Las elecciones del domingo fueron un cachetazo para la izquierda electoralera del FITU, y para todas las que lo tienen como referencia de lo que hay que hacer. Sumados el antiguo FIT y el MST, obtuvieron 237mil votos menos que en 2015 y la mitad que en el 2017, cuando se presentaron por separado. Es difícil abrigar esperanzas de una autocrítica acorde a semejante debacle, porque estos compañeros hace rato que desconocen esa palabra y sobre todo, carecen de la humildad necesaria para asumirla. Baste decir que se autoproclaman “la izquierda”, cuando son sólo una parte de ella, cabal testimonio de la soberbia con la cual se desenvuelven.
El problema de esta izquierda no es la determinación de participar en los procesos electorales burgueses. Los leninistas sabemos que la lucha por el poder debe darse en todos los escenarios. El verdadero problema es cómo se aborda esa lucha, y el carácter que se la da, táctico o estratégico. Una política revolucionaria debe abordar las elecciones del sistema como mera táctica, como tribuna para denunciar las miserias del Capitalismo y propagandizar las ideas socialistas. Los compañeros del FITU y sus satélites, por el contrario, hacen girar todas sus políticas al rededor de las urnas, aunque lo nieguen, lo que los ubica claramente dentro del terreno de la institucionalidad burguesa. Dicen que luchan y es cierto, están en la calle. Pero esa lucha no la encausan para la rebelión popular, sino para conseguir votos. Es por eso que lavan sus discursos. Es por eso que declaman, por ejemplo, que “hay que cobrarle impuestos a las grandes fortunas y a los terratenientes”, en lugar de vociferar que lo necesario es confiscar esas tierras y esas riquezas para socializarlas. Es por eso que difícilmente se les caiga de la boca la palabra “socialismo”. Asumen, en definitiva, lo electoral como estratégico. Lo que los convierte en electoraleros.
Lamentablemente para ellos, queda en claro que la táctica de LAVAR los discursos para sostenerse dentro de lo “políticamente correcto” exigido por el sistema burgués, sus instituciones y sus voceros, no termina teniendo los resultados que esperan y, muy por el contrario, los deja mucho más cerca de la claudicación y el ridículo, que de los lineamientos que Lenin proclamó hace 100 años respecto de la participación de los revolucionarios en los parlamentos burgueses.
Hay que construir otra cosa. Lo necesario hoy es un espacio de confluencia de todas las organizaciones que tienen el socialismo como horizonte y que luchan y resisten contra toda política del sistema, para debatir ideas pero también para acordar políticas de conjunto y llevarlas a cabo. Dejar de correr tras los escenarios que nos impone la burguesía y empezar a generar una agenda propia. Por eso debe ser un espacio permanente, un germen de Estado Mayor en defensa de la independencia y los intereses de la clase trabajadora ocupada y desocupada.
El futuro se avizora complicado para la clase trabajadora. Ya el presente lo es, con el desquicio generado por el neoliberalismo de Macri y su Banda fugadora offshore. El Pacto Social que fogonea el gobierno electo significa más penurias y sacrificios para asalariados y marginados. A todo ello hay que oponerle un Programa que levante las banderas del proletariado, que signifique la resistencia y la rebelión de los de abajo, que se proponga derrotar el Pacto de las clases dominantes y sus lacayos; el No pago de la Deuda; el enjuiciamiento y castigo a los hambreadores del pueblo; la estatización de la banca, el comercio exterior, los recursos estratégicos y las empresas de servicios; el fin del latifundio; una reforma constitucional que dé forma a una democracia más avanzada, donde sea el pueblo el que delibere y gobierne, a través de asambleas populares. Será cuestión de que los que creemos que hay que decir BASTA para que de una vez por todas sean los burgueses los que paguen las cagadas que se mandan y provocan, nos unamos más allá de nuestras diferencias, en defensa de nuestros intereses de clase, por encima de mezquinas aspiraciones particulares y sectoriales.
Y, sobre todo, por encima de las urnas.
Gustavo Robles
30-10-19