Históricamente la desaparición forzada se ha utilizado para eliminar al opositor o enemigo y sembrar el pánico y el terror entre la población civil como método sistemático de dominación. Cuando el poder político está en peligro, los militares son los únicos que disponen de medios suficientes para restablecer el orden y la ley. En este caso la constitución y los derechos humanos son un obstáculo para la guerra total,
El término “desaparecido” se acuñó en Guatemala en el año 1966 cuando el gobierno de facto del coronel Peralta Azurdia utilizó en secreto este despreciable método a través de los escuadrones de la muerte para librarse de la oposición política de izquierda (intelectuales, sindicalistas, artistas, escritores, estudiantes, docentes, colaboradores y simpatizantes). En Guatemala se calcula que durante la primera década de terror policial más de 45.000 personas fueron víctimas de homicidios políticos y desapariciones. Luego esta práctica de Terrorismo de Estado, asesorada por los agentes de la CIA (la “Doctrina de Seguridad Nacional” se inscribe dentro de la guerra fría gestada tras la Segunda Guerra Mundial) se extendió por otros países de América Latina como Argentina, Chile, Uruguay Brasil (en la época de las dictaduras militares)
Durante la guerra fría la CIA no solo fomentaba golpes de estado sino también la desaparición y asesinato de opositores izquierdistas. Henry Kissinger, como jefe del Departamento de Estado, no solo instigó el golpe fascista contra Salvador Allende en Chile sino que también fue el planificador de la Operación Cóndor que dejó un saldo fatal de 50.000 personas asesinadas y 30.000 desaparecidas. Los “Archivos del Terror” descubiertos en Paraguay detallan minuciosamente el destino de miles de latinoamericanos secretamente secuestrados, torturados, asesinados o desaparecidos por los servicios de seguridad de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Para lograr tamaña eficacia fue fundamental la transferencia de información entre las dictaduras. El sumun del ensañamiento y perversidad lo superó con creces la DINA pinochetista en Chile con 3000 muertos y 1.500 detenidos- desaparecidos.
Según los manuales de inteligencia “el opositor es un ser ajeno y extraño, un loco, un alien o extranjero contra el que el “ejército salvador” podía recurrir a las más despiadadas formas de represión para garantizar “la paz y la estabilidad de la patria”. Al secuestrando sea como sea había que extraerle confesiones acerca de sus cómplices o la célula a la que pertenecía -que es fundamental para eliminar “el mal de raíz”. La tortura en la clandestinidad es garantía de impunidad. La clave es apartar en secreto al prisionero o al insurgente del marco legal que pueda protegerlo. Entonces, así no podrán contar con abogados ni testigos, no se haría pública su detención y sus parientes no sabrían donde se encuentran. El secuestro es un arma de destrucción masiva de enorme poder. Los genocidas llegaron a desaparecer poblaciones enteras u obligarlas a abandonar sus tierras como sucedió en Bolivia, Colombia, Perú, Guatemala o el Salvador. En este último país los grupos paramilitares ORDEN y ANSESAL se esforzaron al máximo por aniquilar a los subversivos del FMLN y a cualquier opositor que se atreviera a desafiarlos. Los escuadrones de la muerte (doctrina de contrainsurgencia exportada por EE.UU) intimidaban a la población civil enviando sufragios o publicando listas de amenazados de muerte, abandonando cadáveres irreconocibles en los basureros y a otros que colgaban en los postes a modo de advertencia. Todo era válido con tal de desmovilizar la resistencia o cualquier atisbo de rebeldía (manual de guerra preventiva)
El ejército argentino, con la anuencia de los EE. UU, decidió exportar a Centroamérica sus “geniales métodos” de guerra sucia con la Operación Charlie en el que capacitaron a las fuerzas armadas de Nicaragua, Honduras, el Salvador y Guatemala. Era esencial combatir con eficacia a los “delincuentes subversivos terroristas” siguiendo las directrices del presidente Ronald Reagan, entrenando escuadrones de la muerte y paramilitares que se encargaran de las torturas, asesinatos y desapariciones forzadas. No hubo campos de concentración, no hubo partido fascista sino militarismo, no hubo un fuhrer sino golpistas.
En los años sesentas surgió el concepto de el “enemigo interno” teorizado con maestría en los manuales de contrainsurgencia. En aplicación de la Doctrina Nixon las escuelas militares norteamericanas fueron el centro de formación y adoctrinamiento de los oficiales y militares de alto rango de América Latina. Estos serían los encargados de garantizar la prevalencia del imperialismo norteamericano. “The Emerging structure of Peace” sacando una lección de la Guerra del Vietnam y preparando a EEUU para su dominación a nivel global.
Buena parte del alto mando y las fuerzas especiales de los ejércitos latinoamericanos fueron instruidos y adiestrados en la Escuela de las Américas, ubicada en el Canal de Panamá. Esta diabólica institución se distinguió por su enorme capacidad de entrenar matones, torturadores y golpistas. Allí se graduaron los mejores elementos decididos a ejecutar acciones de terrorismo de estado como la desaparición forzada, la guerra psicológica y tortura (manual KUBARK) la extorsión y ejecuciones sumarísimas. La inteligencia militar tenía la misión de neutralizar la amenaza del enemigo externo e interno representado por el comunismo internacional (La Unión Soviética y Cuba). La radicalización de la derecha se debió al temor de una revolución izquierdista triunfante. Había que recuperar el orden social concebido como el mantenimiento del sistema político y económico dominante.
En el 2001 tras el ataque a las Torres Gemelas en NY el presidente de los EEUU George Bush le declara la guerra al terrorismo islámico. A los pocos meses el ejército norteamericano inicia la invasión de Irak y Afganistán sembrando la destrucción y la muerte como venganza a los atentados del 11S. A medida que avanzaba la campaña militar se detuvieron arbitrariamente a miles de supuestos “terroristas” –los llamados prisioneros fantasmas (secuestrados por la CIA) – que fueron enviados a la base militar de Guantánamo.
El GBI (guerra de baja intensidad) es fruto de la experiencia norteamericana en Vietnam. Igualmente se inspiraron en la estrategia diseñada por Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial llamada “balance del terror” para hacer frente a los ataques de la resistencia. Por cada soldado alemán muerto tendría que pagar con un número equivalente la comunidad dependiendo del rango del ajusticiado. Además, se implantaba la idea de la detención de rehenes y se determinaba la base de un sistema orgánico. Esta orden de Hitler, ratificada de inmediato por el estado mayor alemán, parece ser el primer precedente formal e institucionalizado de desaparición forzada -un método muy sofisticado de terrorismo-. Un nuevo decreto llamado “noche y niebla” “nacht und nebel” ordenaba el desvanecimiento de esos prisioneros o deportados en los hornos crematorios de los campos de concentración. Y así con todo detalle expusieron la formula mediante las cual el estado nazi esperaba llegar a la “solución final del problema judío”, o sea, el exterminio sistemático de ese “pueblo maldito”. En el caso de la Guerra Civil española el franquismo utilizó la desaparición forzada para reprimir y doblegar las zonas republicanas a base del terror y el escarmiento colectivo. El exterminio sistemático de sus oponentes políticos aseguraría la paz social. Según la Plataforma de Víctimas de Desapariciones Forzadas por el Franquismo se estima que durante la Guerra Civil Española y la posterior dictadura fueron desaparecidas más de 140.000 personas. A estas alturas del 2021 todavía los grupos de pesquisidores y forenses siguen con la tarea de desenterrar los esqueletos de las fosas comunes desperdigadas por la mayor parte del territorio español.
En la Guerra Cristera (1926 a 1929) que enfrentó a los fundamentalistas católicos contra los liberales, una de las armas favoritas para aterrorizar a la población civil fueron los ajusticiamientos y masacres. Los investigadores aseguran que las victimas de este demencial enfrentamiento fratricida supera los 250.000 muertos y un número indeterminado de desaparecidos. En los años sesenta y setentas, en el periodo de las guerrillas izquierdistas, supuestamente aliadas de la Unión Soviética y Cuba, el gobierno siguió la estrategia diseñada por el Pentágono al estilo Plan Cóndor. Aquellos intelectuales, estudiantes, profesores, sindicalistas y luchadores sociales representaban un peligro latente y se les acusó de “terroristas traidores a la patria” Esta es una etapa poco conocida en la historia de México llamada de la “guerra sucia” que va desde el año 1954 a los años setenta que el PRI ha ocultado o eliminado de los archivos. La prensa también se hizo cómplice impidiendo la publicación de noticias que afectaran la estabilidad del régimen.
El código del terror de la desaparición forzada lo aplicaron los organismos de seguridad del estado para combatir la Liga Comunista 23 de septiembre, las guerrillas indígenas de Guerrero, el Partido de los Pobres o el Movimiento de Liberación Nacional. La juventud mexicana se inclinaba peligrosamente por el caos y el anarquismo. Quizás el punto más álgido haya sido la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 donde se escribió el capítulo más siniestro de la historia mexicana. El presidente Diaz Ordaz junto con su Secretario de Gobernación Luis Echeverría fueron los directos responsables de esta masacre que dejó 78 muertos y 31 desaparecidos. Dicha operación Galeana igualmente contó con el siniestro asesoramiento de agentes de la CIA que tenían sus oficinas en la propia DFS. El estado de derecho no podía tolerar que las “hordas comunistas” destruyeran la democracia y las raíces culturales y religiosas del país.
Para contrarrestar el levantamiento Zapatista en Chiapas en el año 1994 surgen los Zetas, cartel conformado por desertores del ejército mexicano que contó con el beneplácito del gobierno federal. Porque la única posibilidad de desmovilizar la resistencia guerrillera era organizar grupos de paramilitares en connivencia con los terratenientes que desplazaran a los campesinos, les despojaran de las tierras y desaparecieran a sus líderes.
En el 2006 la guerra contra los carteles de las drogas lanzada por el presidente Calderón generó la ocupación militar de las regiones y estados con el fin de recuperar la soberanía siguiendo los mismos dictados de la Seguridad Democrática de Uribe Vélez en Colombia cuyo antecedente más cercano fue el Estatuto de Seguridad del presidente Turbay Ayala.
México es un país de casi 130.000.000 de habitantes que mayoritariamente se concentran en el medio urbano. Desde los años cuarenta del siglo pasado comenzó el éxodo millones campesinos e indígenas en busca de un mejor futuro en la ciudad redentora. Esta es la mejor demostración del fracaso de en la revolución mexicana y su infructuosa lucha por el reparto agrario. Al pueblo empobrecido se le ha condenado al destierro y el desarraigo En esos eriales o campos baldíos levantaron sus tugurios donde se refugiaron las castas desclasadas que se multiplicaron exponencialmente elevado la densidad de población por kilómetro cuadrado hasta el infinito. Como es el caso de Netzahualcóyotl con 1.200.000 de habitantes o Ecatepec con 1.700.000 habitantes que son los dos municipios más grandes del estado de México. En el valle de México viven 27 millones de personas que se hacinan en unas urbes y megalópolis completamente antinaturales y deshumanizadas producto de la explosión demográfica. La utopía de las ciudades inclusivas, equitativas y democráticas donde la principal norma sea el respeto a los derechos humanos es apenas un concepto teórico irrealizable.
El famosos etnólogo francés Paul Rivet escribió en los años cincuenta del siglo pasado: “México es ante todo una tierra indígena cuyo porvenir está condicionado por el éxito o el fracaso de la incorporación de las poblaciones indígenas a la vida nacional”
¡Última hora! desapareció un joven en el municipio de Tonalá, ayer desaparecieron cuatro personas en el estado de Guanajuato, más niños desparecidos en Veracruz, otros en Sinaloa y una y otra vez se repite la misma historia, aunque con diferentes nombres y en diferentes sitios. Por Facebook, Instagram o Twitter se lanzan las alertas Amber con las respectivas fotos de niños, jóvenes o adultos. Las madres los reclaman con un desgarrador grito de impotencia: ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!
México se encuentra azotado por una ola inmisericorde de terror provocada por los grupos delincuenciales y carteles coludidos muchas veces con la policía o el ejército. No se sabe muy bien quién secuestra, quién tortura o quién mata. No hay una razón lógica ¿pero acaso existe una razón lógica?
Tan espantosa tragedia se convierte también en un negocio multimillonario que se reparten las mafias del narcotráfico, la delincuencia organizada. los empresarios, banqueros, políticos y en el que igualmente están involucradas en distintos niveles las fuerzas de seguridad del estado. Algo que se comprobó con el procesamiento del ex Secretario de Seguridad García Luna y la detención en EE. UU del ex Secretario de Defensa el general Cienfuegos.
Mientras tanto las élites del poder, la burguesía y oligarcas se blinda en sus cotos o condominios rodeados por grandes muros y alambradas eléctricas y protegidos por guardias de seguridad y perros de presa. Son zonas de sinigual belleza con bosques y lagos artificiales y clubes exclusivos con piscinas, campos de golf o de equitación en donde solo pueden ingresar aquellos que sean residentes o posean un pase o pasaporte que los identifique como, trabajador o invitado. Una arcadia feliz muy bien conectada con exclusivos centros comerciales en los que sobran los lujosos restaurantes, tiendas o boutiques de las marcas más exclusivas. Muchos piensan desde la tranquilidad de sus mansiones que lo que ocurra fuera de sus dominios no les incumbe en lo más mínimo. Lo importante es mantener su estatus y seguir disfrutando de su alto de nivel de vida. ¿Y el lavado de dinero, la corrupción y el enriquecimiento ilícito? No hay datos fidedignos, pero son miles de millones de dólares con el que se han construido verdaderos oasis de la mil y una noches. Una eterna luna de miel que los embarga de felicidad. Dos realidades totalmente distintas y distantes que conforman una sociedad clasista y racista. La burguesía se lleva las ganancias y el pueblo pone los muertos.
Según testigos un comando fuertemente armado vestidos de negro y encapuchados se llevó a Israel ¿serían delincuentes disfrazados de policías o de judiciales? Desde hace una semana no se ha vuelto a saber más del occiso o de la occisa. Se teme lo peor porque no hay ninguna notificación oficial. El fantasma de Ayotzinapa hace parte ya de la memoria colectiva de los mexicanos. Esta abominable masacre ocurrida en el año 2014 con la desaparición de los 43 normalistas cuyos cuerpos fueron reducidos a cenizas o convertidos en pozole (sopa) al diluirlos en ácido. los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en el operativo policial y militar llevado a cabo en Iguala. Después de seis años de su desaparición todavía no se ha resuelto el caso y sus familiares siguen planteándose las mismas preguntas: ¿dónde está mi hijo, ¿dónde está mi hermano, mi padre o mi madre?
Tal vez la respuesta se encuentre en los dos tráileres de la muerte en los que introdujeron 365 cadáveres, muchos de ellos irreconocibles, ante la imposibilidad de almacenarlos en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses. 1.600 cadáveres están todavía hacinados en sus morgues, En la fiscalía hay una podredumbre escandalosa que privilegia a los delincuentes y castiga a las víctimas. Las autoridades dicen que tal ola de violencia se debe a una disputa entre el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel Nueva Plaza. En el estado de Jalisco se han producido 15.000 desaparecidos en los últimos 5 años. El 37% de las actas de defunción en las autopsias dictaminan que fueron aniquilados por golpes, por asfixia el 24% del total y el 33% restante por arma de fuego o arma blanca. La tendencia es a torturar, es decir, a infligir a la víctima el máximo sufrimiento y una prolongada agonía. Este martirio hace parte del código del terror: descuartizándolos, regándolos con gasolina y prendiéndoles fuego o disolviéndolos con ácido o sosa caustica o arrojándolos a feroces Pit Bull que los devoran en minutos. Una mortandad a nivel industrial cuya autoría se le atribuye a expertos carniceros y matarifes enloquecidos por un cóctel de estupefacientes y alcohol. El secuestro de una persona o la desaparición forzada es uno de los atentados más execrables que pueda existir contra los derechos humanos.
Más de la mitad de los migrantes centroamericanos en su camino a EE. UU terminan siendo víctimas de algún tipo de trata de personas. En el mismo tren “la bestia” que realiza este recorrido de sur a norte de México son asaltados por los carteles para atracarlos, secuestrarlos y reclutarlos en los ejércitos particulares, 270.000 personas son víctimas de la esclavitud moderna: la trata de blancas, redes de trasplante de órganos, trabajos forzados en los campos de cultivo de amapola o marihuana o para trabajar en labores agrícolas en las haciendas, laboratorios de metanfetamina o fentanilo. El año pasado las mafias obtuvieron ganancias de hasta 10.000.000 millones de dólares. Los mojados contratan a los coyotes de los carteles para que los crucen al otro lado de la raya, aunque en muchas ocasiones caen en la trampa y son utilizados de mulas para que pasen droga.
En Irapuato (Guanajuato) los colectivos “A Tu Encuentro” y “Sembrando Comunidad”. encontraron en fosas comunes más de 100 cadáveres embolsados, un crimen atribuido al Cartel Jalisco Nueva Generación, en Acámbaro en Guanajuato se descubrió otra fosa común con 78 bolsas con restos humanos, y así sigue el trágico reporte con más de 70 restos en Salvatierra, que según la portavoz de “una luz en mi camino” podría rebasar los 100 cuerpos. La organización Fundej (Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos) advierte que Jalisco es el estado con mayor número de personas desaparecidas y no localizadas (9.550) La peruana Lucero Mescco viajaba de paseo a Guadalajara, junto a dos amigos peruanos y un mexicano, cuando al pasar por Atotonilco fueron detenidos por la policía municipal acusados de” extorsión”. Después no se supo más de ellos. Ayúdanos a localizarlos.
Los familiares presurosos entregan en los juzgados las denuncias correspondientes a la desaparición de sus seres queridos. Sus abogados les aconsejan dirigirse a las altas instancias a ver si agilizan el caso, pero son tantos y tan intrincado el papeleo de rigor, que al cabo de unos días las autoridades suspenden la búsqueda. Los trámites burocráticos son demasiado lentos y dispendiosos y para quitárselos de encima les contestan el consabido “vuelva la próxima semana”. El nivel de indignación es mayúsculo y en respuesta a tantas arbitrariedades se organizan multitudinarias manifestaciones de protesta con toma de edificios públicos, plantones, bloqueos de carreteras. No hay impartición de justicia y si niveles altísimos de impunidad y manipulación de las evidencias. Algo que denuncian continuamente las organizaciones de derechos humanos, los mecanismos de asistencia internacional, la iglesia católica, la comisión de la verdad, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el de la ACNUDH de la ONU o las comisiones de derechos humanos estatales, las ONG. También los ambientalistas, líderes indígenas o activistas sociales están en el punto de mira ya que están en contra los intereses de los terratenientes y las grandes empresas multinacionales. Este es el caso de Homero Gómez defensor de la reserva de la Biosfera Mariposa Monarca que desapareció el 13 de enero de 2020. Una semana después su cuerpo se encontró en un pozo para uso agrícola.
Decenas de miles de casos están aún archivados en los anaqueles pues los jueces no se dan abasto para tramitarlos. Infinidad de veces los ciudadanos denuncian un delito y no se procesa en el sistema. Carpetazo por falta de elementos o falta de pruebas. No hay cuerpo del delito y muchas familias por miedo a recibir represalias o revictimización no se atreven a denunciar el crimen. El 75% de los desaparecidos en México tienen entre 15 y 30 años; el 74% son hombres y el 26 % son mujeres. En México desde 1964 al 2020 se han contabilizado 177.000 desaparecidos. La Comisión Nacional de Búsqueda de la SEGOB solo reconocen unos 82.000 desaparecidos.
Los familiares indignados exigen que a los culpables les caiga todo el peso de la ley y que se pudran por el resto de la vida en la cárcel. No pueden ocultar sus sentimientos, de rabia, odio y venganza porque les han destruido física y mentalmente. Pero los sospechosos o presuntos implicados muchas veces salen libres pues las pruebas presentadas carecen de consistencia. Algo que es muy normal en un país con el 95% de impunidad.
Pero como suele suceder la policía comienza a sospechar que el occiso a lo mejor estuviera metido en algo oscuro o andaría en malas compañías. Hasta la duda asalta a sus familiares y amigos. Para los investigadores de la Fiscalía cualquier antecedente penal, cualquier indicio sospechoso basta para criminalizarlos. Puede ser un ajuste de cuentas, ¿retaliación entre bandas de narcotraficantes? Cómo puede ser si era tan estudioso y formal. Por ejemplo, los estudiantes de Ayotzinapa supervivientes en la matanza llevada a cabo en el año 2014 y que fueron detenidos por la policía se les encontró en sus teléfonos celulares música de narcocorridos y también narco películas. De inmediato las autoridades dedujeron que se trataban de miembros de algún cartel. Pero este fenómeno es normal entre los estratos más bajos de la sociedad mexicana. Fácilmente se criminaliza a las víctimas por su manera de vestir, por los tatuajes los piercing o por la edad si son jóvenes o porque viven en determinadas colonias marginales. Todos los detenidos son malos, todos los muertos son malos. Tal vez son retaliaciones que se producen entre la mafia del narcomenudeo que luchan por su territorio. No todas las desapariciones están relacionadas con el crimen organizado porque también están implicados Militares, Policía, Federales, Sedena, Instituto Nacional de Migración.
He tenido que acompañar a las madres de los desaparecidos al Instituto de Ciencias Forenses de Guadalajara, un gélido y macabro edificio donde presencie desgarradoras escenas de dolor Si al menos tuvieran una tumba donde llevar a cabo el duelo como manda la tradición cristiana. Es tal la impotencia que su único consuelo es que Dios haga justicia. De ahí que haya tantas de misas y cadenas de oración a ver si se produce un milagro y el hijo, la hija, el padre o el hermano aparecen o, mejor dicho, resucitan como Lázaro. Hay que aceptar la cruel realidad, pero los familiares no se resignan: “luchamos con amor por nuestros seres queridos que nos ha llevado a hacer todo lo que el gobierno no ha hecho por encontrar a nuestros desaparecidos” Esta es una tragedia capaz de causar sufrimiento prolongado y alterar la vida de las familias por generaciones y paralizar a comunidades y sociedades enteras. Un trauma emocional de angustia, depresión, insomnio que por lo general los psicólogos y siquiatras intentan anestesiar a base de sedantes, antidepresivos, somníferos o barbitúricos.
Las madres heridas en lo más profundo de su alma ponen el grito en el cielo pues al hijo o la hija de sus entrañas la han desaparecido. Sin saber muy bien quiénes son los culpables y el por qué se los llevaron. Pero, de repente, una mañana cuando iba caminando por la calle pasó un auto de vidrios polarizados del que se bajaron varios tipos armados cubiertos con pasamontañas que se lo “levantaron” a la fuerza. Eso declararon algunos testigos de los hechos ante el ministerio público. De ahí en adelante se perdió su pista, se esfumó o se lo “tragó la tierra”. Los familiares presurosos presentan la denuncia ante las autoridades que maquinalmente redactan el atestado de desaparición. Todavía no se sabe si su ausencia ha sido voluntaria o forzada así que habrá que dejar pasar un tiempo prudencial para comprobarlo. A veces no se le puede catalogar como un secuestro porque nadie ha pedido rescate, no es una desaparición por motivos políticos porque no es un activista de izquierdas o un defensor de los derechos humanos, un ecologista o un periodista. Se visionan también las cámaras de seguridad para comprobar si registraron el “suceso” o secuestro. Quién sabe si el desaparecido anda “enfiestado” – muchas adolescentes se van con el novio, otras se quedan embarazadas y prefieren huir de sus casas por miedo a las represalias. Los jóvenes son así de “locos” -responden las autoridades. 80% de los delitos no se denuncian porque las víctimas o sus allegados no confían en el ministerio público. Demasiadas desapariciones se clasificaron con otra denominación porque el gobierno siempre está tirando a la baja para acomodarlas a sus intereses y así justificar que están trabajando con eficacia. El mensaje debe ser positivo para no crear aún más psicosis o la alarma social y no extender falsos rumores que inquieten a la ciudadanía.
Los familiares de los desaparecidos ante la inacción de los organismos estatales o federales se han organizado por su propia cuenta en asociaciones y colectivos de búsqueda. Increíblemente han de asumir el papel de policías, detectives o forenses para intentar hacer justicia por su propia mano. Incluso se movilizan por los distintos estados de la república y se dedican a pegar carteles en las calles o van repartiendo volantes con sus rostros por las estaciones de autobuses, en el metro. Van procurando información a ver si por casualidad alguien los ha visto o les dan alguna pista de su paradero. Buscamos a Jazmín, buscamos a Alondra, buscamos a Irma, a Edith 018006703600, buscamos a Wendy que desapareció el día 9 de enero mientras conducía su camioneta en un viaje de Nayarit a Guadalajara. Aliándose a la tecnología será en el ciberespacio, en Facebook, Twitter, Telegram o Instagram donde también se libre la batalla por localizarlos. Pero pocos se acuerdan ni reclama por las víctimas de la limpieza social aquellos indigentes, drogadictos o enfermos mentales que vagan por las calles y a los que la “mano negra” asesina para vender sus cuerpos en las clínicas universitarias o para “embellecer” la ciudad.
Es difícil soportar tanta incertidumbre pues las familias desoladas esperan el regreso de sus seres queridos o al menos tener alguna noticia que les devuelva la esperanza de encontrarlos vivos. Pero pasan los días, las semanas, los meses y los años y no hay respuestas positivas, solo cartas y comunicados en que las autoridades afirman que hacen lo imposible por resolver el caso. Serenidad, paciencia, que se traduce en silencio y olvido. ¡Ni perdonamos ni olvidamos! En México no se sabe el por qué desaparece la gente, no hay motivos aparentes ni siquiera piden un rescate. Así que no queda otra que orar, a encender velas a los santos y vírgenes en las iglesias y catedrales a ver si Dios Todopoderoso obra un milagro. Porque ¡si estas en nuestra memoria, no estás muerto!
En diciembre de 2019 en Ocotlán (Jalisco) desaparecieron los 4 hermanos Camarena y en el que está implicada la policía municipal. El comité de la CED de la ONU emitió un llamado urgente al gobierno mexicano para que responda por las omisiones en la carpeta de investigación. La Fiscalía Especial de Personas Desaparecidas ha reclamado que se detenga a los agentes implicados en su desaparición. La Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada de Jalisco no ha dado respuesta alguna. Los policías aún no han sido detenidos. Hasta la Fiscalía General de la República esta infiltrada por grupos corruptos y mafiosos.
Quizás algunos buenos samaritanos desde el anonimato se atrevan a entregarles pistas que los lleven a localizar los restos de sus seres queridos ¿dónde enterraron los cuerpos de su hijo, su hija o de su esposo? ¿O talvez los quemaron o los convirtieron en pozole (sopa)? Pero el tiempo pasa y no hay ninguna respuesta positiva. Así que lo único que les queda es seguir indagando su paradero. Por ejemplo, las mujeres rastreadoras del colectivo “Sabuesos Guerreras A.C” cuando estas reciben informaciones de la existencia de fosas clandestinas inmediatamente se dirigen al lugar que les señalaron a ver si hallan a sus “tesoros perdidos”. Tras identificar el terreno anormal con sus palas, rastrillos y asadas comienzan a remover la tierra esperanzadas en descubrir algún indicio de sus seres queridos: huesos, esqueletos o calaveras “Los huesos son buenos testigos, a pesar de que hablan bajo no mienten y nunca olvidan” Entonces si se confirma que el hallazgo es positivo llaman a la Fiscalía General del Estado, la Comisión Nacional y Estatal de Búsqueda de Desaparecidos y los servicios médico forenses para que se hagan cargo del levantamiento de los cadáveres. Encontrar el cuerpo de la víctima es la única posibilidad de aliviar el pesar de sus familiares. Del 2018 al 2020 han sido rescatados más de 1.700 cuerpos u osamentas en fosas clandestinas.
Las familias desesperadas mueven cielo y tierra en la fiscalía, en los servicios forenses o en los hospitales para saber ¿dónde están, ¿qué les pasó? pero todo es infructuoso y el occiso se convierte en un mero número de expediente. Por ahora no son más que fantasmas que vagan sin rumbo fijo por el limbo ¡Habrase visto mayor humillación! tener que andar buscando a sus seres queridos entre trozos de carne humana, revolcando cadáveres en alto grado de descomposición, esqueletos o huesos quebrados. Y lo peor es ese olor nauseabundo que retuerce las tripas. Y tras las exhumaciones a clasificar las osamentas: una pierna, un brazo, o la cabeza que se intentan unir a ver si coinciden con la anatomía de su hijo, su hija, de su padre, de su hermano o hermana. Mientras en las morgues los forenses, en una tarea más propia del Dr. Frankenstein, intentan recomponer unos cuerpos irreconocibles para entregárselo a sus familiares. Lo cierto es que es imposible identificarlos sin una prueba de ADN. En el Banco de Datos Genéticos se recogen las muestras de sangre de sus padres para ver si coincide con las del occiso. Luego se les comunicarán a sus deudos si el test ha sido positivo o negativo ¿Cómo se ha llegado a tan absurda carnicería? un holocausto que solamente se puede producir en un país en guerra, pero difícil de comprender en tiempos de “paz”. De improviso una mujer exclama ¡esta osamenta es la de mi hijo! Por fin lo hemos encontrado. ¿Pero esto acaso es una buena noticia? Pues, aunque parezca increíble sí, porque ya se ha terminado tanto sufrimiento e incertidumbre y ahora ya puede realizar el velorio y los rituales del enterramiento cristiano. Por lo menos tienen una tumba donde llorarlo. Sin ningún pudor muchas veces se entregan a los familiares los ataúdes sellados asegurando que dentro están los restos de sus seres queridos. Como nadie se confía en la palabra de los funcionarios los abren a martillazos ¡¡¡Pero si esta cabeza no es la de mi hija!!! Lo más denigrante es observar esos cuerpos martirizados bajo atroces signos de tortura; unos mutilados otros degollados o decapitados. Muertes a nivel industrial que cada día aumentan imparables y que no tienen ningún viso de remitir.
Esto va más allá de una pesadilla: los embolsados, los enmaletados, encobijados los descuartizados. “México entero es una fosa común, un inmenso e inconmensurable camposanto y por donde quiera que vayas vas a caminar sobre los cuerpos de miles de desaparecidos” Margarita López madre de Yahaira secuestrada en el 2011 a la que torturaron y violaron durante diez días para después decapitarla y enterrar sus restos en la sierra de Oaxaca.
“Soy Karla, me secuestraron en Acapulco (Guerrero) ayúdame a volver a casa. Si sabes algo de mí, avísale a mi madre que está desesperada”. Entre 2018 al 2020 han desaparecido 3.650 mujeres (niñas y adolescentes) y quizás su destino no sea otro que la explotación sexual y la pornografía infantil. O desgraciadamente las violaron y para desaparecer toda huella del delito las mataron enterrándolas en cualquier fosa común.
Otro joven al que “levantaron” (eufemismo de secuestrar) otra joven que salió de su casa y ya no regresó, todos abducidos de repente por una fuerza sobrenatural que los volatilizó pues no se ha vuelto a saber más de ellos. Sus familiares y amigos angustiados comienzan las averiguaciones; rastrean las pistas de sus teléfonos celulares, las grabaciones de las cámaras de video vigilancia también hacen llamados para que se presente algún testigo ¿sería cosa de los carteles o de las bandas delincuenciales? ¿estaba amenazado? ¿alguna venganza? ¿no pagó el derecho a piso? ¿Extorsiones o secuestros? En ocasiones los secuestradores les remiten a sus familiares cartas con dedos y orejas amputadas exigiendo el pago del rescate “a la mayor brevedad” o si no que se atengan a las consecuencias.
Tantas mujeres y adolescentes desaparecidas ¿estarían relacionadas con la trata de blancas? no se sabe nada, todo queda en meras suposiciones o especulaciones. Se piensa a veces que se fueron por su propia voluntad, ¿se habrá ido con el novio? ¿estaba embarazada y se largó para no decírselo a sus padres?
Durante décadas se ha elegido la ofensiva policial o militar como la única solución para combatir a la delincuencia. Una estrategia que solo ha generado más violencia y más muertes tal y como se demostró en el sexenio del presidente Calderón.
Parece que es más rentable mantener esta guerra de baja intensidad que beneficia a los carteles, los traficantes de armas y sus cómplices de “cuello blanco”
Los ciudadanos exigen mano dura y tolerancia cero; aumentar el pie de fuerza y duplicar el presupuesto en seguridad. Porque hay que pacificar el país y si no se cumplen las expectativas tendrán todo el derecho a armarse para defender su vida y sus bienes. Pero la espiral de violencia no cesa y al parecer es más rentable mantener esta guerra de baja intensidad que beneficia a los carteles y al propio aparato militar, político, policial y a los traficantes de armas. La ecuación es muy sencilla entre más tráfico de drogas en Estados Unidos, más violencia en México.
Al asumir su mandato en el 2018 el presidente López Obrador afirmó que cambiaría la estrategia represiva por la filosofía humanista de “besos y abrazos y nada de balazos” Es decir, la política de la no violencia, del diálogo y el respeto a los derechos humanos. Además, en campaña prometió desmilitarizar el país: “que las tropas vuelvan a los cuarteles” Pero ante el avance descontrolado de la delincuencia organizada y los carteles no le quedó más remedio que crear la Guardia Nacional con 100.000 efectivos. El gobierno para salvar la 4T (Cuarta Transformación) ha preferido fundar una “república militar centralista”. Para pacificar el país hay que movilizar más policías, más federales más militares en permanente patrullaje en las calles, que se construyan más cárceles y las penas. La reinserción social es un fracaso pues los delincuentes tras cumplir sus penas salen en libertad y vuelven a reincidir.
En un intento por adoctrinar a los ciudadanos para que no se desvíen del camino recto la Secretaria de Educación Pública de México ha reeditado la Cartilla Moral de Alfonso Reyes con una tirada de 8.500.000 ejemplares. “Hay que forjar un futuro más prometedor”. El partido de gobierno insiste en que la inseguridad se acaba con programas educacionales o culturales y la entrega de ayudas económicas a los más pobres. Tal vez esta sea la receta ideal para forjar un ser humano nuevo y equilibrado “por fortuna el malo por naturaleza es educable en muchos casos y, por decirlo así, aprende a ser bueno. La decadencia que hemos padecido por muchos años se produjo tanto por la corrupción del régimen y la falta de oportunidades de empleo y sus satisfactores básicos, como por la pérdida de valores culturales, morales y espirituales”. “La paz y tranquilidad son fruto de la justicia”
El estado asistencialista intenta paliar dichas deficiencias estructurales entregando dádivas o limosnas como las becas de Jóvenes Escribiendo el Futuro NINIS, con una ayuda para formarse en empresas de 3.748 pesos mensuales, para estudiantes de 4.800 pesos bimestrales, las Becas Benito Juárez dotadas con 1.600 pesos bimestrales. El proletariado tendrá que conformarse con cobrar el salario mínimo (123 pesos diarios o 6 dólares) para garantizar su supervivencia. La Secretaria de Desarrollo Social manifiesta que el factor económico es fundamental para explicar el alza de los grupos delincuenciales. La sociedad capitalista neoliberal los condena a la eterna marginalidad. Pero lo cierto es que los ricos delinquen más a los pobres porque tienen en sus manos las llaves del poder político y económico.
La delincuencia organizada y los carteles recluta jóvenes desempleados ofreciéndoles un “oficio” bien remunerado en empresas de seguridad que no es más que un señuelo para enrolarlos en las filas de sus ejércitos particulares.
El Colectivo de Buscadoras de Guanajuato denunció que existe un plan de reclutamiento forzado de menores de edad por parte de los carteles.
Por ejemplo, los “halcones” de los carteles ganan 8.000 pesos mensuales y si comienzan a matar gente se eleva a 15.000 pesos. Los sicarios del Mencho ganan 20.000 pesos al mes y 500.000 pesos si sus riesgos son extremos. A los más avezados se les premia con casas, ranchos, mujeres o autos de lujo. ¿Qué se puede engendrar en esos ambientes sórdidos donde faltan escuelas y bibliotecas y sobran antros y discotecas o prostíbulos? Hay otras vías más prácticas de ganarse la vida: consigue una moto y un revolver y has valer tu ley. Entre más tiempo de ocio, más tiempo para cavilar el próximo golpe. La propaganda los deslumbra con mil y una ofertas que difícilmente pueden adquirir si en los bolsillos apenas tienen unas sucias moneditas.
La inseguridad es de tal magnitud que en el momento menos pensado en cualquier carretera hombres encapuchados que portan armas largas colocan un retén clandestino y entonces te hacen bajar del carro e interrogan: ¿a dónde van? A veces simplemente le exigen a los automovilistas pagar una suma de dinero o peaje por pasar de largo; pero en otras ocasiones los “levantan” o secuestran. Los “retenidos” se trasladan con los ojos vendados a una casa de seguridad donde se les confina en un calabozo o mazmorra. Han entrado en otra dimensión donde los utilizarán de juguetes para sus rituales satánicos. Son culpables de no se sabe qué y por eso deben ser escarmentados.
Y para mayor crueldad y sin mayores prolegómenos les anuncian que serán sacrificados a la santa muerte, la dama blanca. En medio de una orgía de drogas y alcohol, el ritual se iniciará con una sesión de torturas a base de golpes, escupitajos, apaleamientos o quemaduras con cigarros. Las clásicas prácticas sadomasoquistas de rigor porque si Jesucristo sufrió lo indecible en la cruz ahora los capturados van a experimentar en carne propia este viacrucis. Esto fue lo que aconteció hace unos meses en Chapala cuando un operativo de la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas permitió localizar a ocho personas, seis hombres y dos mujeres, que se encontraban privadas de la libertad en una finca o casa de seguridad donde se encontraron distintos tipos de armas de alto poder y una flotilla de narco camionetas. Según declararon los liberados al día siguiente los iban a asesinar para posteriormente enterrarlos en una fosa que ellos mismos habían abierto. Definitivamente estamos construyendo historias siniestras que bien podría servir de inspiración para los autores de la novela negra.
En la sociedad mexicana está muy arraigado el culto a la muerte. El pueblo se ha apropiado del inframundo: la santa muerte o la niña blanca, las catrinas son las reinas del Mictlán y señoras de los muertos. Matar o torturar se ha convertido es un escalofriante pasatiempo que se graba en los teléfonos celulares para luego publicar sus hazañas en las redes sociales. Un aberrante exhibicionismo que alimenta los más salvajes instintos sadomasoquistas. El narco le rinde culto a las deidades satánicas para ser poderosos e inmortales y que se desvíen las balas de sus contrincantes: “Ángel de la guarda cuida mis pasos y vuélvelos ciegos para que no puedan dispararme” Justo las 3:33 de la madrugada es la hora que eligen los devotos como la “hora del diablo “el momento de mayor intensidad del mal”. Lucifer entonces exige sangre fresca. Así ocurrió en el barrio bravo de Tepito donde la policía encontró un narco altar dedicado a la santa muerte con restos humanos, cráneos, huesos y esqueletos. Tampoco faltan las escenas más depravadas de canibalismo que solo puede surgir de mentes enfermizas de psicópatas, hienas, zopilotes que han perdido su condición humana. Se ejecuta una persona y se descuartiza como si se tratara de ganado que se desuella en el matadero. No hay ningún atisbo de compasión y se les tortura hasta que supliquen la muerte. En México hay una gran atracción por la necrofilia, el amor por el Tánatos se origina desde tiempos inmemoriales como lo demuestra el descubrimiento arqueológico más reciente en el Templo Mayor de ciudad de México y que simboliza una declaración de poder y principios bélicos en honor a Huitzilopochtli, la mayor deidad azteca.
Especialmente en esas zonas aisladas de las colonias de los extrarradios en el momento menos pensado -ya sea de día o de noche- el ángel exterminador sale de cacería en busca de las víctimas propiciatorias. Como si se tratara de un toque de queda los pobladores se atrincheran en sus hogares pues saben de antemano que lucifer con su guadaña a traición les va a asestar su zarpazo siniestro. Y sálvese quien pueda. Los capos del CJNG declaran altaneros: “Aquí no entra nadie, aquí mandamos nosotros” Es el decreto inapelable para “socializar el miedo”. A lo lejos se escucha el ulular de las sirenas de las patrullas policiales, los perros ladran defendiendo su territorio mientras los vecinos se santiguan rogándole a la virgencita de Guadalupe que los ampare y los favorezca. Parte de la estrategia de los carteles es sembrar el terror para dominar sus zonas de influencia. Las fieras depredadoras atracan, asaltan y asesinan a sangre fría sin que les tiemble el pulso. “La noche es nuestra” que nadie se mueva y se queden en sus casas ejerciendo un control social sin precedentes.
Los niños de las colonias más miserables ya no son niños pues precozmente se hacen mayores. Millones de niños y jóvenes no están escolarizados o se ausentan de la escuela por falta de incentivos o se ven obligados a trabajar para ayudar al mantenimiento de sus hogares; pertenecen a familias desestructuradas, con padres desempleados o alcohólicos o son huérfanos a cargo de un tutor y encima sufren violencia doméstica. Casi 3 millones de estudiantes han desertado de los centros educativos a causa de la pandemia del coronavirus. Por eso buscan en las calles el afecto y protección de la manada o de la pandilla. Ellos son los candidatos perfectos para engrosar las filas de las maras o bandas delincuenciales. Poco a poco se van formando los futuros sicarios o sicarias -porque en los bajos fondos también hay igualdad de género- Por supuesto que el relevo generacional está asegurado pues en estas lides se fallece a muy temprana edad. México es el quinto país con mayor población juvenil en el mundo.
75.000 menores de edad están integrados en los carteles que es la única salida para escapar de la pobreza pues por medios legales es casi imposible salir del pozo sin fondo. Sueñan con emular a famosos capos como el Chapo Guzmán, Caro Quintero, el Mencho, el Mayo Zambada. Porque “progresar es delinquir”
Bajo la supervisión de eméritos maestros- aprenden con destreza a manejar los famosos “cuernos de chivo” AK 47, las Barrett. 50, las RPG 27, las Browning M2. Con las armas en la mano adquieren un poder extraordinario que los eleva al rango de vengadores. Y para inculcarles lazos de obediencia a sus cachorros se les induce a la drogadicción y al alcoholismo. Entonces como por arte de magia se transforman en guerreros invencibles, o psicópatas ahítos de sangre. En vez de apretar el botón de una consola PlayStation, aprietan el gatillo de una AK47 provocando una masacre. Se mata y se remata al ritmo del reguetón marcado por los plomazos. El homicidio es la principal estrategia de las bandas delincuenciales para ganar territorio. Los sociólogos y psicólogos intentan infructuosamente dilucidar las razones de tanta maldad y perversidad. El medio urbano opresivo desencadena enfermedades mentales: psicosis, esquizofrenia, paranoias, trastorno de la personalidad. Empujados por al alcoholismo o esclavos de las adicciones no tienen nada que perder. ¿Qué clase de individuo es capaz de violar una niña, asesinarla y como si fuera un objeto desechable tirar sus restos al basurero? Es decir, matar por matar sin ninguna razón, nomás que por puro pasatiempo.
Los reclutas según sus aptitudes y buena puntería van escalando posiciones en la pirámide jerárquica de la organización; de sicario o sicaria pasan a operador financiero, de ahí a narco junior, después de acuerdo a sus “buenas notas” ascienden a jefes de plaza y los más guapos quizás un día ejerzan de grandes capos o patrones. Las pandillas o maras tienen su propio territorio con fronteras bien delimitadas y que deben ser respetadas. El narcomenudeo es un negocio muy floreciente pues los consumidores en México están en alza. Las adicciones a la marihuana, inhalables, cocaína, crack, pastillas de diseño o heroína se han incrementado un 300% en los últimos años. Ahora a los carteles tanto les favorece el consumo interno de estupefacientes como la exportación a los mercados de EE.UU Europa o Asia. La crisis del coronavirus ha desatado una fiebre por las drogas sintéticas pues el aislamiento, la soledad y la depresión hay que atenuarlos de alguna manera.
La prensa amarillista utiliza la crónica negra como reclamo para que sus ventas aumenten imparables. Hace unas semanas los rotativos publicaron en primera página la foto de una carretilla que transportaba un costal en cuyo interior iban los restos de dos niños indígenas Mazahuas que fueron descuartizados por la Anti Unión al sospechar que pertenecían a una banda de narcomenudeo de la Unión Tepito. La audiencia pide a gritos más morbo, más sangre, más torturas y asesinatos. A través del cine, de la televisión, de las redes sociales, las series streaming, hacer la apología de la violencia, el crimen. Que si el “Patrón del Mal”, la “Reina del Sur”, “Sobreviviendo a Escobar”, el “Señor de los Cielos”, “el Desconocido”, “Enemigo Íntimo”, “Ascenso y caída del Chapo”. La misma sociedad tolera, alienta y fomenta el estilo de vida narco, bailan y cantan narcocorridos o se entretienen con las narco series televisivas.
Los noticieros reportan las últimas noticias que no pueden ser más fatídicas: ¡atención! 9 muertos en una hora en Guadalajara, masacre en Guanajuato deja 12 muertos, el día 29 de agosto del 2020 fueron secuestrados por encapuchados dos jóvenes Karla y Christopher en un bar en Azcapotzalco. No se tienen indicios de que estuvieran cometiendo algún ilícito dentro del bar donde llegaron hombres armados disparando a los clientes y los “levantaron” para no saberse más de ellos. Descubren fosas clandestinas en el municipio del Salto (Guadalajara) donde se encontraron 130 cuerpos embolsados (la más grande de la historia del estado).
El colectivo “A Tu Encuentro” de Guanajuato comunica que: “seguimos buscando el torso de la compañera Fátima, la pierna de Juan Carlos. Pues hoy, lamentablemente, solo nos entregan el cráneo del hijo de doña Celia. Pero falta todo el cuerpo, esos quieren decir, que la búsqueda no ha terminado pues le tienen que dar cristiana sepultura al cuerpo entero”
¿Qué nos deparará el futuro con un 55% de la población empobrecida y unas minorías de oligarcas y terratenientes tan indiferentes a este proceso crónico-degenerativo de muerte y terror? Solamente queda resignarnos a la autodestrucción.
Carlos de Urabá 2021