Segundo juicio por Anahí Benítez: “Esto no parece un trabajo profesional, parece un show”

De esta manera, Jeff Schettler, policía estadounidense y adiestrador de canes que viajó al país especialmente para dar testimonio en el Segundo Juicio por el femicidio de Anahí Benítez, calificó el trabajo del adiestrador Diego Tula. Fue en el marco de la octava audiencia que se realizó este lunes en los Tribunales de Lomas de Zamora.

Cobertura Especial de Red Eco Alternativo.

Lomas de Zamora – Jeff Schettler, policía y adiestrador de canes, viajó desde los Estados Unidos especialmente para declarar en este juicio. En su declaración, Schettler afirmó que el olor para un rastro específico, es decir en el caso de una búsqueda particular, dura entre 4 y 6 horas, quizás un poco más pero en condiciones ideales de resguardo. Asimismo, explicó que su método de trabajo es el doble ciego, que nadie que acompaña al perro, inclusive el guía, sepa qué se busca.

Tras explicar las generalidades de su trabajo, Schettler vio los videos donde el adiestrador Diego Tula participó junto a su perro Bruno durante las instrucciones del primer juicio. Recordemos que las “pruebas” aportadas en 2017 por Tula fueron decisivas para condenar a Marcos Bazán como culpable del femicidio de Anahí Benítez.

El primer video es en la casa de Anahí donde Tula tomó las muestras para que su perro Bruno realice el rastreo. La primera objeción de Schettler a esta pericia es que desde el punto de vista forense no se tuvo ningún control sobre ninguna de las pruebas. Agregó que solo basta con ver la cantidad de personas que participó en el lugar de la escena (la habitación de Anahí). En este sentido, explicó que en el lugar de la escena solo deben estar las personas necesarias y que ellos usan lo que se llama una persona, una salida. Es decir, se entra y se sale por el mismo lugar con el objetivo de no distorsionar nada.

Schettler, también, señaló que el problema en la contaminación de las pruebas comenzó desde el inicio de la pericia, ya que Tula y Raquel (la oficial de policía que lo acompañó) entraron con los guantes puestos y no sabemos qué tocaron antes.

“No se tuvo el menor cuidado en el levantamiento de las pruebas”, afirmó y puso como ejemplo el corpiño, supuestamente de Anahí, que se lo levanta y manipula, se lo pasan de mano en mano, lo dejan sobre la cama, y después recién lo colocan en una bolsa de plástico.

Schettler mostró su preocupación porque, según dijo, desde el primer momento que ingresaron al dormitorio Raquel dice que necesitaban encontrar un corpiño e inmediatamente entró Tula y se arrodilló para mirar debajo de la cama. Sin mirar otra cosa va a buscar debajo de la cama, mueve su brazo izquierdo y de repente saca el corpiño, relató el policía estadounidense. Luego levantaron el colchón y sin mirar a otro lado, encontraron un pelo (supuestamente de Anahí).

“Las pruebas estaban contaminadas antes de ponerlas en la bolsa (…) y tenemos que preguntarnos qué olió el perro cuando se le presentaron esas muestras de olor”, subrayó Schettler.

Al adiestrador estadounidense también le llamó la atención que mientras hacían la búsqueda de las pruebas, realizaron una serie de preguntas que nada tenían que ver con el trabajo con los perros.

Especificó, además, que solo se puede tocar una cosa con los guantes y después deberían cambiárselos, y que las bolsas de plásticos usadas no son las más adecuadas, pero sí las más baratas.

En el segundo video se ve al perro ladrar frente a la hoguera de la casa de Marcos Bazán, donde, según Tula en el primer juicio, estaba la mayor concentración del olor de Anahí. Al respecto, Schettler destacó el lenguaje verbal y corporal que usó Tula y que indujo al perro a reaccionar con el ladrido. “Este comportamiento es inducido y, como vamos a ver en otros videos, el perro ladra por todo”, dijo Schettler.

Asimismo, subrayó que todo el tiempo Tula dice “donde, donde” y explicó que cuando se está trabajando con perros no se les da ninguna señal, no se habla, se deja que el can trabaje con libertad, y lo que se puede ver en los tres videos es que el perro tiende a ladrar cada vez que Tula hace algo.

“Si (Tula) tuviera que pasar una certificación en mi país, por este comportamiento no aprobaría y lo que me resulta muy llamativo es que Tula siempre supo quién era el sospechoso y tuvo conocimiento del lugar”, agregó.

El tercer video corresponde al rastreo en la fosa donde fue hallada la joven y el rastreo desde allí hasta la casa de Marcos Bazán.

Para el rastreo que termina en la casa de Bazán, Tula usó una correa corta y Schettler marcó que al usar una correa corta se busca una reacción del perro tal cual deseamos, por lo que ahí se debe usar la correa larga para que el perro busque con libertad el rastro.

Schettler explicó que, tal como muestra el video, el perro va hacia la derecha, pero el adiestrador se mantiene a la izquierda, lo que significa que Tula busca que el perro vaya para ese lado. Además, cuando llegan a un alambrado el perro esquiva un hueco y Tula levanta la mano. Entonces el perro se dirige hacia el hueco, todo esto con la correa corta.

“Lo que puedo decir después de ver esto es que Tula sabía de antemano que ahí había un agujero”, indicó el testigo y agregó que la correa corta asegura tener cerca al perro para controlarlo. “Bruno sigue con correa corta y Tula lo sigue llevando en una dirección”, especificó.

Otra de las objeciones que Schettler realizó respecto al trabajo de Tula refiere a la llegada a la parte trasera de la casa de Bazán. “Pidieron abrir la puerta sin dejar que el perro decidiera por donde seguir, continuó Schettler, a mi entender esto parece guionado para una película”.

“(Al ingresar en la casa) con mirar al perro cualquiera se da cuenta que no estaba enfocado en alguien en particular. El perro no puso foco en ninguna persona, tampoco en el sospechoso. No veo al perro marcando nada”, expresó para concluir que, a su entender el perro, fue inducido de principio a fin.

Finalmente, el último video muestra cuando el perro recibe el olor del profesor Leonardo Agostino, y Tula les indica a los testigos presentes qué va a pasar si el perro no encuentra ningún rastro. Para Schettler, les está diciendo qué es lo que quiere que vean, en vez de dejar trabajar al perro, sin decirle a nadie lo que va a hacer. “Esto no parece un trabajo profesional. Parece un show”, aseveró.

“No había visto algo así en mi vida: Fue el peor trabajo con perros que vi en mi vida y es muy triste que un trabajo así pueda llevar a alguien a la cárcel”, dijo sobre el final de su testimonio el adiestrador estadounidense.


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Fuente: https://www.redeco.com.ar/nacional/generos/38366

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