Demás está decir que la pandemia del Covid 19 no sólo trajo enfermedad y muerte, sino también sabemos que fueron numerosas y dolorosas sus consecuencias. Más que nunca se visualizaron la desocupación, la pobreza, la desigualdad, la discriminación y el racismo, el hambre y la violencia en sus diferentes formas.
Duración: 0:16:30 – 15,1 Mb / Para descargar hace click derecho aquí y elegí “guardar enlace como”
En esta violencia debemos enmarcar aquellas que nacen desde la propia institucionalidad, es la violencia que utilizan las llamadas fuerzas de seguridad, policía, gendarmería, o todo aquel sector que responde a órdenes superiores sin tener en cuenta en cada caso el necesario sentido común con el que se debe contar.
Así es que hubo detenciones arbitrarias, malos tratos, torturas y hasta desapariciones seguidas de muerte. Todo en aras de mantener un aislamiento social preventivo y obligatorio, que en muchos casos y por distintos motivos algunos/as que no lo cumplían a rajatabla, no tenían como justificar.
Y justamente fue la injustificada violencia policial la que tuvo en muchos casos a hermanos originarios de diversas comunidades como sus principales víctimas.
Por eso ahora, vamos a escuchar a dos hermanos indígenas de la Provincia de Formosa; provincia que se caracterizó por su dureza e intransigencia al no permitir, por ejemplo, el ingreso a sus propios ciudadanos, que debieron permanecer casi 8 meses en la frontera con la provincia del Chaco, al aire libre. Los hermanos indígenas son, Abel Saravia, wichí, pastor y docente, de la Comunidad La Pantalla, y Delfín García, cacique pilagá de la Comunidad Campo del Cielo.
Fuente: https://www.facebook.com/Pueblos-Originarios-Serpaj-1616081138655587