“Le sorprendieron a los indígenas. Los masacraron sin saber la razón… Bien temprano llegaron los policías. Se asustaron toda la gente cuando llegaron a la costa. Era una explosión. Muchos murieron de los mocovíes, ancianos, jóvenes y jovencitas. Murieron todas nuestras abuelas. Qué se van a enfrentar al arma de fuego. Iban cayendo las ancianas que estaban cantando. Los cuervos no volaron una semana porque estaban comiendo de los cuerpos. No le dejaban entrar a los indígenas ni para mirar donde estaban los muertos. Estaba custodiado por la policía. Quién iba a enterrar a los muertos, quedaron ahí en la intemperie. No se permitía enterrarlos” (Chico/Fernández, 2008).
Foto: Mural recordatorio de la masacre en la plaza central de la Colonia Aborigen Chaco; tomada por Luciana Mignoli en 2016.
El diario La Nación tituló el 20 de julio de 1924, al día siguiente de la masacre “Los indios de la reducción de Napalpí fueron batidos por la policía montada”. Y menciona que “participaron numerosos colonos”. Mientras tanto, el cuerpo de la nota detalla la crónica de lo sucedido: “Esta mañana, fuerzas de policía–120 oficiales montados–dieron una batida a los indios. La tropa echó cuerpo a tierra haciendo varias descargas. Después de una pequeña retirada estratégica cargaron sobre la toldería, incendiándola (…) En la refriega resultaron muertos el cacique Maidana, baleado ocho veces, y numerosos indios. Fue imposible identificar a los demás debido a que los restos se hallan carbonizados”.
Y a pesar de marcar la crueldad de la masacre, el diario “se lamenta que la falta de energía de la policía, o la inexperiencia táctica militar, haya dejado que la mayoría de los indios se dispersara por la colonia algodonera más rica de Sáenz Peña sembrando la alarma entre los colonos” .
Lo que permiten analizar estos recortes de diarios es la reacción de las fuerzas estatales ante la organización y ocupación del espacio público por parte de grupos de indígenas. Más aún, y queda en evidencia en el pedido de más represión, por darse esa reunión en el espacio de la propia reducción de Napalpí y ser considerado como un afrenta a la institución estatal.
Las noticias sobre la masacre de Napalpí irán desapareciendo de la prensa -con la excepción de la mencionada edición especial en la que se denuncia la masacre realizada en 1925 por el diario El Heraldo del Norte- hasta entrado el año 2000, a ochenta años de la masacre.
El Estado reacciona fácticamente con una estrategia ofensiva de represión que es planteada discursivamente como defensiva. Es decir, el Estado hace una operatoria que repetirá hasta el presente en el que el sujeto indígena que a veces caracteriza como ese “pobre a cuidar”, “inferior a proteger” es reconvertido rápidamente en salvaje, bárbaro, malonero para habilitar una vez más la posibilidad de represión sobre esos cuerpos.
(…) La masacre de Napalpí, como se sostiene en este artículo y otros que hemos realizado no solo debe plantearse en su caso específico como un Crimen de Lesa Humanidad sino que se enmarca y es consecuencia de un proceso genocida iniciado en las campañas militares y que aún no tiene un punto final.
Con la demanda por el juicio civil sin avances, desde 2014 el fiscal Federal ad hoc en Causas de Lesa Humanidad Diego Jesus Vigay está llevando adelante una investigación junto con la Fiscalía Federal de Resistencia con la pretensión de abrir un “Juicio por la Verdad” mediante la aplicación de las normas de imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, que fueron desconocidas en la respuesta de la Procuración del Tesoro de la Nación.
Al momento del cierre de este artículo la Fundacion Napalpí difundió la noticia de la aparición de una sobreviviente de la masacre: Rosa Grillo, una anciana qom de entre 105 y 110 años que reside en la Colonia Aborigen. El hallazgo es clave para la causa.
(…) Cuando murió Melitona Enrique -a los 107 años- sus hijos decidieron trasladar el cuerpo justamente al paraje Aguará, donde sobrevivió a la masacre siendo una niña. Ese mismo año, se había publicado el libro de dos historiadores qom que rescatan su testimonio. “Los cuervos no volaron una semana porque estaban comiendo de los cuerpos”, había dicho Melitona. Frases que en la actualidad siguen sobrevolando la Colonia y que, de alguna manera, continúan horadando el silenciamiento producto del terror y del miedo.
(*) Fragmentos del artículo “Los cuervos no volaron una semana. La masacre de Napalpí en clave de genocidio”, de Marcelo Musante y Luciana Mignoli, publicado en noviembre de 2018 en la Revista de Estudios sobre Genocidio. Centro de Estudios sobre Genocidio Untref.
Artículo completo disponible en: http://www.revistasuntref.com.ar/index.php/reg/article/view/256/236
Fuente: Luciana Mignoli