Un año de crisis y pandemia: Un final con victorias populares

04/01/2021

1. Pandemia, vacunas, y salida de fondo

En todo el mundo, el año 2020 estuvo atravesado por la pandemia del covid19, y por el desarrollo de la crisis económica y social. La crisis sanitaria comenzó en China, pero ha tenido su mayor desarrollo en Europa, EEUU, India, y en Nuestra América. Como sabemos, la enfermedad aún no tiene cura, y según los datos oficiales se ha contagiado más del 1% de la población mundial (aunque es muy probable que el número real de infectades sea superior). El número de fallecimientos supera a 1,8 millón de seres humanos.

Desde el principio de la pandemia, los grandes laboratorios y los estados más poderosos comenzaron una carrera para desarrollar vacunas que pudieran hacer frente el virus, o por lo menos aminorar sus efectos. En esta carrera, que responde no sólo a razones sanitarias sino fundamentalmente a motivaciones geopolíticas y económicas, se encuentra la industria farmacológica de EEUU, Gran Bretaña, Alemania y China. Contra lo que señalan los sectores más reaccionarios (y también una parte del campo popular y de la izquierda profundamente errada), el problema no es la eficacia de las vacunas, que se están fabricando a una velocidad y una escala de producción nunca antes vista, y que muy posiblemente sean eficientes en el logro de sus objetivos.

El problema principal está en la razón de ser del capitalismo: la apropiación privada de la producción social, que en este caso significa que las grandes empresas farmacéuticas busquen incrementar sus ganancias ante la pandemia, y que las políticas hegemonistas del imperialismo y los países dominantes prevalezcan sobre la salud de todo el planeta.

Más allá de la eficacia de las vacunas y de los métodos de atención sanitaria frente al virus, el problema estructural es el modo de producción dominante, que modificó profundamente la industria de la alimentación a escala internacional. La contaminación ambiental, la manipulación genética ilimitada, el uso capitalista de las nuevas tecnologías, son responsables de la aparición de virus y enfermedades respiratorias en los últimos años, y el covid19 es la expresión más grave de este fenómeno hasta el momento. Hace unos meses, Guillermo Cieza desarrollaba el tema con mayor profundidad: https://mulcs.com.ar/index.php/2020/05/02/coronavirus-modo-de-produccion-agropecuario-y-crisis-alimentaria/

Desde una perspectiva política con objetivos revolucionarios, esta situación significa reconocer que la construcción de otro modelo de producción, y de un sistema público de atención integral de la salud, son puntos imprescindibles para un programa que intente organizar a la clase trabajadora y a las mayorías populares.

2. Cuba: Un ejemplo contra el negocio de la salud

A contramano de las políticas de los países dominantes y de los monopolios farmacéuticos, la Revolución Cubana nos muestra que existe un camino radicalmente diferente. Cuba es el único país de Nuestra América que está trabajando en vacunas propias, y se propone inmunizar a toda su población en el primer semestre de 2021 (ver https://www.telam.com.ar/notas/202012/539961-cuba-podra-inmunizar-a-su-poblacion-contra-coronavirus-con-vacuna-propia-en-seis-meses.html, y http://www.cuba.cu/salud/2021-01-01/cuba-aspira-a-inmunizar-contra-covid-19-este-ano-video/54322).

Al mismo tiempo, aspira a ayudar gratuitamente a la vacunación en los países más empobrecidos de nuestro continente (https://www.nodal.am/2020/12/cuba-se-realizara-la-fase-tres-de-las-vacunas-soberana-01-y-02-en-el-exterior/).

A pesar de más de 60 años de bloqueo económico de EEUU contra el pueblo y la Revolución Cubana, y de las limitaciones que produce desde entonces, Cuba tiene el mejor sistema de salud del continente, y frente a la pandemia del covid19 es el país de América con menos contagios y fallecimientos. Cuando se cumplen 62 años de la primera revolución socialista en nuestro continente, su ejemplo sigue siendo importante para nuestros pueblos.

3. La pobreza y nuestra organización popular

Como resultado de largos años de acumulación de riquezas de los que más tienen, siguen creciendo en nuestro país la pobreza, la precarización del trabajo y de la vida, la desocupación. En este año de pandemia, la situación de miseria de una parte importante de nuestro pueblo trabajador se ha vuelto a agravar. Desde la década de 1990, como respuesta a la desocupación creciente que desarticulaba a les trabajadores, comenzaron a organizarse los movimientos de trabajadores desocupados, que hoy tienen un gran peso y masividad, y se reconocen como movimientos territoriales, o de la “economía popular”.

Desde sus orígenes, en este amplio movimiento, impensable sin la larga experiencia organizativa de nuestro movimiento obrero, existen dos orientaciones políticas contradictorias entre sí. Un conjunto de organizaciones, que hoy participa del gobierno del Frente de Todos, se maneja con la lógica de contener el conflicto social, de ayudar a las y los de abajo para que mejoren su difícil situación, y muchas veces sin decirlo para que no dificulten la “gobernabilidad democrática”.

Otros movimientos, entre quienes nos encontramos las organizaciones del Movimiento de los Pueblos y otros movimientos compañeros, pensamos en cómo nos organizamos desde abajo, con el objetivo del cambio social profundo, siempre pensando en que las compañeras y los compañeros de nuestros barrios populares seamos protagonistas de las luchas y de los debates colectivos. Esas dos concepciones siguen en permanente disputa política, aunque muchas veces coincidamos en la unidad práctica.

Con una pobreza que ronda a la mitad de nuestra población, y que es mucho más grave en el conurbano bonaerense, en la periferia de las grandes ciudades, en el noroeste y nordeste de nuestro país, la tarea de los movimientos territoriales es cada vez mayor, y al mismo tiempo es imposible abarcar a toda la población empobrecida, castigada por la pandemia y la crisis económica.

Las enormes luchas por el derecho a la tierra y a la vivienda, de la que participamos junto a otras organizaciones populares, estuvieron y están a la orden del día, y nos muestran un camino: unidad, masividad, combatividad, y organización.

4. La clase trabajadora y el ajuste permanente sobre nuestres jubilades

El derecho a una jubilación del 82% del salario en actividad es un reclamo histórico de nuestra clase trabajadora, conquistado a fines de los años 50 durante un breve período. Desde entonces, venimos peleando por este derecho, que es un problema que debe asumir como central el conjunto de nuestra clase trabajadora.

La desocupación y la precarización laboral, que se profundizaron en la década de 1990, limitaron los aportes jubilatorios de nuestra clase, y son el resultado de las políticas antiobreras y antipopulares de la gran burguesía, los bancos y el imperialismo.

En la etapa kirchnerista, después de numerosos fallos judiciales que cuestionaron la falta de un criterio justo de actualización de los salarios de les jubilades, se aprobó un ley de movilidad jubilatoria. A fines de 2017, el gobierno de Macri modificó, a la baja, esa movilidad, provocando la mayor rebelión popular contra esa política el 18 de diciembre de ese año.

Cuando esa ley de movilidad del macrismo, basado en la inflación del trimestre anterior a la actualización salarial, podía empezar a mejorar un poco la situación de les jubilades, el gobierno del Frente de Todos congeló la aplicación de la ley, y las jubilaciones superiores a la “mínima” (hoy de 19.000 pesos, cuando la canasta de la pobreza para una familia tipo supera los 50.000 pesos) no llegaron a cubrir la inflación de 2020.

La nueva movilidad, aprobada en la Cámara de Diputados el 29 de diciembre (mientras en el Senado se trataba la Interrupción Voluntaria del Embarazo, la IVE), no establece que el aumento de jubilaciones, pensiones, AUH (Asignación Universal por Hije) y otras prestaciones sociales, sea como piso igual a la inflación. Se trata de una fórmula que combina el crecimiento de los salarios formales y de la recaudación impositiva (con un tope), y que encima comienza con más del 55% de las jubilaciones situadas en la “mínima” que no alcanza ni a la mitad de la canasta de la pobreza. Un buen análisis de esta nueva Ley está en la nota del compañero Demián García Orfanó (https://www.anred.org/2020/12/31/una-nueva-formula-para-postergar-a-jubilados/).

Como en el manejo de la deuda externa (que cuestionamos como parte de la Autoconvocatoria por la suspensión de pagos e investigación de la deuda), la política jubilatoria es una “política de Estado”, que permanentemente perjudica al conjunto de nuestra clase trabajadora. Luchar por modificar esta situación debe ser un eje central para nuestro movimiento popular, y lo es para el MULCS.

5. Logramos el derecho al aborto

Después de tantos años de lucha, el movimiento de mujeres y diversidades conquistó el derecho al aborto legal, seguro y gratuito para todas las mujeres y personas gestantes de nuestro país, y abrió el camino en Nuestra América, donde sólo Cuba y Uruguay tienen ese derecho plenamente (ver https://mulcs.com.ar/index.php/2021/01/03/con-la-lucha-de-millones-se-aprobo-el-derecho-al-aborto-legal-seguro-y-gratuito/). La aprobación de la ley IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) el 30 de diciembre será un punto de inflexión para este movimiento.

El trabajo de quince años de la Campaña Nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito se conjugó en los últimos años con una enorme masividad del movimiento de mujeres y diversidades, con un feminismo popular que está dispuesto a cambiar todo lo que debe ser cambiado.

Desde el feminismo, entendemos que discutir la dominación patriarcal es también discutir todas las dominaciones: al capitalismo y la dominación de clase, a la dominación colonial y étnica. Es parte de la lucha integral por un mundo que sea diferente, sin explotadores ni explotades.

6. Se intensifican las luchas de les trabajadores por el salario y las condiciones de trabajo

Mientras el aislamiento social, preventivo y obligatorio comenzaba a debilitarse, como un resultado combinado de la presión empresaria, las concesiones del Gobierno y el agotamiento social, comenzó un nuevo ciclo de recuperación de las luchas sindicales. Durante este año, en medio del covid19, de la expectativa de un sector importante de nuestra clase en el Gobierno del FdT después de la ofensiva macrista y de la nueva “tregua de hecho” de las conducciones sindicales, tuvimos la menor cantidad de luchas obreras y sindicales de las últimas décadas.

En diciembre pasado, esta etapa, aprovechada por las patronales en beneficio propio, comenzó a cambiar. A las luchas de les trabajadores de la salud, a los conflictos en sectores de la educación y de distintos niveles del Estado, se sumaron distintos sectores de la industria.

La lucha encabezada por les compañeres de la Federación Aceitera, en unidad con URGARA (sindicato de Recibidores de Granos) y el sindicato aceitero de San Lorenzo, puso nuevamente en el centro de la discusión pública nuestros salarios. La cuestión del verdadero salario mínimo, vital y móvil viene siendo instalada por la Federación Aceitera en nuestro movimiento obrero.

Al mismo tiempo, el paro nacional en este sector estratégico de la economía argentina es una de las causas de la suba del precio internacional de la soja (https://www.baenegocios.com/agroindustria/Paro-en-Argentina-impulsa-el-precio-de-la-soja-en-el-mundo-20210101-0020.html?utm_source=newsletter&bae=newsletter). Contradictoriamente, esta situación favorece a los exportadores de granos, y a quienes sostienen el modelo de agronegocios de nuestro país, que fortalece nuestra dependencia económica y política.

Este nuevo triunfo después de 21 días de huelga total vuelve a marcar el camino para el conjunto de nuestra clase, y muestra la enorme fuerza potencial de nuestra clase trabajadora cuando se organiza y lucha con claridad política y combatividad (https://mulcs.com.ar/index.php/2021/01/03/victoria-de-la-huelga-nacional-aceitera-por-el-salario-minimo-vital-y-movil/,

y https://mulcs.com.ar/index.php/2020/12/31/seguir-la-huella-de-la-victoria-de-los-aceiteros/).

7. El futuro requiere construir una propuesta política de masas

Sin dudas, el triunfo del movimiento de mujeres y diversidades con la legalización del aborto, y de les trabajadores aceiteres en la lucha por el salario mínimo, vital y móvil, son un aliciente para comenzar un nuevo año de lucha y organización popular. Nadie puede predecir hasta cuando durarán los efectos de la pandemia, pero sí sabemos que esas luchas, como parte de las luchas de nuestro pueblo trabajador, marcan un rumbo.

Como venimos señalando, más allá de las dificultades actuales, desde nuestra clase y nuestro pueblo tenemos una larga tradición de lucha y organización que, aunque muchas veces haya resultado insuficiente para derrotar a nuestros enemigos históricos, es temida por el poder real (los monopolios, los bancos, la gran burguesía local y el imperialismo).

Aspiramos a seguir dando pasos firmes en que las experiencias masivas y combativas de nuestro pueblo encuentren un camino de superación de las propuestas conciliadoras, que buscan representar a las mayorías sin enfrentar a los poderosos, convencides que esa propuesta negociadora es completamente inviable para los intereses obreros y populares.

Desde el MULCS aspiramos a construir, junto a otras organizaciones y movimientos populares con objetivos revolucionarios, una alternativa política de masas, que supere las limitaciones históricas del peronismo hoy expresadas en la coalición de gobierno, que enfrente con fuerza a la derecha reaccionaria y al poder real, con vocación de poder, feminista y popular, antiimperialista y anticapitalista, amplia y clasista, que se proponga de verdad cambiar todo lo que debe ser cambiado.

Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social

MULCS

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