México. La Universidad de la Tierra, Oaxaca: interculturalidad y vinculación comunitaria

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UNITIERRA OAXACA
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La Universidad de la Tierra, Oaxaca: interculturalidad y vinculación comunitaria

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RESUMEN
En  las  últimas  tres  décadas,  han  surgido  diversos  proyectos  sociales  que  tienen  como  eje  la  interculturalidad  y  la  educación  intercultural.  Investigadores,  movi-mientos  sociales,  organizaciones  de  la  sociedad  civil  y  diferentes  gobiernos  han  asumido la interculturalidad como un espacio desde el cual articular las diferencias. En este texto se busca conocer cómo se trabaja la interculturalidad y la vinculación  comunitaria  en  la  Universidad  de  la  Tierra  con  sede  en  Oaxaca,  México  (Unitierra, Oaxaca). El análisis se hace a través de entrevistas semi estructuradas realizadas  a  cinco  especialistas  en  educación  comunal  e  intercultural  y  once  actores clave de la Universidad de la Tierra, además de la revisión de documentos y la observación directa a partir de dos breves estancias en la Unitierra, Oaxaca. 
En este espacio se practica una interculturalidad crítica de la homogenización cultu-ral y se recupera el saber de las comunidades y sus modos de vida para producir un intercambio de conocimientos y un “diálogo de vivires” reflejado en prácticas concretas con la comunidad.
INFORMACIÓN:
AUTOR:
José Leonel Vargas Hernández Universidad  Nacional  Autónoma  de  México
joselonelvargas@filos.unam.mx 
RUNAS
Revista de Educación y Cultura
Ecuador
1. Introducción
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En memoria de Gustavo Esteva
A partir del siglo xix, con el proceso de formación de los Estados nacionales en la región lati-noamericana, se comenzó a percibir que la diversidad cultural que compone nuestras sociedades podría ser una dificultad en la construcción de una identidad nacional unificada, pues se veía a las diversas lenguas y culturas como barreras en la formación de una identidad política y nacional. A través del tiempo, se fueron creando diversas propuestas para homogenizar a la población y en-señar la lengua oficial, el castellano. A finales del siglo xix y principios del xx se fue conformando lo que posteriormente se denominaría como indigenismo, el cual se puede entendera grandes rasgos como una serie de propuestas políticas, económicas y culturales implementadas para la población indígena, pero construidas por sectores sociales no indígenas (Stavenhagen, 2013).
Las propuestas del indigenismo buscaron la asimilación e integración de la diversidad cultu-ral en el proyecto nacional hegemónico. Particularmente, la educación fue un espacio importante a través del cual se intentaría hacer de la diversidad una especie de síntesis cultural por medio del mestizaje y la integración al desarrollo económico nacional. En este contexto, diversos pueblos originarios y afrodescendientes comenzaron a criticar este integracionismo forzado y exigieron el respeto a la diversidad cultural y los diversos modos de vida. Desde diversos lugares (organizaciones, pueblos, academia) comienzan a surgir propuestas sobre una interculturalidad que pueda superar el indigenismo integracionista e impositivo. Sobre todo, a partir de la segunda mitad del siglo xx, cuando los pueblos originarios comenzaron a ganar fuerza en organización, logrando cierta participación política y cierta incidencia en la conformación de las sociedades latinoamericanas, además de construir procesos autonómicos.
En México, después del levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994, se presenta un ascenso gradual de los movimientos sociales e indígenas en varias partes del país. Esta movilización propició una retroalimentación entre distintas organizaciones y movimientos sociales (Bautista y Briseño, 2010). Dentro de las principales demandas que exigen estas organizaciones esta la libre determinación para implementar sus formas socioculturales y decidir libremente su condición política. El levantamiento zapatista funcionó como un partea-guas que potenció un proceso que venía formándose desde años anteriores: la estructuración de instituciones sociales y formas de gobierno propias de las comunidades, entre ellas las escuelas. En muchos sentidos, estos movimientos modificaron la perspectiva oficial de la educación, al proyectarla hacia otras prácticas culturales donde la familia y la comunidad juegan un papel protagónico en la toma de decisiones; por ejemplo, en la conformación de los planes de estudios y el planteamiento de las problemáticas a discutir en la escuela.
El tema que atañe a esta investigación versa sobre la interculturalidad y la vinculación comunitaria que se trabaja en la Universidad de la Tierra, Oaxaca (Unitierra, Oaxaca). El objetivo general es analizar cómo trabaja la Unitierra, Oaxaca su propuesta de interculturalidad y vinculación con las comunidades para generar el mejoramiento social y comunitario. Para tal propósito se plantea la siguiente pregunta de investigación: ¿cómo se entiende y practica la interculturalidad y la vinculación comunitaria orientadas hacia el mejoramiento comunitario en la Unitierra, Oaxaca?
2. Metodología
La perspectiva analítica para contestar la pregunta de investigación se fundamenta en la in-terculturalidad crítica trabajada por algunos investigadores latinoamericanos Como Fidel Tubino (2004) y Katherine Walsh (2009, 2010; 2012). Esta perspectiva será el marco de referencia para pensar la propuesta de interculturalidad y vinculación comunitaria de la Universidad de la Tierra, Oaxaca. La interculturalidad crítica desde esta perspectiva, propone al menos tres elementos:
1. Observar en los procesos de interculturalidad el reconocimiento a la diversidad cultural pero también la redistribución política y económica, es decir, la relación y el intercambio cultural en términos equitativos, en condiciones de igualdad política, social y económica.
2. Especial atención de los problemas generados por el desarrollismo económico y su corre-lato productivista-consumista en medio de una crisis civilizatoria y ambiental, buscando la recuperación y el respeto de las alternativas al desarrollo que se están gestando en diversas geografías.
3. La interculturalidad vista como un proyecto educativo, pero también político con miras al mejoramiento social.
Sustentados en estas tres líneas de estudio que se recuperan de la interculturalidad crítica ([1] reconocimiento-redistribución, [2] crítica al desarrollismo y [3] propuesta educativa-política) se analizó el trabajo intercultural y de vinculación de la Universidad de la Tierra, Oaxaca. Para ello se trabajó con entrevistas a informantes clave, la obtención de datos a partir de dos estancias y la revisión de diversos documentos: artículos, tesis y documentales.
A principios de 2020 se hizo un primer acercamiento a la Unitierra, Oaxaca en el que se accedió a un círculo de estudio para realizar trabajo de observación participante, además se entrevistó a dos coordinadores y se planteó el proyecto para el trabajo de campo en 2020. Se había planeado realizar una estancia de seis meses, sin embargo, la suspensión de actividades generada por la pandemia de COVID-19 modificó el plan de trabajo.En este escenario de confinamiento, se contactó a algunas personas de la Unitierra, Oaxaca para plantearles la problemática; quienes fueron muy receptivas y comprendieron la situación. Es así que se decidió emplear algunas herramientas virtuales como las plataformas de videollamadas por internet.
La recopilación de datos se comenzó a trabajar entonces a través de tres técnicas principales:
1. Recuperación de lo observado en la Unitierra, Oaxaca en el primer acercamiento de 2020 y otro acercamiento en 2021.
2. Realización de entrevistas a través de la plataforma Zoom.
3. Revisión de documentos y videos que se han hecho sobre la Unitierra, Oaxaca.
El principal método para la obtención de datos se realizó a distancia: a través de entrevistas semiestructuradas realizadas por la plataforma de Zoom video con diversos actores que participan en la Unitierra, Oaxaca y expertas y expertos en educación comunitaria e intercultural. Se decidió hacer entrevistas semiestructuradas para conseguir una conversación más fluida que permitiera la comprensión general del trabajo intercultural y de vinculación dentro de la Unitierra. Este tipo de entrevistas son recomendadas para evitar un intercambio rígido de preguntas y respuestas dentro de una estructura poco flexible que puede limitar el intercambio fluido de una conversación y con ello la pérdida de información relevante (Quecedo y Castaño, 2002).
La guía de entrevistas se construyó a partir de los siguientes temas generales:
1. Cómo se entiende y se trabaja la interculturalidad.
2. Cómo se trabaja la interrelación entre sujetos de diferentes pueblos originarios y mestizos.
3. Cómo se vinculan la Unitierra, Oaxaca con las comunidades. Si hay vinculación cómo par-ticipan las comunidades en la Unitierra, Oaxaca y viceversa.
4. Qué está haciendo la Unitierra, Oaxaca para recuperar el saber indígena y ponerlo en diá-logo con otros saberes.
5. Cómo se entiende el desarrollo o desenvolvimiento comunitario.
6. Cómo se trabajan las alternativas al desarrollo. ¿Hay una crítica al desarrollismo en medio de una crisis socioambiental?
Para seleccionar a las personas a entrevistar, en un primer momento se contactó a expertos en educación comunitaria e intercultural en México que pudieran brindar información general y particular sobre las preguntas. En un segundo momento se contactó a los actores directos de la Unitierra, Oaxaca.
El modo de contacto e incorporación de los entrevistados fue a través de la técnica denominada muestreo en cadena o bola de nieve (Hernández et. al., 2014), donde una persona proporciona el contacto de otra y ésta a su vez proporciona el nombre o contacto de una tercera. En el proceso de investigación se realizaron 16 entrevistas. Se hicieron 5 entrevistas a expertos en educación comunitaria e intercultural. Se consultó a uno de los fundadores de la Unitierra, Gustavo Esteva, y a siete coordinadoras: Diana Valencia, coordinadoradeIntercambio de Saberes y Aprendizajes; Paula Gómez, coordinadora de Apoyo a comunidades en resistencia y transformación; Silvia Mejía y Erick Bautista encargados de la editorial; Ramón Serna y Roberto Flores, coordinadores del Plan del Istmo; y a David Jiménez, colaborador en el conversatorio Transitar la realidad. También se entrevistó a tres participantes de los círculos y cursos de la Unitierra, Oaxaca: Marcos García; Juan Morales y Raúl Hernández. Las personas consultadas permitieron grabar las entrevistas y utilizar la información para este trabajo, sin embargo, para fines de mantener el anonimato, sus nombres han sido sustituidos por seudónimos, con excepción de Gustavo Esteva cuyo nombre aparece al final de sus citas.
Además de la recolección de datos a través de las entrevistas, se hicieron dos estancias donde se participó en conversatorios y círculos de estudio, también se revisaron algunos documentos escritos y un documental sobre la Unitierra.
3. Breve historia sobre el proceso de creación de la Universidad de la Tierra, Oaxaca
La Universidad de la Tierra, Oaxaca (Unitierra, Oaxaca) es un proyecto social que surgió a principios del siglo xxi en la ciudad de Oaxaca de Juárez en México. En los últimos años ha colaborado con diferentes organizaciones nacionales e internacionales y forma parte de diversas re-des sociales como la Red Intercultural de Acción Autónoma y el International Network for Cultural Alternatives to Development. A través del tiempo se ha formado una red de diversos centros de “reflexión-acción” en diferentes geografías del planeta que se han autonombrado Universidades de la Tierra, en la que encontramos a las denominadas “hermanas mayores” que son la de Oaxaca y la Unitierra, Chiapas, y otras que han surgido posteriormente como la Unitierra, Huitzo; la Unitierra, California; la Unitierra, Manizales; la Unitierra, Puebla; la Unitierra, Toronto; la Unitierra, Catalunya y la Unitierra, Japón. Es importante señalar que, aunque comparten ciertos principios, cada espacio es autónomo e independiente para la producción de sus propias formas de aprendi-zaje e intercambio de saberes.
Antes de autodenominarse como universidad, la Unitierra, Oaxaca se constituyó como una asociación civil llamada Centro de Encuentros y Diálogos Interculturales, la cual nació como una respuesta de la sociedad civil organizada ante la necesidad de trabajar y dialogar con y entre su-jetos culturalmente diferentes. La interculturalidad y la vinculación se dan a partir del trabajo con barrios, comunidades circundantes y organizaciones sociales, por lo que su agenda de activida-des está sujeta a los tiempos de éstas (Unitierra, 2021).Esta universidad surgió como parte del impulso que diversas organizaciones y pueblos originarios sostienen desde hace varias décadas en México, conformando un proceso de organización intercultural que ha buscado consolidar la autonomía de los pueblos originarios, la cohesión social y el consenso político, lo que ha dado pie a la creación de espacios de enseñanza y aprendizaje críticos de las instituciones integracionistas e indigenistas, pues en una sociedad con una gran diversidad étnica y cultural como la nuestra, uno de los principales problemas es la domesticación de la diferencia por parte del Estado.
Gustavo Esteva, uno de los fundadores de la Unitierra en Oaxaca, hace la siguiente reflexión sobre el origen de este espacio y la necesidad del diálogo intercultural:
Nacimos, primero, como un espacio para aprender a dialogar con el otro [Centro de Encuentros y Diálogos Interculturales], bajo ese supuesto de diálogo intercultural; esto fue formulado por un grupo de nosotros a principios de los noventa. Recuerdo bien que parte de lo que más nos emocionó fue lo que pasó en 1992 cuando se dio un gran movimiento en todo el continente sobre el aniversario de los 500 años y se afirmaron muchos pueblos indios y hubo, de nuevo, muchas reacciones en contra. Llegamos a la conclusión de que el conflicto más duro del siglo xxi iba a ser la relación entre los diferentes, tanto entre las personas de distintas culturas como la relación con los “otroas”, con gentes de diferencias de todo, y esto se ha estado confirmando (Gustavo Esteva, comunicación personal, 29 de enero del 2020).
El Centro de Encuentros y Diálogos Interculturales se originó impulsado por las diversas ac-tividades y manifestaciones en contra de las celebraciones del quinto centenario de la invención/descubrimiento de América realizadas por los diversos gobiernos y organismos internacionales. A principios de los años noventa se creó el Consejo 500 años de Resistencia Indígena y Popular en México que fue parte de una campaña más amplia en el continente sobre los 500 años de resistencia indígena, negra y popular. En el marco de esa celebración se realizaron diversos encuentros y manifestaciones sociales en torno al debate político de la invención-encubrimiento-conquista del llamado nuevo continente. El proceso fue de suma inspiración para la creación de este espacio de reflexión-acción en Oaxaca en la década de los años noventa .Otro de los sucesos que impulsaron el fortalecimiento de este centro de diálogos interculturales fue el levantamiento indígena neozapatista de 1994: su forma de organización, de consolidación de su autonomía, su construcción educativa, así como su administración política y eco-nómica influyeron a otros movimientos, lo que permitió el fortalecimiento de muchos procesos de educación crítica e independiente que se venían gestando desde años atrás. Además, en el 2006, con el levantamiento social de Oaxaca, aglutinado en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la Unitierra, tomó un nuevo impulso al trabajar de manera cercana con sujetos y organizaciones que participaron en el movimiento.
Desde sus inicios el proyecto ha estado vinculado con diversas organizaciones y pueblos de Oaxaca, incluso nace como una coalición donde participaron la Coordinadora Estatal de Productores de Café, la Fundación Comunalidad, el Instituto de Naturaleza y Sociedad de Oaxaca, el Centro de Encuentro y Diálogos Interculturales, entre otras (Unitierra, 2021). Uno de los espacios de construcción comunitaria ha sido el Foro de los Pueblos Indígenas en el estado de Oaxaca. Desde ahí se ha levantado la voz para defender los derechos sociales de las comunidades que lo integran y se han mostrado críticos con las escuelas oficiales. Según sus propias declaraciones, el sistema educativo mexicano está alejado de las necesidades de las comunidades, por ello se propone una educación comunitaria con orientación descolonizadora (Pronunciamiento del Foro de los Pueblos Indígenas de Oaxaca, 2008).
El investigador Jon Igelmo Zaldivar (2015) destaca que en 1997 –tres años después del levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional– tuvo lugar un Foro de los Pueblos Indíge-nas de Oaxaca donde se deliberó que la escuela había sido el instrumento principal para terminar con las comunidades originarias. La Unitierra, Oaxaca surgió a partir de las ideas gestadas en éste y otros foros de pueblos indígenas; también se sostuvo que los espacios educativos oficiales, impregnados con el modelo indigenista, habían hecho graves afectaciones en las comunidades, como la perdida de las lenguas originarias y la segregación de prácticas sociales y culturales de las comunidades, lo que ha fomentado el desarraigo. Al respecto, Paula Gómez, originaria de la sierra norte de Oaxaca y actualmente coordinadora de los círculos de “autoformación” y de “acciones coordinadas en comunidades”, comentó:  A mi madre le tocó ser de las niñas castigadas si hablaban zapoteco en la escuela y por lo tanto mi abuela se quedó con la idea de que hablar la lengua estaba mal y a nosotras, por ejemplo, a mi generación, a mí y a mis primas, ya no nos enseñaron. Mi abuela era hablante de la lengua, mi mamá solo lo entendía y nosotras ya no lo hablamos ni lo entendemos.
Es en este contexto donde se hace la crítica a la escuela como un lugar que hace posible ese despojo y al mismo tiempo como un lugar de desarraigo. Es decir, los niños y niñas que empiezan a ir a la escuela, a veces tienen que salir a buscar bachillerato o universidades y ya nunca vuelven a la comunidad, porque lo que se aprende afuera son cosas que son útiles si acaso para la ciudad. Por ejemplo, esto de mecatrónica, gente que estudia eso aquí en Oaxaca es como bueno luego tengo que irme a otro lado porque aquí no voy a ejercer nada de eso (Comunicación personal, 30 de marzo del 2021).
Gustavo Esteva, junto con otros intelectuales como Jaime Luna, actualmente rector general de la Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca, comenzaron a concebir la idea de erigir un pro-ceso de aprendizaje que no generara tal desapego ni impulsara la pérdida de otras expresiones culturales. Igualmente, se observó que la educación genera una exclusión en los sectores que no alcanzan un espacio dentro de las instituciones. En ese contexto surgieron importantes reflexiones sobre la forma de incluir en el proceso de enseñanza a jóvenes y adultos que no contaban con ningún certificado de estudios oficial. La Unitierra, Oaxaca planteó otorgar educación a todo aquel que quiera aprender un oficio o una profesión sin la necesidad de un documento que avale sus estudios previos.
Por ejemplo, Raúl Hernández, un antiguo participante de esta universidad, destacó que lo primero que le sorprendió fue que:Cuando mostré una carpeta con todas las constancias de mi currículum, lo primero que hizo quien me recibió fue hacer la carpeta a un lado y preguntarme directamente qué era lo que quería aprender, qué me interesaba. Sin revisar las constancias de estudios y certificados previos ni la experiencia laboral (Comunicación personal, 16 de febrero de 2021).
Uno de los principios de la Unitierra, Oaxaca es el aprendizaje desde cero, sin necesidad de certificaciones previas que construyen desigualdades sociales a partir de la posesión o no de una validación de estudios, pues en las comunidades muchas personas quedan excluidas de la educación por no tener documentos oficiales, razón por la cual se construyeron aprendizajes para todos aquellos que lo requieran. El aprendizaje –realizado a través de círculos de estudio y el desarrollo de actividades y proyectos de trabajo colectivo– se va construyendo conforme a las necesidades e intereses de las personas participantes.
Marcos García, originario del pueblo de Ixtepec, en el Istmo de Tehuantepec, una población de raíces zapotecas por donde transita la ruta del tren donde se transportan ilegalmente los migrantes centroamericanos y caribeños, conocida como “la bestia”, comentó:Yo soy egresado de la Universidad de la Tierra del área de Comunicación Popular, como se llamaba en ese entonces. Fuimos fundadores, por así decirlo, como la primera generación. En ese proceso nos vinimos a la Unitierra dos personas de tiempo completo, a vivir a la ciudad de Oaxaca, y una persona esporádica. Yo estaba en un Colegio de Bachilleres en el Istmo, en El Espinal, Oaxaca. Me metí a la carrera de Comunicación Popular porque ya de cierta manera hacíamos como medios en la organización juvenil en la que estaba. Teníamos una publicación, teníamos muchas ganas de hacer radio y aprender cosas de medios. Cuando conocimos la propuesta de la Unitierra, a nuestra organización nos hizo clic en muchas cosas, tenía un fundamento teórico de muchas cosas que nosotros ya habíamos pensado o sentido, pero que no lográbamos ordenar muy bien. Decidimos participar e impulsar el proceso de la Universidad de la Tierra (Comunicación personal, 2 de septiembre del 2021).
Según explican algunos de los primeros participantes y coordinadores, en un principio, en la Unitierra, Oaxaca había diversas áreas o carreras: Comunicación Popular (que era la más nutrida), Derecho Agrario, Medicina Tradicional y Agroecología.Las primeras generaciones se formaron así, se terminó concentrando la Unitierra como en tres temas: la parte de comunicación (video, periodismo, etcétera) donde había mucha gente interesada; la parte agraria y derecho agrario, a lo mejor con un poco menos de éxito de lo que se esperaba porque eso requiere mucho trabajo e infraestructura; y la parte que tiene que ver con temas ambientales. Hubo varías gentes que se formaron en estas primeras carreras (Ramón Serna, Comunicación personal, 12 de abril del 2021).
Una de las críticas que se comenzó a establecer (que coincide con las críticas de diversos estudiosos y comunidades acerca de la homogenización de la educación) es la manera de en-cajonar el conocimiento en un mismo currículo que no corresponde a lo que se requiere en la diversidad cultural. La educación formal tiende a separarse de la realidad concreta, sobre todo cuando se plantea desde intereses ajenos a la comunidad.
Al respecto, viene a cuenta la siguiente reflexión de uno de los primeros coordinadores de la Unitierra, Oaxaca:
Se forman abogados que tienen varios semestres en derecho romano y otras materias y lo que se requiere en el caso de Oaxaca es sobre todo lo que tiene que ver con la tenencia de la tierra, un abogado formado en universidades públicas y privadas convencionales tiene pocas herramientas para enfrentar esto que es el pan de todos los días acá en Oaxaca [por ello surgió la necesidad de formar abogados agrarios] entonces, dijo la Unitierra, lo que necesitan saber es algo que se puede adquirir en uno o dos años y no en cuatro o cinco y para lo cual, no necesariamente, requieres muchos títulos previos formales (Ramón Serna, Comunicación personal, 12 de abril del 2021).Lo que se comenzó a trabajar fue un aprendizaje a partir de un modelo que Ramón Serna denomina como “de maestro-aprendiz”; es decir, la persona que busca aprender comienza a adquirir conocimientos de forma directa al colaborar en el trabajo que realiza la persona expe-rimentada, de este modo la práctica es el principal canal para la adquisición de las técnicas pro-pias de cada disciplina; mientras que la parte teórica se da a través de la reflexión que genera el contexto. Por ejemplo, para el área de Gestión Ambiental se analizó el hecho de que después de años de estudios en biología y de la especialización en ecología, los profesionistas al regresar a su comunidad se enfrentaban con problemas no observados en sus estudios.Desde estos primeros años de trabajo se buscó que el proceso de aprendizaje fuera más personalizado. Cada área tenía una persona a cargo de la coordinación que buscaba una identificación personal con las y los estudiantes.
Al respecto, Marcos García expresó que:
En mi caso yo quería fortalecer las cosas de diseño que ya tenía; en ese momento, el asesor de mi carrera era Sergio Beltrán, él me puso en contacto con Canek Sánchez Guevara que era nieto del Che [Guevara], que hacía diseño y estaba viviendo en Oaxaca, entonces yo empecé a hacer diseño con Canek. Después yo quise hacer radio y me puso en contacto con el ceac [Centro de Encuentro y Acompañamiento Comunitario], ahí empecé a hacer los primeros pininos de radio. Después, cuando quise aprender a hacer video me pusieron en contacto con Ojo de Agua Comunicación, que se estaban conformando, todavía estaban en el Centro de Video Indígena y ahí estuve un tiempo trabajando con ellos y luego con otro asesor que trabajaba como la parte audiovisual un poco más experimental. Básicamente cada uno iba construyendo el camino personalizado. Todos los miércoles teníamos seminarios colectivos con todas las compañeras y compañeros de todas las demás áreas. Y también teníamos un viernes donde teníamos textos de cada área específica. El miércoles era como un seminario más abierto. Las bases de la sociedad desescolarizada, mucho Iván Ilich (Comunicación personal, 2 de septiembre del 2021).
La Unitierra comenzó a trabajar en sus primeros años como un espacio de enlace entre las personas con experiencia y los aprendices. La docencia consistiría en poner en relación a unas personas con otras, sostiene Igelmo Zaldívar (2015). Marcos García considera que a él le fue muy bien porque llegó con gente muy dispuesta a compartir lo que sabía; y transcurridos veinte años, sigue colaborando con ellos. Además, ahora comparte su conocimiento a través de diversos pro-yectos, como el de comunicación y cine itinerante que viaja por diversas comunidades de Oaxaca. Aunque muchas cosas han cambiado, la Unitierra, Oaxaca sigue siendo un espacio de encuentro para compartir conocimiento y aprender en la práctica, donde personas con diversas ideologías y diferentes contextos culturales se encuentran para trabajar en necesidades concretas, pues entre sus principios está el aprender en libertad, en colectivo y que el aprendizaje esté al servicio del cuerpo social al que se pertenece (Beltrán, 2012).
En sus inicios solo trabajaba con las comunidades circundantes y la gente de la ciudad, años después se recibió a decenas de estudiantes internacionales con los que se organizaban visitas y estancias en las comunidades de la región. Estos encuentros impulsaron el diálogo entre sujetos culturalmente diversos, además de socializar los proyectos alternativos de las comunidades y visibilizarlos hacia el exterior. Las visitas a las comunidades permitieron, a través de la cooperación de los estudiantes o las instituciones de donde provenían, conseguir recursos para sostener los proyectos de las comunidades y de la propia Unitierra que, comúnmente, buscan la autogestión (Nava, 2018). En los últimos años, después de enfrentarse a algunos problemas como la falta de hospedaje para los participantes de las comunidades (ya que la Unitierra no tiene las condiciones para dar alojamiento), se decidió que el personal de la Unitierra fuera a los pueblos para trabajar directamente.
Desde hace más de un lustro, su asistencia a las comunidades se hace por medio de la invitación de éstas, y en conjunto definen qué aprendizajes quieren adquirir.A veces surgen problemas como escases de agua o problemas de inundación por las lluvias. Lo que se hace como primera alternativa es invitarlos a otra comunidad, donde tuvieron una problemática parecida que ya se resolvió [para] aprender de ellos. Después se buscan otras soluciones. Así se practica la interculturalidad, a través de los haceres y la resolución de problemas concretos. (Gustavo Esteva, Comunicación personal, 29 de enero del 2020).
La Unitierra ha pasado por múltiples fases en su proceso de creación. Se pueden ubicar, grosso modo, por lo menos tres etapas en su proceso de trabajo intercultural y de vinculación: la primera, a partir de su nacimiento y la creación de áreas de trabajo y enseñanza libre para per-sonas de la localidad y de otras comunidades; la segunda, desde la integración de estudiantes de centros extranjeros (principalmente europeos y del norte de América); y la tercera, cuando reali-zó sus desplazamientos hacia las comunidades. Según los propios coordinadores y participantes, existen tres bases teórico-prácticas, tres grandes inspiraciones que la sustentan:
1) las ideas del pensador austriaco Iván Ilich,
2) el movimiento neozapatista de los pueblos mayas en Chiapas
y 3) “el aprender cómo se hace la vida en los pueblos cercanos de Oaxaca” (Diana Valencia, comu-nicación personal, 29 de marzo del 2021).
4. Interculturalidad y desescolarización en la Unitierra, Oaxaca
Durante las movilizaciones sociales y estudiantiles de la segunda mitad del siglo xx surgieron críticasa las instituciones educativas al observar cómo fungían como medios para reproducir ciertas ideologías dominantes y desigualdades sociales. Con diferentes principios hipotéticos los teóricos Iván Ilich, Paul Goodman, John Holt y Everett Reimer propusieron la desescolarización como una corriente de pensamiento alternativo (Farías, 2020), que ha sido interpretada y practi-cada de múltiples formas alrededor del mundo. Por ejemplo, existe una vertiente que cuestiona el papel exclusivo de la escuela como el único lugar para aprender y propuso la instrucción fuera de ésta (desescolarizados); otra corriente propone terminar con las escuelas ya que éstas ad-quieren un papel monopólico, reproduccionista y asimilacionista; otra visión sugiere transformar radicalmente las prácticas y fundamentos que han caracterizado a las escuelas sin necesariamen-te desaparecerlas, sino reconstituyéndolas desde abajo de manera totalmente diferente. En la actualidad, este concepto es interpretado y aplicado de múltiples maneras, muy distintas entre sí y hasta contradictorias en muchos aspectos.
En la Unitierra, Oaxaca se ha entendido de un modo particular la desescolarización. Por principio, en su propuesta existe una fuerte crítica a la escuela oficial al señalar el monopolio que ejercen sobre el conocimiento, y que ha generado un sometimiento cultural para los pueblos originarios a través de la castellanización y el mestizaje, por ello, se ha basado en la diversidad cultural y la recuperación de saberes comunitarios. Diana Valencia, coordinadora de Saberes y Aprendizajes, plantea que “la desescolarización no es solo una manera diferente de aprender, sino también una propuesta de habitar de modo diferente” (Comunicación personal, 29 de marzo de 2021); es decir, interrelacionarse dignamente con el contexto social y natural, recuperando formas de conocimiento históricamente segregadas.Para los grupos de estudio lograr la desescolarización ha implicado que los participantes realicen sus pesquisas por cuenta propia y aprendan lo que les interesa, que la coerción u obligación sean mínimas, que haya participación para el diseño de los modos de aprendizaje. Se busca “aprender en libertad”, sin docentes formales sino más bien como guías de aprendizaje; sin currí-culos rígidos, sin grados, calificaciones o certificaciones y con una postura política de vivir diferente (Farías, 2020). Se puede decir que funcionan como pequeños colectivos donde se expresan problemas personales, sociales y políticos, con el fin de buscar y plantear alternativas concretas de solución. Es decir, la desescolarización se construye a partir de la búsqueda de diversos modos de aprender y de habitar dignamente el mundo.Es necesario aclarar, como nos dice Diana Valencia, que su propuesta es distinta a lo que se conoce como homeschooling y unschooling -que son más bien procesos utilizados por aquellos que deciden aprender sin escuela y que en los últimos tiempos han tenido un auge, sobre todo entre sectores sociales con cierto capital cultural, social y económico-.
Contrario a estas apuestas, la desescolarización se ha trabajado como un proyecto político integral que apuesta por modos diferentes de aprender, de vivir y convivir. Lo cual implica construir lazos entre quienes la practican y reconstruir el tejido social por medio de la autonomía alimentaria, educativa y económica: La desescolarización no es nada más como una acción de salirte de la escuela y ya, sino que, la desescolarización es una apuesta política o una postura política de cambiar las estructuras sociales desde su ámbito inmediato y sus instituciones formadoras (Juan Morales, Comunicación personal, 13 de marzo del 2021).
Al respecto, Diana Valencia refirió: “empezamos a tocar otras áreas y la transformación va siendo completa y va haciendo una transición hacia la autogestión y hacia la autonomía. Empezamos no solo a aprender diferente, sino también a sanar, alimentarnos, habitar, vincularnos econó-micamente de otras formas” (Comunicación personal, 29 de marzo de 2021).
Paula Gómez sostiene que, a partir de Iván Ilich, se puede hacer una crítica a las instituciones porque cuando algo se institucionaliza empieza a perder su fuerza creadora y es cooptado por personas “aptas” y “calificadas” para decir qué es lo que está bien. Entonces, la gente pierde la capacidad de hacer las cosas por sí misma porque alguien más se ha agenciado el monopolio del conocimiento. Yo lo relacionaría con otra parte de la filosofía esencial de Unitierra que es cambiar los sustantivos por los verbos, porque cuando hablamos de los sustantivos que es normalmente hablar de las instituciones estamos dándole a los otros la responsabilidad y la capacidad de darnos eso que nosotras mismas nos podemos dar. Si hablamos de salud como sustantivo, estamos esperando que ese sistema de salud nos sane y perdemos de vista la capacidad que tenemos nosotros y nosotras de sanar, de cuidarnos. Si hablamos de educación estamos esperando también que el sistema educativo nos ofrezca qué es lo que debemos aprender, cómo lo podemos aprender, en dónde lo podemos aprender y quienes nos lo pueden enseñar y perdemos esa capacidad que está en nosotras y nosotros de aprender (Paula Gómez, comunicación personal, 30 de marzo de 2021). Una de las estrategias de la Unitierra, Oaxaca es retomar los verbos para recuperar la ca-pacidad de acción de sus participantes, por ejemplo, en lugar de hablar de educación y escuela, se habla y se retoma el verbo aprender, reconociendo que la capacidad de instruirse está en la propia persona que ahí participa. Otra estrategia es la recuperación de los saberes de las comuni-dades, por ejemplo, al acercarse a las personas que se dedican a la sanación alternativa para que planteen mecanismos para la mejora o mantenimiento de la salud, o a los campesinos para saber cómo producir alimentos de manera sana y con una organización económica diferente. Se trata de regresar a la vida cotidiana, recuperando la autonomía y los verbos, lo cual te lleva necesariamente, pues, a aprender los saberes tradicionales; porque si tú hablas de, por ejemplo, recuperar la salud, el “sanarnos”, pues, tienes que comer de manera diferente y para comer de manera diferente tienes que poder, por lo menos, organizarte con otras y otros para que lo que comas no este empaquetado en Walmart y provenga de un lugar que sabes que no te va hacer daño. Otra cosa que otros han intentado, y para mí es lo ideal, es producir tu propia comida y pues ahí volteas a quienes saben producir su propia comida, a los campesinos (David Jiménez, Comunicación personal, 12 de abril de 2021).La desescolarización en la Unitierra, Oaxaca se entiende como un proyecto integral con una postura política crítica del capitalismo y sus modos de producción y reproducción social. Es importante destacar que, aunque entre los integrantes convive una diversidad de posiciones teóricas y políticas, existen quienes proponen una desescolarización que vaya más allá de solo dejar la escuela oficial. La desescolarización se plantea como un proyecto político integral, donde niños y adultos participan con la intención de modificar prácticas y modos de vida poco sanas.
4 .1. Pluralismo radical
La interculturalidad que se practica busca construir un “diálogo de vivires y de haceres” y está basada en la idea del “pluralismo radical”:Para nosotros el verdadero diálogo está en el hacer, lo que llamamos “diálogo de vivires”. En la vida pueden estar dos mundos completamente diferentes y coexistir en armonía, esto es lo que estamos tratando de construir. Es lo contrario de la homogeneidad, es afirmarnos en la diferencia, celebrar la diferencia, pero ver cómo puede armonizarse (Gustavo Esteva, Comunicación personal, 29 de enero de 2020).
No se busca solamente un respeto al otro en la diversidad o la tolerancia con distancia como propone la interculturalidad neoliberal, sino que se pretende convivir y construir, entre sujetos culturalmente diversos, una realidad de vivencias compartidas. Esto supone dejar de lado prejui-cios culturales y supuestos epistemológicos; se considera que el encuentro intercultural se logra a partir del hacer en conjunto. Por ello, se ha construido una crítica (basada en las ideas de Iván Ilich y Gustavo Esteva) entorno al denominado diálogo intercultural que ha sido propuesto desde posiciones liberales o incluso desde las teorías críticas del liberalismo. De modo que:Hay un punto donde el diálogo de saberes ya no se puede dar, hay un grado de inconmensurabilidad entre las culturas, sería lo que llamamos el pluralismo radical, llega un punto en que simplemente no puedes comprender al otro, entonces el diálogo intercultural es en realidad un “diálogo de vivires”, es el espacio donde lo que se busca es hacer cosas juntos y juntas. Por ejemplo, tenemos un problema de agua en la comunidad, tú eres evangélico, yo católico o no creyente, tú eres de este partido y yo soy del otro partido y hay que hacer cosas juntos. Esto es la construcción de la interculturalidad, esto lo subrayo porque eso era el Centro de Encuentros y Diálogos Interculturales y eso también es la Unitierra (David Jiménez, Comunicación personal, 12 de abril de 2021).
El “diálogo de vivires y haceres” busca armonizar la diferencia a través de prácticas con-cretas que resignifican la interculturalidad en lo cotidiano, al compartir experiencias de vida y de conocimientos. Es así que, en la Unitierra, Oaxaca, se antepone la acción a la reflexión; dicho de otro modo, se reflexiona sobre el trabajo realizado y las dificultades a las que se enfrentan en la práctica concreta.4.2. Influencia del movimiento neozapatista y las comunidades organizadasLa experiencia de autonomía del movimiento neozapatista y la organización de las comuni-dades de Oaxaca ha sido una influencia directa para la Unitierra, para conformarse como un es-pacio de “reflexión-acción” donde se participa de diversos modos en la organización social, por ejemplo en encuentros para la defensa del territorio o en contra de los transgénicos, colaborando con comunidades que se organizan contra la explotación minera o el uso de eólicos o el corredor transístmico en el istmo de Tehuantepec. La misma realidad y los problemas sociopolíticos de Oaxaca, y del resto del país, son los que van marcando la pauta de las reflexiones y los proyectos, pero no desde la visión institucional sino desde la gente organizada. No se busca el reconocimiento oficial como lo hacen otras universidades, al contrario, se busca la independencia, la autonomía y la autogestión, ya que muchos de sus proyectos aún siguen siendo financiados por asociaciones civiles.
Dentro de las influencias que el EZLN ha tenido en la Unitierra, Oaxaca está la experiencia que adquirieron al asistir a la Escuelita zapatista (iniciativa del movimiento neozapatista lanzada en el 2013 donde personas de todo el mundo pudieron conocer la manera en que viven y se organizan las bases de apoyo de este movimiento), misma que, posteriormente, se socializó entre la comunidad:
Como parte del trabajo que hacíamos aquí nos invitan a la escuelita zapatista y fue muy enriquecedor estar una semana viviendo con familias zapatistas y viendo que la autonomía no es una cosa teórica abstracta que está ahí y de la que todos hablan, sino que es algo que tiene que ver con ir a cortar el maíz, ir a piscar el café, ir a organizar el colectivo de pollos, de hortalizas, la cooperativa de café, las juntas de buen gobierno, los promotores de salud, los promotores de educación, o sea ver todo eso ahí y vivirlo por una semana, que fue poquito tiempo, pero, aun así nos dejó mucho. Ya no era algo como utópico de que: ah, bueno, el mundo nuevo y los otros mundos posibles, ya no basta con cambiar el mundo hay que crearlo de nuevo desde abajo (Juan Morales, comunicación personal, 13 de marzo del 2021).
Esta idea de hacer cosas desde la comunidad ha ido permeando las estrategias de aprendi-zaje, por ejemplo, así surgió una cooperativa de chocolate de la que Raúl Hernández y su familia fueron parte, él comentó que cuando comenzaron en la cooperativa alrededor de 25 personas, más la gente de la Unitierra, Huitzo, (un espacio inspirado en la Unitierra, Oaxaca en la comunidad de Huitzo) en el grupo había personas que no habían ido a la escuela y otras que ya habían termi-nado la universidad. Al no tener conocimientos sobre el proceso, buscaron asesoría con personas que supieran cultivarlo y prepararlo:
Ya nos desescolarizamos, o al menos dejamos de lado la escuela como la institución que nos legitima del conocimiento, pero ahora qué sigue. Ahí fue donde nació esta idea de formar la cooperativa que nació en la Unitierra haciendo chocolate, en un molinito así en una mesa en una esquina. Surge como una alternativa al trabajo explotado; sí, ya dijimos que no a la escuela, pero luego sigue el mercado laboral y ahí también es como otra deconstrucción. Entonces, ahí fue donde la cooperativa era nuestra herramienta de autogestión para decir “no” al mercado laboral y a todo esto de los salarios injustos o las horas de trabajo que no te pagan. Entonces, decidimos organizarnos como una cooperativa y nosotros decidir cómo queríamos trabajar (Raúl Hernández, Comunicación personal, 16 de febrero de 2021).
Se puede observar que estas iniciativas buscan aprender a hacer cosas sin recurrir a especialistas externos, sino que se construye desde la comunidad. Además, el proceso de desescolarización, aparte de decodificar la escuela como aparato que monopoliza el conocimiento, busca construir alternativas de vida donde no existan los procesos de explotación laboral de las fábricas, de las grandes empresas y las transnacionales. Con estas actividades se busca contrarrestar el monopolio del conocimiento y de la producción y reproducción de las actividades sociales con pequeños proyectos que, aunque parezcan poco significativos en términos estructurales, ayudan a cambiar la vida de las personas que participan directa o indirectamente: Nosotros construimos desde el lado de la comida, de la soberanía alimentaria. Cuando hablamos de chocolate, decimos eso; las empresas que controlan el mercado mundial de cacao son alrededor de cinco: Nestlé, Marshalls, Cargen que, para acabarla, son las que invierten en transgénicos y en semillas genéticamente modificadas que nos envenenan (Raúl Hernández, Comunicación personal, 16 de febrero de 2021).La crítica a estas grandes industrias se hace desde las posibilidades inmediatas de quienes participan, además buscan construir lazos con las comunidades que producen los insumos. Un gran número de participantes y coordinadores (por lo menos de las últimas generaciones) tienen como fundamento de su trabajo la construcción de espacios horizontales donde los planteamientos para la construcción de una nueva realidad están enfocados al contexto y las necesidades del presente.
Conforme a este principio se organizan diversos grupos de trabajo surgidos desde las necesidades de las personas. Algunas de estas propuestas implican el establecimiento de tierras de cultivo para el autoconsumo, la creación de techos verdes –donde se siembran diversos alimentos para la autogestión familiar–, el diseño de cocinas ecológicas –para reducir el consumo de combustible–, la búsqueda de procesos más sanos en la preparación de alimentos o el uso de materiales más económicos y menos contaminantes. Los talleres y grupos de trabajo cambian constantemente, esto depende de las propuestas de las y los participantes: En Unitierra conocimos las ideas de Iván Ilich, las ideas de Gustavo Esteva, las ideas de Marx. Mi compañera estaba en un grupo de medicina tradicional que se hacía en la Unitierra, se juntaban para hacer pomadas, jarabes, tinturas. También había un seminario de crítica al patriarcado. Había un grupo de compras en común, donde cada semana nos juntábamos para comprar a productores locales y luego se repartía aquí en la Unitierra. Teníamos una radio, la radio Tlayuda. A mí me tocó estar en los huertos urbanos, arriba en la azotea de la Unitierra. De venir de una carrera súper teórica, que en la universidad era solo leer, leer, pero nunca había como esa conexión con la realidad. Hicimos un montón de cosas, festivales culturales, una cuestión con una gente de Eslovenia sobre el trabajo informal (Juan Morales, Comunicación personal, 13 de marzo del 2021).
Estas actividades son las que les permiten recuperar cierto conocimiento que se gesta en las comunidades, entrar en diálogo con los oficios y saberes comunitarios, que ellos denominan como “recuperar la tradición”: La escuela te enseña a irte y que el éxito está hacia afuera, o sea que en tu lugar va a ser muy difícil que seas exitoso.
Con el tema de la desescolarización, algo que me pasó fue que me permitió regresar en vez de irme y, con el tema del cacao, porque allá donde nací se siembra cacao, ya había como una conexión entre el hacer aquí, que era la cooperativa, y la familia allá, que siembra el cacao. Entonces fue regresar con el abuelo, con la abuela, preguntarle cómo y cuándo se siembra (Raúl Hernández, Comunicación personal, 16 de febrero de 2021). Por supuesto las complejidades son bastas al remar contracorriente: dificultades económicas para el pago de insumos, de rentas, o complejidades en la producción y en el intercambio de los productos son cuestiones a resolver en su cotidianidad. Buscar la autogestión y la autonomía en los procesos de reproducción es un trabajo arduo, aprender a organizarse en colectividad y pelear contra la visión individualista y competitiva dominante en la sociedad es uno de los principales retos a los que se han enfrentado algunos de los proyectos de la Unitierra, Oaxaca, según comentan algunos de sus participantes.
4.3. Poder, organización y proyecto político
En la Unitierra, Oaxaca el tema del poder político y social se teoriza y se práctica constan-temente. Para algunas personas que participan en ese espacio el poder no se entiende como una cosa o un objeto que algunos tienen y otros no, una cosa que por lo tanto se debe alcanzar. El poder que solo se ve arriba y al que habría que llegar. Más bien, el poder se concibe como una relación social que se puede romper y cambiar en las prácticas concretas. Entenderlo de esta manera facilita que la Unitierra se mueva en la inmediatez, construyendo alternativas y autonomía desde lo propio, cambiando las formas de relacionarse en lo inmediato.
Esta posición teórica y política –considerada como localista– ha sido criticada desde otras posiciones de izquierda. Desde un marxismo más clásico se asegura que pensar en términos locales, donde se busca la construcción de proyectos autonómicos desde la inmediatez, frena un cambio estructural más amplio necesario para la transformación social. Se sostiene que el localismo distorsiona la perspectiva por un cambio nacional donde se termine con gobiernos capitalistas y se instale un estado diferente con instituciones democráticas y con intereses diri-gidos hacia los sectores subalternos. Si no se lucha por un gobierno de izquierda anticapitalista, difícilmente se podrán alcanzar cambios radicales para los campesinos y los pueblos originarios (Oprinari, 2020).Desde la Unitierra, Oaxaca se considera que, más allá de conquistar ese poder institucional y después democratizarlo, es más viable construir espacios desde abajo que de apoco vayan haciendo obsoletas dichas instituciones. Es decir, la lucha contra las instituciones poco democráticas del Estado se piensa a partir de la construcción de espacios e instituciones alternativas que desaparezcan la necesidad social de las instituciones del Estado. Se podría entender como una pretensión localista que propone construir puentes o redes entre los “diversos abajos” en lugar de hegemonizar las prácticas políticas desde arriba.Uno de sus fundamentos filosóficos se puede definir a partir de la siguiente idea: intentar cambiar las cosas como único fin es una tarea sumamente compleja y desgastante, por ello, en lugar de esto, se propone canalizar toda esa energía en construir algo nuevo, crear alternativas desde abajo. En este espacio se sostiene que pensar en grandes cambios globales puede llegar a impactar e inmovilizar a la gente, más bien se exhorta a construir espacios horizontales desde la inmediatez, desde el contexto más cercano.
5. Vínculo y trabajo con las comunidades en Oaxaca
La Unitierra, Oaxaca ha construido vínculos con diversos pueblos oaxaqueños, por ejemplo, con comunidades del Istmo de Tehuantepec como Ixtepec, Comitancillo o Ixhuatán; también con diversas comunidades de la Sierra Norte de Oaxaca. La cercanía con estas dos regiones surge gracias a que varias personas de estos lugares colaboraron y aprendieron en la propia Unitierra, posteriormente, al regresar a su comunidad de origen, impulsaron diversos proyectos que se tra-bajaron en conjunto con ésta.Algunas de las actividades que se han hecho en los últimos años en el Istmo fueron, por ejemplo, un proyecto que surge después del terremoto del 2017 que se denominó La reconstruc-ción del hábitat y se trabajó en conjunto con otras organizaciones y asociaciones civiles. Inició con la elaboración de un diagnóstico de las viviendas afectadas por el sismo para verificar si podían reconstruirse, recuperando la arquitectura regional, con techos altos para propiciar la ventilación y ajustadas al clima de la zona. Este proyecto surgió como rechazo a algunas constructoras que comenzaron a hacer negocio en la región, construyendo casas de tipo interés social como las que se construyen en las ciudades:
Hubo algunos proyectos de constructoras en alianza con instituciones de gobierno que demolieron esas casas afectadas, que decían no se puede reparar hay que demoler para construir una nueva, pero eso generó algunos problemas con la gente porque lo que comenzaron a construir fueron casas de cemento donde la gente no vive porque se muere de calor, porque son casas pequeñas, ahí necesitas techos altos y materiales frescos para que se ventile porque hace muchísimo calor, ese es uno de los proyectos la reconstrucción del hábitat (Paula Gómez, Comunicación personal, 30 de marzo del 2021).
Estos proyectos buscan trabajar con la gente directamente para que exista una mayor parti-cipación de las comunidades y que sean ellas quienes tomen las decisiones. Otro proyecto que se ha estado trabajando en el Istmo de Tehuantepec, en conjunto con asociaciones civiles como el Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca, ha sido el denominado El Istmo es nuestro que fue una pesquisa con las organizaciones y las comunidades de la zona del Istmo para conocer sus propuestas sobre el megaproyecto denominado como “corredor transístmico o interoceánico”.
Se han hecho diversas críticas al proceso de consulta que se ha realizado en las comunidades por parte del gobierno por ser poco democrático y sin la información necesaria, ni análisis profundos sobre el impacto ambiental y social. En muchas partes de esta región también existe gente que está a favor del proyecto, sobre todo por la idea de que habrá una derrama económica y ciertos beneficios sociales y se crearan nuevos empleos, no solo para la población local sino incluso para población migrante.
En este contexto, según cuenta la gente de la universidad, se concibió la idea de hacer una indagación que no acentuara esta diversidad de posturas, sino que buscara más una especie de diálogo entre la población y el gobierno; sin embargo, se asegura que ese proyecto de todos modos se va a imponer. Aun así, se recuperaron algunas ideas alternativas independientes de las del gobierno y las transnacionales. Roberto Flores, uno de los coordinadores del proyecto, señaló que:Se quiso introducir una discusión alternativa de qué es lo que quiere la gente, las organizaciones, las comunidades y se hizo una pequeña exploración que condujo a esta publicación que se hizo que se llama el Istmo es nuestro, que es una recopilación histórica y geográfica y luego plantea este asunto de bueno qué es lo que la gente del Istmo realmente quiere. Fue como el marco de referencia y creo que tuvo mucha resonancia en muchas organizaciones que encontraron en esto, pues una especie de fundamento de sus luchas, muchas de ellas de carácter territorial o de reivindicación cultural (Comunicación personal, 12 de septiembre de 2021).
Según nos dicen los coordinadores, el trabajo realizado provocó mucho interés en otras organizaciones y fundaciones, como Pan para el mundo, que se interesaron en el proyecto y de-cidieron apoyar a la Unitierra, Oaxaca para profundizar la investigación. Así se continuó con las investigaciones y actualmente se está trabajando en un segundo libro que pretende definir más a fondo cuáles son los criterios a tomarse en cuenta para hacer un plan que recupere la opinión y las propuestas de las organizaciones de la zona.
Se proponen trabajar sobre:
Lo que nos parece que está faltando, los temas que siempre nos han preocupado: el agua, la comida, las formas alternativas de sanar y sobre todo qué se puede hacer para reforzar la capacidad de las propias organizaciones en proteger sus espacios autónomos (Ramón Serna, Comunicación personal, 12 de abril de 2021).“El producto de esto será un segundo libro que incluirá una propuesta crítica al proyecto del gobierno, además pondremos algunos ejemplos de cosas que se están haciendo y que van en una dirección prometedora” (Roberto Flores, comunicación personal, 12 de septiembre de 2021).
Desde la Universidad de la Tierra existe una fuerte crítica a las imposiciones gubernamentales que se aplican en la región. El desarrollo para las comunidades que se plantea desde las empresas privadas (construcción, turismo, transporte, energía) no es aceptado por algunas comunidades organizadas, en la medida que impone un único modo de “progreso”, además de los efectos ne-gativos que históricamente ha dejado en términos ambientales y sociales. Cada comunidad y re-gión tiene sus propias formas de vida y organización, las cuales son distintas entre sí. Por ello, se enfatiza la necesidad de que cada población decida qué es lo que quiere realizar como proyecto comunitario. En este sentido, Diana Valencia declaró:Que se recupere una mirada propia que va a ser bien diferente de comunidad en comunidad y eso es algo que, a veces, es difícil entender porque uno tiene sus ideas de cómo debería ser mejor, pero nada más de un lugarcito a otro piensan distinto y aquí lo que las comunidades nos han demostrado es que tienen la capacidad para gestionar los recursos de una manera de menor impacto con la naturaleza y mayor provecho para todos y para todas (Comunicación personal, 29 de marzo del 2021).En algunas comunidades se ha mostrado que la relación con el medio ambiente y sus medios de producción suele ser de menor impacto y con un mayor aprovechamiento comunitario. Paula Gómez y Diana Valencia sugieren que la crítica al desarrollo por parte de las comunidades se percibe en aspectos concretos a través de proyectos comunitarios.Existen diversas regiones de Oaxaca donde la madera fue comercializada por empresas extranjeras por mucho tiempo, en los años setenta y ochenta hubo una fuerte revuelta para recuperar la madera y ahora tienen cooperativas que están administradas por la comunidad con mueblerías en Ixtlán, en Guelatao. También tienen proyectos ecoturísticos en comunidades como Lachatao o Calpulalpan, ahí las comunidades gestionan los recursos del ecoturismo y es dinero para la comunidad, no es que se estén enriqueciendo en lo individual (Diana Valencia, Comunicación personal, 29 de marzo del 2021).Las comunidades van respondiendo a los problemas a los que se enfrentan según sus posi-bilidades, construyendo alternativas de vida social. A partir de la pandemia causada por la propa-gación de la enfermedad COVID-19, se posibilitó una reflexión más profunda en diversas partes de Oaxaca. En las comunidades de la Sierra Norte, por ejemplo, se decidió cerrar las entradas para proteger a la comunidad y, a partir de ahí, se tomó conciencia de la fuerte dependencia que se tiene de los productos externos, por lo que se vio la necesidad de volver a sembrar la tierra y producir alimentos para poder resistir el desabasto de insumos y tratar de ser autosuficientes. También se cerraron las puertas a empresas productoras de refrescos de cola y pan industrializado y, asegura Paula Gómez, a partir de ahí:Se dan cuenta que eran muy dependientes de productos externos y entonces empiezan a decir, uno, debemos volver a sembrar lo que compramos fuera y dos, son productos que nos enferman, los refrescos de cola, el azúcar, los conservadores, entonces cerramos el paso y de alguna manera nos cuidamos también de la chatarra (Comunicación personal, 30 de marzo de 2021).
A partir de estas experiencias, en conjunto con otras universidades públicas o privadas, como la Universidad Iberoamericana, se realizaron investigaciones para recuperar y aprender cómo las comunidades resistían ante la pandemia, creando sus propias estrategias de sobreviven-cia. Al respecto Diana Valencia refirió que: Nosotras al ir y conocer esto y al escribirlo vamos empapándonos de ello, entonces no es como una recuperación tal cual, creo que es una convivencia cotidiana con estos saberes y los ponemos al centro y los vamos difundiendo para que la gente se entere que hay otras maneras de vivir (Comunicación personal, 29 de marzo del 2021).Este es el aprendizaje que, desde la Unitierra, Oaxaca se denomina como vivencial. Además, enfatiza Diana Valencia: “estos son otros modos de operar que están sucediendo ahora mismo, que no son solo ideales utópicos, sino que las comunidades ya lo están intentando, por ello se ve necesario recuperarlo, apoyarlo y aprenderlo desde un vínculo estrecho y en interrelación vivencial” (Comunicación personal, 29 de marzo del 2021).
A partir de estos trabajos vivenciales también surgieron un par de libros donde se recuperan las formas alternativas de resistir, de sanar y de vivir aprendiendo de los problemas surgidos por la pandemia.6. ConclusionesA partir de los datos recabados se puede concluir que el tipo de interculturalidad que se práctica en la Unitierra, Oaxaca, es una interculturalidad crítica que recupera el saber de las comunidades y sus modos de vida para producir un intercambio de conocimientos y un diálogo de vivires y haceres. Se da una vinculación directa con las comunidades y se busca un tipo de convivencia y mejoría social y comunitaria basada en la diversidad cultural y en las cosmopercepciones de los propios pueblos. La diferencia cultural de las diversas comunidades oaxaqueñas es recuperada como estrategia política para resistir a imposiciones sociales y culturales. Se encuentra en la diversidad comunitaria una oportunidad de agencia social y vida digna en contra de los intereses del mercado, haciendo de la diversidad cultural una recuperación de conocimientos múltiples que proponen valores sociales y comunitarios antes que valores mercantiles, así como de solidaridad, reciprocidad y dignidad, fundamentales para la autodeterminación de las comunidades. La diferencia cultural, la relación con la naturaleza, los modos de organización y producción de la vida, más que una esencia natural incuestionable, se retoman como una estrategia de resistencia a la imposición hegemónica del desarrollismo capitalista en sus versiones neoliberal y pos neoliberal.La Unitierra, Oaxaca es un espacio muy particular que no solo crítica la educación y la política hegemónica, sino también ciertas posiciones de izquierda respecto a la educación y la interculturalidad y la manera en que la sociedad se relaciona con las instituciones.
Algunos aspectos que comúnmente son señalados y que quedarían por indagar en espacios como la Unitierra son los siguientes:
1. Se ha señalado críticamente que las perspectivas teóricas y políticas que dan fundamento a estos espacios suelen tener una posición localista que deja de lado problemas relevantes a nivel nacional y la exigencia de cambios estructurales para el beneficio de los pueblos originarios, afrodescendientes y las clases subalternas.
2. Se cuestiona la desvinculación radical de los problemas de la educación pública y de las instituciones gubernamentales. Se señala que apartarse totalmente de las instituciones educativas del Estado mexicano puede encausar a dejar de lado el trabajo por una edu-cación pública con compromiso social cuya responsabilidad de ser impartida recae en el Estado. No obstante, según las entrevistas y la literatura revisada, se puede argumentar que la Unitierra, Oaxaca (aunque lleva el nombre de universidad), no pretende ser un espacio escolarizado como tal, sino más bien un espacio de encuentro entre la diversidad para compartir y hacer cosas juntos por el bien comunitario. Se auto conciben más como un espacio y una red de aprendizaje, estudio, reflexión y acción.
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AUTOR
José Leonel Vargas Hernández. Profesor de asignatura en el Colegio de Estudios Latinoa-mericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).Licenciado y Maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y Doctor En Ciencias Políticas Y Sociales por la Misma Universidad.
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redlatinasinfronteras.sur@gmail.com
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