Prácticas guerreras y contenidos rituales

Suele afirmarse que ante la guerra de exterminio que trajeron los españoles consigo, los mapuche tuvieron que despojar a sus prácticas guerreras de contenidos rituales con tal de sobrevivir. Yo mismo repetí esa aseveración. Pero la acción que sigue transcurrió en 1868 y desmiente el argumento de la secularización de la guerra, es decir, de la pérdida de sus vínculos con la espiritualidad.

El cuadro refiere al Combate de Traiguén, contemporáneo al suceso que menciono. El Ejército de Chile lo llama Combate de La Centinela.

01/08/2019

“Formáronse primeramente los melines en batalla a pie firme, como seis cuadras a nuestra derecha dándonos frente y en esta posición, rompieron un atronador ¡ba! ¡ba! ¡ba!… producido por la interrupción del sonido de la voz a los golpes repetidos de la palma de las manos en la boca.

“Mientras esto duraba, los conas y los jefes corrían a escape en sus caballos, dando vuelta por el frente y retaguardia del escuadrón, blandiendo al aire su lanza y animando a su gente con enérgicas voces y ademanes. Era un remolino infernal. En seguida, toda la línea echó pie a tierra, lanza en ristre, espaciados como a dos metros de distancia uno de otro, teniendo la quila con ambas manos, la izquierda adelante y la derecha atrás, el cuerpo y los pies en la misma posición. Inmediatamente rompieron en avance a saltos iguales y lanzando a cada salto un estruendoso ¡ya!, ¡ya! En esta maniobra avanzaban algún trecho saltando adelante, reculaban saltando atrás, volvían a avanzar nuevamente en igual forma, hasta que ya bien seguros de nuestros miedos (porque veían que seguíamos marchando sin hacerles el menor caso), volvieron ligeramente a tomar sus caballos, montando de un salto y formando otra vez en línea de batalla. Al mismo tiempo rompieron un nuevo chivateo, distinto al anterior, que consistía en una especie de canto triste producido por un largo trinado de la garganta terminando con un animado y ensordecedor ¡ya! ¡ya! ¡ya!

“Entre tanto, por otro lado, los demás innumerables escuadrones que bajaban de distintos puntos de la cordillera tenían un infernal bullicio de cachos y cuernos que tocaban estruendosamente y que repetían en ronco mugido los ecos del valle. No parecía sino que se descargaba sobre nuestra cabeza toda una tempestad de truenos y centellas”.

El autor de la observación fue el militar chileno que lideraba la columna. Por melines quiso decir seguidores del longko Melin. La diferencia entre los gritos, que los wingka llamaban “chivateo”, puede implicar sentidos igualmente diferentes. Los saltos hacia adelante y hacia atrás, con sus correspondientes afafan, difícilmente tuvieran que ver con provocar temor en el enemigo. Al menos, no solamente… Sobre todo cuando el ejército chileno ya había incorporado “fusiles rayados”, que ya no se cargaban por la boca. Y el último “canto triste” también debió tener un significado profundo que pasó desapercibido para el milico cronista. ¿Qué dirían aquellos “conas y jefes” con sus “enérgicas voces y ademanes”? ¿Cuáles aspectos del az mapu se pondrían en juego de cara al enemigo? Ya estaba en marcha la invasión a la Araucanía y el contenido ritual de la guerra que había sorprendido a los cronistas contemporáneos a Valdivia todavía persistía en el pueblo mapuche en armas.

Fuente: https://www.facebook.com/1189713943/posts/10218452208155055/

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