Se tomaron medidas sanitarias frente a la pandemia del COVID-19 en una sociedad donde los lazos sociales y el sentido de comunidad están rotos. Necesitamos reconstruirlos.
Por Violeta Alegre. Foto: Ariel Gutraich/Archivo Presentes
Escribo esta carta al Presidente Alberto Fernández luego de escuchar y sentir la desesperación de compañerxs que no pueden cumplir con dichas medidas. El pánico se convierte en tristeza y angustia.
Este país nos adeuda todo, desde el Estado hasta la sociedad que por acción u omisión nos quitó derechos humanos fundamentales para la subsistencia. Bajo una pedagogía binaria y hetero-cis-normativa y patriarcal logró que nuestras propias familias nos expulsen de nuestro hogares, y que luego la educación, la salud, el trabajo y la vivienda se conviertan en inaccesibles.
¿Cómo hacen lxs compañerxs trans que viven de las ventas de producciones autogestivas en la calle? ¿Cómo hacen las compañeras que tienen como único modo de supervivencia la prostitución? ¿Cómo hacemos quienes entramamos otras familiaridades, otros vínculos?
Por esos motivos y por muchos más nos declaramos sin recursos para esta emergencia sanitaria. Por ese motivo redacto esta carta para pedir medidas concretas al Estado y también a la sociedad toda.
Sr. Presidente Alberto Fernández:
Entendiendo y aceptando la responsabilidad social que nos propone asumir, quisiera manifestarle nuestra preocupación como colectivo. La población Travesti-Trans en nuestro país padece particularidades sociales que nos ponen en situaciones específicas, agravando nuestra vulnerabilidad e incapacitándonos para tomar las medidas sanitarias propuestas en vistas de evitar la propagación de la pandemia por el COVID-19; lo cual no solo atenta contra nuestra salud, sino contra la de la sociedad toda.
Si bien nos encontramos en una coyuntura que nos da esperanzas para el avance de nuestros derechos, somos conscientes también de que el cambio social llevará tiempo. Por ese motivo, la falta de acceso a Derechos Humanos fundamentales como el trabajo, la educación, la vivienda y la salud continúan siendo una realidad alarmante para nuestra población.
Casi el 90% de nuestra comunidad encuentra como único sustento la prostitución. Gran parte no contamos con un respaldo familiar y social para tomar las medidas propuestas, de modo que construimos otras maneras de familiaridades que en su mayoría son con otras compañeras en la misma situación de vulnerabilidad.
El hecho es que mayormente el soporte para nuestra alimentación y vivienda requiere obligadamente el contacto con otras personas, fundamentalmente en el intercambio de servicios sexuales. En esta particular coyuntura, la demanda no ha disminuido, lo que pone en riesgo tanto a quienes contratan esos servicios (que mayormente tienen familias) y a nosotras que desconocemos el origen de esas personas. Pero que no tenemos más alternativas para garantizar nuestra supervivencia.
Ante esta preocupante situación le pedimos por favor garantice la alimentación y la vivienda a través de un subsidio de emergencia para nuestra población.
Quedamos atentas al diálogo y a diagramar un esquema urgente que atienda nuestras especificidades.
Atentamente,
Violeta Alegre, activista Travesti