En mi opinión, lo terrible no son los lobos, pues muchas ovejas lúcidas y con coraje podrían debilitarlos gravemente. Lo dramático son las ovejas, ya que nunca hay suficientes para ello y, si las hay, a menudo son dirigidas/engañadas por lobos con piel de cordero, y/o financiadas por lobos sin disfraz.
Por José Luis Cano Gil
Pero lo realmente trágico es el orgullo de los rebaños. Siempre los de abajo, comprensiblemente resentidos y envidiosos con los de arriba, se arman con la ególatra coraza de la «Dignidad», creyéndose por ello mejores que los poderosos. Como si las virtudes y defectos del ser humano dependiesen de cualquier estatus.
Esta vanidad de los pobres los anestesia contra su propia ignorancia, sus miedos, sus maldades humanas, su inconfesable dependencia de los ricos… Y por eso mismo, estancándose en el odio, olvidan desdichadamente que sin ovejas no hay lobos.
Y así los lobos -como el Casino- siempre vuelven a ganar.
fuente: http://www.psicodinamicajlc.com/_blog/pivot/entry.php?id=600