Una constante de los años electorales es poner el acento en la inseguridad, a través de machacar y machacar por todos los medios con cuanto hecho ocurra. Esta vez no es la excepción con las noticias del narcotráfico y los asesinatos en Rosario y mostrando cada robo del que se tenga video ,así sea de un celular. Quieren vendernos la solución por medio de las alas más derechistas de las coaliciones gobernantes. Vociferan que hay que militarizar Rosario, pero la solución para nuestra clase no es ésta. A los poderosos y sus secuaces les importa nada la billetera, el celular o la vida de cualquiera de la clase trabajadora, sólo lo usan para desviar la atención de otros problemas, reforzar los aparatos represivos para cuando deban usarlos para reprimir nuestras demandas. De hecho, quienes machacan con la inseguridad son los que han generado las condiciones con sus políticas para la degradación social, sobre la cual esta crece.
No decimos que la inseguridad no sea un problema para los millones que la sufrimos día a día ni pretendemos romantizar la decadencia social y la lumpenización, sino que la inseguridad es un emergente de un sistema económico en plena debacle y que, por lo tanto, sin cambiar el sistema, más allá de variaciones coyunturales, tenderá a agravarse como de hecho lo viene haciendo hace años.
Se ataca la venta al menudeo de drogas, mientras los grandes responsables quedan a salvo. Los empresarios que se enriquecen con esta disputa del «mercado de drogas», operan a través de los puertos de la provincia para traer y enviar droga al por mayor a Europa. Casi 70 km a lo largo del Paraná, desde Timbúes hasta Arroyo Seco. En este trayecto hay 29 terminales portuarias que operan todo tipo de cargas sin ningún control, más que el “seudo-control” que se realizan los actores mismos del negocio. A modo de ejemplo, el puerto de Rosario es manejado por un ente de nombre Administración del Puerto Rosario (ENAPRO), que durante años tuvo como máxima autoridad al gerente general de la Aceitera Vicentin, el máximo fugador de divisas de la Provincia de Santa Fe, con u$s 300 millones fugados, que fueron comprobados por la justicia burguesa.
Para los capitalistas como clase todos los negocios son negocios, en general los grupos que operan en el gran mercado de drogas también tienen negocios legales. La “libertad” que logran de los diferentes gobiernos la usan para todos sus negocios.
Otro ejemplo, mientras exista el negocio de la banca, existirá el negocio del lavado de dinero. Y mientras exista el lavado de dinero, existirá el narcotráfico. La burguesía no produce (ni comercia, ni presta dinero) para beneficiar a la sociedad con su producción o su capital, ni para compartir su riqueza con los desposeídos. La burguesía produce y comercia y presta dinero porque es un buen negocio hacerlo.
De la misma forma, a la burguesía no le importa producir armas utilizadas para matar a inocentes, ni tampoco le molesta producir químicos que contaminan el aire, las aguas, los suelos, y nuestros cuerpos, ni menos aún le molesta guardarle dinero a los narcos –y prestarlo a su vez, para sacarle más ganancia aún-.
“Una única muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística”
La frase atribuida a Stalin es iluminadora de una práctica habitual de la burguesía y sus medios de comunicación. Machacan con las muertes individuales que puedan instrumentalizar para sus fines, mientras que nada dicen de sus prácticas que matan millones todos los años, y cada vez más.
La destrucción del planeta en general, y de esta parte del mundo sobre todo, causa millones de muertes en la forma de desastres “naturales” como olas de calor, sequías, inundaciones, así como mediante la contaminación de todo lo que nos rodea. Sin embargo, frente a un verano brutal y una sequía que implica pérdidas por 20 mil millones de dólares, con más pobreza e inseguridad para la clase trabajadora, no tienen nada que decir. Incluso sus únicas propuestas para tirar unos años son apostar a profundizar el problema mediante la explotación del gas o el litio. Para peor actividades que dejan nada en el país gracias a la legislación impuesta por el menemismo, la cual fue definida por Pino Solanas como “impune despojo y …servidumbre colonial que únicamente difiere del Potosí de la conquista en el reemplazo de las armas por asociaciones espurias, sobornos y buenos modales.”
Lo que no pueden ocultar
Sumidos en la preocupación del día a día, millones de trabajadores, trabajadoras y pueblo pobre vemos como nada está ordenado, todo varía de un momento a otro, lo que hoy vale mil mañana puede valer dos mil y pasado no sabemos. Ante esta realidad con salarios cada vez más bajos, según la UCA el índice de pobreza en diciembre del 2022 era de 43,1% y trabajo cada vez más precario, es muy difícil pensar en otra cosa que no sea parar la olla.
Massa asumió con la supuesta tarea de parar la espiral inflacionaria, pero sólo logró contentar al mercado, al 102 % de inflación anual lo tenemos que contrastar con el crecimiento económico del último trimestre del año para ver que unos ganaron y otros perdimos.
En simultáneo crecen las ganancias empresarias, por eso se da la paradoja que la economía y el empleo crecen a la par de la pobreza.
Estos primeros meses del año vimos la inacción de los gremios docentes ante la ola de calor, es que están alineados con el gobierno y no deben “hacer olas”. Sin embargo, pese a la inacción de varias dirigencias sindicales, los sindicatos son el gran problema para los grandes capitales en Argentina. Varias cámaras patronales no están contentas con haber tenido que firmar paritarias cercanas al 100% y vienen quejándose del supuesto caos que se refleja en los piquetes y cortes de calle. Por eso la oferta vigente por el lado de Juntos es arremeter contra los sindicatos e ir a negociaciones por empresa.
De un lado el ajuste permanente, del otro la profundización del modelo neoliberal, ambas ligadas a la mano dura, esas son las variantes que nos ofrecen como salida los partidos patronales. Por ello es probable que el 2024 requiera grandes luchas.
Frente a ello, la alternativa que tenemos como clase no pasa por buscar salidas electorales, sino por la autoorganización y, en un contexto de una clase muy golpeada, comienza desarrollando asambleas resolutivas ante cada hecho que se nos presente, como hacen los vecinos ante los cortes de luz o los hechos de inseguridad sin respuesta o como vienen haciendo los pueblos de las provincias como Esquel, Andalgalá o Mendoza para frenar la megaminería. Es necesario reconstruir los lazos al interior de la clase si queremos enfrentar los desafíos que se presentan.