La comuna de 7000 habitantes, ubicada a 20 kilómetros de Rosario, es pionera en generar un tributo anual que respalda a los productores para iniciar un cambio de modelo productivo. El subsidio puede utilizarse en arrendar el campo, la compra de maquinaria específica o insumos. La Renama, que asiste a los productores locales, destacó la medida e impulsará que se replique en otros municipios del país.
La comuna de Zavalla, de 7000 habitantes y ubicada a 20 kilómetros de Rosario, creó una tasa municipal ambiental destinada a promover la transición agroecológica. Se trata de un aporte de la comunidad que el gobierno local debe destinar a financiar maquinarias e insumos de productores agropecuarios que inicien la transición hacia ese modelo. La Red Nacional de Municipios Agroecológicos (Renama), que trabaja asesorando a los productores de Zavalla desde 2019, destaca que la medida es pionera y buscará llevarla a otras localidades del país.
Actualmente, 13 productores perciben el beneficio y ya se cuentan cien hectáreas de maíz y cincuenta de trigo cultivados sin agrotóxicos. “Son procesos y lleva tiempo”, valoró Claudio Benítez, integrante de la Renama, en diálogo con Tierra Viva, y destacó que la tasa municipal contribuirá a acompañar el cambio de paradigma productivo, aunque destacó que “la agroecología es un sistema sustentable por sí mismo”.
En 2009, un grupo de vecinos de la localidad santafecina empezó a generar conciencia sobre los efectos en la salud de los plaguicidas. En ese momento, Zavalla tenía una ordenanza municipal que adhería a la Ley Provincial 11.723, que regula el uso de agrotóxicos. En 2011, en el marco de ese proceso de concientización, se promulgó la ordenanza 45/11. La normativa local — como a través de otras ordenanzas y medidas judiciales en la provincia — prohíbe la radicación de depósitos de plaguicidas en el área urbana y suburbana, también proscribe la circulación de vehículos cargados de agroquímicos. Además, impide la aplicación aérea de agrotóxicos en un radio de 3000 metros de la zona urbana y la aplicación terrestre a 800 metros de límite urbano.
“Ahí empezó un proceso mediante el cual se empezó a regular el uso de fitosanitarios”, recordó Benítez. Tras la sanción de la ordenanza municipal, el primer paso fue trasladar las dos plantas de acopio que estaban ubicadas en el ejido urbano. El segundo paso hacia la transición llegó en 2015, cuando un grupo de productores puso en marcha el cultivo de trigo agroecológico en la localidad santafecina en el marco de un programa provincial de producción sustentable en periurbanos. Un tercer paso se dio en 2019, cuando Zavalla firmó el convenio de asesoramiento con la Renama y se sumó a Chabás, Soldini, Coronel Domínguez y Correa, pueblos santafesinos también vinculados a la red nacional.
Ese fue el marco que impulsó la reforma a la ordenanza tributaria local y creó la tasa municipal (de 600 pesos anuales) para financiar la transición agroecológica. Los fondos generados permiten subsidiar a los productores —con 2.400.000 pesos al año, equivalente al costo de un arrendamiento—, para la compra de insumos, al pago del alquiler del campo donde se produce o para maquinaria específica para la producción agroecológica. Actualmente, son 13 productores locales los que elaboran alimentos en forma agroecológica: 11 son de Zavalla, y dos de las localidades vecinas de Soldini y de Pérez.
“La agroecología es sustentable por sí misma”
La tasa municipal creada en Zavalla es una medida innovadora que no tiene antecedente en ningún otro municipio santafecino ni a nivel nacional, por lo que la Dirección Nacional de Agroecología, encabezada por el referente de la Renama Eduardo Cerdá, está intentando llevar la experiencia a otras localidades, como en Mercedes (Buenos Aires) o Gualeguaychú (Entre Ríos). La medida adoptada en Zavalla lleva a la pregunta sobre si este tipo de financiamientos son imprescindibles para iniciar la transición agroecológica, es decir ¿la agroecología es sustentable?.
“Nosotros entendemos que sí, que es un proceso productivo que va a crecer mucho más porque es el único verdaderamente sustentable”, responde Benítez y va más allá: “Si bien el subsidio ha permitido que un montón de productores ingresen al proceso de transición agroecológica, hoy en día, la mayoría afronta el proceso sin contar con ese respaldo”. El integrante de la Renama sostiene que la política tributaria termina siendo más un “premio” o incentivo para encarar esta forma de producción frente a un “sistema productivo convencional genera externalidades, que terminan afectando a los procesos agroecológicos cercanos”.
Benítez valora que “para que el productor pueda involucrarse, conocer la producción agroecológica, no sentirse desamparado y afrontar el proceso sin angustia, es necesario” este tipo de políticas distributivas y promueve que la medida se replique. “La gran mayoría de los vecinos acepta pagar la tasa ambiental porque genera otros beneficios como la separación en origen de los residuos, la recolección diferenciada y los sistemas de economía circular”.