Bolivia comenzó el año 2022 con una fuerte campaña difamatoria y racista contra el vicepresidente David Choquehuanca. En menos de lo que canta un gallo se desvaneció el sello de “unidad” del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS) que se intentó vender desde la élite del partido con la reciente Marcha por la Patria, con el fin de lavar su imagen a nivel regional.
Lo importante era tener buena imagen primero en el propio país y con los migrantes bolivianos del exterior, porque ellos definen elecciones: eso lograron el presidente Luis Arce y el vice David Choquehuanca , que encabezaron la marcha.
El pueblo boliviano decidió que no quiere más violencia, ni intentos de desestabilización de su gobierno, ni desde la derecha, ni desde sectores al interior del MAS. Lo dejó claro recientemente, tras desarticular una ofensiva desestabilizadora de la derecha mediante organización popular para defender a su gobierno.
El ataque a Choquehuanca es de larga data, pero el último tiempo tomó una beligerancia peligrosa e irresponsable que tiene como objetivo sacarlo de juego de una terna de candidatos presidenciales 2025. Para ello se lo presentaría mediáticamente como un “Yaku Pérez boliviano” causante de la división del movimiento indígena.
Esta estrategia errada solo puede penetrar en el extranjero que accede solo a una versión “blanca” de la historia, no en las y los bolivianos originarios que la conocen desde adentro.
La primer fractura del MAS se originó el 2021, gracias a que su élite expulsó a Eva Copa del partido generando el quiebre del MAS, provocando el abandono de su núcleo duro indígena de El Alto. Hoy estamos frente a una división que se oficializa con el ataque frontal contra Choquehuanca vicepresidente de Bolivia.
La figura de David Choquehuanca es muy querida en las bases indígenas porque fue el elegido originariamente como candidato a presidente de Bolivia el 2020 en un binomio junto al actual presidente del senado Andrónico Rodríguez. Luego, se descartó a Rodríguez y se impuso desde Buenos Aires, donde estaba asilada la dirigencia del MAS, la figura de Luis Arce como candidato a presidente.
Esto generó la reacción del movimiento indígena de Bolivia. En ese entonces, el MAS estuvo al borde de la fractura y colapso fatal. Fue Choquehuanca quien puso paños fríos al asunto, renunció a esa candidatura y cedió su lugar a Luis Arce para asegurar el triunfo del MAS.
Presión contra Choquehuanca
Gerardo García, vicepresidente del MAS, afirmó en una entrevista para “El Deber” en relación al llamado “bloque Choquehuanca”: “No nos preocupa que haga su grupo, él nunca fue dirigente sindical, fue solo un técnico con algunos sectores por ahí (…) que sólo nos ha apoyado. Su bloque morirá ahí, que no pierda el tiempo”.
Esta opinión se dio en un contexto de la incipiente selección del candidato presidencial para 2025 en Bolivia, de evaluación anual del gabinete de ministros y de presión de los ex miembros del gabinete del anterior gobierno del MAS de volver a ocupar cargos ministeriales. En especial, exigen la reposición del exministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana.
Una carta pública escrita por Illa Paxi, militante del instrumento del partido, se viralizó, provocando el repudio masivo contra la élite del MAS. La carta comienza diferenciando el sindicato, de la central obrera boliviana (COB) y el partido: “Le recuerdo que no estamos eligiendo dirigente de un sindicato, estamos en proceso inicial de desarrollar internas, en la que es válido que todos tengan derecho a participar (…) entre ellos líderes que hayan surgido después del golpe de estado del 2019 (…)”
“ Choquehuanca no será un dirigente de sindicato, pero es uno de nuestros líderes, así como también lo es Luis Arce, Andrónico Rodríguez, Freddy Mamani, Segundina Flores, Eduardo del Castillo y Eva Copa, aunque esta última haya decidido ir por con otra organización política, como muchos otros a nivel nacional, añade la misiva.
Los liderazgos emergen de la lucha en los procesos de confrontación política y no de la elección de un sindicato (…) porque si es condición tener una representación sindical y formar parte de ella para ser líder del instrumento, cerremos la puerta porque seguramente ya se habrá definido dentro de un pequeño grupo al que será “nuestro jefe”, afirma.
La parte de la carta más crítica, dirigida a la elite del MAS que envió a poner la cara a Gerardo García contra Choquehuanca, realiza una diferenciación entre militantes activos del MAS-IPSP y quienes estuvieron presentes en calidad de invitados.
“Siguiendo su línea como condición para ser líder del MAS, le preguntó ¿A qué sindicato representa Álvaro García Linera quién llegó a ser vicepresidente del Estado? O si quiere otros nombres como Juan Ramón Quintana, Héctor Arce o Carlos Romero como otros que asumieron cargos jerárquicos de ministros en el gobierno de Evo Morales. Incluso le preguntaría: ¿Todos ellos tenían militancia activa dentro del instrumento político?”, señala.
“Nosotros, que venimos desde las bases, nunca los vimos desde el nacimiento del Instrumento para la Soberanía de los Pueblos (IPSP), usted bien sabe que todos ellos eran invitados”, señala la carta abierta..
En la entrevista, Gerardo García también critica al gabinete de ministros de Luis Arce: “Deben ser técnicos y políticos al mismo tiempo, no solo técnicos (…) haremos cumplir lo que dice nuestro estatuto que deben ser políticos”.
En relación a este punto, el 30 de diciembre del 2021, Evo Morales, presidente del MAS, en un ampliado en el trópico señaló que “No pueden seguir derechosos golpistas metidos en funciones públicas (…) escuché el pedido de los compañero de echar a los pititas (seguidores de golpistas) del gobierno, es excelente propuesta. (…) A mí me sorprende algunos ministro que dicen “yo no soy político, soy técnico”.
“Uno que conozco ni siquiera es técnico, eso es grave porque debe tener un gabinete político. Mi recomendación al hermano Lucho es que si tiene que cambiar ministros, cámbielos, es su responsabilidad lo que pase en el gobierno. Debe tener ministros que lo defiendan como Lucho presidente. Lo hemos visto solo, no tiene gente que lo defienda”, señaló Evo.
Estas palabras desataron acusaciones de cinismo contra la élite del MAS y alcanzaron al ex mandatario Evo Morales, puesto que le recordaron que él mismo no contó en 14 años de su gobierno con un gabinete político y sus exministros era técnicos-burócratas, invitados, sin respaldo social.
Por otra parte, se quiere pasar por alto que el 55% que votó a Luis Arce lo hizo a cambio de la promesa del binomio presidencial de no incluir en su gabinete a exministros, ni al exvicepresidente Álvaro García Linera, debido a las fuertes críticas y la imagen opacada que poseen actualmente dentro del país, originado por sus roles antes, durante y posterior al golpe del 2019.
Prueba de ello es que el pacto de unidad lo dejó plasmado en una resolución en su artículo 5° del 28 de octubre del 2020 que firmaron todas las organizaciones indígenas del país, diez días después del triunfo del MAS.
La carta pública también responde a este punto: “Sobre el cuestionamiento del gabinete de Luis Arce, cuando gobernaba Evo Morales (…) este siempre aclaraba a las organizaciones sociales que no podrían exigir la elección de sus ministros: ¿Por qué ahora empiezan a reclamar al gobierno de Lucho la destitución de ministros y o imposición de otros?”.
El gobierno de Luis Arce corrigió ese error y ahora se permite la evaluación anual de ministros por parte de las organizaciones sociales y el pedido de cambios. Si bien, hay algunos ministros cuestionados a nivel general como el de Justicia, lo que se rechaza es que los cuestionamientos provengan de quiénes no han hecho autocrítica de sus errores y que tengan el único objetivo de propiciar su ingreso inmediato como ministros, marcar la agenda del gobierno y capitalizar poder absoluto con miras a su retorno 2025.
El 19 de noviembre del 2021 el portal “Dilo más fuerte” advirtió que el regreso del ex ministro Juan Ramón Quintana provocaría la renuncia del propio vicepresidente de Bolivia, lo que dejaría solo a Luis Arce. Sin dudas desataría una crisis política con consecuencias impredecibles a nivel nacional y regional. La fractura que provocaría aseguraría una derrota electoral del MAS en 2025. Se destruiría la organización del bloque popular e impulsaría la nueva rearticulación de la derecha en un campo abonado desde el mismo MAS.
La vista puesta en 2025
La estrategia de presionar al vicepresidente de Bolivia a una renuncia podría ser tomado como alta traición y se emitiría un “voto castigo”, el mismo que funcionó en la derrota del MAS en las elecciones subnacionales de marzo pasado frente a imposiciones de candidatos, lo que allanó el camino a que varios golpistas, entre ellos Fernando Camacho, accedan a cargos políticos importantes.
Ese resultado puede repetirse el 2025 porque, si bien se puede asegurar el voto de algunos dirigentes, no necesariamente ese voto refleja el de las bases, como ocurrió en aquella elección.
Provocar la renuncia del vicepresidente de Bolivia sería un error descomunal de la élite blanca del MAS, luego de la expulsión de Eva Copa, ya que no toma en cuenta lo que representa la figura de David Choquehuanca en el mundo indígena, en un país de mayoría indígena.
Representa la lucha histórica de la conquista del autogobierno indígena y desde un pensamiento propio indianista, el que originó el instrumento y creador del Estado Plurinacional. Nunca claudicó ante la élite “intelectual” blanca clasemediera del MAS.
Una elite que postula ideologías europeas de izquierda colonial que nada tienen que ver con la realidad indígena y por eso hacen lecturas erróneas del contexto político social del país. Se presentan con discursos de “socialistas”, de “plurinacionalidad”, hasta de “feminismo”, que no pueden sostener en sus propias acciones.
Choquehuanca es uno de los dirigentes indígenas que re articuló a la militancia desahuciada el 2019 junto al prócer indígena Felipe Quispe Huanca “El Mallku” y el líder minero Orlando Gutierrez, entre otros, desde el territorio, cuando se exilió todo el gabinete de Evo Morales: incluso hasta las segundas y terceras líneas se encontraban en Buenos Aires.
¿Acaso hasta en un “estado plurinacional” el indígena sólo sirve para usarlo como escalera hacia el poder político de otro blanco y luego para desecharloe?. Si este ataque brutal lo recibe un vicepresidente indígena de un país, ¿qué le espera a dirigentes indígenas que se atreven a expresar lo que piensan y no tiene cargo político de visibilidad mediática y poder político? Les queda el camino de la expulsión de Eva Copa del MAS o el destierro de Segundina Flores a Ecuador.
Gerardo García también se refirió a la existencia del Bloque Coquehuanca: “Nunca vamos a reconocer a los bloques porque no es correcto, estaríamos fraccionando a las organizaciones sociales”. El ex mandatario Evo Morales se refirió a este tema el 30 de diciembre del 2021 en Cochabamba: “Quienes están con un bloque o con otro son traidores que solo buscan división (…) los que están con su grupo están desesperados, están por ambición, no por convicción y hay que identificarlos”.
También, la carta responde este punto: “¿Cuál es el problema de formar parte de un bloque? (…) Los bloques existieron siempre al interior del Instrumento. Le recuerdo uno particular “Generación Evo”, que por cierto disponía de privilegios de cuotas en el gobierno de Evo Morales”, señaló.
La carta cierra con un llamado a la reflexión a la élite del MAS: “No es sano entrar en la línea conspirativa contra nuestro propio gobierno que lejos de apoyarlo, lo están atropellando con opiniones desesperadas como eso de averiguar sus prácticas, si estas son como técnicos o como políticos.
Esa decisión deberá estar enteramente en manos de Luis Arce, les guste o no, pues deberán tener presente que es el Presidente (…) que hasta ahora ha tenido una gestión exitosa (…) El gobierno es de 5 años, este primer año ha sido muy difícil, las condiciones de gobernar son distintas a las anteriores, lo mejor que podemos hacer es brindar todo el apoyo al gobierno de Lucho y David, porque así lo quieren las base que por cierto, somos más que los “sindicalizados”.
*Periodista y psicóloga boliviana, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)