Huelga automotriz en EE UU

Ultimas noticias de la huelga automotriz estadounidense

Imagen: Michael Clevenger/Courier Journal vía AP.

EEUU: continúa huelga de trabajadores automotrices, se estancan las negociaciones con los fabricantes

Mario Hernandez

 

El presidente del United Auto Workers, Shawn Fain, amenazó con intensificar las huelgas del sindicato el viernes 14, ya que las conversaciones con los mayores fabricantes de automóviles de Estados Unidos parecían haberse estancado.

La huelga está en su cuarta semana y Fain ha estado actualizando a los miembros sobre el progreso y las nuevas acciones de huelga cada viernes. Fain dijo que Ford, Stellantis y General Motors han utilizado ese calendario para retrasar las negociaciones hasta finales de semana. A partir de ahora se podrán convocar huelgas en cualquier momento, afirmó.
“Creían que habían descubierto las llamadas reglas del juego, así que cambiamos las reglas y ahora solo hay una regla: participar”, dijo Fain.
Alrededor de 34.000 trabajadores automotrices de Ford, Stellantis y General Motors están ahora en huelga como parte de la estrategia de huelga “de pie” del UAW, que implica atacar plantas automotrices individuales en lugar de una huelga total. La huelga comenzó el 15 de septiembre después de que expiraran los contratos de 150.000 trabajadores del sector automovilístico representados por el UAW en los tres grandes fabricantes de automóviles estadounidenses.
Unos 8.700 trabajadores automotores de la planta de camiones de Ford en Louisville, Kentucky, su planta más grande, abandonaron sus puestos de trabajo el 11 de octubre en una medida sorpresa después de que Ford dijera a la UAW que actualmente no tenía ninguna contraoferta para las negociaciones.

La planta de camionetas de Ford fabrica los modelos pesados de la serie F y grandes todoterrenos Ford y Lincoln, los productos más lucrativos de la empresa. Los vehículos fabricados en la planta generan unos ingresos de 25.000 millones de dólares al año, según informó la empresa en un comunicado.

Fain dijo en un comunicado que el sindicato ha esperado lo suficiente “pero Ford no ha captado el mensaje” para negociar un contrato justo. “Si no pueden entender eso después de cuatro semanas, los 8.700 trabajadores que cierran esta planta extremadamente rentable les ayudarán a entenderlo”, dijo Fain.

Ford criticó la medida de huelga como “extremadamente irresponsable” y los ejecutivos han afirmado que la empresa ha llegado al límite de lo que está dispuesta a ofrecer al sindicato en materia económica. “De hecho, nos hemos esforzado mucho para llegar a este punto”, dijo Kumar Galhotra, presidente de la división Ford Blue, en una conferencia telefónica.
Fain desestimó los comentarios el viernes. “La planta de camiones de Kentucky que acabamos de cerrar en Louisville genera 48.000 dólares de ingresos por minuto. Eso es muchísimo más de lo que gana en un año el trabajador peor pagado de Ford”, afirmó.
“¿Hasta dónde quieren que se esfuercen los trabajadores automotrices estadounidenses? No vamos a seguir pidiendo sobras. Mientras tanto, [el director ejecutivo de Ford] Jim Farley recibió 21 millones de dólares el año pasado. Necesitamos que haga dos cosas ahora mismo: mirarse en el espejo y mirar en la cuenta bancaria de Ford. Ve a buscar la chequera grande. El que utiliza Ford cuando quiere gastar millones en ejecutivos de la empresa o en obsequios de Wall Street”.
El UAW ha sostenido durante las negociaciones que está solicitando un contrato que restablezca las protecciones a las que los trabajadores renunciaron para salvar la industria automotriz cuando la Gran Recesión amenazó con destruirla y para compensar los salarios rezagados que los trabajadores han recibido desde entonces.

 

Huelga contra General Motors llega a Canadá

 

Unos 4.300 trabajadores sindicalizados se declararon en huelga en tres plantas de General Motors en Canadá, aumentando la presión sobre el fabricante de automóviles que, junto con Stellantis y Ford, avanzan en su cuarta semana de cese de actividades en algunas de sus plantas.

A la huelga de miles de trabajadores de General Motors que inició el pasado 15 de septiembre en Detroit se suman más participantes, esta vez en Canadá: los empleados de la empresa afiliados al sindicato Unifor se declararon en cese de actividades.

El sindicato canadiense, que representa a unos 18.000 trabajadores de General Motors, Ford y Stellantis, alcanzó un acuerdo el mes pasado con Ford, que ofreció aumentos salariales de hasta el 25%. Sin embargo, la plantilla de General Motors lamentó no haber tenido la misma oferta.

“La compañía sigue sin cumplir con nuestras demandas de pensiones, apoyo a los ingresos de los trabajadores jubilados y medidas significativas para la transición de los trabajadores temporales a empleos permanentes de tiempo completo”, dijo la presidenta nacional de Unifor, Lana Payne.

 

La huelga también crece en Estados Unidos

 

El pasado viernes 6, el sindicato United Auto Workers (UAW) evitó una nueva ampliación de la huelga contra los tres titanes de Detroit que atraviesa su cuarta semana. Sin embargo, al cese de actividades se agregó el lunes 9 de octubre la plantilla de Mack Trucks, propiedad de Volvo Group.

Más del 70% de unos 4.000 empleados sindicalizados de la firma en Pensilvania, Florida y Maryland, rechazaron un contrato propuesto de cinco años que incluía un aumento salarial del 19%.

Comprada por Volvo en 2000, Mack es uno de los mayores fabricantes de camiones de servicio mediano y pesado de América del Norte.

El paro laboral conjunto sin precedentes del UAW hoy tiene en casa a más de 30.000 empleados en unos 22 estados de Estados Unidos.

 

Empleados de Mack Trucks rechazan propuesta y van a huelga

 

Los empleados de la fabricante de camiones Mack Trucks se fueron a la huelga el lunes 9 de octubre tras rechazar la propuesta para un acuerdo de cinco años que los negociadores habían logrado con la compañía.

El sindicato automotriz United Auto Workers (UAW) informó que 4.000 empleados agremiados abandonaron sus puestos a las 7:00 de la mañana, lo que agrava la turbulencia en un sector ya golpeado por huelgas en las tres principales compañías automotrices de Detroit.

Con la huelga de Mack Trucks, la cantidad de miembros de UAW en huelga ahora supera los 30.000 en 22 estados, indicó el sindicato el lunes.

El presidente de la organización, Shawn Fain, dijo en una carta a Volvo Trucks, la compañía matriz de Mack, que el 73% de los empleados votó en contra del acuerdo, según el escrutinio realizado el domingo.

El UAW representa a empleados de Mack en Pensilvania, Maryland y Florida. Los líderes sindicales habían llegado a un acuerdo tentativo el 1 de octubre.

Los capítulos de UAW 171, 677, 1247, 2301, y 2420 en las Regiones 8 y 9 representan a los empleados de Mack Trucks en Macungie y Middletown, Pensilvania; Hagerstown y Baltimore, Maryland; y Jacksonville, Florida.

El acuerdo tentativo contemplaba un aumento salarial de 19% para la duración del contrato, y otro 10% con la ratificación. Además, una bonificación de 3.500 dólares por la ratificación, cero aumentos en las contribuciones semanales para atención médica, aumentos en los pagos anuales para los jubilados y un aporte de 1.000 dólares a las cuentas de retiro 401(k) para compensar por los costos de atención médica a empleados que no reciben seguro médico tras su jubilación.

En su carta, Fain dijo que los empleados abandonarán sus puestos el lunes en la mañana, pero primero irán a las fábricas para hacer tareas necesarias para asegurar que no haya daños a los equipos de la compañía.

Fain escribió que los miembros y trabajadores del UAW en todo el país están buscando salarios y prestaciones justos.

Es posible que el acuerdo se haya venido abajo por las altas expectativas que Fain ha puesto al negociar con los tres fabricantes automotrices de Detroit. En esas conversaciones, el UAW ha pedido aumentos del 36% en cuatro años, mientras que Ford ha ofrecido un 23% y las otras dos empresas un 20%.

Ford Motor Co. está pidiendo al sindicato United Auto Workers que ponga fin a su huelga de más de un mes y advirtió que si el paro laboral continúa perjudicará tanto a las comunidades locales como a la economía estadounidense en general.

“Hago un llamado a mis grandes colegas de la UAW”, dijo el presidente ejecutivo, Bill Ford, en declaraciones pronunciadas en la histórica fábrica Rouge construida por Henry Ford en Dearborn, Michigan. “Necesitamos unirnos para poner fin a esta enconada ronda de conversaciones”.

El sindicato comenzó su huelga el 15 de septiembre después de que expirara un contrato de cuatro años y afectó a plantas operadas por Ford, General Motors Co. y Stellantis NV, propietaria de las marcas Jeep y Ram. Desde entonces, el presidente de la UAW, Shawn Fain, ha mantenido en vilo a los tres principales fabricantes de automóviles de Detroit, y el 11 de octubre anunció una sorpresiva paralización en la planta de camiones de Kentucky, la fábrica más grande de Ford.

“Cerrar esa planta perjudica inmediatamente a decenas de miles de estadounidenses”, dijo Ford, bisnieto de Henry. “Si la huelga continúa, tendría un impacto importante en la economía estadounidense y devastaría a las comunidades locales”.

La decisión del sindicato de suspender las actividades en la planta de Ford en Kentucky fue una escalada de proporciones ya que en ella se fabrican versiones especiales y más caras de las camionetas F-Series y los grandes vehículos utilitarios deportivos Lincoln Navigator y Ford Expedition.

Las relaciones entre Ford y el sindicato han sido tradicionalmente mejores que las que ha tenido el UAW con GM y la ex Chrysler. Pero en las últimas semanas, Ford ha manifestado su descontento con el ritmo de avance de las conversaciones y el director ejecutivo, Jim Farley, se ha mostrado en desacuerdo con la decisión del jefe del UAW, Fain, de no reunirse con Bill Ford antes de la fecha límite de la huelga.

 

Más en juego para los trabajadores del automóvil que los salarios y los beneficios

Eve Ottenberg

07/10/2023

El sindicato United Auto Workers lleva dos semanas en huelga. Utilizando una novedosa estrategia para mantener en vilo a la dirección, a saber, las huelgas en varias plantas en momentos inesperados, una nueva y diferente dirección sindical espera arrancar algunos beneficios de las garras de una industria monstruosamente codiciosa que ya se ha embolsado 21.000 millones de dólares este año. Sus directores ejecutivos cobran millones de dólares al año, mientras que el salario medio de los trabajadores lleva mucho tiempo estancado.

Los oligarcas estadounidenses, los plutócratas dueños de la llamada prensa libre, los multimillonarios y otros habitantes de la clase dominante parecen realmente sorprendidos por esta huelga. ¿Por qué, se preguntaba un congresista comprado y pagado por las empresas, no se puede despedir a los huelguistas? Otros en el Congreso sin duda se preguntan por qué Joe “Phony Lunch Pail” Biden no puede hacer con ellos lo que hizo con los trabajadores del ferrocarril, es decir, romper su huelga. En lugar de eso, caminó por la línea de un piquete. ¿Solidaridad genuina o para hacerse la foto? Tú eliges. Mientras tanto, el presidente de la UAW, Shawn Fain, dice a sus miembros: “Vamos a seguir golpeando a la empresa donde haga falta, cuando haga falta, y no vamos a seguir esperando eternamente mientras alargan esto”.

Unos 13.000 trabajadores de la industria del automóvil se declararon en huelga el 14 de septiembre. Ocho días después, más de 5.000 abandonaron otros 38 centros de trabajo. Casi 150.000 de ellos podrían ir aún a la huelga si no se cumplen sus reivindicaciones. De hecho, el 97% de los trabajadores del sector autorizó este paro, insistiendo en los ajustes del coste de la vida, el derecho a la huelga por el cierre de plantas, las prestaciones médicas a los jubilados, las pensiones de prestación definida para todos los miembros de la UAW, la eliminación de los niveles salariales y de prestaciones, los grandes aumentos salariales y, muy especialmente, la preocupación por la producción de vehículos eléctricos (VE). Los trabajadores en huelga quieren que este cambio climático crítico implique buenos empleos sindicales. Sus jefes, el equivalente moderno de los barones del robo, han mostrado hasta ahora poco interés en ceder. Y estas son solo las grandes peticiones. Hay otras.

Tras el paro inicial en tres plantas el 14 de septiembre, continuaron las negociaciones entre la UAW y General Motors, Ford y Stellantis. La dirección sin duda observó que esta huelga ya es una primicia: nunca antes este sindicato había golpeado a todas las Tres Grandes empresas simultáneamente. La UAW lo hace ahora porque lo que está en juego se ha disparado, a saber, que los trabajadores puedan vivir de su trabajo en una época de escandalosa desigualdad de ingresos que supera a la espantosa Edad Dorada. Según la CNN del 17 de septiembre, “las últimas ofertas de los tres fabricantes de automóviles llegaron antes de la fecha límite del jueves por la noche. La UAW también respondió a las propuestas antes de la fecha límite. Se hicieron ofertas contractuales completas”, dijo la fuente. El sindicato está esperando nuevas ofertas de los fabricantes de automóviles”. No debieron gustarles esas nuevas ofertas, o las bases no habrían abandonado otros 38 centros de trabajo. Sin embargo, fueron más suaves con Ford, a la luz de la seriedad de esa empresa a la hora de negociar con un reconocimiento evidente de que sus trabajadores son seres humanos.

Mientras tanto, el candidato presidencial Trump ha acaparado la atención, argumentando que los trabajadores deberían votarle, que la dirección de la UAW es temeraria y que todos los puestos de trabajo en el sector de los vehículos eléctricos se irán a China. De hecho, es muy posible que Pekín se haga con la mayor parte de la producción de VE, no por las razones que aduce Trump, sino porque la verdadera cuestión es quién fabricará un VE ASEQUIBLE. Actualmente, el VE medio cuesta 53.000 dólares. Eso es demasiado. Es confiscatorio, y millones de personas no comprarán un VE por ese dinero. Con sus tarjetas de crédito al límite, no podrían, aunque quisieran. Seguirán conduciendo lo que tienen o comprarán coches de gasolina más baratos.

Si China diseña un vehículo eléctrico a la mitad de ese precio, Pekín ganará el sorteo de la lucha contra el cambio climático. Trump, si es elegido presidente, sin duda impondrá enormes aranceles a los vehículos eléctricos chinos para que no sean competitivos con los estadounidenses, pero no le preocupa precisamente que el planeta se marchite por el calor. Donald “Let the World Burn” Trump tiene otros intereses, y el cambio climático nunca ha sido uno de ellos. Sin embargo, podría recibir simpatías por su argumento erróneo de que la transición a los vehículos eléctricos significa que esos puestos de trabajo se van a China.

Los trabajadores del automóvil quieren buenos empleos en la transición ecológica a los VE. También quieren poder comprarse un coche. Actualmente, la mayoría de los estadounidenses sólo pueden permitirse vehículos de gasolina usados. Y a partir de los cierres pandémicos, el precio de esos coches usados se disparó por las nubes, por la sencilla razón de que todo el mundo los quería. Algunos estadounidenses aún pueden permitirse un sedán nuevo a un precio medio de 48.000 dólares, pero la mayoría con préstamos, y con el tipo de interés medio de los préstamos para automóviles en la estratosfera, en el 6,63%, muchos comprarán modelos más baratos. La mayoría de los estadounidenses, sin embargo, se oponen a que les desplumen por un coche nuevo, con o sin intereses mensuales astronómicos. Así que apuesto a que el país que descubra cómo fabricar vehículos eléctricos baratos acabará acaparando ese mercado.

A los ojos de los republicanos, corporativistas, multimillonarios y otros oligarcas y plutócratas como Trump, esto significa que el país con los costes laborales más bajos gana el concurso de belleza de los vehículos eléctricos asequibles. Se equivocan. El salario de los trabajadores sólo representa 6 % de ese precio de etiqueta de 48.000 dólares. ¿De quién crees que son los beneficios? De los presidentes de las empresas, otros peces gordos e inversores. Y, por supuesto, estos gigantes monopolísticos pueden subir los precios cuando y como quieran. La lógica empresarial sobre la asequibilidad y los bajos costes de mano de obra sólo parece prevalecer porque esos mismos plutócratas lograron desindustrializar los EE UU, enviando la mayoría de los empleos bien remunerados y, por lo tanto, la base de fabricación, a México y luego a China, hace décadas. Si tuvieran una pizca de honestidad o preocupación por los estadounidenses, reconocerían el daño que hicieron y se esforzarían por arreglarlo. Pero no lo hacen.

Unos trabajadores bien pagados en un país industrializado que funcione (como la China actual o los Estados Unidos de los años 40 a principios de los 70) significan que hay un mercado nacional amplio, profundo y bueno para lo que producen esos trabajadores. Por no hablar de la posibilidad de exportar cosas. Ese es el mundo que la UAW y otros sindicatos quieren recrear. Por supuesto, reciben cero, nada, cero, cero ayuda de las empresas; al contrario, no encuentran más que hostilidad, sabotaje, resistencia y tacañería por parte de la dirección, ocupada con la recompra de acciones y las primas de los directivos. Peor aún, los sindicatos no reciben ninguna ayuda del gobierno, ni siquiera cuando los llamados demócratas liberales dirigen el espectáculo. Hay una palabra para esos demócratas: farsantes. Los trabajadores están por su cuenta, y por eso sus sindicatos hacen cosas como innovar en las maniobras de huelga.

Así que ahora, los líderes de la UAW cuentan “con que los miembros estén más preparados que la dirección para pasar rápidamente a la acción”, según labornotes del 15 de septiembre. Por eso, las tácticas de huelga, como la elección de las plantas, se mantienen en secreto. “La estrategia, de momento, parece un éxito”. Según fuentes de los trabajadores, también de ese día, se informa de que “la UAW llama a su estrategia ‘huelga de brazos caídos’, un guiño a la huelga de brazos caídos de Flint de 1936-1937 que ayudó a fundar el sindicato”.

Esto es apropiado porque, en un sentido muy real, la UAW está intentando establecer el sindicato en un mercado nuevo y ecológico que, con suerte, sustituirá al antiguo, contaminante de carbono y propulsado por gasolina. Al hacerlo, los trabajadores parten de cero, al igual que la lucha de cada generación por sobrevivir y conquistar para sí los bienes y derechos que tuvieron sus predecesoras, de una manera muy profunda, parte de cero. (Quizá no fue así para los boomers, pero son la excepción que confirma la regla). Un nuevo mercado verde espera. Pero, francamente, los únicos que realmente nos mueven hacia su uso masivo son las bases sindicales en huelga.

Eve Ottenberg es novelista y periodista. Su último libro es Lizard People. Se puede contactar con ella en su página web (https://www.eveottenberg.com/).

Fuente: https://www.counterpunch.org/2023/09/29/more-at-stake-for-auto-workers-than-wages-and-benefits

 

Fuentes: The Guardian, The Associated Press

 

 

 

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