Murió Rosa Roisinblit. Sus días se apagaron pero su memoria –la memoria que supo coser y tramar durante los 106 años de longevidad que las Madres tienen por decisión de lucha- se enciende en el camino de todos, faro que alumbrará para que nadie equivoque rumbos ni enemigos. Ella sabía. Ella sabe. Por eso estará siempre primero. Con la luz en la mano. Indicando por dónde.
Hace apenas 23 días cumplió sus 106 años. Había llegado al mundo en Moisés Ville, colonia judía santafesina, cuando Hipólito Yrigoyen ejercía la primera presidencia. Y por esos giros extraños de la vida sus ojos se cerraron el mismo día en que se cumplen 95 años del primer golpe de estado. Tenía la historia entera del país escrita entre los pliegos de su piel. Obstetra recibida en la Universidad del Litoral se empeñó en buscar los bebés de todos sus hijos e hijas: el de su hija Patricia -desaparecida junto a su nieta mayor (entregada prontamente a la familia) y su yerno- y los de cada uno de aquellos muchachos y muchachas que trataron de revolucionar la historia para hacer de éste, un país digno de ser vivido. Cientos de bebés arrebatados por los hacedores del terrorismo estatal.
Rosa Tarlovsky de Roisinblit era esa mujer chiquita que se agigantaba detrás de esa sonrisa plena y que sabía desde antes de nacer el sentido de la memoria. Por eso repetía que “todas las noches después de cenar charlaba con mis padres a la luz de la lámpara de querosene y nos contaban a mis hermanas y a mí por qué tuvieron que venir de Europa a la Argentina escapando de los pogroms zaristas. Eso me quedó muy grabado”.
Sus días se apagaron en un tiempo raro. En el que se envenenan las dignidades, se desprecia la vida, se gasea a viejos y niños y se reivindica la crueldad como valor privilegiado frente a la utopía de ética e igualdad. Rosita Roisinblit fue abuela de sus nietos de sangre y de todos aquellos de sus compañeras de camino. Fue la luz en medio de un país acosado por las oscuridades. Fue la señal de que los caminos se construyen codo con codo y en el abrazo cotidiano.
Sus días se apagaron pero su memoria –la memoria que supo coser y tramar durante los 106 años de longevidad que las Madres tienen por decisión de lucha- se enciende en el camino de todos, faro que alumbrará para que nadie equivoque rumbos ni enemigos. Ella sabía. Ella sabe. Por eso estará siempre primero. Con la luz en la mano. Indicando por dónde.
06/09/2025