¿Hay pueblos malditos? Introducción a una crítica a L. Boff

¿Hay pueblos malditos? Introducción a una crítica a L. Boff    

Sirio López Velasco
lopesirio@hotmail.com
16 Enero 2021

Ya he demostrado que es falso el conocido dicho que reza “El pueblo no se equivoca”, porque si fuera verdadero, Hitler, Trump y Bolsonaro (entre muchos otros), no hubieran sido electos por ciertas mayorías. Las mayorías y minorías, como los individuos, sí se equivocan. La cuestión es saber si son capaces de aprender para corregir sus errores, y creemos que ello es posible a partir de la educación y la autoeducación.

También he dicho que Freud nos ha planteado un desafío de fuego con la “pulsión de muerte”, por él postulada. Como se sabe Freud sostuvo que en el ser humano (y en la Naturaleza en general) se oponen dos pulsiones contrapuestas: el Eros (pulsión de vida), y el Tánatos (pulsión de muerte). Mientras que la primera impulsa hacia el amor y la concordia, la segunda empuja hacia la destrucción y la autodestrucción. Así, si seguimos a Freud al pie de la letra, Hitler, Trump y Bolsonaro serían el efecto de la pulsión de muerte en determinadas mayorías. Por mi parte he señalado que si Freud tuviera razón, la Humanidad nunca alcanzaría un orden socioambiental estable (el Ecomunitarismo) de amor y concordia entre seres humanos y de éstos con el resto de la naturaleza, pues la pulsión de muerte siempre haría su tarea destructiva. Así quienes apostamos al ecomunitarismo postulamos que dicha pulsión es superable mediante la educación y la autoeducación, o que, pura y sencillamente, dicha pulsión no existe (y tal es el parecer de algunos psicoanalistas).

A la luz de esas consideraciones resulta evidente el ángulo que habrá de adoptar una crítica al reciente artículo de Leonardo Boff, intitulado “¿Por qué llegamos a Jair Bolsonaro?” (in Resumen Latinoamericano, B. Aires, 07-01-21, in https://www.resumenlatinoamericano.org/2021/01/07/brasil-leonardo-boff-por-que-llegamos-a-jair-bolsonaro/)

Y conste que aquí no nos referimos a la situación específica de Brasil (que es el foco de Boff) sino a su tipo de análisis en general; pues, como veremos, los argumentos de Boff son falseados a la luz de la experiencia de otro pueblo latinoamericano (y A. Latina es nuestra área prioritaria de interés filosófico-político).

Boff sostiene que la presidencia de Bolsonaro es el resultado de “cuatro sombras reprimidas por la conciencia colectiva”, y de un “karma” del pueblo brasileño. Las primeras son: a) el genocidio indígena, b) el pasado colonial (fruto de una invasión), c) la esclavitud (la verdadera barbarie brasileña, según Boff), y, d) un país que es sólo de unos pocos (una élite dominante, egoísta, desdeñosa y violenta contra el pueblo, y desprovista de una conciencia y un proyecto nacional).

Luego, inspirándose en Toynbee, Boff dirá que “Las realidades kármicas impregnan las instituciones, los paisajes, configuran a las personas y dejan sus huellas en la cultura de un pueblo. Esta fuerza kármica actúa en los procesos socio-históricos, marcando los eventos benéficos o maléficos”. Y de inmediato prosigue: “Apliquemos esta ley kármica a nuestra situación bajo la nefasta regencia de Bolsonaro. No será difícil reconocer que tenemos un karma muy pesado, a gran escala, derivado del genocidio indígena, de la sobreexplotación de la fuerza del trabajo esclavo, de la colonización depredadora, de las injusticias perpetradas contra gran parte de la población, negra, mestiza y pobre a causa de la burguesía adinerada e insensible, arrojada en la periferia, con familias destruidas y erosionadas por el hambre y las enfermedades”.

Esa visión fatalista de Boff, que haría malditos a ciertos pueblos, no es nueva entre los intelectuales brasileños. En efecto cuando llegué a Brasil a mediados de los años 80 del siglo XX, me sorprendió la tesis muy difundida entre los académicos que sostenía que los males del país se debían a la herencia de una supuesta mentalidad portuguesa, y añoraba una imposible vuelta atrás que hiciera del país una Colonia inglesa, pues así, según ellos, se hubiera dado en Brasil el desarrollo verificado en los EEUU y en Canadá.

Ahora bien, la prueba de que la visión de Boff está equivocada es Cuba. Habiendo sufrido las mismas “sombras” y el mismo supuesto “karma” citados por Boff, Cuba hizo una revolución socialista que 60 años después, aunque con muchas dificultades, persevera en su búsqueda de un orden socioambiental poscapitalista, de libre solidaridad entre los humanos y de actitud preservadora-regeneradora de la salud de la naturaleza no humana por parte de aquellos (como lo exigen las tres normas éticas fundamentales que hemos deducido de la gramática profunda de la pregunta que la instaura).

Lo que Boff no cita ni analiza en ningún momento  es el hecho evidente de que la llegada de Bolsonaro a la Presidencia resultó de una reacción de una mayoría de brasileños (aumentada y animada por la gran prensa, y muy bien manipulada por la derecha) a los sucesivos escándalos de megacorrupción sistémica que ocurrieron en los Gobiernos del Partido de los Trabajadores, PT (dos de Lula y uno y medio de Dilma Rousseff), apoyado desde siempre por Boff. Nuestro autor ni menciona dicha megacorrupción, ni esboza siquiera una crítica del PT, como sería indispensable, no sólo para entender la llegada de Bolsonaro al poder, sino para acompañar-orientar la lucha de nuevas mayorías que postulamos que pueden-deben ser creadas para sacarlo de allí, SIN CAER EN LOS ERRORES COMETIDOS POR EL PT. Dichos errores comenzaron cuando ese Partido se avino a los límites impuestos por el capitalismo, se alió a sectores de la derecha (al punto de que el Vice Presidente de Dilma, que se sumó al Golpe parlamentario-judicial que la destituyó, era un connotado representante de la corrupta derecha brasileña), y renunció a sus banderas socialistas y en defensa de la  Ética en la Política. (Un ejemplo entre muchísimos: el gobierno de Dilma respondió con calumnias y represión a las multitudinarias manifestaciones juveniles que se oponían a que Brasil organizara el Mundial de Fútbol de 2014 porque denunciaban evidentes actos de megacorrupción en la construcción de los estadios y demás obras y servicios vinculados a ese evento; por eso no es nada de extrañar que las grandes manifestaciones que sucedieron a aquellas, y que hasta hoy son las más masivas que Brasil haya conocido, fueron las que la derecha bolsonarista auspició durante muchos domingos seguidos exigiendo la destitución de Dilma y la prisión de Lula; manifestaciones estas que el canal Globonews, perteneciente al Imperio Globo, azuzó y amplificó a nivel nacional al darles cobertura cada domingo desde las 9 a las 22 h de manera casi ininterrumpida).

Anhelamos la actitud autocrítica-crítica-propositiva-transformadora, no practicada por Boff en el artículo que hemos comentado pero/y que aquí postulamos, en todas las luchas que en A. Latina (y en el mundo) deseen superar al capitalismo en perspectiva ecomunitarista.

 

Bibliografía mínima

Sirio López Velasco, “Ética ecomunitarista”, in https://rebelion.org/download/etica-ecomunitarista-etica-para-el-socialismo-del-siglo-xxisirio-lopez-velasco/?wpdmdl=654430&refresh=5ffa00fe3411b1610219774

 

fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2021/01/17/brasil-hay-pueblos-malditos/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *