La transparencia de las elecciones de este domingo en Bolivia es objeto de preocupación entre políticos, analistas y dentro del variopinto espectro de votantes que ven con reservas cómo las autoridades conducen el proceso.
Por ejemplo, expertos del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, por sus siglas en inglés) ponen en dudas la imparcialidad del sistema.Con sede en Washington, Estados Unidos, el CEPR advierte que las próximas votaciones podrían ser poco transparentes a partir del empleo de un nuevo sistema de conteo de votos, conocido como Difusión de Resultados Preliminares (Direpre).
El funcionamiento del Direpre es objeto de dudas puesto que, entre otros elementos, no aporta información fidedigna de la evolución de las votaciones y no recoge fotos del estado final de las actas para respaldar el conteo.
En las elecciones de 2019, tildadas de fraudulentas por la Organización de Estados Americanos (OEA), sin presentar pruebas concluyentes, era posible seguir el comportamiento del voto mediante informes periódicos disponibles para los analistas en hojas de Excel. La revisión de esa información permitió a expertos, universidades y centros de estudios asegurar que no existió el fraude anunciado, ‘precipitdamente’ por la OEA, que puso en tela de juicio la victoria de Evo Morales en primera vuelta, la cual fue vaticinada por numerosos estudios de opinión.
El informe del organismo regional, basado en resultados preliminares, sirvió de pretexto a fuerzas de derecha y grupos violentos, respaldados por militares y policías, para propinar un golpe de Estado contra Morales, quien se vio obligado a dimitir en noviembre pasado.
La investigación de los analistas del CEPR, al igual que la de expertos del Instituto Tecnológico de Massachusetts; las universidades de Pennsylvania, Tulane y Michigan, así como el publicado por The New York Times, basada en los referidos informes concluyó que estadísticamente resultó falsa la afirmación de la OEA sobre el supuesto fraude.
De ahí la preocupación por la transparencia de las elecciones de este domingo, pues ante la ausencia de informes periódicos y fotos con el estado final de las actas no será posible verificar la información con la inmediatez necesaria, opinan expertos.
‘Solo con la divulgación de los datos a nivel de recinto electoral, y sin los datos a nivel de actas, será imposible que los observadores verifiquen rápidamente la correspondencia de los votos comparando copias impresas de las actas con las imágenes publicadas en línea’, aseguró el investigador principal del CEPR, Jake Johnston.
El analista opina que si los resultados del proceso son confiables deberían estar a disposición de todos, ‘no hay excusa para limitar el acceso público a los datos’, enfatizó.
Sin embargo, figuras de la derecha boliviana, del gobierno de facto, a las que se sumó el secretario general de la OEA, Luis Almagro, justifican la falta de transparencia al asegurar que el Movimiento al Socialismo (MAS), favorito según las encuestas, ‘robará las elecciones’.
Dichas declaraciones fueron rechazadas por los candidatos de esa fuerza política y el codirector del CEPR, Mark Weisbrot en el análisis Lo que la OEA le hizo a Bolivia, en el que las calificó de indignantes.
En dicha postura, y luego de lo sucedido en las elecciones de 2019, Weisbrot ve una nueva posibilidad de anular el proceso de ser favorable al MAS, lo que implica una violación a la Carta de la OEA y al derecho internacional.
Mediante declaraciones falsas serán desconocidos los resultados de las elecciones, como, recordó, lo hicieron el año pasado.
El papel de la OEA y su misión de observadores generan desconfianza sobre la imparcialidad a la hora de emitir el veredicto final, sobre todo porque en ese grupo repiten varios de los que en las pasadas elecciones respaldaron la retórica del fraude.
Las dudas sobre la transparencia del proceso electoral ponen en vilo unas votaciones consideradas por analistas como vitales para el retorno a la normalidad política y a la democracia en el país suramericano.
Por ello la necesidad del voto conciente de los bolivianos, que desde la llegada al poder del gobierno de facto ven su cotidianidad marcada, entre otros aspectos negativos, por la mala gestión económica, reiterados escándalos de corrupción, persecución política y represión armada.