, son paralelos, pero no son exactamente lo mismo.
Lo primero que deberíamos decir es que hay un gran derrotado que es el ala más pro fascista de la derecha, más directamente asociada al imperialismo, manejada por el títere Guaidó, que ya venía derribándose y ahora se consuma el derrumbe del guaidosismo.
Esta figura ya estaba desgastada y ahora termina esa fachada pseudo institucional a través de la que habían querido montar una presidencia paralela a principios de 2019. Se termina el mandato el 4 de enero de toda esa vieja Asamblea y queda sin ningún sustento jurídico institucional aunque sea una pseudo legalidad en la cual se apoyaba el imperialismo para justificar su apoyo a Guaidó.
Esto no quiere decir que las potencias occidentales van a dejar de reconocer a Guaidó pero carece completamente de sustento, de argumentación jurídica y de sustento político porque sus propias bases sociales están fracturadas. Este es el primer gran elemento que debemos señalar, que ha enmarcado todo este período de confrontación desde la asunción del gobierno de Maduro, luego de la muerte de Chávez y, particularmente, desde que la derecha logró un predominio en la Asamblea nacional, que es el período que se cierra ahora con esta elección.
El segundo elemento, concomitante con esto, es que este triunfo de las fuerzas del chavismo no tiene para nada las características de un triunfo aplastante, por la cantidad de abstenciones. Una abstención que ronda el 70%. Ha habido un 31% de participación. Hay que recordar que en Venezuela las elecciones no son obligatorias y normalmente en los procesos de renovación parlamentaria o sea de renovación de la Asamblea, que nunca coinciden con las elecciones presidenciales a diferencia de lo que ocurre en nuestro país, el porcentaje de participación es mucho más bajo.
Las fuerzas del PSUV y sus aliados del Polo Patriótico han logrado 4.276.000 votantes para decirlo en números redondos. Con lo cual obtiene un porcentaje que se acerca a un 69% de los votos emitidos en tanto que las fuerzas opositoras, que se pueden dividir en el sector opositor que tradicionalmente ha participado de las elecciones, ha visto reducida su votación a 1.715.000 votos y después una pequeña fracción que se aproxima a un 3% que canalizó la lista del Partido Comunista de Venezuela y otra agrupación que se llama MPP 89 que suman un 3% con algo menos de 300.000 votos. Que sería una oposición de izquierda al chavismo. Estos son los datos duros, que simplemente descontextualizados del proceso son meras cifras.
Como datos comparativos podríamos comparar con elecciones anteriores, pero hay que encuadrarla en los contextos concretos de cada proceso de lucha de clases. Las demás son a mi entender comparaciones meramente formales. Inclusive he leído artículos desde la izquierda, que apoyan al proceso bolivariano, diciendo que recientemente hubo elecciones en Rumania y también hubo un 31% de participación, pero son procesos totalmente distintos, son situaciones que no tienen analogía posible. Son meras comparaciones formales que en todo caso sirven para la diatriba política frente a los ataques de la derecha que intenta deslegitimar cualquier proceso electoral, que así hubiese habido mayor participación igualmente ya estaba anunciado que las fuerzas pro imperialistas y todo el establishment ya habían anunciado que iban a desconocer las elecciones. La baja participación facilita esa línea de ataque. Esta sería una primera reflexión.
M.H.: Vos estuviste viviendo muchos años y militando en Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro ¿representa una continuidad o una ruptura con Hugo Chávez?
N.B.: No hay ninguna ruptura. Es una dicotomía que no se puede plantear de esa forma. Son situaciones absolutamente distintas que tienen que ver con el curso de la revolución bolivariana.
La revolución ha sufrido embates muy serios, que nos llevarían muchísimo tiempo desarrollar solamente desde 2017 hasta ahora. Mencionar los ataques y las llamadas “sanciones” una por una nos llevarían todo un programa. Una acometida feroz porque tienen una estrategia de derrocamiento desde el imperialismo. Esto está asignado. En ese mismo sentido también ha habido una afectación del movimiento de masas, de un proceso que ya venía de un pico de movilización muy alto que se vivió en la década pasada, que venía decayendo y que incluso ya se había visto en el último triunfo de Chávez.
Todos los procesos revolucionarios tienen fases de ascenso y descenso, que tienen que ver con las contradicciones de las fuerzas interiores del propio proceso revolucionario. No todas las fuerzas son homogéneas, el PSUV es una gran fuerza electoral pero dentro de él conviven distintas visiones. Y fuera del PSUV y dentro del Chavismo que es mucho más amplio, también hay una cantidad de visiones acerca de cómo romper ese nudo y trascender la estructura capitalista. Ese famoso “tránsito al socialismo”. Por supuesto hay visiones reformistas, socialdemócratas, hasta te diría socialdemócratas que se parecen algunos a la socialdemocracia clásica europea, hasta los más radicales que conviven dentro del gobierno. Hay una lucha de tendencias. En ese sentido podemos hablar tanto de ruptura como de continuidad. Lo que hay es un ataque feroz y un reflujo del movimiento de masas.
Este reflujo, para hacer comparaciones, en el proceso de renovación de la Asamblea nacional del 2010 ya se había insinuado un movimiento tras un proceso de fuerte ascenso del chavismo y de avance de la revolución, una suerte de estancamiento. En esa renovación de la Asamblea, en diciembre del 2010, hubo casi un empate técnico. Aunque por la distribución de las bancas quedó en manos del chavismo. Hubo un 46,7% a favor del chavismo y un 45% a favor de la oposición. Eso fue antes del último mandato que renovó Chávez.
Para esa fecha, que todavía Chávez estaba en el gobierno, palanqueó la necesidad de lanzar un período de repolitización de las masas, de un avance para reimpulsar el movimiento revolucionario que llamó “Las 3 R”. Haciendo una suerte de juego de palabras. Incluso hubo un nuevo reimpulso para las elecciones presidenciales, las últimas que ganó el 4 de octubre de 2012 para su último mandato, que no llegó a cumplir porque se murió antes. Hubo un re ascenso electoral pero ya en ese momento estaba planteado un retraimiento.
En las elecciones parlamentarias que siguieron, las del 2015, ya con el gobierno de Maduro y en pleno ataque de la derecha imperialista y con el deterioro de las condiciones de vida, los porcentajes se invirtieron, tomó el control la derecha. Primero hubo una participación del 71%, fue una forma casi plebiscitaria. Hubo un 66% a favor de la derecha porque toda la oposición se movilizó y el chavismo se retrajo, que logró un 33%. Eso dejó la Asamblea en manos de la derecha que abrió todo el período crítico que ahora se cierra.
O sea que venimos en un proceso de lucha que hay que ver en toda su dinámica, no se puede ver en una sola votación ni hecho aislado. Por supuesto hay un retroceso en las condiciones de vida, un deterioro general que ya ha sido señalado dentro del propio chavismo y es admitido dentro del propio gobierno, no se lo disimula.
M.H.: ¿Cómo ves vos el futuro después de esta elección legislativa? ¿Cambia algo, sigue todo igual?
N.B.: No sigue todo igual, en primer lugar hubo un descalabro de la derecha. Lo admitió en declaraciones quien fuera su principal representante, Capriles Radosky, que dijo que la derecha no tiene liderazgo, no tiene propuesta y ha sido fraccionada.
M.H.: Capriles que amagó participar y luego no lo hizo.
N.B.: Y que por abajo apoyó a alguna de las listas. Un sector de Primero Justicia y Voluntad Popular fueron en lo que se llamó la opción de Venezuela Unida que salió en tercer lugar y que logró algunos diputados. Con el visto bueno de Capriles para abrir una nueva perspectiva opositora porque la insurreccional fue derrotada por la resistencia chavista.
Acá lo que hay que ver es que hay un núcleo duro del chavismo que se activa, que no son pocos, 4.200.000. A pesar de lo que digan a esa cantidad de personas no se las puede obligar ni convencer presionando. Hay un arraigo popular que está dispuesto a defender este proceso porque no ve nada mejor, aunque tenga fuertes críticas, que no canaliza esas críticas en una opción por fuera del chavismo, que se le presentó esta vez pensaban algunos que en forma oportunista (agrego yo) sectores del PSUV para canalizar el descontento. Sin embargo, primó el sentido de unidad que es muy fuerte en el chavismo.
Pero lo primero que se va a intentar es un reordenamiento, hasta puede haber un cierto tipo de coalición pero con hegemonía del PSUV. Por ejemplo, tiene toda la hegemonía para imponer incluso en las votaciones que requieren dentro de la Asamblea votaciones especiales de 2/3 para nombrar fiscal general, jueces, Tribunal supremo de justicia, etc. Que exige mayorías reforzadas, al estilo de casi todas las Constituciones. El Chavismo tiene hoy fuerza para imponer todo este tipo de cosas.
Pero también hay fuertes tendencias a desarrollar una suerte de capitalismo de Estado. Esto es muy claro. El proyecto de un Estado comunal está por ahora postergado. No desactivado porque existen las Comunas y esa fuerza popular no se va a desarmar porque tiene cierto nivel de desarrollo. No puede expresarse políticamente en forma autónoma pero el chavismo no la va a desarmar porque es parte de su base social. Pero esto no implica que no haya un acuerdo amplio con las fuerzas burguesas y las fuerzas internacionales para romper el cerco y levantar las sanciones. Levantar o puentear el bloqueo que realmente está asfixiando a todas las franjas de la sociedad.
M.H.: A eso apuntaría la Ley antibloqueo.
N.B.: La Ley antibloqueo es más compleja, yo pienso que fue un reaseguro que tomó el gobierno de Maduro por si no tenía el control de la Asamblea nacional para impedir medidas de acuerdo con grupos capitalistas para garantizar las inversiones. Venezuela necesita fuertemente inversiones y obviamente esas inversiones significan acuerdos con algunos grupos capitalistas, sean chinos, rusos, iraníes o incluso occidentales porque los negocios tientan a todos. Es una ley como un reaseguro, pero ahora tiene el control de la Asamblea así que no sé cuánto la van a usar. Pero veremos cómo se desarrollan los acontecimientos.
Tres días antes de las elecciones tuvimos este diálogo
Hay un fracaso rotundo de la política exterior yanqui y del gobierno de Trump
M.H.: Vamos a tratar de analizar las próximas elecciones en Venezuela. Las legislativas del próximo domingo. Me llamó poderosamente la atención la nota de Clarín del miércoles 2. Parece el muro de los lamentos, el reconocimiento del fracaso de la política opositora. ¿Cómo ves vos esta situación?
N.B.: En primer lugar te diría que, si bien no leí lo de Clarín, es evidente que hay un fracaso no solo de la franja opositora, de la derecha más extrema, radical y pro imperialista de la derecha, sino del propio imperialismo. Acá hay un fracaso rotundo de la política exterior yanqui y del gobierno de Trump, aunque no exclusivamente, pero que se ha desarrollado fundamentalmente durante su administración, de toda la política imperialista a través de sus peones de la derecha, con este amago de crear una presidencia paralela. Llegamos a una situación la cual está caracterizada por tres elementos, estas elecciones, pero lo fundamental, como gente del campo popular, de la izquierda y, en mi caso particular, socialista, lo primero que tenemos que ver es la situación del pueblo.
Hay un grave deterioro de la vida cotidiana del pueblo venezolano que cruza a la inmensa mayoría del pueblo. Sean de los sectores más asalariados, de las capas medias bajas, etc. Incluso se extiende más allá y hay un grave deterioro de la cotidianeidad en todos los aspectos. Se llega a una situación que tiene varias vertientes que merecen ser analizadas.
El segundo punto es lo que señala Clarín, el fracaso del plan opositor de destituir al gobierno de Maduro. Han fracasado luego de una guerra impiadosa que es parte también de ese deterioro que vive el pueblo venezolano. Aunque hay parte de responsabilidad del gobierno en políticas desacertadas, impericias y elementos de corrupción.
Y el tercer elemento, que es nuevo, es que hay un cuestionamiento al propio gobierno no solo desde la derecha sino también de las bases chavistas. Gran parte de las bases chavistas tienen un serio cuestionamiento al gobierno. Llegamos a una situación en la cual se van a realizar estas elecciones enmarcadas en este proceso. Además, el marco general, en un contexto regional de serias dificultades de las derechas que protegieron, avalaron y fueron parte instrumental de las políticas imperialistas.
Me refiero específicamente al llamado “Grupo de Lima” que está seriamente deteriorado. Todos recordamos que estaba integrado por el gobierno de Macri, el gobierno peruano que viene de transitar grandes crisis, por el gobierno de Piñera que está viviendo una gran rebelión popular desde el año pasado y por el ala golpista de Bolivia que se ha revertido con el enorme triunfo del MAS y el nuevo gobierno de Arce. Así que lo que queda es poco, más allá de la potencia que también está menguada en relación a un año atrás del bolsonarismo brasilero.
Entonces, se afrontan estas elecciones en este contexto. Se van a elegir 277 diputados para integrar una nueva Asamblea nacional y tratar desde el lado de las fuerzas bolivarianas, incluso aquellas que critican al gobierno, de cerrar la crisis institucional que se inició justamente cuando se perdió el control de la Asamblea nacional en diciembre de 2015.
M.H.: Muchos analistas internacionales, le dan mucha importancia al tema de la participación. Es como si se descontara el triunfo del chavismo pero que lo que va a marcar un poco la significación e importancia de esta elección es si participa un 45 o un 50% de los electores.
N.B.: Así es. Este es el primer gran deslinde. Debemos recordar que en Venezuela las elecciones no son obligatorias, son voluntarias. Segundo, las elecciones, en general, de diputados así como las municipales, tienen menos participación y además no coinciden nunca con las elecciones presidenciales. No hay como acá medio término, son distintas formas de períodos. Ya de por sí ha habido siempre menos participación en esas elecciones. Pero en este caso, como ya está anunciado un desconocimiento de parte de todo el establishment político occidental yanqui pero también europeo, de la legitimidad de estas elecciones, sería fundamental la participación popular, que en esos niveles que decís sería excelente dada la experiencia y tradición venezolana sería un altísimo nivel de participación.
La propia derecha, lo que fue el bloque unido opositor está dividido. El ala más pro yanqui llama obviamente a desconocer, está plegada a la política de deslegitimizar las elecciones para justificar el presidente de opereta, que es este señor Guaidó, que no controla ni territorio ni fuerzas armadas propias ni tiene ningún poder ejecutivo en absoluto.
Pero por otro lado hay una franja opositora que fracasadas todas estas políticas de derrocamiento del chavismo a lo largo de todos estos años, cree necesario renovar el Tribunal electoral, que allá se llama Consejo nacional electoral, el órgano de supervisión, incluso se ha cambiado la presidencia acordando con una franja opositora que va a participar de las elecciones.
Así que este sería el primer gran plebiscito, cuántos o no participan para acabar con esta deslegitimación de las potencias occidentales del gobierno de Maduro y del propio chavismo. Que sería la primera arma e instrumento de derrocamiento que ellos manejan para luego justificar, a lo que nos tienen acostumbrados, sucesivas formas de sanciones que ya han sido aplicadas largamente y un paso más allá la intervención. Pero no han podido avanzar en ese terreno.
Para cerrar te diría que son elecciones de singular importancia para el cuadro regional, en relación a los cambios que han venido operando en los últimos meses, de distinto signo, en cada uno de los países pero de una importancia fundamental para desarmar el bloque imperialista, pro imperialista y a la derecha regional. Así que hay que estar muy atentos a lo que suceda el domingo en Venezuela.