SOBERANÍA EN MANOS DE LOS LEGISLADORES

Resulta sorprendente el cinismo con el que algunos legisladores se despojan de toda moral y honestidad para explicar, a la manera de Fidel Pintos, la razón por la cual votan a favor de una ley letal para los derechos de los ciudadanos y la soberanía nacional.
AUNQUE PAREZCA FATALISMO, AL IGUAL QUE EN EL FIN DE LA REPÚBLICA ROMANA, LOS LEGISLADORES TIENEN EN SUS MANOS LA POSIBILIDAD DE DECIDIR SI SEREMOS NUEVAMENTE COLONIA.

LEGISLADORES SANATEROS

Resulta sorprendente el cinismo con el que algunos legisladores se despojan de toda moral y honestidad para explicar, a la manera de Fidel Pintos, la razón por la cual votan a favor de una ley letal para los derechos de los ciudadanos y la soberanía nacional.

Dejando de lado las desopilantes falacias con las que nuestros honorables senadores nos toman por idiotas, las verdaderas razones de su voto entreguista obedece a dos motivos: La presión de sus respectivos gobernadores para que sus provincias reciban los fondos retenidos por Milei a modo de extorsión, o bien por intereses espurios.

Describir en esta nota el contenido de la Ley de Bases no tiene sentido, dado que cualquier ciudadano que tenga la paciencia de leerla de manera completa descubrirá que absolutamente en ningún artículo se beneficia al trabajador, al jubilado o a la clase media.

Por el contrario, no sólo pulveriza los derechos laborales y previsionales, sino que puede convertir a la economía argentina en una guarida fiscal con pérdida de la soberanía jurídica y además, condenarla a la desindustrialización y el subdesarrollo.

En este sentido y solamente a modo de muestra, podemos decir que la iniquidad de esta ley es tan alevosa que otorga una moratoria a todos los empresarios que endeudaron y evadieron durante los últimos años en Argentina mientras se les quita a las mujeres sin aportes que laburaron toda su vida su único recurso de subsistencia.

La ley Bases de Milei es regresiva en materia laboral, previsional y también para el desarrollo económico, ya que propone privatizaciones de empresas públicas y privilegia la explotación de recursos naturales (hidrocarburos) sin exigir encadenamientos de valor a nivel local ni la garantía de autoabastecimiento energético.

Asimismo, prevé que las empresas puedan demandar internacionalmente al Estado Nacional ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (Ciadi) en caso de modificaciones en las condiciones inicialmente pactadas.

El Ciadi es una institución del Banco Mundial, con sede en Washington, que no es imparcial, con mayoría de fallos a favor de multinacionales en contra de países periféricos demandados.

El proyecto fiscal también es regresivo al aliviar la carga impositiva a sectores de mayor capacidad contributiva, mientras la eleva a trabajadores en relación de dependencia y monotributistas.

LEGISLADORES: HÉROES O VILLANOS

No todos los legisladores son lo mismo.

Hasta el momento, los 33 senadores de Unión por la Patria aseguran que votarán en  contra y existen 9 votos de otros partidos que aún estarían en el “limbo”, los cuales podrían terminar definiendo la suerte del aciago proyecto.

Los legisladores que votarán a favor saben de antemano que de aprobarse esta Ley los ricos serán cada vez más ricos y los pobres mucho más pobres, pero simularán tener inquiridas convicciones morales para llevar a cabo la felonía.

Precisamente, esta gimnasia moral en decadencia es la hija vergonzante de un tiempo oscuro, en el que un Senado, seducido por la famosa “Banelco” permitió que el gobierno de Fernando de la Rúa lograra la sanción de la ley 25.250, conocida como Ley de Reforma Laboral, cuyo contenido resultó ruinoso para los derechos de los trabajadores.

¿Tendrán los nuevos senadores la integridad suficiente para enfrentar una fuerza mucho más débil en lo político, teniendo en cuenta la pusilanimidad de Milei, pero terriblemente superior en cuanto a la fuerza devastadora de quienes ejercen realmente el poder detrás de bambalinas?

Si así lo hicieren, tendrán el apoyo de gran parte de un pueblo que, a pesar de estar hambreado y empobrecido, aún le sobra la dignidad suficiente como para compartirla con todos los legisladores que quieran recuperarla al momento de votar.

Alejandro Lamaisón

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