España nos dio la vida, la lengua, la civilización.
“La literatura, último refugio de la libertad” es el título que eligieron los organizadores para la IV Bienal Vargas Llosa en Guadalajara (México). Un título verdaderamente pretencioso porque el número de lectores ha disminuido dramáticamente, no solo en Latinoamérica sino también en el mundo. En esta época la lectura se encuentra en franca decadencia pues es imposible competir con un mundo dominado por las televisiones, la Internet, las redes sociales, computadores, teléfonos celulares o tablets.
Vargas Llosa y su camarilla de illuminatis ha utilizado la IV Bienal Guadalajara para -aparte de hacerse propaganda- continuar con la cruzada contra los gobiernos “comunistas” de Venezuela Cuba o Nicaragua. Incluso en esta ocasión el premio Nobel se atrevió a criticar duramente al presidente de México López Obrador al que ha definido como un “Populista de izquierdas” que quiere romper las reglas de juego y reelegirse para eternizarse en el poder. “López Obrador es un mandatario que ataca a los periodistas críticos y censura a sus opositores”. Y no solo eso pues el muy irrespetuoso ha tenido la osadía de exigirle al rey Felipe VI que pida perdón por los estragos cometidos por los españoles durante la conquista de México. Una afrenta imperdonable porque “Hernán Cortés no debe ser considerado un conquistador, sino un liberador de los pueblos indígenas oprimidos” Vargas Llosa repite una y otra vez su mantra preferido: “España nos ha dado la vida, nos ha dado la lengua, la religión, y gracias a su inmensa generosidad nos hemos integrado en Europa y la civilización occidental” Aunque en la conquista se hayan cometido algunos “excesos” (en este caso el genocidio de 60.000.000 de indígenas) pero todo queda compensado con la invaluable herencia que nos legó la “madre patria”.
Evidentemente la Bienal cuenta con un presupuesto multimillonario imposible de justificar en tiempos de pandemia. Que se lo cuenten a 50.000.000 de pobres de solemnidad que existen en México. Todo este espectacular montaje se ha materializado gracias al patrocinio de la empresa privada, los bancos, la universidad de Guadalajara, los ayuntamientos, las editoriales españolas y mexicanas, la Fundación Internacional para la Libertad y la Feria Internacional del Libro. El escritor peruano Raúl Tola, que dirige la Catedra Vargas Llosa, comenta que: “no imagina cómo habrán sobrellevado el confinamiento de la pandemia aquellos que no leen ni tienen inclinaciones culturales. Debe haber sido horroroso en medio de tanta soledad y angustia. Porque en la literatura hay un punto de escape, un punto de libertad” Pero el ejecutivo de la Bienal pasa por alto que las estadísticas dibujan un panorama sombrío ya que el índice de lectura en Latinoamérica y, especialmente en México, es catastrófico. Y es que los libros solo están reservados para una élite de intelectuales, profesores, catedráticos o estudiantes universitarios. ¿Para qué leer un libro si todo el saber y el conocimiento lo encontramos en Google? Los computadores cada día son más inteligentes, mientras nosotros somos cada día más estúpidos e ignorantes. Es tal el fracaso en la promoción de la lectura que el Fondo de Cultura Económica ya no vende libros, sino que los regala y ni así la gente los quiere. La pandemia ha supuesto un golpe mortal para educación en México pues han desertado de las escuelas más de 6 millones de alumnos. Al estar obligados a estudiar en línea de manera virtual lo que ha sucedido es que se han hecho adictos a los videojuegos, las plataformas de streaming, los casinos virtuales o las redes sociales. En un año y medio apenas si han leído un libro o escrito cuatro cuartillas en un cuaderno.
Pero tenemos que admitir la única posibilidad de revitalizar la lectura en nuestro medio es promover entre las clases populares la narcoliteratura morbosa y pornográfica en un formato de fotonovela por entregas y que narrada con una jerga barriobajera implique al lector. Al fin y al cabo la prensa amarillista impresa (no digital) sigue siendo la más leída.
Los 31 escritores de Latinoamérica y España convocados a la Bienal fueron elegidos cuidadosamente por su curriculum vitae intachable: deben ser personas integras y comprometidas con la libertad y la democracia. Es decir, defensores a ultranza de neoliberalismo y las políticas conservadoras de derechas, anticomunistas y que, además, reconozcan el valor supremo de la monarquía borbónica como símbolo de la “unidad iberoamericana”. Sin medias tintas la civilización o la barbarie. Desde el púlpito Mario lanza sus diatribas: “el nacionalismo y el racismo son caras de la misma moneda” En cambio, el nacionalismo español, de esencia nazi-franquista, es virtuoso pues exalta el amor a la patria.
Todos estos escritores, poetas o intelectuales pequeñoburgueses en su egolatría se creen elegidos por la divinidad. La crítica y las editoriales los encumbran a lo más alto del Olimpo y con todo el descaro estampan en las carátulas de sus libros “¡Best Seller! 50.000 ejemplares vendidos, 100.000 ejemplares vendidos. Pero lamentablemente la realidad nos propina tremenda bofetada porque a las masas lo único que les interesa son las telenovelas, los partidos de fútbol, las series de Netflix, la pornografía, las películas de narcos… Vargas Llosa, dicta catedra: “necesitamos un sistema educativo público (cuando el defiende lo privado) eficiente o jamás saldremos del subdesarrollo que significa dependencia tecnológica de las potencias dominantes”
La era digital ha multiplicado el poderío del capitalismo como nunca antes se había visto en la historia moderna. ¡¡¡¡En este momento hay más de 2.000 millones de personas en todo el mundo comprando desde los computadores y los celulares!!!! En el año de pandemia 2020 Facebook, Google, Yahoo!, YouTube, Twitter, Instagram, Telegram, Apple, Microsoft, Amazon, Netflix o Tik Tok han elevado sus ganancias hasta alcanzar cifras estratosféricas. Definitivamente tenemos que cargar el yugo que nos impone la ciberdictadura del Silicon Valley.
Apenas unos cientos de personas asistieron a los debates y conferencias que se han llevado a cabo en el recinto Santander de Artes Escénicas de Guadalajara (entre las que hay que contar alumnos universitarios acarreados por los profesores) Como estamos inmersos en una sociedad de la exclusión por aquí no se ve un indígena, ni un obrero, un trabajador y menos campesinos. Los únicos proletarios son los guardaespaldas, los choferes, los acomodadores (as) o las limpiadoras a los que el nombre de Vargas Llosa más bien les suena a un cantante corridos. Los estratos bajos se autoexcluyen de tan importantes encuentros literarios pues para ellos todo esto no es más que capricho de lunáticos.
Mientras en el estrado los egregios escritores haciendo gala de un lenguaje academicista y retorica grandilocuente exhiben pretenciosos su alto grado de erudición en un soliloquio que solo ellos escuchan. Que si la prevalencia del pensamiento de Flaubert o el existencialismo de Sartre y la verdadera esencia del ser humano. Debates epistemológicos de indudable valor magisterial pero que no trascienden más allá de sus delirios de grandeza. Es increíble, pero la mayoría de sus devotos son capaces de citar los capítulos más relevantes de la extensa obra del premio Nobel, O sea, desde “La Ciudad y los Perros” hasta su última publicación “Tiempos Recios” Tal demostración del fanatismo es solo comparable con la de los ayatolas que recitan de memoria el Corán. El público permanece sentado guardando las estrictas medidas de seguridad sanitarias. Parecen más bien muñecos inanimados a los que se les ha puesto un bozal para mantenerlos a raya; algunos cabecean somnolientos, otros descaradamente bostezan y otros aburridos prefieren encender sus teléfonos celulares, o tablets y enchufarse a sus audífonos para navegar por el ciberespacio en busca de emociones más fuertes. Los más ansiosos de la secta se muerden las uñas esperando que se acabe pronto las ponencias magistrales para ir a desquitarse al cóctel que ofrecen los organizadores de la bienal donde se pondrán bien a gusto a punta de canapés y tequilas. La bohemia siempre ha sido la principal inspiradora de los grandes genios.
Y así pudimos observar en primera fila presidiendo la homilía al premio Nobel Vargas Llosa que hierático empuñaba su bastón cual sumo pontífice atento al desarrollo del cónclave. Eso si se le notaba y un poco alicaído pues tal vez echaba de menos a su bienamada Isabel Preysler que se había tenido que quedar recluida en su palacete en Madrid a causa de la muerte de su madre. A su lado estaba Alvarito Vargas Llosa, el mánager de la exitosa multinacional Vargas Llosa S.A, que no paraba de tabular mensajes en su celular, quizás cerrando el contrato de la próxima conferencia de su padre cuyo caché se eleva por encima de los 100.000.dólares. Algo sabrá su hijito de las cuentas en paraísos fiscales y su implicación en los Panamá Papers ¿no?. Rosa Montero igualmente se le veía muy entretenida consultando los catálogos de Amazon o jugando al póker en un casino on line, mientras su amiguito el escritor peruano Roncagliolo se tomaba un selfie con la musa Morgana Vargas Llosa. Bueno, ellos son seres superiores a los que les debemos respeto y se les ha de perdonar cualquier desvarío pues son los redentores de una humanidad extraviada y desvalida. Pero esto ya es el colmo que los illuminati que tanto predican que “la literatura es el último refugio de la libertad” sean tan adictos a la ciberheroína.
La pandemia ha agudizado aún más la crisis económica y definitivamente el libro se ha convertido en un artículo de lujo que solo pueden adquirir las clases más pudientes. Porque hay que decidirse entre comprar carne o leche o el último libro de Rosa Montero “La Buena Suerte” que cuesta 400 pesos (el salario mínimo en México está en 123 pesos diarios)
Vargas Llosa a sus 85 años es la viva encarnación del Otoño del Patriarca, eso sí, no ha perdido los aires de caballero de fina estampa, aunque tenga que apoyarse en un bastón para no trastabillar. Con su pelo plateado y su piel arrugada parece un tótem ante el cual sus devotos se postran de rodillas a rendirle honores. Un ídolo elevado a los altares por la propaganda de los medios de comunicación y las editoriales, el escritor más exitoso, el premio Nobel, el superventas, y uno de los últimos supervivientes del boom latinoamericano. Vargas Llosa que en su juventud se declaró comunista ahora en su ocaso se confiesa un liberal de derechas más próximo a las tesis de Trump y Boris Johnson. Tan esquizofrénica metamorfosis nos deja perplejos. Y todavía más cuando presa del ardor guerrero enarbola la bandera rojigualda borbónica encabezando las huestes del nacionalismo español. No por casualidad el rey corrupto y corruptor Juan Carlos I le otorgó el título de marqués de Vargas Llosa.
A Mario me lo encuentro a la entrada del lujoso restaurante del Hotel Hilton Guadalajara Midtown en el que están alojados los escritores de la bienal -sus cachorros tienen que estar bien atendidos en hoteles cinco estrellas, restaurantes de categoría, piscina, jacuzzi, SPA, porque son los sabios de la cultura contemporánea que nos guían y nos iluminan – El señor marqués se dirige a desayunar y yo lo abordo y le digo que si me puede responder unas preguntas. A lo que él amablemente acepta. Yo le cuento la historia de una amiga que no me quiere escribir una carta de puño y letra, solo se comunica conmigo por teléfono o me envía mensajes de voz por WhatsApp. Al parecer le da vergüenza escribir pues comete faltas ortográficas. Ya nadie quiere escribir una carta en un papel con un bolígrafo pues es un arcaísmo. Se ha abandonado por completo el hábito de la escritura cuyo origen se remonta al año 3.100 AC en Mesopotamia ¿Quién es capaz de leer hoy las 500 páginas de la “Ciudad de los Perros”? A lo que el premio Nobel me dice que hay que adaptarse a los tiempos que corren. Pero como concentrase en medio de un mundo tan vertiginoso que no nos deja ni un minuto de descanso. Porque hoy la gente no lee más allá de los 280 caracteres de Twitter. Vargas Llosa se quedó pensativo pues él ya había desarrollado ese tema en su libro “la Civilización del Espectáculo” donde hace una crítica de la cultural actual que se ha convertido que un mero entretenimiento. Y es que un esfuerzo intelectual no produce placer. Es paradójico, entonces ¿cómo la literatura va a ser refugio de la libertad si las masas se niegan a leer y prefieren ser esclavos de la tiranía de los medios audiovisuales? – Silencio. Esa pregunta es demasiado capciosa. Vargas Llosa está de vuelta de todo, se sabe una leyenda viviente y en vez de caminar levita porque su reino ya no es de este mundo.
Carlos de Urabá 2021