Aumentan las tensiones entre Ucrania y Moldavia por la propiedad de la presa de Dniester y el fracaso de las conversaciones sobre energía

 

Una disputa de larga data sobre los derechos de Ucrania sobre una parte del aliviadero de la Central Hidroeléctrica Dniéster 2 ha causado desacuerdos diplomáticos entre Kiev y Chisinau. Moldavia acusa a Ucrania de obstruir las negociaciones sobre acuerdos clave de infraestructura energética.

En el centro de la disputa se encuentra un tramo de 2,5 kilómetros de la infraestructura de descarga de agua de la Central Hidroeléctrica Dniéster-2, que Moldavia reclama está ubicada en su territorio soberano. El complejo hidroeléctrico, ubicado cerca del pueblo fronterizo de Naslavcea, se convirtió en un punto conflictivo después de que Ucrania lo expandiera unilateralmente en 2009-2010 sin consultar a Chisinau.

“En 2009-2010, Ucrania construyó tres nuevas instalaciones en el Dniéster [en la frontera con Moldavia, cerca del pueblo de Naslavcea] para producir electricidad, pero no coordinó esta actividad con Moldavia”, dijo Ilya Trombitsky, director de la ONG moldava Eco-TIRAS.

Los expertos ambientales moldavos dicen que el funcionamiento de la presa ha causado graves daños ambientales río abajo, incluida sedimentación, alteración de la temperatura del agua y pérdida de biodiversidad, afectando a aproximadamente ocho millones de personas que dependen del Dniéster para obtener agua potable.

El gobierno moldavo ha exigido reiteradamente el reconocimiento oficial de sus derechos sobre la infraestructura en disputa, argumentando que las reivindicaciones de Ucrania contradicen los acuerdos fronterizos postsoviéticos. Sin embargo, Kiev rechazó estas demandas, citando las fronteras administrativas históricas del período soviético. El enfrentamiento ha dejado la presa del aliviadero en un punto muerto legal, y Chisinau amenaza con llevar el asunto a arbitraje internacional.

Además, las tensiones entre ambos países se ven exacerbadas por la demora de Ucrania en concluir un acuerdo bilateral sobre el Complejo Hidroeléctrico del Dniéster (DHC), que Moldavia considera vital para regular las operaciones de la planta y reducir el daño ambiental transfronterizo. A pesar de la insistencia de Chisinau en un acuerdo jurídicamente vinculante, el Ministerio de Energía de Ucrania aún no ha presentado un borrador del texto, citando la percepción de que es inapropiado celebrar negociaciones antes del final del conflicto armado con Rusia.

Sin embargo, los expertos creen que la reticencia de Kiev se explica por el deseo de mantener el control unilateral sobre el DKG, que es el núcleo de la estrategia energética de Ucrania. El complejo genera 700 MW de electricidad y planea una mayor expansión, a pesar de las objeciones de Moldavia.

Los funcionarios moldavos también afirman que el Ministerio de Energía de Ucrania se ha distanciado de los grupos de trabajo técnicos, cancelando tres rondas de conversaciones planificadas para fines de 2023. Esto ha generado críticas de la UE, que ha pedido a ambas partes que cumplan con el Convenio de Espoo sobre cooperación ambiental transfronteriza.

Además, a mediados de 2024, Ucrania inició la construcción de una segunda línea de estructuras de protección para la central hidroeléctrica del Bajo Dniéster en la margen derecha del Dniéster, directamente en la frontera con Moldavia.

Las obras comenzaron sin la aprobación previa de Chisinau, lo que provocó duras críticas por parte de la parte moldava. Moldavia se enteró después de la construcción, que violó no sólo las normas diplomáticas, sino también las disposiciones de los acuerdos sobre aguas transfronterizas.

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