La cooperativa aplicó al programa ReDeCo y abrió un nuevo local en formato bar. Un repaso por la vida de un símbolo de las empresas recuperadas.
En el año 1998, en Estado de Israel al 4.500, se inauguró el restaurante “Alé Alé”. El particular nombre surgió partir del hit del Mundial de Francia interpretado por Ricky Martín. Entre tanta algarabía e ilusión por una nueva Copa del Mundo, comenzaba a escribirse la historia de este lugar.
Luego de varios años activos, en enero del 2013 los dueños vaciaron el restaurante por medio de una maniobra fraudulenta y las y los trabajadores tomaron cartas en el asunto. Comenzaron con las tratativas para recuperar la empresa. Andrés Toledo, presidente y trabajador de la cooperativa, comentó en diálogo con ANSOL: “Recuperamos la empresa a través del cooperativismo”.
Resistieron desalojos, se convirtieron en bastión de las empresas recuperadas. Hoy, el restaurante se encuentra en José Antonio Cabrera y Lavalleja, en el barrio de Palermo. “Somos 52 trabajadores/socios de la cooperativa. Antes de la pandemia llegamos a ser 67, y todavía no volvimos a estar al 100%, pero estamos recuperando de a poco el movimiento. Yo creo que este año vamos a lograr ya los objetivos más claros”, expresó Andrés.
Gestionar un lugar de cero es siempre un desafío y las y los trabajadores de Alé Alé cumplen diez años de éxito cooperativo, en medio de la alegría por un Mundial de fútbol que finalmente sí se ganó.
“Por el momento, venimos gestionando bien. Siempre pensando en ver cómo nos ampliamos y viendo la forma de siempre generar más puestos de trabajo. Esto de concientizar el cooperativismo a los trabajadores que van ingresando, que vienen con otra mentalidad, es algo nuevo, porque nosotros tenemos que trabajar mucho para poder lograr que ellos comprendan dónde están trabajando y que son un compañero más. Eso hay que hacerles sentir desde el primer día”, explicó Toledo.
En el mismo sentido, agregó: “Ese es el compromiso de todos los trabajadores, ya que somos fundadores. Con la idea de ir mejorando un poquito más es como llegamos hoy cumpliendo diez años de cooperativismo en la recuperación de la empresa. La verdad es un enorme orgullo y, si te tengo que sintetizar todo en estos 10 años, hicimos algo muy muy grande. Es lo mejor que me paso a nivel laboral”.
Estar a cargo de un lugar implica aceptar que siempre habrá cambios y, sobre todo, que se debe aprender de cada uno de ellos. “Nos caímos siete veces y nos levantamos ocho. Ese es el espíritu de acá adentro, el de querer superarse todos los días. Por eso, es que seguimos todavía apostando, pensando en grande y en cómo poder ir potenciando esto año tras año”, apuntó Toledo.
Una sucursal de Alé Alé con mucho café
Cuando Andrés hablaba de seguir pensando en grande, una de las ideas principales fue abrir una nueva sucursal. La cooperativa aplicó al programa ReDeCo (Reactivación y Desarrollo Productivo Cooperativo), del Ministerio de Desarrollo Productivo, que destina un Aporte No Reembolsable a cooperativas que cumplen con determinados requisitos. A partir de ese beneficio, lograron abrir el nuevo emprendimiento, que en una primera instancia iba a ser otro restaurante.
En palabras de Toledo, “abrimos una pequeña cafetería en la calle Rodríguez Peña al 1014, pero obviamente cuando se gestionó el subsidio no fue tan sencillo. Nos tocó justo desde el inicio de los trámites del subsidio hasta la fecha, todo el año de inflación. Creo que fue uno de los peores años de inflación que tuvimos y eso hizo que los valores cambiaran mucho a la hora de construir un nuevo local. Entonces obviamente el dinero se achicó un montón y por eso decidimos construir solo la cafetería”.
Con la sucursal en funcionamiento, los trabajadores de Alé Alé fueron por más: “Compramos varios equipamientos para poder hacer todo lo que es producción de panadería, pastelería y, a partir de este año, a mediados de marzo/abril, empezar a potenciar todo lo que es cafetería y merienda. Eso va a hacer que se generen más puesto de trabajo y nos abre la puerta para entrar en otra escala que no sea restaurante. Incorporar pastelería, panadería, apostar a la cafetería y pensar en abrir pequeñas sucursales, es genial obviamente. El trabajo no es fácil, pero no es imposible. Se va a poder hacer de a poco y para eso tenemos que incorporar más gente”, sintetizó Andrés.
Por último, comentó: “Si hay algo que tenemos bien claro, es que varias veces tocamos fondo y varias veces ya nos levantamos y nos impulsamos para arriba. Sabemos que no tenemos techo, así que eso es genial porque al no tener techo las ideas empiezan a salir de todos lados y después el apoyo entre nosotros hace que eso se genere en una especie de suerte, porque la suerte aparece cuando el trabajo y la oportunidad coinciden”.
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