Carta abierta de trabajadores y trabajadoras de CONICET

Reproducimos a continuación el escrito enviado a las autoridades nacionales por becarixs, personal de gestión (planta, Art. 9 y monot.), personal de apoyo e investigadorxs sobre la situación salarial en CONICET.

Sr. Presidente de la Nación, Alberto Fernández
Sra. Vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández
Sr. Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, Roberto Salvarezza
Sra. Secretaria de Gestión y Empleo Público, Ana Castellani
Sra. Presidenta de CONICET, Ana Franchi
Sres. miembros del Directorio del CONICET, Mario Pecheny, Roberto Rivarola, Graciela Ciccia, Alberto Kornblihtt, Miguel Ángel Laborde, Luz Lardone, Félix Nieto Quintas y Carlos Van Gelderen

Trabajadoras y trabajadores del CONICET de todos sus estamentos (personal de gestión -planta permanente, Art. 9 y monotributistas-, personal de apoyo, becarias/os e investigadoras/es) escribimos estas nuevas líneas para insistir con el reclamo ante el profundo deterioro salarial que nos afecta, y para poner de manifiesto que los problemas graves que atravesamos exceden la dimensión individual y hacen peligrar el sistema científico estatal. Nuestras responsabilidades en relación con la producción pública de conocimiento científico, su reconocida influencia favorable para el bienestar de la población y sus instituciones, y su aporte indispensable para el desarrollo nacional nos obligan a alertar acerca del impacto negativo que la pauperización incesante de nuestras condiciones de trabajo tienen sobre el sistema científico en su conjunto y en la propia política científica estatal.

La paritaria de la administración pública nacional en 2019, que en ausencia de un Convenio Colectivo sectorial determina nuestros niveles salariales, fue lamentable. Se otorgó un 28% de aumento en cuotas cuando la inflación llegó al 55%. Las cláusulas de revisión previstas para diciembre 2019 y marzo 2020 no se abrieron. La paritaria 2020 ha sido aún peor: luego de posponer su apertura de mayo a octubre (dando apenas un bono de $4.000 para salarios de bolsillo inferiores a $48.000, según decreto 56/2020), se otorgó un escaso 7% de aumento, frente a una inflación que está cerca de superar el 35%. A su vez, en los medios circula una información preocupante: que en diciembre, al reabrirse la paritaria, sólo se prevé el pago de un bono. Se desprende de lo expuesto que lo otorgado al sector estatal resulta absolutamente insuficiente para recomponer salarios que mayormente han quedado por debajo de la línea de pobreza. Las respuestas del Estado, nuestro empleador, a nuestros reclamos son ínfimas aún con los esfuerzos que hemos hecho durante esta pandemia y profundizan un ajuste que lleva años.

La pérdida de poder adquisitivo acumulado de los salarios en CONICET en la última década es de entre el 50 y el 70% según la categoría, y será aún mayor de continuar la política de otorgar aumentos miserables por debajo de la inflación. Quienes integramos las Carreras de Investigador Científico (CIC) y de Personal de Apoyo (CPA) recién en noviembre cobramos el primer aumento del año, de 7%. Y claramente, el 10% adicional concedido a partir de nuestros reclamos, que comenzó a cobrarse en diciembre, resulta todavía insuficiente. No compensa el poder adquisitivo perdido y no impacta equitativamente sobre todo el personal. Los sueldos de buena parte de los/as integrantes de estas carreras se han reducido por la aplicación de descuentos por cargos docentes universitarios cuya retribución es muy superior a los salarios del CONICET. Se ha llegado incluso a una situación gravísima e inadmisible: un conjunto de colegas han cobrado cero (0) pesos, quedándose sin cobertura de obra social y sin aportes, lo cual lleva a un nivel intolerable la desigualdad existente dentro del sistema científico nacional entre los salarios recibidos por tareas equivalentes. Además, la enorme mayoría de nuestros salarios son alcanzados por el “impuesto a las ganancias”, que por la decisión de no actualizar el mínimo no imponible, obliga a tributar a quienes tienen un salario apenas 10% superior respecto de la línea de pobreza. Nuestros salarios, aun con los últimos aumentos, siguen debajo o apenas por encima de esa línea, calculada para el mes de octubre en casi $50.000. A eso, debe agregarse que en muchos casos debemos costear gastos propios de nuestra tarea (tales como el pago de publicaciones requeridas en las evaluaciones, traducciones, capacitaciones, insumos, pago de servicios o equipos, salidas de campo, viáticos e inscripciones a congresos) porque los subsidios para cubrirlos son insuficientes y se pagan con un retraso que reduce significativamente su poder adquisitivo por efecto de la inflación; y ni siquiera podemos deducir esos gastos del “impuesto a las ganancias”. Ello se agrava en el contexto de pandemia, pues los costos asociados al teletrabajo han recaído sobre nuestros bolsillos: servicios de internet, computadoras, telefonía celular, insumos, accesorios de oficina, uso de vehículo propio, combustible, son algunos de las erogaciones que debimos afrontar nosotros mismos.

A su vez, el sueldo básico de quien ingresa a la Carrera de Investigación en la categoría Asistente es de apróximadamente $9.000 y el de un Profesional Asistente de $6780. Sobre esos básicos, que representan un porcentaje menor del salario bruto, se calculan distintos plus como antigüedad e informe aprobado. Antigüedad que, por otro lado, es sensiblemente menor a la que rige para cargos equivalentes, por ejemplo, en las universidades públicas. Es necesaria una urgente recomposición de los salarios básicos de cada uno de los estamentos del CONICET que incorpore al básico las sumas correspondientes a la jerarquización. El gobierno ha resuelto recientemente hacer esto mismo con otras reparticiones del Estado (como las FF.AA.) pero se niega a hacerlo en CONICET, lo que implica un acto discriminatorio inexcusable entre empleadas/os estatales.

En el caso de becarios/as, a comienzos de año se anunció un aumento que alcanzaría al 50%. Sin embargo, el mismo absorbía incrementos ya previstos, como las últimas dos cuotas de la paritaria 2019 y las sumas fijas a cuenta de paritarias que recibió el sector estatal con salarios de bolsillo inferiores a $48.000. El aumento fue menor a lo anunciado y resultó escaso para recuperar el poder adquisitivo perdido en los últimos años. Desde ese momento, solo se concedió un incremento del 7% por la paritaria estatal y hoy las becas doctorales volvieron a quedar debajo de la línea de pobreza. Ello se suma a la ausencia de derechos laborales básicos durante el período de beca, como el aguinaldo o la falta de cobertura de la obra social a los familiares a cargo. Parte de quienes finalizaron sus becas durante la pandemia y el aislamiento obligatorio, con reducidas posibilidades de conseguir otro trabajo, a instancias de su insistencia, accedieron a un subsidio equivalente al 70% de sus ingresos, que se dejó de pagar el mes pasado sin que las condiciones permitieran resolver la cuestión laboral cabalmente.

La situación del personal de gestión es aún más frágil ya que su piso salarial es notoriamente más bajo. La pérdida de poder adquisitivo acumulada golpeó aquí más fuerte y hoy más de la mitad cobra salarios inferiores a la línea de pobreza. Los aumentos concedidos, como la suma a cuenta de paritarias en marzo y abril, resultaron en pobres paliativos que no modificaron una situación de absoluta precariedad. A su vez, aún se encuentra en discusión si esa suma se incorpora al salario o va a ser absorbida por futuros aumentos. Lo mismo sucede con los bonos conquistados recientemente a fuerza de reclamo, pero que dejarán de pagarse en unos meses. Esos magros salarios eran compensados mediante la realización de horas extras (y la consiguiente sobrecarga laboral), que han sido recortadas redundando en el cobro de salarios inferiores a pesar de los aumentos. El deterioro salarial es tan profundo que en los últimos años, el personal de este sector ha renunciado en número creciente, dejando vacantes que no han sido cubiertas y sobrecargando de tareas a quienes permanecen en funciones. No se puede soslayar aquí el efecto de la inestabilidad laboral, dado que el 80% de quienes integran este escalafón son contratados bajo modalidades precarias (Art. 9 y monotributistas) y no tienen garantizada su continuidad laboral.

Por último, no menos preocupante es la situación de jubilados y jubiladas del CONICET. Por un lado, por la dispar situación. En el caso de quienes quedaron bajo la Ley 22.929 (Régimen Especial CIC), los ingresos están atados a los del personal en actividad, por lo que han acompañado su deterioro. Quienes no han podido acogerse a dicho régimen (el sector CPA, por ejemplo, que fue impunemente discriminado de un régimen pensado para quienes desempeñan tareas de investigación) también han sufrido un profundo deterioro en sus ingresos por la sucesión de reformas que siempre resultaron en una pérdida de poder adquisitivo o aumentos por decreto inferiores a la inflación. Resulta inconcebible que, tras una vida de trabajo, no puedan hoy vivir con dignidad sus años de retiro.

Esta es hoy la insostenible situación salarial de los trabajadores y las trabajadoras de la ciencia. Sostenemos nuestras labores con un gran esfuerzo que es reconocido nacional e internacionalmente. Consideramos que ese esfuerzo debe ser reconocido también por nuestro empleador. Necesitamos la tranquilidad de saber que no viviremos penurias cada vez mayores para llegar a fin de mes. Necesitamos que el profundo deterioro salarial que hemos sufrido de manera constante a lo largo de muchos años comience a revertirse. Necesitamos que se detenga la nueva migración del personal científico, junto a otros trabajadores imprescindibles para el correcto funcionamiento del organismo, hacia el sector privado o el exterior. Ustedes, nuestras autoridades, saben que la construcción del sistema CyT es un proceso laborioso y de largo plazo, por lo que las políticas hoy impulsadas para el sector sólo auguran una situación aún más angustiante que la actual para un futuro no muy lejano.

Por todo lo expuesto, seguimos alertando sobre las condiciones gravísimas en que nuestro trabajo se desarrolla, y proponemos:

*Reapertura de la paritaria estatal. Aumento que se incorpore al básico y compense lo perdido por inflación desde 2019 de manera cabal (y no con un bono eventual y coyuntural).

*Recomposición salarial integral que alcance a todos los estamentos y permita recuperar la pérdida de poder adquisitivo durante la última década.

*Incorporación de las sumas no remunerativas y/o no bonificables a los salarios básicos e incremento del ítem de antigüedad equiparandolo a los porcentajes de otras instituciones del sistema de CyT.

*Elevar el mínimo no imponible del “impuesto a las ganancias”, en camino a la eliminación de este impuesto que no debería afectar a trabajadores/as. Permitir, mientras perdure, la deducción de gastos asociados al trabajo.

*Derechos laborales y aguinaldo para los becarios/as.

*Continuidad laboral durante la pandemia y prórroga de todas las becas acorde al tiempo de trabajo perdido durante las medidas sanitarias.

*Pase a planta del personal de gestión, con movilidad y concursos, y sin reducción de sus ingresos actuales.

*Un Convenio Colectivo de Trabajo sectorial que incorpore a trabajadores/as de CONICET de todos los estamentos y que permita discutir -dando lugar a los distintos sectores, incluidos los autoconvocados- las especificidades de nuestro trabajo, las condiciones laborales y nuestros salarios.

En función de lo expuesto, y desde el compromiso y la responsabilidad que caracteriza nuestras tareas, solicitamos a las autoridades nacionales una audiencia con carácter urgente para la búsqueda conjunta y consensuada de soluciones concretas que permitan revertir real y duraderamente la precariedad que alcanza a trabajadores y trabajadoras del CONICET.

Para firmar en adhesión ingresar aquí: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfCvObsfef-8B6wX998PGZH8Dfd_-MtICdXl6_2srpM8uEEyA/viewform


Fuente: http://www.redeco.com.ar/nacional/trabajadorxs/31531-carta-abierta-de-trabajadores-y-trabajadoras-de-conicet

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