El herbicida Roundup suma otro revés judicial y aún restan 13.400 causas pendientes. A nivel local, organismos oficiales dicen que esto «no cambia nada».
Pese a que en Estados Unidos, país donde se lo creó, llueven las demandas y ahora arrecian las condenas por generar cáncer, el glifosato goza paradójicamente de muy buena salud en la Argentina.
Al menos, así se desprende de la férrea defensa en torno a su uso y la continuidad de un negocio en el mercado local que, en términos de ventas, mueve cerca de 900 millones de dólares anuales.
A pocas horas de conocida la tercera sentencia contra Monsanto en los Estados Unidos por ocultar información sobre la naturaleza tóxica de su formulación Roundup, fuentes del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) consultadas por iProfesional ratificaron que la decisión en ese país «no cambia en nada» el rótulo de «inocuo» que el Gobierno le asigna al producto.
«Para nuestros especialistas esta medida -en referencia a la condena a la multinacional- no cambia nada», dijo un vocero. La voz consultada señaló que, a los ojos del Gobierno, la decisión que tomó la Justicia en Estados Unidos no es más que un litigio entre particulares.
Cabe destacar que, en el segundo semestre de 2018, y luego de comprobarse que el jardinero estadounidense Dewayne Johnson había contraido cáncer tras efectuar pulverizaciones con el glifosato Roundup desarrollado por Monsanto, fuentes del SENASA contactadas por iProfesional brindaron detalles de la interpretación oficial.
El SENASA, vale aclarar, es el organismo dependiente de la cartera de Agroindustria que tiene competencia directa en lo que hace a aprobaciones y definición de criterios de uso de plaguicidas en la Argentina.
«El usuario de un producto va contra una empresa. Hasta acá, con los documentos y estudios que tienen todas las agencias de gobierno, incluso el SENASA, no hay motivos para cambiar la situación del glifosato», se manifestó en ese momento.
Casi un año y dos condenas multimillonarias más después, el Estado no ha movido ni un centímetro su posicionamiento.
Ahora, en el país del Norte, un tribunal en California condenó a la controlada por la alemana Bayer a pagar más de 2.000 millones de dólares a Alberta y Alva Pilliod, quienes desarrollaron linfoma no Hodgkin como resultado de pulverizar con el herbicida en campos propios a lo largo de 30 años.
El jurado llegó a la conclusión de que Monsanto ocultó información sobre el rasgo cancerígeno de su glifosato Roundup, fabricó y distribuyó el producto de manera «negligente», y que la compañía llevó a cabo dichas maniobras en forma adrede.
«El jurado vio por sí mismo los documentos internos de la compañía que demostraban que, desde el primer día, Monsanto nunca tuvo interés en averiguar si el Roundup es seguro. En lugar de invertir en ciencia sólida, usó millones para atacar a la ciencia que amenazaba su agenda comercial», expuso uno de los abogados que tomó parte en la defensa de los Pilliod.
Previo a este nuevo revés judicial, en agosto del año pasado Monsanto había sido condenada a indemnizar con 289 millones de dólares -que la apelación redujo a 78 millones- al jardinero Dewayne Johnson, enfermo de cáncer también por usar Roundup.
Ya en marzo de este año, la empresa volvió a ser declarada culpable en un juicio iniciado por Edwin Hardeman, también víctima de la misma enfermedad tras aplicar el herbicida en el jardín de su casa entre los años 1980 y 2012. En este caso, la Justicia fijó una indemnización de 80 millones de dólares.
Millones y millones
El glifosato es una pata clave del modelo de producción de soja transgénica en la Argentina, aunque también es determinante para el cultivo de variedades de maíz, algodón y alfalfa manipuladas genéticamente para resistir al agrotóxico.
Hoy, de los casi 400 millones de litros de plaguicidas que se aplican anualmente en la actividad agrícola local en todas sus escalas –a excepción de la alternativa agroecológica–, se estima que 320 millones corresponden a variedades de glifosato.
La nueva sentencia en California coincide con el dictamen de marzo de 2015 de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), vinculada a la OMS, el cual expuso que existe evidencia suficiente para relacionar este agroquímico con la proliferación del cáncer.
El herbicida, autorizado por primera vez en Estados Unidos en 1974, combina elementos químicos que inhiben el trabajo de enzimas que permiten a las plantas llevar a cabo procesos esenciales para la supervivencia.
Si bien Monsanto es la responsable de su creación, lo cierto que la patente del plaguicida se liberó en el año 2000 por lo que su fabricación ya se realiza en distintos lugares en el mundo. Una de las particularidades de este químico es que no actúa de manera selectiva: elimina toda la vegetación.
Sólo la incorporación de un gen que resiste la potencia del glifosato permite a variedades manipuladas en su ADN como la soja RR continuar desarrollándose en un campo luego de las habituales fumigaciones.
Roundup, el más vendido
El glifosato es el principio componente del Roundup, el herbicida desarrollado por Monsanto de mayor difusión en el agro local aunque, vale aclararlo, en la Argentina también se ofrece bajo marcas como Zamba (comercializado por Nidera), Sulfosato (Syngenta) o Sitrin (Bayer).
En julio de 2016, un trabajo que lleva la firma de, entre otros, Alicia Ronco -fallecida en noviembre de ese mismo año- y Damián Marino, investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), confirmó que la cuenca del río Paraná, considerada la segunda más importante de Sudamérica detrás de la que comprende al Amazonas y con desembocadura en el Río de la Plata, está altamente contaminada con glifosato o AMPA, metabolito originado de su degradación.
Un estudio contundente para demostrar la toxicidad del compuesto fue realizado por Andrés Carrasco, científico que -fallecido en mayo de 2014- llegó a presidir el CONICET y probó que la sustancia produce desde muerte celular hasta malformaciones.
En Francia, investigaciones del científico Gilles-Eric Séralini aportaron nuevos argumentos al trabajo realizado por Carrasco en la Argentina.
«Trabajamos en células de recién nacidos con dosis del producto cien mil veces inferiores a las que cualquier jardinero común está en contacto. El Roundup programa la muerte de esas células en pocas horas», indicó Séralini, especialista en biología molecular.
En julio de 2018, y tal como publicó iProfesional a modo de primicia, un estudio realizado por científicos del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM), dependiente de la Universidad de La Plata, develó que las lluvias presentaron recurrentes concentraciones de herbicidas como el glifosato.
Y que la carga máxima cuantificada de agrotóxicos en las precipitaciones locales es hasta 20 veces superior a la registrada en países como Estados Unidos, el territorio con más trayectoria en lo que hace al uso de plaguicidas y el principal promotor mundial del uso de estas sustancias y su aplicación a través de las muy cuestionadas fumigaciones.
En la actualidad, los efectos nocivos sobre la salud humana y el medioambiente en general derivados de la aplicación de glifosato llenan las páginas de más de 800 trabajos científicos independientes desarrollados alrededor del mundo.
Bayer se desploma
El martes y tras conocerse la nueva condena a Monsanto, las acciones de Bayer llegaron a caer hasta 5 por ciento aunque los papeles finalmente cerraron con una baja del 2%, a 55,33 euros.
El dictamen en cuestión hizo que los papeles de la empresa se encaminen a cerrar en su nivel más bajo en casi siete años.
Desde el seno de Bayer su directiva informó, a través de un comunicado, que el veredicto provoca «decepción», al tiempo que notificó que se promoverá la apelación. Un portavoz de la firma calificó la decisión del jurado como «excesiva e injustificable».
Lo ocurrido en California coincidió con el escándalo desatado en Europa, luego de que la cúpula de la alemana reconociera que Monsanto espió durante años a políticos, científicos y periodistas en Francia a fin de conocer sus respectivas posiciones en torno al uso de agrotóxicos y la siembra de transgénicos.
De junio de 2018 -momento en que la alemana tomó posesión concreta de los movimientos de Monsanto– a la fecha, Bayer perdió cerca del 45 por ciento de su capitalización bursátil. Puesto en divisas, representa unos 63.000 millones de dólares.
Tras la sentencia de esta semana, Monsanto ahora deberá hacer frente a otras 13.400 demandas de usuarios de Roundup que denuncian afectaciones a la salud por efecto del herbicida.
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