Ante la victoria de la ultraderecha, insurrección popular en Francia.

La suerte está echada y el partido del presidente Macron la Republique en Marche o Renaissance en esta primera vuelta del próximo domingo se derrumbará por completo (tiene una estimación de votos del 19,5%.) Ese es el resultado de su política centrista que se define como una fuerza equidistante entre la extrema izquierda y la ultraderecha. Macron en un intento por neutralizar su derrota lanza un desafío: “o él o el caos, porque si gana la ultraderecha se puede desatar una guerra civil” Pero el pueblo francés en este preciso momento de su historia ha perdido la fe en su presidente que no encaja más que fracasos y errores a nivel nacional e internacional. Empezando por sus infructuosas negociaciones con Putin para detener la invasión de Ucrania, al creerse un líder europeo con poder divino capaz de detener la guerra. Pero sus buenos oficios no convencieron al zar ruso y tuvo que regresar con la cabeza gacha al palacio del Elíseo. 

Ahora ya se olvidó de las palomitas de la paz y ha amenazado con enviar tropas y carros de combate al frente de batalla del Dombás. Y para rematar se ha puesto a favor del genocidio sionista llevado a cabo en Gaza mientras que criminaliza al pueblo palestino.  Al fin y al cabo él es una de las fichas claves del lobby judío en Francia.

A causa de la guerra entre Rusia y Ucrania la crisis social se acrecienta incontrolable pues el gobierno ha priorizado las inversiones en la industria armamentística y el destinar millones de euros de ayuda militar a Ucrania. Pero hay que tener en cuenta que la máxima preocupación de la ciudadanía es la inseguridad reinante en el país donde las bandas y las mafias dedicadas al tráfico de estupefacientes y de armas campan a sus anchas.  Ahora existen un sinfín de carteles que ha forjado alianzas globales y que han elegido a Francia como uno de sus mercados preferidos.

La delincuencia y la inmigración será el factor clave que le otorgue la victoria en la primera vuelta de las elecciones legislativas de este domingo a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. (Que tal vez sobrepase un 35% de la intención de voto) Ella ha confesado que si alcanzan una mayoría calificada asumirá inmediatamente el papel de presidenta. La Agrupación Nacional RN viene de ganar las elecciones europeas donde obtuvo más del 30% de los votos franceses. El partido de Le Pen postula a la estrella juvenil Jordan Bardella (con 1 millón de seguidores en TikTok) que seguramente asumirá el cargo de Primer Ministro si se cumplen las predicciones de las encuestadoras. La ultraderecha llega crecida al rescate de la Francia más conservadora y reaccionaria que ha visto su patria invadida de extranjeros legales o ilegales especialmente del Magreb o de los países árabes, del este de Europa o Latinoamérica a los que se culpabilizan de los robos, asaltos y asesinatos. La única solución para recuperar la paz y el orden es policial, es decir, detenerlos, encarcelarlos y deportarlos pues son un peligro para la seguridad nacional.

Pero lo que no sabemos muy bien es si a última hora la izquierda logra frenar la embestida de los partidos derechistas en crecimiento exponencial. El Frente Popular aglutina a las fuerzas progresistas, humanistas, sindicales, asociativas y ciudadanas (Partido Socialista, Los Verdes, Francia Insumisa de Mélenchon y el Partido Comunista) Fuerzas que hacen gala de un programa de ruptura social y ecológica para construir una alternativa a Macron y combatir el proyecto patriarcal, ultra católico, xenófobo, misógino y racista de la extrema derecha.

Pero a pesar de su creciente movilización se prevé que alcance un insuficiente 29% de los votos. La extrema derecha acusa al FP de antisistema, antisemita, y de fomentar la inmigración ilegal que va en paralelo a los altos índices de delincuencia.  La sociedad francesa como sucede en toda Europa se ha derechizado (una pandemia que se extiende a nivel global) se ha aburguesado, siguiendo la línea neoliberal del materialismo y el individualismo. El consumismo y el elevar el poder adquisitivo es lo único que interesa a la ciudadanía.

Porque la conciencia revolucionaria es cosa del pasado siglo XX que estuvo marcado por el mayo del 68 y las revoluciones de los países del Tercer Mundo. Hoy estamos inmersos en la era cibernética del Internet, las redes sociales donde lo más importante es la imagen y el mensaje ideológico se limita a un lema o frases con un máximo de 280 caracteres. La sociedad francesa se ha acostumbrado al estado del bienestar y a vivir de las ayudas sociales o las subvenciones, un sistema asistencial se enmarca en el principio básico republicano de “libertad, igualdad y fraternidad”.

La principal preocupación de los millones de inmigrantes que viven en Francia es la de mantener su estatus y gozar de los incontables privilegios que les ofrece el estado benefactor. Hay que resignarse a una dura realidad del capitalismo depredador y darwiniano donde solo los más fuertes prosperan. Además, el inmigrante ya asimilado y con ciudadanía francesa también vota las opciones de centro o de derecha y hasta discrimina a sus propios hermanos a los que consideran extranjeros que les hacen la competencia y les quitan puestos de trabajo. 

Carlos de Urabá 2024

triunfo de Le Pen en Francia
triunfo de Le Pen en Francia

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