A pocos días de la asunción presidencial del ultraconservador Iván Duque, en Colombia se respira una atmósfera de zozobra e inestabilidad social, tras el asesinato de 330 líderes sociales, la amenaza permanente a periodistas y el temor a que el nuevo mandatario se aventure en dos guerras: una interna y otra contra su vecino, Venezuela.
Mientras, el llamado a indagatoria de la Corte Suprema de Justicia al expresidente Álvaro Uribe-–en un proceso que le sigue por los delitos de soborno y fraude procesal, pero no de genocidio y narcotráfico–, así como su posterior decisión (postergada para el 3 de agosto) de renunciar a su curul como senador por “sentirse moralmente impedido” para ejercer su defensa al tiempo que desempeña sus labores legislativas, se suman al tsunami político que vive el país.
El excandidato presidencial de centroizquierda, Gustavo Petro, aseguró que Uribe renuncia a su curul como método para evadir la investigación; agregando a esto una afirmación sobre el testimonio del hijo del mayordomo de la hacienda las Guacharacas, Juan Monsalve, quien lo acusa de asesinato y tratar de manipular los testimonios.
Varios analistas ven el anuncio de la renuncia como una mera estrategia de Uribe para evadir la investigación ante la Corte Suprema de Justicia, y quedar impune ante la supuesta cadena delictual en la que sería involucrado por la investigación de los falsos testigos.
La estrategia referida tiene que ver con la competencia de la Corte para investigar solo a los aforados por pertenecer al Congreso, lo que lo alejaría de dicha jurisdicción al no mantener el fuero. No obstante, la Corte puede decidir mantener la competencia en este caso.
La derecha colombiana está preocupada porque Uribe iba a tener las tareas de liderar la bancada del partido del nuevo presidente, y servir como factor de cohesión de la nueva coalición oficialista, de cara a las anunciadas reformas tributaria y de la justicia.
El asesinato de dirigentes sociales y las amenazas a los periodistas, “son pruebas claras de que en el país las fuerzas oscuras quieren hacer trizas la poca paz alcanzada con las Farc y volver a hacer sonar clarines de guerra. El Gobierno ya no puede endilgarle a la guerrilla estas muertes, pues las Farc se desmovilizaron y están en un proceso de justicia especial, que será duro y espinoso”, señala Fabio Martínez en el diario El Tiempo.
Entonces, ¿quién está detrás del asesinato de los líderes sociales, quién está amenazando a los periodistas? Esta es la antesala con la cual se va a recibir al nuevo presidente de los colombianos en reemplazo del ominoso Juan Manuel Santos, responsable de que la pacificación no se haya consolidado y que la matanza de líderes sociales prosiga con total impunidad.
Las declaraciones del próximo ministro de Defensa, Guillermo Botero, en el sentido de reprimir la protesta social, son un indicio evidente de que el nuevo gobierno va a estar contra la protesta legítima y pacífica, cuando los optimistas esperaban la convocatoria a un pacto social entre el gobierno, los empresarios, los militares y las comunidades con el objeto de prevenir la matanza sistemática que amenaza al país.
Gustavo Álvarez Gardeazábal, al criticar las declaraciones que dio el presidente Duque en Washington, cuando afirmó que iba a liderar un bloque latinoamericano contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, en una nota titulada “¿A la guerra?’, advertía que así un presidente no esté de acuerdo con la ideología de una nación, no puede comenzar a hacer declaraciones que vayan en contra del principio del respeto soberano.
Y advertía que si la guerra llegase a suceder con el país hermano, Colombia perdería “pues Venezuela está mejor armada que nosotros”.
La periodista María Jimena Duzán, en su última columna antes de que la amenazaran, recordaba las declaraciones del general retirado Leonardo Barrero (“Prepárense porque vuelve la guerra”) y se preguntaba cuál será el blanco principal de esta nueva guerra anunciada: ¿los líderes sociales que están cayendo como moscas, los ocho millones de ciudadanos que votaron por Petro, los diez millones de personas que votaron por Duque y que aún creen en ‘pajaritos en el aire’?
Los colombianos esperan que la guerra no vuelva al país, ni contra un país hermano ni entre los mismos colombianos. Pero el clima de zozobra ya se vive y aún Iván Duque no asumió, mientras su protector, Álvaro Uribe, intenta zafar de un juicio ante el Tribunal Supremo.
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