Los bangladesíes están muy contentos, pero eso no les soluciona los graves problemas que atraviesan.
Probablemente los agrava, porque derrochan energías, tiempo y cerebro en un enfoque ilusorio de la realidad.
Pero, además, ahora, ya, hay un problema horrible: varios millones de bangladesíes, que se han lanzado a las calles, están sedientos, hambrientos, quemados por un sol impiadoso, cansados, y no van a poder ver ni el ómnibus de sus héroes.
Porque el circuito previsto, con tanta gente en las calles, es impracticable, ni en seis ni en diez horas.
¿Quién se los dice?
¿Cómo van a reaccionar?
En el estado en que ya están, y con la aceleración que traen, no van a ser racionales.
¿Y cómo, los organizadores, van a sacar a los jugadores del medio de esa multitud de gente?
Quien tenga familiares que esperan ver a la Selección, llámelos y dígales que se rajen.