
¿CUÁL ES EL PUEBLO ELEGIDO DE DIOS?
La frase “No hay raza superior, señores. No hay pueblo elegido de Dios. No lo es Estados Unidos ni Israel. El pueblo elegido de Dios es la humanidad entera” pronunciada por el Presidente de Colombia en el marco de la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de las Naciones Unidas es quizá una de las que más polémica levantó, ya sea que se esté a favor o en contra del actual gobierno colombiano o se sea partidario de Israel o de Palestina en el marco de lo que acontece en Oriente Medio. De ahí que muchos se preguntan ¿Cuál es el verdadero pueblo de Dios para las religiones abrahamicas y en nuestro contexto, para el Cristianismo? Por tratarse de un tema vinculado a creencias religiosas, la respuesta NO está en la política, sino en la historia y la teología.
Para empezar, se debe mencionar que una de las grandes divisiones teológicas del Cristianismo, más allá de las denominaciones religiosas, está entre quienes creen en la teoría del Pacto y quienes creen en la teoría de las dispensaciones. Es en estas dos teorías en las que radica la diferencia de cómo se concibe este asunto y de ahí deriva ´posturas políticas, que llevan a que, por ejemplo, los países donde predomina el cristianismo católico como España, o América Latina u Ortodoxo, como Rusia, tengan una visión diferente frente al conflicto, que la que tienen países anglófonos, con mayoría de cristianos evangélicos.
La teoría del pacto es la creencia por la que se rige el cristianismo católico, el ortodoxo y fue hegemónico también entre las iglesias evangélicas protestantes en un inicio. Es decir, esta creencia fue la que se consideró como dogma común en prácticamente todo el cristianismo hasta bien entrado el Siglo XIX. Esta teoría en esencia señala que en el Antiguo Testamento se recoge uno o varios pactos (dependiendo de la Iglesia que lo interprete) a través de los cuales Dios ha escogido comunicarse con la humanidad y garantizar la salvación. Para esta teoría, el periodo histórico anterior a Jesucristo se denomina “el antiguo pacto”, en el cual, el pueblo de Dios era aquel que recibió la revelación, es decir, el Israel Bíblico.
Sin embargo, con la venida del Mesías, se cumplieron las escrituras (Juan 19-28) y se inició un nuevo Pacto (Mateo 26-28) que con el sacrificio de Jesús permite la salvación de la humanidad entera y hace que el Israel Bíblico no sea ya un pueblo en razón a una pertenencia étnica sino a la creencia en Jesús, siendo por tanto, el pueblo de Dios todo aquel que creen en Cristo y no ya el pueblo judío que lo despreció. Como se expresa en Gálatas 3.28: “Ya no hay judío ni griego; esclavo ni libre; varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Para esta corriente teológica, desde la venida de Jesús, el pueblo de Dios es la humanidad entera.
La teoría que considera que Jesús estableció un nuevo Pacto y que desde entonces el Pueblo de Dios es el que creen en Cristo y no el Judío, se consolidó entre el cristianismo desde el Concilio de Jerusalén en el año 45 D.C en la cual la posición paulina de apertura a los gentiles que sostenía que todo aquel que creyera en Cristo podría ser salvo. Esta corriente se impuso frente a las corrientes judaizantes que consideraban que el mensaje de Cristo era solo para los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob.
Empero lo anterior, 18 siglos después, a comienzos del Siglo XIX, la teoría del Pacto empezó a ser rechazada por algunos pastores de iglesias protestantes tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. En concreto, el pastor inglés John Nelson Darby en 1830 y unos años después, los pastores estadounidenses Lewis Sperry Chafer y Cyrus Ingerson Scofield desarrollaron y sistematizaron la teoría del Dispensacionalismo. Para esta corriente teológica, la historia de la salvación ha evolucionado a través de siete dispensaciones, siendo una de ellas la de la Ley dada a Moisés en el Sinaí, por medio de la cual estarían obligados los judíos étnicos y otra, la de la Gracia a través de la cual se salvarían los que no son descendientes étnicos de los judíos bíblicos, por el solo hecho de creer en Jesús.
Los dispensacionalistas han sido claves en el apoyo al moderno estado de “Israel”. Para ello, utilizan el versículo bíblico de Génesis 12, el cual dice “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición 3. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Sin embargo, como se observa, esta cita bíblica hace referencia a los descendientes de Abraham (tanto Judíos bíblicos (de Judea) como las otras 11 tribus de Israel, diez de las cuales habitaron Samaria, NO Judea). Igualmente, cuando se habla a lo largo del antiguo Testamento, hace referencia al Israel Bíblico, es decir, al Pueblo de Dios, más no al Israel moderno, el cual fue fundado el 14 de mayo de 1948.
Esta distinción debe hacerse ya que está probado por la historia y la genética que los únicos descendientes de los judíos bíblicos (Tribus del Sur, con Capital en Jerusalén) y de los Samaritanos (tribus del norte con Capital en Siquem) son los actuales palestinos, mientras que los actuales “judíos” del Israel moderno, son descendientes de diferentes pueblos conversos al Judaísmo principalmente en la edad media.
Es así como luego de la destrucción del Segundo Templo en el año 70 DC y sobre todo, tras la rebelión de Simón Bar Kojba en el 134, solo los líderes religiosos del judaísmo que sobrevivieron a la represión, es decir una minoría de menos del 0.01%, fueron expulsados. Sin embargo, más del 99.9 % de judíos bíblicos permanecieron en Palestina. Estos Judíos, al quedarse sin sus líderes religiosos, con el tiempo fueron cambiados de religión. Se hicieron cristianos, lo que llevó a que se mezclaran con otros pueblos de la zona, también cristianizados, especialmente de origen Samaritanos y Cananeo.
Siglos después, a partir del Siglo VII, Muchos de esos antiguos judíos que habían adoptado el cristianismo, en especial, en sus variantes nestorianas o arrianas, reconociendo en Jesús al mesías mas no al hijo de Dios. Esa situación hizo que al llegar el Islam, vieran a esta religión mucho más cercana a sus creencias que a las cristianas. Eso hizo que gradualmente muchos de ellos adoptaran el Islam, aunque algunos siguieron siendo cristianos y una minoría continuó siendo judía.
Sin embargo, todos ellos fueron adoptando el árabe como lengua común y dejaron de hablar arameo y Griego (el Hebreo había desaparecido como lengua hablada desde la deportación a Babilonia en el Siglo IV antes de Cristo). Esa mezcla de judíos bíblicos conversos al cristianismo, con otros pueblos locales que siempre estuvieron en la zona, es el origen del actual pueblo Palestino. Es decir, la promesa bíblica de la conversión de los judíos se dio desde la primera venida de Jesús, no en la parusía como erróneamente creen quienes hoy defienden la ocupación, el infanticidio y el genocidio que comete el “Israel” moderno contra el pueblo palestino bajo la convicción de que eso acelerará las profecías bíblicas.
Está ampliamente documentado por el profesor judío de Israel Shlomo Sands en su vasta obra escrita como profesor de la Universidad de Tel Aviv que los actuales hebreos Israelíes desde el punto de vista étnico no tienen absolutamente nada que ver con los Israelitas o judíos bíblicos. Para este profesor, los hebreos del Israel actual son descendientes de pueblos paganos que fueron convertidos al Judaísmo en la Edad Media: Los Judíos Sefardíes que son un 20% de los actuales “judíos” de Israel provienen de Bereberes y españoles conversos entre el Siglo IV y VII D.C, mientras que los judíos Askenazis provienen principalmente de Jazaros conversos en el Siglo IX, mezclados con conversos Polacos, Rusos y germanos. Aun así, incluso el primer jefe de gobierno del “Israel” actual, el ucraniano Ben Gurion en su obra Eretz Israel publicada en 1923 también afirmaba que los actuales palestinos son los legítimos descendientes de los judíos bíblicos.
Por tanto, usar la Biblia para apoyar las atrocidades que comete el régimen de Netanyahu contra el pueblo Palestino no solo es inmoral sino erróneo desde el punto de vista histórico y teológico. Un verdadero cristiano aborrece el pecado y no puede apoyar a quienes transgreden el Séptimo Mandamiento de “no matarás” contra personas inocentes, como son las decenas de miles de niños palestinos que sucumben por bombas, amputaciones o por física hambre y sed como consecuencia del asedio israelí y de 77 años de ocupación injusta contra el pueblo Palestino. Jesús en Mateo 7.15 dijo “Por sus frutos los conoceréis” y un Estado edificado sobre principios racistas, que considera animales a los palestinos, incluidos los palestinos de religión cristiana, no puede ser el “Pueblo de Dios”.