Ana Fraile, co-directora de ¿Quién mató a mi hermano?, la película sobre la desaparición seguida de muerte de Luciano Arruga, recibió la mención especial en la competencia Derechos Humanos del BAFICI. En charla con Fernando Tebele y Pedro Ramírez Otero en el programa radial La Retaguardia, Fraile compartió lo que significó el estreno del documental en el marco del festival y los objetivos que alcanzó la película.
Es de madrugada en Nûremberg, Alemania. Son casi las dos de la mañana. Ana Fraile está del otro lado del teléfono y del mundo. Su segunda película, ¿Quién mató a mi hermano?, esta vez en codirección junto a Lucas Scavino, ha pasado por el BAFICI haciendo bastante ruido. Se llevó la Mención Especial del jurado en la sección de Derechos Humanos del festival. Una suerte de segundo premio entre las diez competidoras. Tres funciones a sala llena y mucha curiosidad por ver cómo habían conseguido contar una historia tan dramática como la de Luciano Arruga, un joven desparecido a manos de la policía, con cuidado y parados en un lugar claro: al lado de la familia. Con tono bajo para no despertar a sus hijos/as, Fraile se conecta con la charla y con la obra que tantos años de realización le llevó.
—La Retaguardia: ¿Qué sensaciones te dejó el estreno de la película?
—Ana Fraile: A la mañana del domingo hubo una proyección de prensa. Uno de los periodistas se acercó muy interesado. Los chicos que estaban organizando las proyecciones del BAFICI se metieron a ver la película. Era la primera vez que con Lucas (Scavino) la veíamos en una pantalla grande. Fue bastante movilizante.
—LR: La conmoción que generó la película se sintió también en las dos funciones posteriores.
—AF: También hubo como una suerte de satisfacción. Con Eugenia (Otero) y con vos (Fernando Tebele) trabajamos juntos en la película. Verla proyectada e ir recolectando los momentos que pasaron fue muy importante. Era como poder cerrar una parte de todo el ciclo que tiene una película. Hacer una película cuesta un montón. Sobre este tema fue bastante costoso también desde lo emocional. Tenerla terminada ahí me parecía algo emotivo. Viajé ese día solo para estar ahí. Al otro día me volví (a Nûremberg, Alemania, donde vive temporariamente). No quería perderme esa sensación de satisfacción por algo logrado.
—LR: ¿Qué tanta carga llevaban ustedes antes del estreno de la película?
—AF: Es un proceso. No sé si es ese día o el último, cuando ya sabemos que la vamos a terminar. Es como una sensación de vértigo. Yo trabajé mucho el tema de los subtítulos. Cada vez que la vi me emocioné, pero no sabía si mi emoción era porque era yo o porque la película funcionaba como estructura. Es un tema muy complicado de tratar. Lo que elegimos contar también era muy difícil: salirse un poco de ciertos formatos y ciertas formas de mostrar la vulnerabilidad o la pobreza y al mismo tiempo ponerse en un lugar donde se podía mostrar la lucha de Familiares y Amigos de Luciano Arruga durante un montón de años. Todo sin perder de vista que estaba Luciano, había un caso de desaparición forzada que también teníamos que contar. Fue un desafío, pero fue un proceso bastante colectivo. Todo el proceso de pensar la estructura fue un ida y vuelta muy dialéctico con ustedes (en la investigación periodística), entre Lucas y yo, y también escuchando mucho al grupo de Familiares y Amigos cada vez que interactuábamos. Eso nos fue ayudando a buscarle la vuelta a cómo contarlo”
—LR: ¿Cómo manejaron el tema de mostrar sin dar golpes bajos en la película?
—AF: Lo hablamos un montón de veces. A mí me atormentaba el tema de la no revictimización y
tener mucho cuidado en proteger todo lo que sea Luciano y también el grupo de Familiares y Amigos. Es un golpe bajo en el sentido que es una cachetada a la historia. Ese es el golpe que uno tiene que recibir. Cada vez que íbamos aprendiendo más cosas sobre el caso, eran cada vez peores. Cualquier cosa que uno dijera no era suficiente. A mí los golpes bajos no me gustan. Me parece que no es la manera de tratar a las personas que están mirando la película. Sí buscar la manera para que después de mirar la película sintieran algún tipo de conmoción. En un momento lo que queríamos hacer es que se prendiera la luz a la mitad de la película, que es cuando aparece la cara de Luciano. Después todo se pone blanco. Fue la forma que encontramos de hacer eso. Queríamos que todos se vieran la cara y se cortara un poco eso de la negrura del cine para verse y ver al que está al lado. Nos parecía importante que el cine estuviera iluminado en ese momento para que uno se pueda reconocer. Nos pasaba más por ahí, no tanto por el golpe bajo o por contar alguna atrocidad. Las atrocidades que se pueden contar son tan atroces que no tiene sentido contarlas de esa manera para movilizar al otro. La idea con la película era poder contar una historia para contagiar todo eso que tiene Familiares y Amigos y poder trasladarlo a tu propia vida.
—LR: ¿Tenés esperanzas de que la película pueda mover un poco la causa de Luciano?
—AF: Las causas, el juez o el sistema judicial pueden llegar a recibir cierta presión por lo que sucede en los medios de comunicación. Pero no lo sé, estoy muy descreída de todo eso. Lo que sí puede llegar a recibir un empuje es al trabajo que se puede hacer con todos los familiares de desaparecidos en democracia y familiares de asesinados. Me parece que es una herramienta para cambiar y ayudar en todo el trabajo que se pueda hacer con jóvenes y con familiares. A nivel de la causa no sé. Creo que el sistema judicial es tan corrupto y tan entreverado que me pregunto yo cómo se puede hacer. Hubo una semana que se volvió a hablar del caso. Ahora seleccionaron al documental para dos festivales más. Todos los periodistas nos dijeron que cuando llegaran esos festivales los llamáramos para que volvieran a hablar del tema. Es muy complicado. Para hacerlo, se recolecta información de una forma de la cual no tenía ganas. La bomba y lo que se va a mover va a ser más entre familiares y entre personas que les interese.
—LR: ¿En qué festivales y cuándo va a volver a proyectarse la película?
—AF: Uno es el festival del cine político, en mayo. El otro es el festival de Derechos Humanos que es fines de mayo y principios de junio. Del 29 de mayo al 6 de junio.
En los próximos días, entonces, podrá verse nuevamente ¿Quién mató a mi hermano? de Ana Fraile y Lucas Scavino, un documental que narra la historia de la desaparición seguida de muerte de Luciano Arruga y se focaliza en la búsqueda que enfrentaron Familiares y Amigos durante 5 años y 8 meses y su continuo reclamo de verdad y de justicia.