El camionero retiró a su hombre del Consejo Directivo y hoy una cumbre disidente decidirá si ir o no a un plenario convocado por el trío de la central.
La interna de la CGT terminó de estallar ayer con la renuncia del sindicato de Camioneros, que encabeza Hugo Moyano, a su cargo en el Consejo Directivo, una acción que amenazan con repetir sus aliados dentro de la conducción de la central en un intento por vaciarla y empujar con más intensidad la salida del triunvirato de secretarios generales y la agudización del conflicto con el Gobierno. La tensión se trasladará hoy a un nuevo encuentro de los sectores disidentes que debatirán la conveniencia de ir o no a un plenario mañana en el que estaba previsto discutir, como adelantó este diario, sobre la base de un posible paro en la segunda quincena de septiembre.
La reunión ayer del Consejo Directivo de la CGT quedó hegemonizada por la decisión que comunicó el camionero Omar Pérez, mano derecha de Moyano, de renunciar a la secretaría Gremial de la central en nombre del sindicato. En marzo Pablo Moyano, hijo mayor de Hugo, ya había dimitido al mismo puesto pero entonces su padre mantuvo la silla y puso en su reemplazo a Pérez. El camionero buscó, así, reforzar su perfil de confrontación y dejó una vez más a la CGT al borde de la ruptura. Además, el gremio marchará hoy desde las 10 a la sede de la Cámara del Trabajo ante un inminente fallo sobre la multa que el Gobierno le aplicó por $810 millones.
Pérez acudió ayer a la reunión en Azopardo 802 en compañía de Hugo Antonio Moyano, abogado laboralista y otro de los hijos del patriarca, con el único objetivo de informar una decisión que la cúpula del gremio ya conocía desde el viernes: Camioneros se retiraba del Consejo Directivo en disconformidad con la conducción del triunvirato que integran Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña. Entre las razones, Pérez le dijo a este diario que figuraron “la falta de solidaridad por la multa” que le impuso el Ministerio de Trabajo, “las reuniones inconsultas” del trío con funcionarios y con una delegación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la manera de encarar con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, el Consejo del Salario sin previo aviso a la “mesa chica”.
La salida de Camioneros precipitó una crisis interna que ya se cocinaba con cada vez mayor intensidad entre los grupos a cargo de la conducción de la CGT, los “gordos” de los grandes gremios de servicios y los “independientes” ligados al Ejecutivo, y la disidencia encarnada por Moyano hasta ayer, dentro del Consejo Directivo- junto a la Corriente Federal de Trabajadores (CFT) y el sindicato de mecánicos (Smata), todos ellos fuera de la estructura. Con un agravante: el Movimiento de Acción Sindical (MASA), un núcleo de una treintena de organizaciones que no participa del Consejo Directivo y que comenzaba a articular con el triunvirato anunció que no irá al plenario de secretarios generales de mañana en La Fraternidad, también disconforme con los actuales líderes.
Parte de la dispersión expuesta por Camioneros se notó ayer en Azopardo: sólo un puñado de miembros del Consejo Directivo participó de la reunión, en tanto que una mayoría de líderes permaneció ausente o envió en su lugar a un delegado de menor jerarquía. Y luego de la determinación del líder camionero se prevé que otras organizaciones afines podrían seguir sus pasos, como el sindicato de Peajes (Sutpa), que lideró hasta el año pasado Facundo Moyano, o el de Canillitas, de Omar Plaíni.
Hoy el foco volverá a estar sobre Moyano. Desde las 10 el gremio marchará a la sede de la Cámara laboral por un inminente fallo sobre la sanción y el embargo que pesa sobre la organización, y desde las 11 sesionará una vez más la cuarta consecutiva- del grupo que unió a la disidencia del triunvirato, que coincide con gremios opuestos a la administración de Mauricio Macri. De nuevo la sede será la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), que encabeza Pablo Biró, y los organizadores perjuran que sumarán más dirigentes a la convocatoria previa, de la semana pasada, en la que contabilizaron unos 64.
Pero la mayor expectativa esta semana estará centrada en el teatro Empire de La Fraternidad, adonde mañana sesionará el plenario de secretarios generales. Se trata de un órgano consultivo, no vinculante, pero cuyas determinaciones suelen ser de cumplimiento insoslayable para el Consejo Directivo por tratarse de los jefes de todos los sindicatos confederados. Ahí es donde la “mesa chica” de la CGT tenía previsto llevar la idea de un paro para la segunda quincena de septiembre como llamado de atención al Gobierno y, sobre todo, para apaciguar la crisis interna. Al menos, hasta ayer era la iniciativa mayoritaria.
A la ya anunciada ausencia del MASA hoy se resolverá en APLA la postura de los disidentes. Acudir o no será una determinación sólo orientada a debilitar más la jefatura. Los “gordos” y los “independientes” estarán obligados entonces a replantear su estrategia ante un posible vaciamiento de parte de la estructura que los sustenta. Ayer había malestar incluso de parte de aliados hasta ahora incondicionales como el docente Sergio Romero (UDA), que se ausentó y avisó que tampoco irá al plenario en disconformidad por el documento que el triunvirato firmó con rectores universitarios a sus espaldas y sin consultarlo, a pesar de ostentar el cargo de secretario de Políticas Educativas de la CGT.